MISERIA
Después de ver tantos viejos en pijama en los últimos días, la imagen de Castro en chándal me resulta extrañamente familiar. Como todos los viejos en su circunstancia, Castro parece vestido por una de esas hijas abnegadas y sufridas que hacen de la higiene del padre una cuestión de honor, y se arreglan para tenerlos peinados y presentables para las visitas. Chávez es la visita: parece el yerno animoso que, sabiéndose incluido en el testamento, ni siquiera tiene demasiada prisa por recibir la herencia. Tal vez porque sospecha que la finca está más que hipotecada, y que los únicos que van a cobrar son los acreedores. *** Lo primero que se aprende en ciertos ambientes es la ley del silencio. Ante una sospechosa concentración expectante de jóvenes a la puerta de un instituto, algunos adultos preguntamos qué pasa. Nadie contesta, o lo hacen con evasivas. Por fin, a la vista de que los adultos no se van, la concentración se disuelve. Nadie se ha ido de la lengua. El chico o chica al que espe