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Mostrando entradas de agosto, 2007

MULTITUDES

¿De dónde sale toda esta gente?, se pregunta uno por estas fechas ante las muchedumbres que llenan las playas y los paseos marítimos. Hace años, los castizos tenían preparada la respuesta: esas multitudes estaban compuestas mayoritariamente, decían, de madrileños o sevillanos, a los que se les atribuía una inextinguible sed de mar y de horizontes abiertos. Había también un reproche velado en esa atribución: que los turistas fuesen madrileños o sevillanos significaba, ay, que no eran alemanes ni suecos, y que posiblemente (eso decían taxistas y camareros) viviesen amontonados en una pensión barata y se alimentasen exclusivamente de bocadillos; mientras que a los foráneos se les atribuía un natural dispendioso, del que se beneficiaban otras zonas turísticas más afortunadas. Hoy sigue habiendo castizos que, en cuanto oyen hablar a alguien sin comerse las eses, le atribuyen un origen capitalino (dejemos a un lado lo de los sevillanos, que sin duda responde a mecanismos más sutiles de rival

UMBRAL

Ha muerto Francisco Umbral. Naturalmente, no todo lo que escribió fue bueno. Incluso se puede decir que mucho de lo que publicó era repetitivo y amanerado, dictado por la servidumbre de la columna diaria. Pero no hay que juzgarlo por los artículos publicados en estos últimos años: fruto, en fin, de darle a la manivela y exprimir las zurrapas del oficio; ni por la época en que, aupado en la cresta de una generación política y socialmente triunfante, las "negritas" de sus columnas eran el barómetro de la popularidad. Se dejó querer por unos y por otros, lo que seguramente alimentó no sólo su vanidad (ingenuamente exhibida en sus apariciones públicas) y su bolsillo, sino también esa amarga decepción que a veces dejaban traslucir sus escritos. De ahí, quizá, esa curiosa tendencia suya a identificarse con otros ganadores-perdedores de este oficio: con González-Ruano, por ejemplo. No fue escritor de libros, sino de páginas sueltas. Mortal y rosa , por ejemplo, su obra más celebrada

ECONOMÍA

El que un escritor use como motivos de inspiración hechos y personas muy próximos a él conlleva, inevitablemente, una serie de renuncias: hay hechos y personas sobre los que uno no puede, o no debe, escribir. Y eso lo sabe hasta el escritor más impúdico. De ahí que ese curioso método literario que algunos llaman "autoficción" tienda a ser, a veces, más ficticio que la ficción pura. *** En el bar no hay nadie. Entra uno y pregunta qué tienen de comer. Podrían prepararte (lo hacen otras veces) cualquier cosa: unos huevos fritos, un filete a la plancha. Pero el dueño (y la dueña, que toma el fresco a la puerta) prefieren renunciar a la única oportunidad de ganar algún dinero que se les ha presentado hoy. "Le puedo cortar un poco de queso", dice, en un tono que no animaría a nadie a aceptar la oferta. Salgo con el rabo entre las piernas. Qué bien resisten aquí a la globalización. *** Alguien le debe de haber dicho que tiene una espalda preciosa. Por eso es lo único que

FERIA

El vocalista de esta orquestina de feria da atinadas instrucciones sobre cómo bailar su música, así que se han congregado ante el escenario una docena de señoras de diversas edades dispuestas a seguir sus instrucciones. Al principio llama la atención el contraste entre las más viejas y estropeadas y las jóvenes y rozagantes. Pero es sólo un espejismo. Al cabo de un minuto, las similitudes cobran más fuerza que las diferencias. Para empezar, el hecho incontestable de que todas lucen trajes vistosos y alegres, con faldas de mucho vuelo que se ciñen con elegancia a la caderas y piernas en movimiento; y, luego, esa sensación de armonía que produce ver varios cuerpos moviéndose al unísono. Naturalmente, los movimientos son sencillos: uno, dos pasos a un lado, luego al contrario, adelante, atrás, vuelta, y todo sin dejar de menear las caderas... El milagro es casi instantáneo: las viejas han rejuvenecido, las jóvenes han adquirido esa contundencia y esa especie de discreto abandono propios d

LECTORES

No es cierto eso de que la gente no lee. Es más: hay quien hace esfuerzos inauditos por leer en circunstancias poco propicias. Basta con darse un paseo por la playa. Lo que ese señor de ahí sostiene en las manos, luchando para que el viento no se lo desencuaderne, es un libro: no sabemos si lo está leyendo o, simplemente, lo usa como escudo contra la lluvia de arena que la brisa proyecta contra su cara. Tampoco está claro si esa señorita de más allá, que luce un delicado topless de diosa marina, usa la última aventura del capitán Alatriste para evadirse a los reinos de la ficción o para ocultar sus bellezas a las miradas de ese otro tipo que se hace el despistado unos metros más acá… También él lleva un libro en la mano, para disimular. Peor es el caso de esa señora entrada en carnes, repantigada en su butaca: su revista ilustrada hace el efecto de una vela henchida por la galerna. Si la lectura no basta para llevarla a los reinos de la imaginación, será el viento el que, a poco que s

POESÍA

Ojeo, para pasar el rato, una página web sobre poesía norteamericana, y me llama la atención que los poemas más leídos, según las estadísticas de esa misma página, sean, además de los previsibles (los de Poe, Frost, Whitman, etc.), los debidos a autores como Shel Silverstein y Maya Angelou ; los dos, por lo que puedo comprobar, artífices de una poesía desconcertantemente sencilla y falta de pretensiones. El primero, en fin, se presenta como autor de poesía infantil, lo que no obsta para que sospechemos que sus verdaderos lectores son los padres de esos niños a quienes presuntamente van dirigidos sus poemas. Tanto Silverstein como Angelou (esta última fue invitada a leer un poema en la toma de posesión de Bill Clinton) emplean ritmos sencillos, suelen acogerse a un bienhumorado registro entre irónico y tierno y no incurren casi nunca en los manierismos vanguardistas. Se les lee con placer, en fin, aunque quizá no sin alguna prevención... No es que uno, a estas alturas, vaya a abogar

PUESTA DE SOL

VEO en un telediario uno de esos reportajillos benevolentes que nos ilustran sobre los simpáticos y variados modos que tiene el prójimo de emplear su tiempo de ocio en verano. Ante éstos, a veces, no puede evitar uno un cierto sentimiento de perplejidad. Pero no hay nada que decir: cada cual es muy libre de emplear su tiempo en lo que quiera, de emocionarse o divertirse con lo que quiera. Sólo que, en ocasiones, no puede uno dejar de pensar que ciertas modalidades del ocio son más bien contraproducentes, y su planteamiento obedece a una clara tergiversación de los buenos sentimientos de los implicados. El reportajillo en cuestión mostraba a cientos de jóvenes congregados alrededor de un chiringuito levantado con tablas y cajones en uno de los más bellos parajes del litoral gaditano. El establecimiento no sólo se limitaba a servir bebidas: de él también surgía una musiquilla envolvente. Acompasados a ella, los jóvenes (algunos no tanto) disfrutaban de la puesta de sol como si tratase

47 RONIN

Imagen
La "fiebre del ladrillo", en fin, amenaza con convertirse en un problema de convivencia. Hoy, como todos los días laborables de este mes vacacional, me despiertan a las seis y media de la mañana las hormigoneras de una obra vecina. Ya he desarrollado el reflejo de levantarme, cerrar a cal y canto las ventanas y volverme a dormir. Pero hoy el ruido tiene una nota añadida: alguien ha dejado una radio encendida en la caseta de obra, y por encima del fragor de las hormigoneras me llega la voz desaforada de un tertuliano radiofónico, creo que de la COPE... Me asomo al balcón y le grito al tipo de la caseta que haga el favor de apagar la radio, que bastante tenemos ya con aguantar el ruido de la obra. "Vale, hombre, vale", me dice el asombrado trabajador, sin saber todavía a qué carta quedarse ante esa vociferante aparición en calzoncillos. *** Para olvidar el incidente y recuperar el sueño, reconstruyo de memoria algunas escenas de 47 Ronin , la espléndida película de sa

FELIZ

La verdadera obra maestra de un pintor es la paleta en la que mezcla sus colores. *** La gata trepa al sofá y empuja con el hocico la novelilla adolescente que lee mi hija. Luego se acerca al tomo, mucho más grueso, que leo yo: Understanding Poetry . Lo olisquea, lo empuja con una garra, finalmente muerde un pico de la portada. Yo creo que le ha gustado. *** También nuestra percepción del tiempo libre está viciada. Si pudiéramos establecer, y sentir, una continuidad esencial entre todos nuestros fines de semana, "puentes" y periodos vacacionales, percibiríamos las obligaciones laborales como lo que son: una molesta, aunque necesaria, interrupción del ocio. Pero ocurre justo lo contrario: percibimos las vacaciones como una mera interrupción del trabajo, y las vivimos con esa sensación de precariedad que da saber que lo verdaderamente importante es lo que hemos interrumpido, lo que, indefectiblemente, habremos de reanudar al cabo de unas pocas semanas. Por eso, basta un primer

IBÉRICOS

Lee uno, en medio del sopor veraniego, unas declaraciones del escritor portugués José Saramago en las que afirma que su país está destinado a convertirse en una provincia o comunidad autónoma de un futuro estado ibérico. Naturalmente, estas declaraciones han despertado la consiguiente polémica en Portugal, cuyos sentimientos nacionales siempre han tenido un cierto matiz defensivo antiespañolista. Si el objetivo del premio Nobel era que se hablase de él, lo ha conseguido. En nuestras sociedades, faltas de verdaderos liderazgos y de referentes intelectuales fiables, las declaraciones caprichosas de un escritor pueden ser lo más parecido que encontremos a una incitación al debate. Un debate, en todo caso, innecesario a otros niveles: cualquier consumidor peninsular sabe que, desde hace años, muchos de los productos que compra vienen etiquetados en español y portugués, lo que pregona bien a las claras que, al menos desde el punto de vista económico y logístico, España y Portugal constituye