LO ÚNICO QUE PODRÍA SORPRENDERME
Lo único que podría sorprenderme en un debate parlamentario es que, tras haber oído al adversario, su oponente se levantara y dijese: "¿Sabe usted? Creo que tiene razón. Así que olvide todo lo que le dije antes y cuente con mi apoyo". Es lo que uno espera, no siempre infructuosamente, de cualquier intercambio de pareceres. Que no ocurra nunca en política dice mucho de la conversión de este viejo arte en un simple ritual, en una mera representación teatral. Aburrida, encima.