COCHINILLO CON LANGOSTA
Estamos tan acostumbrados a la disensión en lo importante, que cuando surge en cuestiones aparentemente secundarias, o entre personas que sólo influyen en lo suyo, nos la tomamos a broma. Pasa con los escritores: cuando se destapa un tongo literario, o se denuncia un plagio, el público asiste encantado a la polémica, e incluso opina alegremente. Ahora les ha tocado el turno a los cocineros: a los grandes, los de fama internacional, cuyas creaciones sólo conocemos por los periódicos; no tanto por lo caras (siempre puede uno ahorrar para concederse un capricho) como por lo lejanas: a quién le ilusiona cenar en una mesa reservada para dentro de, pongamos, diez años, que es el plazo mínimo que dan las listas de espera de ciertos restaurantes... No pasa nada: estamos acostumbrados a contemplar a distancia los trasiegos de las altas esferas, y esos restaurantes se han convertido en uno más de los escenarios por los que desfilan quienes llevan esas vidas pintorescas, ruidosas y desordenadas q