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Mostrando entradas de abril, 2006

JAZZ

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Un rasgo de humor poco frecuen- te en los músicos de jazz (tan estira- dos casi siempre, tan conscientes de sí mismos): uno de ellos, en pleno concierto, toma de su panoplia de instrumentos un guitarrillo de plástico, de ésos que venden en los todo a cien , y se marca un ritmillo insistente y gracioso, al que inmediatamente se suma el resto de la banda. Una inconsecuente voz infantil, en medio de un coro de vozarrones adultos. Aplausos del respetable. Lo que me lleva, no sé por qué, a una escena de hace semanas. Sobremesa de una comida con sociólogos, en un restaurante. Alguien saca a colación la Escuela de Frankfurt. No, no se le corta a nadie la digestión. El filosofar al hilo de los detalles de la vida cotidiana. La moda, el callejeo (Benjamin), la cultura de masas (Adorno)... Menciono el desprecio que éste sentía por el jazz , precisamente. "No me explico -creo recordar que acababa uno de los artículos de Prismas - cómo miles de personas se dejan llevar por un ritmo tan monó

POPULISMOS

Tácticas del populismo: legislar lo inútil, lo meramente decorativo, lo que sólo puede entenderse como una mera autoatribución de progresismo, de instintos presuntamente solidarios, de afanes correctores respecto al pasado, de bondad. Requerir el aplauso de los incondicionales. E irritar al contrario, para que éste saque los dientes y pierda adeptos incluso entre quienes esperan de él una cierta discreción, un cierto comedimiento. Para competir con quien arroja calderilla a las masas, nada más inútil que arrojarle sapos. Las masas preferirán siempre la calderilla, aunque no sirva para comprar nada.

¿QUIÉN ELIGIÓ MEJOR?

En "Al Sur", uno de los ensayos que componen Virginibus puerisque , dedica Stevenson un largo párrafo a explicarnos la ventaja de quien sabe apreciar un cuadro sobre quien solamente puede comprarlo y poseerlo. Ambos han hecho un esfuerzo previo considerable: uno, para cultivar su espíritu; el otro, para hacerse con una fortuna. Ambos esfuerzos, reconoce el autor, tienen su mérito. Aunque para Stevenson no hay duda de que el segundo supo elegir mejor. Sin embargo, respecto a ésta alma privilegiada queda aún algo que decir: ... un grado de postración nerviosa, que otro hombre apenas llegaría a notar, es en él suficiente para tirar por la borda el fundamento de toda su vida, para suprimir, salvo en raros momentos, la efectividad de sus placeres y para encontrarse, donde quiera que vaya, con el fracaso, con la sensación de faltarle algo y con el desencanto del mundo y de la vida. Sin duda, Stevenson hablaba por experiencia.

ESPLENDOR EN LA HIERBA

Decía Josep Pla que una plaza no es más que la superficie despejada que se extiende delante de un edificio singular. El simple vacío, la mera ausencia de edificios no constituyen una plaza. Era su modo de decir que no le gustaban los espacios despejados que los arquitectos habían dejado en el nuevo Ensanche barcelonés, meros huecos sin ocupar en una monótona cuadrícula. La idea de la plaza como vacío, sin embargo, parece contar con muchos adeptos entre los responsables municipales. Cada vez se construyen más plazas que no son sino la tapadera de un aparcamiento subterráneo. Sobre la superficie florecen extrañas estructuras: garitas en las que desembocan escaleras, barandas que delimitan rampas, postes tubulares que, a falta de árboles que den sombra, sostienen las techumbres de rejilla bajo las que se refugian las mamás con niños y los ancianos que dan de comer a las palomas. Las palomas, ya se sabe, se adaptan a todo. Los niños también: aquí y allá los ve uno retrepados a las enormes

MATCHPOINT

Lo malo de Matchpoint es la moraleja. Demasiado explícita y, como en las obras shakespearianas, puesta en boca de fantasmas: los de las dos asesinadas por el protagonista, que se le aparecen para decirle que vivimos en un mundo sin sentido, donde la justicia propiamente dicha no es sino una de las muchas manifestaciones del ciego azar. Woody Allen lo había afirmado ya una y otra vez en sus películas. Y nos reíamos, tal vez porque hay cosas que, parecen demasiado solemnes para ser puestas en labios de un personaje titubeante y neurótico como el que suele protagonizar las historias de Allen. Humor nihilista, humor de guetto. Pero esta vez el cineasta neoyorquino no ha querido plasmar su visión del mundo a través de las cuitas de un grupo de personas maduras con los afectos cruzados. Esta vez, Allen ha trasladado el mismo conflicto a un grupo de veinteañeros. Y el resultado no puede ser más demoledor: lo que entre cuarentones (o cincuentones) queda reducido a un mero vapuleo a la autoest

MACHADO POR GIBSON

LIGERO DE EQUIPAJE. LA VIDA DE ANTONIO MACHADO Ian Gibson. Aguilar, Madrid, 2006. 759 pp. Llega esta biografía de Antonio Machado en un momento en el que la consideración distanciada y objetiva de nuestra historia reciente vuelve a resultar difícil o, a lo menos, comprometida. En medio de la arremetida de los historiadores “revisionistas”, más o menos empeñados en justificar la sublevación militar del 18 de julio de 1936, y del fenómeno opuesto, la reivindicación militante de la “memoria histórica” de los vencidos, hemos dejado de vislumbrar lo que hace apenas diez años parecía ya inminente: el que la Guerra Civil empezara a parecernos tan lejana y ajena –la formulación es de Andrés Trapiello– como lo eran para nuestros abuelos las guerras carlistas... Hoy las dos Españas machadianas se enfrentan en las tertulias radiofónicas y en las listas de libros más vendidos. Una y otra compiten por el éxito en audiencia y cifras de ventas. No hay lugar para el matiz (que no para la interesada “e

LA GRAN COMILONA

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La gran comilona ( La grande bouffe , 1973), de Marco Ferreri. En su día, una película más o menos escandalosa. Cuatro amigos se encierran en un caserón con el objeto de comer hasta morir. No se explica por qué, ni se extraen conclusiones. Lo que deja el campo abierto a lo simbolismos fáciles, que quizá sean los mayores enemigos de la película: el hartazgo de la Europa rica, la gran crisis ideológica de signo nihilista que siguió al mayo francés, el propio agotamiento de las filosofías libertarias aparejadas al fenómeno hippy … Llama la atención que la única superviviente de este suicidio colectivo sea una mujer, una maestra que se unió accidentalmente al cuarteto, y que parece disfrutar sinceramente con los excesos programados por sus compañeros. Los años transcurridos desde el estreno de esta película la han aligerado de todo ese peso simbólico. El nihilismo sigue siendo hoy día un poderoso agente, pero se ha vulgarizado hasta tales extremos que ya le hemos perdido el respeto. Mori

"THIS BOOK WAS WRITTEN..."

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El profesor miró la frase que acababa de escribir en la pizarra. No era más absurda que cualquiera de las frases que llenan los libros de texto, especial- mente los de gramática o lenguas extranjeras. Hasta el cine ha ironizado con esas curiosas insensateces que aprendemos para fijar en nuestra mente las estructuras de un idioma, ya sea el propio o el ajeno. Cosas como “My tailor is rich” (“Mi sastre es rico”) o aquello que repetía la discípula del profesor Higgins en My fair Lady: “La lluvia en Sevilla es una maravilla”. Comparada con esas frases, la suya hasta resultaba tremendamente cargada de sentido: “This book was written by Mark Twain” (“Esta novela fue escrita por Mark Twain”). Estaba el hombre explicando la mecánica de la voz pasiva en inglés. “Se usa cuando no queremos hacer énfasis en el sujeto de la acción, sino en su resultado”, dijo. De pronto se quedó callado. Tal vez reparó en que a ese autor, al nombre propio que figuraba en su frase, copiada de un libro de texto, deb

SOBRE UN ANIVERSARIO

Siempre que celebramos un aniversario (especialmente, los que coinciden con una cifra redonda), nos celebramos un poco a nosotros mismos. Celebramos haber vivido lo bastante para ver cómo cumplen años los sucesos que nos tocó presenciar; o celebramos nuestra pretensión de creernos a la altura de lo que otros quisieron hacer en el pasado. Celebramos, quizá, la idea fantasiosa de que somos mejores que quienes nos precedieron, y que esa presunta ventaja nos hace ver claro donde otros dudaron, o atisbar el acierto donde otros fracasaron… Porque en casi todos los aniversarios, no lo olvidemos, lo que se celebra es una pérdida, algo que no pudo ser, o que no perduró, o que se anunció con las mejores intenciones y no alcanzó los resultados esperados. Conmemoramos, sobre todo, a los muertos, o las cosas que hicieron los muertos. Sabemos que éstos no van a levantar la cabeza para discutirnos nada. Ni siquiera nuestros elogios, que ya les llegan demasiado tarde. Pienso en estas cosas al hilo del

SENDERO

Un sol débil, caprichoso, más o menos enmascarado tras una neblina que no quiere disiparse ni tampoco oscurecer el día. Un sendero entre retamas y dunas. Paseantes ocasionales. Rumor de multitud lejana. En estos sitios, ni acaba uno de estar solo del todo ni tampoco puede decirse que moleste la numerosa presencia ajena, visible pero como amortiguada por las distancias, por la dispersión. La soledad del observador, que presupone esa presencia ajena, esa ilusión de compañía. Final de vacaciones.

HE VISTO HOY...

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He visto hoy esta bandera en un balcón de mi barrio.

UN PEQUEÑO CAFÉ

Un pequeño café , de Marco Denevi: la tragedia de un hombre sin carácter. O, como él mismo se describe: de una veleta que gira en medio de un vendaval. Buena imagen del hombre contemporáneo. Y lo peor de todo: la conciencia de esa condición. “Ah, pero eso sí: yo soy una veleta con rebeliones interiores. ¿Y para qué le sirven a una veleta las rebeliones interiores? Para nada. Para que cada vuelta que dé se le convierta en una humillación, en un castigo”. Pues eso.

"MARÍAS"

Una de las cosas que más me ha llamado la atención de los debates en torno a la Ley Orgánica de Educación (LOE) es el tiempo y las energías que se han empleado en definir, situar, ponderar y calificar… no las matemáticas, la lengua, las ciencias, la Historia, las asignaturas que tradicionalmente se consideraban básicas en la formación académica de un estudiante, sino esas otras materias imponderables, vagas, ligeras y más o menos fáciles de aprobar que en otro tiempo llamábamos “las marías”. No quiero ofender a nadie, y sentiría mucho que algún profesor de esas asignaturas creyera que las tengo en poco. Por el contrario, lamento que determinadas manifestaciones de las artes o el pensamiento hayan sido relegadas, en los programas escolares, a esa condición menesterosa. Pero lo cierto es que las “marías” existen. Y a Dios gracias. ¿Qué hubiera sido de nosotros si, después de una ardua hora dedicada al desentrañamiento de los polinomios o los misterios de la sintaxis, no hubiesen venido e

EL ÁGUILA EN EL VIENTO

Me sorprende esta infrecuente imagen de la muerte (¿de qué otra cosa puede serlo?), en un poema de Antonio Machado: ¡Oh, descansar en el azul del día como descansa el águila en el viento, sobre la sierra fría segura de sus alas y su aliento! Hoy nos resitiríamos a usar la interjección: un simple comodín métrico, y (para nuestro gusto) un dudoso artificio retórico. Pero ¡qué fuerza la de la imagen, qué maravillosa sublimación de lo que tanto nos aterra! (Cuántas cosas que nos siguen gustando y emocionando hoy en poesía resultan de imposible aplicación a los propósitos y modos de los poetas contemporáneos.)

CON EL PASO CAMBIADO

La sospecha de que vivimos en la era de las simplificaciones: sociales, religiosas, ideológicas... Las víctimas, las de siempre: los partidarios del matiz, del término medio (que no de las repugnantes y oportunistas “equidistancias”). Así, la efeméride republicana del 14 de abril tiene este año una inusitada (e interesada) proyección. Bueno. A ningún español de bien puede dejar de dolerle esa magnífica oportunidad perdida. Pero no hay que olvidar que hubo quienes vieron desde el principio la debilidad del nuevo régimen, su falta de raigambre, su incapacidad para poner coto a los sectarismos. Julio Camba, por ejemplo, que así lo reflejó en los artículos que escribió desde Londres durante aquellos años. El español que se atreve a criticar el régimen imperante merece siempre mi respeto. No es una especie que abunde, ni siquiera hoy. Sin embargo, el que el pobre Julio Camba criticara un régimen que iba a perder una sangrienta guerra civil y a ganarse para siempre un prestigio y un aura rom

POR AMOR

El treinta por ciento de los europeos que cambian de país de residencia dentro de la UE, leo, lo hacen por amor. Ni los sociólogos, en fin –y supongo que alguno habrá detrás de esta encuesta–, se libran de ser cursis. El titular, con todo, resulta ambiguo. Al amor y a sus secuelas podíamos atribuir la precipitada huida de más de un joven campesino español a las heladas ciudades del norte de Europa, huyendo de una novia absorbente, un hijo no deseado y una forzosa dedicación a la agricultura. Al amor insatisfecho podían afiliarse los muchos solitarios que cruzaban las fronteras pirenaicas para ver películas prohibidas. A la utopía amorosa y al sueño de la promiscuidad, en fin, se debieron no pocas estancias en Londres, en Estocolmo, en Amsterdam, al amparo de los más variados pretextos artísticos o académicos. Pero no. El trasterrado moderno cambia de residencia, nos dicen, para vivir con su pareja. Con lo que los motivos amorosos y económicos se solapan. Para un millonario luxemburgués

EL ÁRBOL Y LAS NUECES

Un joven poeta en ciernes –Álvaro García– publica en la revista sevillana Renacimiento , en 1989, una semblanza del poeta bohemio, asesino y delincuente Pedro Luis de Gálvez (1882-1940), acompañada de una certera (y sorprendente) selección de sus sonetos. Por la misma época, el escritor Andrés Trapiello prologa una edición de la poesía de Rafael Sánchez Mazas, y poco después una versión ampliada de este prólogo-semblanza aparece en la primera edición de su libro Clásicos de traje gris . Tanto el texto de Trapiello como el de Álvaro García formaban parte del amplio movimiento de recuperación de figuras olvidadas que tenía lugar en esos años, seguramente como un necesario intento de ampliar la perspectiva y romper los trillados esquemas en los que se basaba (y se basa, todavía) la nómina oficial de escritores españoles del siglo XX consagrados por la crítica académica y periodística. Aquella moda (restringida, en todo caso, a círculos muy minoritarios, y alejados de los grandes centros d