El declive del imperio americano (1986), de Denys Arcand: más que un diagnóstico, un ejercicio de complacencia. Recuerda algo al cine de Woody Allen (a películas, pongamos, como Deconstruyendo a Harry ). Pero los personajes infieles, libertinos, inmaduros de Woody Allen a menudo acaban tropezando con un fondo de nostalgia sentimental que, por inasumible, conduce a la desesperanza más absoluta. Simpatizamos con ese nihilismo lúcido y razonado, abierto a la duda salvadora. Pero no con la complaciente vulgaridad de los personajes de Arcand, para los que el sexo es, antes que nada, un atributo de poder. Los de Allen, intuimos, también practican el sexo anal o el menage à trois , como todo el mundo. Pero saben que la moral privada que rige esos rituales placenteros no da sentido al resto de sus actos, y aspiran a una explicación más amplia y ambiciosa, que a menudo no aciertan a encontrar. Los de Arcand, en cambio, parece que han hecho carrera en la universidad sólo para poder acostarse co