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Mostrando entradas de octubre, 2006

MAR DE FONDO

Ha dicho el político nacionalista catalán Artur Mas que el hecho de que alguien llamado Montilla pueda competir en las elecciones autonómicas catalanas prueba que en Cataluña ha habido una buena política de integración. Le ha faltado poco para citar a Gil de Biedma: "Que la ciudad les pertenezca un día", afirmaba éste, refiriéndose al proletariado inmigrante, hacia el final de su conocido poema "Barcelona ja no és bona. o mi paseo solitario en primavera". Lo que no dice el poema, o quiso callar Gil de Biedma, es que, para que pudiera efectuarse ese traspaso, los inmigrantes tendrían que mimetizarse primero con sus amos, hasta el punto de resultar indistinguibles de ellos. Es lo que le ha pasado al PSC: su catalanismo es indistinguible del de Convergencia i Unió. Y eso es lo que verdaderamente posibilita que ese tal Montilla (mejor Montilla, en fin, que Martínez o Pérez) pueda aspirar a la presidencia de la Generalitat. *** La política, ese ruido de fondo (ese mar d

NOVELA

Compré un espejo en una especie de bazar en el que no se andan con muchas delicadezas a la hora de despachar el producto: se limitaron a dármelo en una bolsa que apenas cubría la mitad de su superficie. Así que tuve que recorrer la calle con el espejo en la mano. Un espejo a lo largo de un camino: la definición de novela que da Stendhal. *** Sin embargo, ese día la calle estaba aburrida. Novela, sí. Pero como las que escribía Robbe-Grillet. *** Quizá al espejo habría que añadirle otras cosas. Un micrófono, por ejemplo. Pero ni aún así. *** Otra definición de novela: una cámara de vídeo que grabase las caras de los que hacen cola para el autobús. Y una voz en off que comentase lo que le sugieren esas caras. (Las caras son el pretexto; la verdadera materia de la novela es esa voz en off .)

MUERTE ANUNCIADA

Todavía no se han apagado los ecos del caso de Ramón Sampedro, que dio pie a la oportunista y sensiblera película Mar adentro , cuando salta a la prensa la historia de otra persona que solicita el derecho a morir: la de Inmaculada Echevarría, que padece una distrofia muscular progresiva que la obliga a vivir conectada a un ventilador mecánico. No es fácil opinar sobre estos temas. Lo que sí tengo claro es que, si alguna vez se regula la eutanasia, habrá que hilar muy fino para que ese reconocimiento no termine por constituir una invitación explícita a que todos los que viven con padecimientos de esa clase abandonen el mundo; o para que no se cree un nuevo código moral que estipule que quien se convierta en una carga para la sociedad y para sí mismo habrá de dar los pasos necesarios para dejar de serlo. Las autoridades, en general, son dadas a culpabilizarnos de nuestras debilidades. En algún país europeo se ha llegado a plantear, por ejemplo, que el estado no corra con los gastos de la

ENTRE DOS CHAPARRONES

En la estación de autobuses. En su minuto de descanso, los conductores suelen bajarse por la puerta de los pasajeros y cerrarla desde fuera mediante un botón alojado tras la tapa del motor. Menos uno que, lo he visto hoy, activa el cierre desde dentro y, literalmente, da un salto para ganar el exterior antes de que la puerta termine de cerrarse. Si alguna vez le falla el impulso o calcula mal, la puerta le partirá el cuello. Pero qué magnífica ocasión para competir contra los ritmos mecánicos, para ponerse a prueba, para retarse a uno mismo. *** Este sol bobo (el adjetivo es de García Márquez) que luce entre dos chaparrones. Su luz es de la infancia. Y de la infancia es esta sensación física de opresión y melancolía. *** A las victorias parlamentarias por los pelos les pasa lo que a los aprobados justitos: sirven para salvar la cara, sí, pero no demuestran nada, ni avalan a nadie, ni tranquilizan, ni convencen.

EN LA LUNA

Siguiendo una sugerencia de Rafael Marín, a raíz de mi artículo sobre las teorías conspirativas , pregunto a un grupo de chavales de 2º de bachillerato qué opinión tienen sobre la llegada del hombre a la luna. La práctica totalidad de los preguntados se muestran escépticos, y muchos sostienen abiertamente que aquello fue un montaje. Lo que me deja pensativo. Estos chicos, que manejan diariamente objetos y técnicas cuya mera existencia era materia de ciencia ficción cuando yo tenía la edad de ellos, se niega a concederle carta de verosimilitud a un logro tecnológico que, bien mirado, se sustenta en bases científicas bien conocidas desde mediados del siglo diecinueve, como demuestran las muy pormenorizadas anticipaciones del mismo que escribieron Poe y Verne. En plena edad de la robótica y la informática, los artilugios que se utilizaron para aquel viaje resultan hoy casi tan primitivos como un prototipo de automóvil de 1890 al lado de uno de hoy. Con todo, intuyo que en este escepticism

YA LLEGAN

El problema, en fin, no es el que presuntamente tienen los mileuristas de veinticinco a treinta años, sino el de todos aquellos que, además de haber superado ampliamente la treintena, ni siquiera ganan mil euros al mes. *** Llama la atención que, conforme la prensa inventa nuevos arquetipos sociológicos en los que centrar nuestro muy bobalicón culto a la juventud (el yuppie , el joven-pero- sobradamente-preparado, el atribulado mileurista , el fiero militante antiglobalización, etc.), surjan al mismo tiempo extraños jóvenes airados que, en vez de dirigir su furor hacia el mundo imperfecto en el que indudablemente viven (vivimos), lo dirigen hacia un pasado que no conocieron. ¡Ese novelista treintaañero que el otro día prácticamente pedía en Babelia que se pusiera en la picota a todos los intelectuales que vivieron e hicieron su trabajo en la España de Franco! Por lo mismo, podríamos exigir reparaciones y retractaciones a todos los albañiles que, en vez de pasar a la clandestinidad, s

ESPINGÜINOS

Hablando de veraneos en la sierra, me comenta una amiga su afición a bañarse en cierto río en el que había un hondo remanso. "Claro que entonces yo era chica -dice- y los ríos llevaban más agua". Con lo que, sin darse cuenta, deja planteada la gran cuestión de la validez de ciertos recuerdos. ¿Llevaban realmente más agua los ríos de, pongamos, hace treinta y tantos años? ¿O lo que ocurre es, simplemente, que a una niña pequeña cualquier río forzosamente había de parecerle caudaloso? *** Que se hable de Eta en el parlamento europeo resulta, cuanto menos, vergonzoso. Pase lo que pase con el llamado "proceso de paz", sobran las declaraciones más o menos rimbombantes de parlamentarios para quienes la naturaleza de esa extraña y sanguinaria bandería enquistada en un rincón del sur de Europa forzosamente no pasa de ser un exotismo más. No sé por qué, me acuerdo de una desternillante crónica del llorado Xavier Domingo sobre una de las visitas del entonces presidente francé

EN BOCA TAPADA

Me he leído de una sentada unas cien páginas de Las plazas , la novela escrita a cuatro manos por José Miguel Desuárez y Mercedes Marcos Monfort. Mientras las leía, no podía evitar estar pendiente de encontrar algún detalle, algún rasgo, que delatase la presencia de dos voluntades creadoras diferenciadas. No hay tal. El libro combina bien varios tonos, y pasa con soltura de un estilo que podríamos llamar "elevado" -visible, por ejemplo, en ciertas descripciones- a otro más desenfadado y periodístico; pero esta dualidad, como cualquier lector más o menos avezado sabe, no tiene nada que ver con que la autoría sea doble. Aunque tal vez sí dependa de ese hecho la sensación que asalta al lector de que ninguna de las muchas historias que se entrelazan en esta novela parece considerada desde un punto de vista unilateral: no se "despachan" las historias sin más, sino que son ponderadas y discutidas hasta situarlas en la perspectiva justa que requieren para ser contadas. Sos

ARRIBA, ABAJO, IZQUIERDA, DERECHA

Imagen
Como en las ciudades ya no hay sitio para construir nada, y el que hay está carísimo, la gestión del suelo se ha convertido en el asunto más importante de la política local. Y como los políticos, por lo general, no son demasiado imaginativos, las dos grandes opciones que manejan para resolver el problema son éstas: edificar en altura o edificar en profundidad. Parece que han sacado las ideas de alguna de esas revistas de interiorismo en las que, para hacer habitable un cuchitril de treinta metros, aconsejan excavar el suelo y luego levantar un altillo para aprovechar el espacio ganado en vertical. De modo que la antigua diferencia entre derecha e izquierda parece haber quedado reducida a la que pueda existir entre los partidarios de construir edificios de veinte pisos donde antes sólo los había de tres, y los de horadar el suelo urbano. Lo que, bien mirado, sigue siendo una diferencia entre mentalidades de derechas y mentalidades de izquierdas. Porque los habitáculos ganados a la altur

UFANÍA

No, no se fía uno de este mar de hoy. Es como esos borrachos violentos que, al día siguiente, fingen no acordarse de nada y actúan con el mayor comedimiento del mundo. *** Queda demostrado que, para mantener el mundo más o menos bajo control, hacían falta dos potencias. Una sola no da abasto. *** Encuentro con un amigo pintor. Demacrado y ufano, después de haberse pasado la noche tomando copas con una vieja gloria de los ochenta que ahora expone en nuestra ciudad. Mi amigo es mucho mejor pintor que este fantoche, y lo sabe; pero las promesas y reconocimientos mutuos efectuados bajo la influencia de las copas lo obligan a rebajar considerablemente su escala de medir: esas promesas, esos reconocimientos, sólo tienen algún valor en la medida en que él esté dispuesto a otorgárselo al otro. Posiblemente, no sacará nada de esta aventura, aparte de un monumental dolor de cabeza. Pero podrá contar a sus nietos que hizo de Virgilio en el periplo de aquél por el modesto infierno de la noche gadi

LA FOTO

También la naturaleza posa, y cómo. Esa fracción de segundo en que la cima de la ola se cierne sobre sí misma y, milagrosamente, queda inmovilizada en el aire antes de romper. Como esperando la foto. *** Sí, ahora tocaba un literato acreditado. Para evitar la sensación de fiasco de años anteriores. El país entero aplaude la puesta en escena. Quizá sea ésta la única cuestión en la que uno piensa lo que los viejos nihilistas rusos, los de la bomba oculta bajo la gabardina: cuanto peor, mejor. Porque intentar prestigiar el premio a estas alturas no hará otra cosa que restarle lectores. Y no hay que olvidar que los buenos lectores son los que, por selección natural, surgen de esa masa adocenada que devora superventas. Los que, llevados por una curiosidad y un prurito de exigencia nacidos de no se sabe qué imponderables, dan el paso al frente y prueban a leer otras cosas. Así que, señores Lara, no mareen la perdiz, no maleen la cantera. Que vayan aprendiendo a leer en la prosa de cualquier

MUY SEÑOR MÍO

Algunas cosas parecen más estables en medio de un día inestable, no sé si me explico. *** La mayoría de las encuestas de opinión tienen truco, que no estriba en ninguna manipulación metodológica o alteración de los resultados, sino en la mera enunciación de las preguntas, hechas de modo que no puedan admitir respuestas matizadas o medias tintas. Por eso, cuando leo (portada de ayer de El Mundo): "Un 67,5 de los ciudadanos piensa que aún no se sabe todo sobre el 11-M", me encojo de hombros. Demasiados imponderables. ¿Qué significa "todo"? ¿Podría traducirse por "todos los hechos constatables"? ¿Qué significa ese "aún"? ¿Qué significa "pensar"? ¿Creer? ¿Constatar? ¿Sospechar? ¿Rumiar? ¿Dar pábulo? ¿Tener certeza fundada?... De afirmaciones así están hechas la mayoría de las encuestas de opinión: en ellas entrevé uno la jeta del encuestador poniendo la respuesta en labios del encuestado, o la cara de suficiencia de este último por habérsel

DEPENDE

Existen dos niveles de opinión: el que se evidencia cuando, a una pregunta concreta, respondemos: "Depende", y el que, ante una presunta disyuntiva, rechaza la amplia gama de grises para pronunciarse por el blanco o el negro. Dependiendo de la clase de persona que se es, hay quien desecha el primer nivel (el deliberativo, digamos) para dar prioridad al segundo (el resolutivo), o viceversa. Naturalmente, también existe la posibilidad de que la elección no sea espontánea, y que haya quien elija la primera vía cuando la exigencia de una respuesta clara resulta comprometedora, y quien prefiera la segunda para evitar el riesgo de empantanarse con las inevitables complejidades que presentan algunas cuestiones. Descontando situaciones de esa clase, soy de los que anteponen el "Depende" a la mayoría de las cuestiones que someto a mi consideración. Y de los que piensan que, una vez exploradas las posibilidades argumentativas de ese "Depende", casi nunca merece la p

PREJUICIOS

El prejuicio, como su nombre indica, antecede al juicio. Y goza de una consolidada mala fama, no del todo merecida. Porque existen los prejuicios fundados. Un lector de cierta práctica suele intuir que determinadas novedades editoriales muy jaleadas aquí y allá no tienen el interés o la valía que pregonan sus anunciantes. A un espectador de cine con frecuencia le basta el título y algunos datos sobre un inminente estreno para saber que ahí no hay donde mojar. Si ese lector o ese espectador no acuden al reclamo, es, simplemente, porque saben que su tiempo, como el de todos, es limitado, como también lo es el dinero que cuesta el libro o la entrada. Y hay que elegir. La pregunta es: ¿cómo se abre el gusto, cómo llega uno a saber que el Clint Eastwood de turno se ha convertido en un autor personal con algo que decir? La respuesta es difícil. Supongo que a base de intuición... y de nuevos prejuicios, esta vez en sentido contrario. *** Las polémicas locales siempre acaban igual: con insult

CONSPIRACIONES

Quién no tiene un cuñado, un primo, un compañero de trabajo, etc., partidario de las teorías conspirativas. Y quien no los envidia: qué certeza, cuánta seguridad exhiben cuando explican los motivos ocultos de esto o aquello. Afirmar ante ellos que las cosas suelen ser lo que aparentan casi resulta una temeridad. En el mejor de los casos, menearán la cabeza y, tras carraspear un poco y, quizá, echar una ojeada alrededor para estar seguros de que no hay espías o micrófonos escondidos, pasarán a explicarte la intrincada realidad de los hechos. Hace años, recuerdo, un conocido mío se empeñaba en demostrarme que la realidad no era lo que veíamos, sino lo que ocultaba una espesa trama urdida por los curas, los militares, los capitalistas y los americanos. Luego ese conocido mío se afilió a una secta espiritista y emigró a Brasil, por lo que no sé si su visión del mundo ha evolucionado desde entonces o sigue fiel a su vieja esencia conspirativa; aunque, dado el nuevo entorno, supongo que los

EL MONTE

Llama la atención que personas con trayectorias personales, intelectuales e ideológicas muy dispares empiecen a coincidir, a partir de cierta edad, en casi todo. Por ello, por existir fundados motivos para la suspicacia, la pregunta que hacemos ahora no es: ´"¿Dónde estás?", sino "¿De dónde vienes?" Eso, la mayoría de las veces, lo explica todo. *** No todo van a ser inconvenientes: el hecho de que las turbas de gamberros anden haciendo ruido por la calle hasta altas horas de la madrugada se ve ampliamente compensado por el de que, al día siguiente (festivo, como hoy) no haya un alma levantada hasta las once o las doce. Y uno, que se levanta con los pollos, se encuentra con tres, cuatro horas de esplendoroso silencio, bajo un sol maduro que ya empieza a arrepentirse de sus dispendios veraniegos. *** "Mi país es el monte" (Zalacaín, citado por M. A.).

OTRA PLAZA

Dependiendo del contexto, lo mismo podrían pasar por delincuentes que por músicos de rock o directores novísimos de cine español. Sin embargo, bajo esta luz bondadosa de las tardes de octubre, revelan a las claras lo que son: hombres maduros atrapados en alguna encrucijada sociológica o ideológica, contestatarios apacibles, eternos jóvenes que han pasado ya de los cuarenta, e incluso de los cincuenta, y no conciben otra indumentaria que unos vaqueros ajustados y una camiseta nihilista... La aparición de botellas de cerveza a esta hora temprana resulta un poco chocante: todos nos hemos dejado ganar en cierta medida por el puritanismo higiénico que proclaman las autoridades. También choca la presencia de niños, algunos muy pequeños, y de mujeres sorprendentemente guapas, e incluso jóvenes, en medio de una cierta decrepitud general alegremente asumida. Son las gentes del barrio. O, más bien, gentes venidas de muchos barrios a reunirse en esta plaza y sentir el placer del gregarismo. Se sa

MALDITOS

¿Escribir bajo los efectos del alcohol, las drogas, las sustancias psicotrópicas? No, gracias. La inteligencia a secas. Y exprimirla lo que se pueda. Ya sé que eso tampoco garantiza los resultados. Pero peor era lo de cierto poeta que traté hace años, y que me contaba que su último poema le había costado dos botellas de whisky. Lo de menos era que el poema fuera malísimo, como el resto de su obra. De lo que sentíamos lástima, al escuchar la confidencia, era del hígado del sujeto en cuestión. Y de su mujer, que le aguantaba las borracheras. Y de los gastos que aquel hombre causaba a la seguridad social. Y hasta de nosotros, obligados por una extraña cortesía a asentir a esas confidencias no pedidas de quien se consideraba en situación de poder enseñarnos algo. Nos enseñó mucho, la verdad. Pero a su pesar. Nunca he entendido del todo ciertos malditismos. Que, en los casos que realmente merecen la pena, casi nunca lo son. Ni siquiera Baudelaire era un maldito; sus malestares se debían, má

DEFINICIONES

Autodefinirse políticamente supone, casi siempre, pecar de inmodestia. A quien se define, por ejemplo, como "liberal", o como "progresista", habría que preguntarle siempre: "¿está usted seguro?"; o dedicarle la misma mirada condescendiente que dedicaríamos a quien se definiera a sí mismo como "guapo" o "bueno". Lo mismo cabe decir de otras definiciones algo más tajantes y agresivas, tales como "radical" o "revolucionario", que tienen el matiz de chulería de quien se declara echao p'alante en una discusión tabernaria. Se dirá que no todas las etiquetas políticas cuentan con ese valor añadido de ser, además, un calificativo halagador en la vida cotidiana. Pero todas suponen un cierto abuso de confianza. "¿Conservador?", deberíamos preguntar, "¿quién se lo ha dicho? ¿quién certifica que usted contribuye a conservar algo?". Aunque, la verdad sea dicha, lo bueno de estas definiciones políticas añe

TODOS SE ALEGRAN

Asiste uno a estas celebraciones ajenas con la misma conciencia abrumada con que asistía a las comuniones de los primos mayores: la idea de que pronto nos tocará ser los protagonistas de una celebración parecida y habremos de estar a la altura de las precedentes. Por eso se pone uno en el lugar del atribulado protagonista: sus nervios, su emoción, son anticipos de los que habremos de sentir cuando nos corresponda. Ayer eran las comuniones, hoy son las jubilaciones. Cómo agradecer con palabras verdaderamente sentidas ese reloj de oro que te dan, cómo no achacarles a los asistentes que lo que celebran es no hallarse en este trance. Pasa como en los funerales: en el fondo, todos se alegran de no ser el muerto.

HORARIOS

Existe el derecho al horario; es decir, el derecho a saber cuánto tiempo hay que trabajar, a qué hora se empieza y a qué hora se termina. Cuando veo a alguien que carece de estas referencias elementales, lo compadezco: su empresa abusa de él, y supongo (quizá sea mucho suponer) que habrá leyes que lo amparen si decide denunciarla. Pero, igual que creo en este derecho a gobernar el tiempo propio, pienso que sería conveniente que quienes viven de atender a los demás regulasen sus horarios para poder cumplir este servicio adecuadamente. En la propia administración, hay oficinas, departamentos, oficinas y negociados que, pese a prestar servicios imprescindibles, están vedados al común de los mortales: nadie que trabaje, pongamos, de ocho a tres puede realizar una gestión en un negociado que sólo atiende al público de diez a una. Pero no pretendo sugerir aquí una reforma de la administración. Mi cuita tiene un origen más modesto. El bar en el que suelo perder una media hora al mediodía, a l

PROVINCIA

Pero ahora caigo en la cuenta de que la la condición de provinciano no depende, en absoluto, de haber nacido o vivir en provincias. Seguro que hay provincianos que almuerzan todos los días en Central Park, pongo por caso (o en El Retiro, ya que estamos). Y cosmopolitas que llevan treinta años sin salir de su pueblo. Tampoco estoy muy seguro de que, como juicio de valor, "provinciano" suponga una descalificación. Pienso, más bien, en el uso que hace Gil de Biedma de la palabra "retráctil" en un afamado poema suyo. Los provincianos tendemos a verlo todo como si poseyera esa "cualidad retráctil" de la que hablaba el poeta, y no con esa admiración algo bobalicona por la fugacidad, por lo cambiante, por la novedad gratuita, que muestran algunos capitalinos. Provincia es sinónimo de sitio apartado. Y en esta vida es esencial saber guardar las distancias.

DE TRES EN TRES

La consideración melancólica del pasado no presupone ningún juicio de valor sobre ese pasado, ni sobre la persona que lo recuerda, ni sobre las actuaciones de esa persona en ese pasado. La melancolía no es más que la constatación de una distancia; o, si se quiere, un mero efecto de deformación óptica, causado por la lejanía. En estas circunstancias, la melancolía opera como la ironía: el valor de las palabras se atenúa, e incluso llega a cambiar radicalmente. De modo que, si a un pasado más o menos lejano le aplicamos, en óptica melancólica, adjetivos empequeñecedores o despectivos, esos adjetivos no actúan en demérito de la realidad descrita. Más bien todo lo contrario. (Aplíquese, por ejemplo a lo que decía ayer del Madrid de los ochenta. Y que nadie se ofenda.) *** Quien crea no poseer ninguna veleidad anarquista, que espere a que le pongan una multa de tráfico. *** Estas ocurrencias que vienen de tres en tres, como -dice M. A.- manojitos de boquerones.

UNA DE BRUCE LEE

El aspecto despeluchado, deslucido, de Kárate a muerte en Bangkok la aproxima, por una parte, al cine paupérrimo de Jesús Franco, pongo por caso. Pero también al de Pasolini. Acaso lo paupérrimo no son las películas, sino la época en que fueron hechas. (Y, no sé por qué, me viene a la memoria la novela de Andrés Trapiello que más me gusta, La malandanza : ese Madrid de los ochenta, tan pagado de sí mismo entonces -tanto, que se creyó Londres e inventó la movida -, y que ahora recordamos tan destartalado y descolorido como las primeras películas de Almodóvar.) No es el celuloide lo que envejece; es la memoria.

AMUEBLAR

Quiere el azar que vuelva a ver la espléndida Fanny y Alexander de Bergman sin que se me hayan borrado del todo las sensaciones de una agotadora tarde de compras en Ikea. Cine sueco y diseño sueco (y, si me apuran, una también muy sueca impresión de hastío bien amueblado, de tedio envuelto en plumas de pato éider, de vacío existencial servido sobre maderas lacadas en blanco). Y el caso es que la coincidencia no es del todo improductiva: los confortables interiores de principios del siglo XX en los que transcurre la parte más optimista de la película se dejan explicar muy bien por el gusto cálido y sencillo de los muebles de la multinacional. Con una salvedad: lo que ahora destinamos a la sala de estar, en la película aparece confinado exclusivamente a las cocinas y a las habitaciones infantiles. De lo que podría derivarse toda una historia social del siglo recién terminado: el periodo en el cual las cocinas invadieron los salones, y en el que los adultos reclamaron para sí el blanco s

ÁLBUM

Mi cuento Críticas de cine (en Vivir del cuento , blog de Antonio Jiménez Morato). Y esta reseña de El himno de McAndrew y otros poemas , escrita por José Luis Piquero.