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Mostrando entradas de mayo, 2006

LO ÚNICO QUE PODRÍA SORPRENDERME

Lo único que podría sorprenderme en un debate parlamentario es que, tras haber oído al adversario, su oponente se levantara y dijese: "¿Sabe usted? Creo que tiene razón. Así que olvide todo lo que le dije antes y cuente con mi apoyo". Es lo que uno espera, no siempre infructuosamente, de cualquier intercambio de pareceres. Que no ocurra nunca en política dice mucho de la conversión de este viejo arte en un simple ritual, en una mera representación teatral. Aburrida, encima.

BEST-SELLERS

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Permítanme una confidencia: si alguien hiciera de algún texto mío una crítica tan demoledora como la que Rafael Sánchez Ferlosio hizo el otro día en El País del preámbulo del nuevo estatuto andaluz, creo que dejaría inmediatamente de escribir, de pura vergüenza. Desenmascaraba el ilustre escritor las muchas trampas retóricas del texto, la desgana y falta de convicción con que está escrito, el carácter de relleno de muchas de sus cláusulas. Días después, otra columnista del mismo periódico, Elvira Lindo , se hacía eco de las palabras de Ferlosio y defendía el derecho de éste a la disidencia. No son ellos los únicos que han criticado el actual proceso de reformas estatutarias. Más bien resulta abrumador el número de artículos críticos publicados aquí y allá. Es más: no he leído un solo artículo escrito por alguien ajeno a la política en el que su autor se declare favorablemente impresionado por estas reformas y espere de ellas mejoras sustanciales en la vida de los ciudadanos. Pese al pe

ROMERO MURUBE

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(Anotado ayer) Paso la tarde del domingo hojeando Verso y prosa de Joaquín Romero Murube, la antología que el ayuntamiento de Sevilla editó al poco de su muerte. Echo también un vistazo a la biografía que más recientemente le hizo Juan Lamillar. Melancolía de lo menor, pero no del todo. De lo local, pero menos. Del fracaso literario, ma non troppo . Me quedo con tres momentos. El romance "Patio lejano", que empieza: En el fondo de mi vida hay un blanco, blanco patio, patio de una casa grande por el que ruedan mis años... Uno de los aforismos (que él luego llamaría "sesgos") de Sombra apasionada (y que, al hilo de la actualidad periodística de hoy mismo, valdría para explicar los apuros que el viento de Levante causó a cierta dama real durante una vista oficial a San Roque): El viento aquel día estaba lleno de demonios que desnudaban a las mujeres. Y una acertada observación ¿política?, que también admite lecturas en clave de actualidad: En el siglo XIX, cuando Esp

SOBRE EL ANONIMATO

Certero artículo de Rosa Pereda ayer en El País ("La taberna global"), sobre los chats y demás flores de la nueva sociabilidad mediada por la electrónica: Ya sabemos que el escándalo, junto a la burla, el insulto y la murmuración denigratoria, son las formas más antiguas y eficaces del control social. Las que la modernidad disolvió consagrando las libertades individuales, las que silencia la moral laica de la diferencia, que no es otra que la de la afirmación de la privacidad como derecho, pero también de la ley como marco de convivencia para lo mejor. Libres y anónimos para intervenir, pero atentos cotillas para controlar, los chateros ejercen la función que el antiguo régimen asignaba a porteras, beatas y biempensantes de casino. Tricotar el tejido moral de nuestra sociedad. Lo dicho para los chats vale para el anonimato en las bitácoras . La timidez, la discreción, el afán de no llamar la atención pueden justificarlo, siempre que lo que se diga pueda asumirse en un cont

SE ANTICIPÓ

El populismo, como todas las estrategias de cortejo, es impaciente. Por ello la ministra de cultura, deseosa de subirse al carro de las futuras condolencias, se extendió ayer sobre la presunta gravedad de la enfermedad de una conocida cantante folclórica, sin otra base que lo que había publicado algún medio sensacionalista. Inmediato desmentido de la familia y confusas excusas oficiales. Y probable desconcierto del modista que, seguramente, le anda preparando a la ministra el traje de luto.

CONFESIONARIO

Otra vez en lo de Chencho . Como siempre, ahogo, caos mitigado por un principio de orden que demuestra lo contraproducente de cualquier iniciativa en ese sentido: los libros de Martín Vigil, de Torcuato Luca de Tena, etc. están cuidadosamente agrupados. "Y los de novela histórica", se ufana Chencho, indicándome un inalcanzable frontal de lomos tristemente multicolores, en el que entreveo los títulos de una decena de best-sellers . La busca da resultado pronto: un hermoso tomo de Obras de Julio Camba, ilustrado por Goñi. El precio, ajustado, aunque más caro de lo que yo esperaba. "Todo sube", dice Chencho. "¡La gasolina, a un euro el litro!". Miro y remiro el ejemplar: le tomo enseguida afecto, y su irradiación me resulta más fuerte que la de los discretos tomos de Papini, García Pavón, Darío Fernández-Flórez, por los que paso la mano como sobre otros tantos viejos perros fieles. Entrañable carne de librería de viejo. Chencho, zorro: "Lo tengo guardad

ANTES DE LA DESBANDADA

No sé si alguien habrá hecho recuento, pero lo cierto es que resulta abrumador el número de artículos y de firmas solventes dedicados a criticar el actual berenjenal autonómico, unánimemente considerado como un interesado despropósito impulsado por una clase política insegura, deseosa de blindar los pactos que la sustentan y de consolidar los nuevos intereses creados. El viernes fue Sánchez Ferlosio, con un demoledor análisis de la vacua retórica empleada en el preámbulo del proyecto de reforma del estatuto andaluz; ayer fue Elvira Lindo... Casi empieza uno a creer en la universal hombría de bien de los columnistas. Y me pregunto cuándo empezará la desbandada, cuando darán el paso al frente los intelectuales orgánicos de la situación resultante. Lo raro es que no haya empezado ya. Quizá no queden prebendas que repartir.

DEMOCRACIA

Cada uno define la democracia según le parece, o le pone los atributos que le conviene. Y así nos va. Un ejemplo. En el debate parlamentario de ayer, el presidente del Gobierno dijo que la democracia era "cuestión de cintura" (!). Rechifla en los bancos de la oposición, ya no sé si por las asociaciones chuscas que admite esta pintoresca aseveración, o por lo que tiene de confesión involuntaria: "cintura" se les exige a los futbolistas y a los toreros, y siempre para esquivar o parar los ataques de sus oponentes (o, en este caso, de los propios aliados). También dijo el presidente que democracia, en España, era casi sinónimo de "Estado de las autonomías". Bueno. Uno diría más bien que las autonomías obedecen a pretensiones y planteamientos claramente predemocráticos: antecedentes históricos, sentimientos difícilmente ponderables, etc. ¿Y es que Francia, que no tolera la más mínima veleidad regionalista, no es una democracia? Pero el remate lo puso un alto c

IDENTIDADES

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El gobierno británico, leo, anda promoviendo una encuesta para definir los iconos en los que sus ciudadanos reconocen su identidad nacional. Tal vez preocupados por el insólito auge de estas cuestiones en el resto de Europa, los ingleses no quieran ser menos. Sin amenazas territoriales, sin nacionalismos periféricos verdaderamente preocupantes y sin que el prestigio de su lengua y su cultura parezca amenazado, los ingleses han optado por reconocerse en un conjunto heterogéneo de hábitos y objetos admirablemente desprovistos de resonancias guerreras o etnicistas. Los ingleses, digámoslo ya, sienten su identidad expresada en la minifalda de Mary Quant, el pacífico críquet, el teatro El Globo, las novelas de Jane Austen y El origen de las especies de Charles Darwin. Donde unos ponen la bandera, ellos ponen el trocito de tela que desde hace unas décadas ondea orgullosamente por encima de las rodillas de las muchachas; mientras otros cierran filas en torno a rancios templos o solares de ba

DESÁNIMOS

Hay un desánimo que nace de dentro, casi siempre inexplicable, y otro que viene de fuera y obedece a causas visibles y más o menos objetivas. Lo normal es que se sumen. Pero a veces, inexplicablemente, se contrarrestan, se anulan. Y es como si uno se escurriese de una zarpa que esta vez, felizmente, se cierra en el aire.

OÍDO AYER TARDE...

Oído ayer tarde en la cola ante la caja de un supermercado. Un treintañero informa a otro de sus planes para esa noche: asistir a la "sesión golfa" de El código Da Vinci y acudir luego a una conocida discoteca de la zona. Quien así se expresa anima al otro a reunirse con él, a las dos o las tres de la mañana, y pondera la bondad del ambiente de la mencionada discoteca, la sociabilidad de los allí concurrentes, la facilidad para hacer amistades... El otro se deja convencer, no sin anticiparse, temerosamente, a la posibilidad de que lo dejen plantado. Sigue el preceptivo intercambio de números de teléfono móvil, modo contemporáneo de garantizar la propia disponibilidad y ratificar la firmeza de los ofrecimientos amistosos. Hasta ahora, distraído por los pormenores de la conversación (que no he podido evitar oír, dadas las circunstancias), no me había fijado en el aspecto de los interlocutores. Los dos, con acusadas entradas en la frente, que disimulan llevando el cabello muy c

UN ESTRENO

Un bodrio, sí. Los actores, inexpresivos y como pensando todo el tiempo en otra cosa. La historia, un curioso engendro oportunista, que mezcla ciertos tópicos del resabiado nihilismo contemporáneo con trucos y recursos de juego de rol . Vale. Pero, también, un estreno como los de antes, a sala llena, y en admirable consenso de adolescentes más o menos desconcertados y viejos con ínfulas de estar al día. A mi lado, una señora roncaba sonoramente. Pero no fue culpa de la película: el sueño, el peso del día, lo traía de fuera, de su mundo. Y para eso venía aquí (para eso veníamos todos): para descargarse de él.

DOS HECHOS PREOCUPANTES

1. Que el gobierno hostigue, acose, denigre y desprestigie sistemáticamente a la oposición. y 2. Que no encuentre uno argumentos para defenderla.

KIPLING

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Y hablando de libros de papel: acaban de llegarme los primeros ejemplares de El himno de McAndrew y otros poemas , de Rudyard Kipling, en traducción mía. De él copio aquí este poema: LAS RUNAS DE LA ESPADA DE WELAND Traicionaré a mi dueño –para eso me han forjado– en mi primer combate. A hacerme con el oro de los confines del mundo me han mandado. El oro conquistado llega como surgido de las profundidades. Brillante como un pez, desciende luego a las profundidades. Por arreos o bienes no puede canjearse: sólo por Esto. El oro conquistado lo ansía un rey para hacer mal. El oro conquistado, que hemos sacado de las profundidades. El que desciende, brillante como un pez, a las profundidades. El que no sirve para comprar arreos o bienes: sólo para Esto. (Véase esta reseña del libro, firmada por José Luis Piquero)

"BLOG" (PARA UN FUTURO DICCIONARIO DE GÉNEROS)

Dice "jlp", uno de los contertulios más asiduos de este "blog" (o como demonios queramos llamarlo), que un genéro literario "presupone unas reglas generales comunes no escritas"; consenso que, evidentemente, no rige aún para esta clase de objetos verbales (y algo más que verbales). No sé. Habría que precisar un poco y tratar de definir lo que tenemos delante. Por un lado, el hecho de que haya millones de "blogs", y que la inmensa mayoría esté en manos de gente totalmente ajena a la literatura, no invalida sus posibilidades como eventual género literario: también hay mucha gente que escribe cartas y eso no impide que ciertos epistolarios merezcan la consideración de obras literarias estimables; por no mencionar los diarios o las memorias, cuyo prestigio literario en nada se resiente del hecho de que los primeros sean el modelo formal que siguen los desahogos sentimentales de millones de adolescentes, y los segundos, el de los ocios desengañados de

CACHARRERÍA DEL ALMA

A estas alturas, parece claro que detrás del anunciado silencio de C. S. (finalmente no cumplido: su "blog" se ha reanudado) no había razones que no fueran de índole estrictamente personal. Es lógico que los que nos hemos asomado a él estos días estemos intrigados. Lo interesante de esto, en cualquier caso, es la constatación de que, entre la privacidad absoluta y la publicidad exhibicionista, existe un amplio territorio intermedio, al que pertenece esta clase de literatura. Los "blogs", se miren como se miren, son escritura privada, pertenecen a la misma categoría que los diarios, los dietarios, los cuadernos de notas y, si me apuran, los álbumes y carpetas de recortes y los papeles que guardamos por ahí con cualquier apunte: cacharrería del alma. Pero lo específico de ellos es que postulan una especie de pacto tácito con los lectores, a los que se les permite mirar por el ojo de la cerradura, y de los que se espera complicidad y discreción. No siempre se consigue

ESTAMPILLAS

Como no sé nada de economía, ni de inversiones, no acabo de entender lo ocurrido con la presunta estafa de los sellos. Para mí, lo normal cuando se tiene dinero (quien lo tenga) es guardarlo en el banco, hasta que surja la ocasión de gastarlo. Quien tenga habilidades comerciales, que lo invierta en negocios más o menos productivos. Quien no, mejor que se abstenga. Pero lo que me resulta extraño es que haya quien acuda a alguno de los muchos reclamos milagrosos que circulan por ahí, ofreciendo duros a cuatro pesetas. Es como creer que el dinero es un ser vivo, una especie de hongo que se multiplica en según qué condiciones. Y, claro, a ésos les pasa lo que a aquellas personas que criaban chinchillas en el baño: al más mínimo error, los bichos se les escapaban o morían. Aunque, bien mirado, tampoco eso debería sorprendernos. El dinero no es nada: una abstracción, un número que garantiza determinadas posibilidades de acción por el mero hecho de saberlo ahí, ya sea en el bolsillo, debajo d

LOS REYES GODOS Y LA SER

Oído en la SER: a lo mejor no es necesario aprenderse de memoria la lista de los reyes godos, pero sí habrá que saber si, por ejemplo, Fernando VII es anterior o posterior a Isabel II. La memoria como base de cualquier razonamiento que pretenda un entendimiento de las causas y los efectos. Y esto, dicho en una emisora que siempre ha aplaudido el nihilismo educativo de las sucesivas administraciones socialistas, resulta muy significativo. A lo mejor, a fuerza de constatar fracasos, acabamos coincidiendo todos en lo fundamental.

LA GLORIA DE DON DARÍO

Leo "Nebulosa de un novelista", el largo prólogo que Darío Fernández-Flórez antepuso a sus Páginas escogidas (1968). Una especie de puesta de largo como literato, después de haber conocido las mieles del éxito varios lustros antes con Lola, espejo oscuro (1950). En realidad, lo que vienen a contar estas páginas, entre disquisiciones genealógicas y digresiones más o menos atinadas sobre el psicoanálisis y la literatura, es el proceso que desemboca en la consecución de ese único logro, esa novela que a él le parece que justifica los esfuerzos de toda una vida. Hoy día esa novela, y toda la obra de su autor, apenas si merece unas líneas en la letra pequeña de las historias de la literatura española del siglo veinte. El autor, no obstante, conjuró el fracaso: conoció el éxito popular y presentó (puede que sin mucha convicción, pero con cierto garbo) sus credenciales para la gloria literaria. Qué más se puede hacer. Porque el fracaso no ennoblece, no procura satisfacciones de or

MISTERIO Y PRECISIÓN (Y PLAYAS ABSURDAS)

En el poema que abre Los campos elíseos (Pre-Textos, 2006), el último libro de Pablo García Baena, aparece esta definición de la música, que también puede serlo de la poesía: "misterio y precisión". Lo curioso, y lo técnicamente meritorio, es que el poeta dé con esa formulación en un poema que no tiene nada de especulativo o teórico. Es, simplemente, la descripción de una escena callejera: unos músicos eslavos que han estado tocando en la calle recogen ahora sus instrumentos, mientras les llega la animación y el griterío de las conversaciones de una terraza cercana. De pronto, en medio de ese griterío, destaca una palabra, uno de esos vocablos que seguramente tienen su razón de ser o vienen a cuento en la conversación a la que pertenecen, pero que, oída desde fuera, suena extrañamente incongruente y absurda: Ecbatana. Y el poeta recoge el comentario casual de uno de los músicos al confrontar su arte con el inusitado vocablo que el azar acaba de depararle: "Tal vez sea l

SOBRE MAD MAX

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He vuelto a ver la trilogía completa de Mad Max. No hay mucho que añadir al exhaustivo ensayo sobre la serie que hace poco publicó Rafael Marín en su blog . Pero sí un matiz, que quizá pueda aclarar algo sobre la verdadera naturaleza de este divertido engendro que, según como se mire, es un bodrio o una obra cinematográfica más que estimable. Quiso el azar que viera el segundo y el tercer episodios antes que el primero. Y cuando termino de ver éste, una ocurrencia me asalta, con la fuerza de una certeza: el segundo y el tercero no son sino sueños, fantasías megalómanas del atribulado protagonista del primero. Recuérdese que éste episodio inicial ocurre en un mundo más o menos contemporáneo del momento en que se filma la película: los tiempos de la crisis del petróleo, en los que abundaban las predicciones apocalípticas que anunciaban el definitivo agotamiento de las fuentes de energía y el consiguiente colapso de los modos de vida aparejados a su despilfarro. El de Mad Max I es un mu

VISTO Y OÍDO EN LA FERIA (LA DEL LIBRO, NO LA OTRA)

Un editor: “Lo que está pasando es que los libros que siempre han vendido mucho, ahora venden más; y los que vendían poco, ahora no venden casi nada”. Lo que me recuerda ese fenómeno que Marx decribió como la tendencia del capitalismo a la superproducción, y la absorción del pequeño capital por el grande. El necesario corolario, para Marx, eran las crisis periódicas de superproducción. Claro que Marx era un optimista. Como lo son aquellos que, como Epstein , creen que la actual tendencia al monopolio editorial se quebrará algún día, gracias a las posibilidades que Internet ofrece a los pequeños editores. *** El mismo: “La República no fue, ni mucho menos, la edad de oro de las letras españolas. Su llegada coincidió con la quiebra de la CIAP, el gran consorcio editorial de entonces. Fue la llamada “época de los carritos”: centenares de miles de ejemplares fueron saldados y se vendían por las calles a precios irrisorios. Muchos talentos de las décadas precedentes dejaron de publicar o es

C. S.

Antes de dar mi paseo habitual por los “blogs” de los que soy asiduo, me llega la noticia por correo electrónico: el de C. S. cierra, por razones que ella prefiere no dar, pero que se adivinan serias y sentidas. No sé qué decir. Somos muchos los que, al saberlo, le hemos hecho llegar nuestro deseo de que no se deba a nada grave. Resulta raro este moverse a medio camino entre la privacidad que se le supone a cada persona y la publicidad absoluta connatural a esta forma de expresión. ¿Asuntos literarios? ¿Razones intrínsecas a este medio donde muchos se escudan en el anonimato para atacar y quemar a quienes dan la cara? ¿Motivos de los que habitualmente reconocemos como estrictamente “personales” (es decir, afectivos, familiares, etc.)? En los pocos meses que llevo en esto (en este juego un tanto ñoño, quizá, pero que uno acaba tomándose muy en serio), he visto ya muchas cosas que me dan que pensar. En mi haber anoto las ocasiones en que he podido constatar el apoyo de voces amigas. En

VEINTE, VEINTICINCO AÑOS

Me dicen que cierto bar de copas que yo frecuentaba hace años anda celebrando su veinte aniversario. De todo, piensa uno, hace ya veinte años. Como mínimo. Quienes acudíamos a ese bar, lo hacíamos convencidos de que estar allí era lo propio de nuestra edad y nuestros gustos. Es decir, íbamos allí por ser jóvenes. Ya no lo somos. Otros han tomado el relevo. Y muchos son, también, los que han permanecido fieles al local durante estas dos décadas, envejeciendo con él, experimentando el asombro de ver cómo nuevas generaciones heredan sus mismas actitudes, su prepotencia, su marcado instinto territorial. No podía ser de otro modo. En cualquier caso, la lotería de los aniversarios a veces nos depara inesperados motivos de reflexión. ¿Cómo éramos quienes entonces teníamos los años que hoy cumple ese local? No lo sé, ni me gusta arriesgar esta clase de juicios. Se engañan quienes piensan que las personas responden, sin más, al arquetipo imperante en determinada época. Pero una cosa sí es ciert

RUTINAS DE DOMINGO

Rutinas de domingo: limpiar el coche (el mío, la verdad, andaba bastante necesitado). Voy a la gasolinera más cercana. Una auténtica fiesta, bajo la luz de una mañana esplendorosa. Familias enteras, las radios puestas a todo volumen, latas de refrescos o cerveza pasando de mano en mano, mientras unos y otros se aplican afanosamente a frotar la chapa mojada. Un chico manosea a conciencia las nalgas de su novia. Los dos, muy jovencitos. Ella viste un pantalón de chándal de talle bajo, que le deja al descubierto algo más que la cintura. Debajo se adivina una de esas bragas de cordón que, no sé por qué, supongo terriblemente incómodas. Erotismo dominical. Don Manuel Machado: “Voces, gritos, canción apenas. Bulla. Locas / carcajadas…”. El poeta echaba de menos poseer una de esas almas sencillas, inasequibles al tedio de los domingos. Yo, hoy, no. Disfruto de la situación. Y hasta me gustaría, por un día, tener una de esas novias que enseñan inocentemente más de lo debido, y se aplican cariñ

(EN LA FERIA DEL LIBRO)

Esas moscas que revolotean en la sala de conferencias, en el espacio visual que media entre nosotros y la pose estólida de los oradores. Como meciéndose en la cadencia monótona de las palabras.

PIZARNIK

Veo con cierto asombro, ante una resma de libros de poesía inéditos, que el nombre más repetido en las citas y lemas es el de la argentina Alejandra Pizarnik. He leído algo de la Pizarnik, e incluso he reseñado un libro suyo y la biografía que le hizo César Aira. Este último la caracterizó muy bien, como persona y como poeta: en lo primero, carente de sentido del humor (lo que, a la postre –insinúa el biógrafo, no sin cierta crueldad– la llevó a la depresión y al suicidio; y, en lo segundo, como una continuadora de esa tradición argentina del aforismo sentencioso, llevado por ella al terreno del sinsentido ocurrente y vagamente “poético”. Nada que objetar: un personaje curioso, que produjo una obra que inspira cierta simpatía, a ratos. Y se me ocurre una pregunta ciertamente inquietante: ¿se estará poniendo de moda la Pizarnik entre los jóvenes? Su estilo, fácilmente imitable, obvia admirablemente la existencia de una tradición (más allá de esos precedentes locales de los que hemos h

LECTORES

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Al mediodía (de dos a tres ), inesperada concentración de lectores en un parque infantil. Tres, para ser más exactos: una señora de unos sesenta años, que lee un grueso tomo de una de las muchas colecciones de “clásicos universales” que ha publicado Círculo de Lectores, y al que imagino durante muchos años decorando algún estante de un salón; un hombre de treinta y tantos, desarreglado, hirsuto, vestido con un desaliño inclasificable, que igual valdría para caracterizarlo de mendigo que de oficinista dejado de sí mismo; lee (y maltrata, al mismo tiempo) un libro en rústica con letras grandes de colores en la portada: posiblemente, un best-seller o algún tratado de autoayuda; y, en tercer lugar, yo mismo, que leo la nueva biografía de Baroja que acaba de publicar Miguel Sánchez Ostiz. El que los tres hayamos elegido ese rincón con columpios, en el que juegan desganadamente dos o tres niños demasiado silenciosos, se debe sin duda a que es el más resguardado: las zonas más abiertas del p

(UN APUNTE PRIMAVERAL)

Este calor sobrevenido que te hace llevar ropa más ligera, o menos ropa, o descubrir los brazos y el cuello para sentir directamente el contacto del aire. Despojarte de toda prenda que pese o abrigue, hasta que la misma brisa te haga sentir, de nuevo, frío. Cerrar el círculo. Alcanzar ese invierno que guardan dentro todos los veranos.

VERDADES

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Durante la presentación en Cádiz de sus Diarios 2004 , el periodista Arcadi Espada reiteró que Internet es el invento más grande habido después de Gutenberg. Depende de quien lo use, claro. A mí a veces me recuerda esa temible “máquina de odiar” que imaginó Camba en sus crónicas norteamericanas, y a través de la cual podríamos desahogar sin riesgo nuestras pulsiones más primarias. Eso, al menos, es lo que aflora con el anonimato y la impunidad que permite un medio en el que pueden sostenerse o difundirse libremente las mayores infamias. Lo que no es óbice para que haya quienes, dando la cara, se atrevan a usar los recursos de la red para ejercer noblemente su libertad de expresión. Es el caso de Espada. En el referido acto, afirmó que Internet le permitía hacer lo que denominó una “crítica cultural del periodismo”, a su juicio bastante necesaria en un país en el que, cuando hay una manifestación, los periódicos no dicen cuántos asistentes hubo, sino que se limitan a repetir los datos