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Mostrando entradas de septiembre, 2008

INTERIORIDAD

De acuerdo en que el dinero público no está para salvar las empresas de los millonarios en los tiempos de crisis; claro que tampoco creo que deba emplearse indiscriminadamente para subsidiar las capas más débiles de la población, y condenarlas así a la eterna dependencia. Puestas así las cosas, la pregunta es: ¿qué debe hacer un gobierno en tiempos de crisis? Al menos un par de cosas sí están en su mano: garantizar la solvencia general del sistema y salvaguardar la legalidad, que es quizá lo que algunos bancos se han saltado alegremente en busca del beneficio fácil. *** Leo en Jaeger un resumen de las distintas concepciones del alma que conocieron los griegos: el eidolon de Homero, las "sombras" del Hades, el alma aérea de la filosofía natural jónica, el demonio-alma de los órficos, la psyché de la tragedia antigua, el alma según Sócrates, o la que Platón disecciona en el Fedón ...Y se me ocurre que es un acto de desmesurada soberbia pensar que quienes profesaron las teoría

POR VARIAR

También los narradores omniscientes del realismo decimonónico sentían a veces ese pudor característico de quien se pone demasiado en evidencia y quisiera dar un paso atrás y dejar que la narración aflore por otros medios y desde otras perspectivas. En ese sentido, las vanguardias del siglo XX no han inventado nada. Véase, por ejemplo, ese capítulo de La de Bringas en el que Galdós, harto de manejar los hilos de una narración que ya camina hacia su desenlace, se decide a presentar los distintos elementos de la inminente crisis como entresoñados por una niña en un pesado duermevela forzado por una indigestión. Sólo que los narradores del siglo XIX, a diferencia de sus sucesores, no se embriagaban de palabras como "perspectivismo" u otras de ese jaez para ponderar sus logros. Llegaban a ellos por variar, como esas señoras que hoy avían el puchero con nabos y mañana con puerros, y siempre les sale apetitoso. Y no como esos cocineros que, a fuerza de disfrazar el plato, lo convie

LA ETERNIDAD

Imagino que cuando no hay nadie la casa también emite estos ruidos, desperezos y crujidos. Que yo esté hoy aquí para oírla no cuenta: para que ella se considere habitada hacen falta dos personas por lo menos. De ahí su absoluta falta de pudor: cómo crujen los marcos de las puertas, cómo ulula el viento en las rendijas de la ventana, cómo se impone al silencio el runrún normalmente imperceptible del frigorífico, sus paradas, sus repentinos estremecimientos. Así no hay quien se concentre en la lectura. Me levanto, cambio algún objeto de sitio, procuro engañar a la casa. Es inútil. Ella sigue actuando como si no hubiera nadie. Y llega un momento en que yo mismo dudo si estoy aquí. *** Imposible cocinar para uno solo: la comida que sobra, frente a ti, presupone siempre un convidado fantasma. Para no tirarla, comes algo más de lo necesario. Pero eso es precisamente lo que el fantasma deseaba: que le pusieran por delante un plato vacío. *** En una casa vacía, por último, no rigen los horario

EL RÍO

Hubo grandes celebraciones en Sevilla, dicen, para festejar el traspaso de la gestión del Guadalquivir a las autoridades autonómicas. Y uno, en principio, se congratula de esta significativa toma de posesión, por la que el río andaluz por antonomasia pasa a depender de la administración andaluza. El traspaso en sí no es más que un gesto: sólo el tiempo dirá si el río ha ganado con el cambio, y si, en general, es conveniente para un país encomendar la gestión de sus distintas cuencas a administraciones diversas, que tienen intereses a veces contrapuestos y sirven, en ocasiones, a estrategias políticas enfrentadas. En eso, este traspaso no difiere de cualquier otro. Su balance se medirá en términos políticos, su gestión será elogiada o criticada en función de los variables vientos que determinan el favor público. Nada nuevo bajo el sol. Lo que sí es nuevo, al menos al parecer de este impresionable cronista, es la carga simbólica del traspaso: el río cambia de manos, sí; pero los ríos, si

PREFERENCIAS

Inesperado momento de felicidad, en uno de esos huecos que la irregularidad de mi horario laboral abre a veces en mis mañanas. Un libro de Eloy Sánchez Rosillo, Oír la luz , recién recogido del apartado de correos, una copa de vino, un modesto aperitivo para abrir boca, mientras van llegando los demás y aviamos el almuerzo. K. se me sube al regazo, husmea el libro y, como para darle su aprobación, frota el lomo contra el canto de la portada. No es la primera vez que la gata y yo estamos de acuerdo en nuestras preferencias literarias. Recién llegada a la casa, cuando apenas contaba con un mes de vida, recuerdo cómo la atraía la portada anaranjada de Understanding Poetry , el profuso manual de Cleanth Brooks y Robert Penn Warren. Que, bien mirado, no es mala iniciación a los placeres de la literatura. Aunque también hemos tenido nuestras desavenencias. Por ejemplo, con Calver: los dientes de K. están impresos en la portada de mi ejemplar de Cathedral . Pero, más que el detalle, me fijo

DIGESTIÓN

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Asisto a una conferencia, a cargo de un crítico de arte, sobre el cuadro "7.38, hora solar", de Eduardo Sanz, que estará expuesto en el museo gaditano durante un mes. No soy muy de conferencias, pero ésta la organiza un benemérito grupo de amigos cuya labor me parece muy digna de apoyo, así que allí estoy, para hacer bulto, por si acaso. De Eduardo Sanz conocía algunos cuadros de faros, y sabía que en su tierra, Santander, le han dedicado un museo ubicado precisamente en el faro de Cabo Mayor. Alguna vez me he acercado hasta allí, en alguna precaria mañana de noviembre, temeroso de que el mar se decidiera a darle una lección al intruso que osaba pasear a cuerpo por aquellos andurriales que, en caso de lluvia, no ofrecerían el menor refugio. Siempre he hallado el faro cerrado. Y ayer, al hacerme una idea cabal de lo que encerraba, lamenté esa desafortunada coincidencia. El cuadro es impresionante. Una marina sin concesiones sentimentales, dura, en la que el agua y sus incontab

CHISPEAR

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Más de Galdós: "Hablaban de negocios altos y de política baja". Hay toda una casta que no puede ser descrita de otro modo. *** Aunque hay que tener cuidado con las citas, porque a veces las carga el diablo. Véase, si no, ésta de Tucídides, que hasta Jaeger parece tomarse en serio: "Un estado con leyes imperfectas pero inamovibles es más fuerte que uno que las tenga perfectas pero inoperantes". Ya nos gustaría grabarla en mármol. Pero Tucídides la pone en boca del demagogo Cleón, en el famoso debate que éste mantiene con Diodoto sobre la suerte de Mitilene; escena clave, quizá, en la deriva que llevó a Atenas a granjaerse la enemistad de sus aliados de antaño, a los que ahora trata como meros súbditos, y que terminarían por volverse contra ella. Es decir: en ese contexto, más bien una sonora metedura de pata que la aguda máxima política que la posteridad (y nosotros también, por qué no reconocerlo) ha querido leer en ella. *** No, lo de ayer no era chispear . Nada má

EL ALMA

No hay que buscar demasiado lejos para encontrar el origen de ciertos estados de ánimo. Ayer, por ejemplo, creía uno estar bajo los efectos de una inesperada conjura de achaques nuevos y viejos, agravadas por las melancolías de la tarde del domingo. Pero hube de ir a buscar a un vecino, para pedirle opinión sobre cierto problema eléctrico que afectaba a la comunidad, y lo encontré tumbado en el sofá, afectado por una insidiosa jaqueca, que él atribuía al cambio de tiempo. Y a mí me pareció muy verosímil la hipótesis de que un mal viento fuera el causante común de sus males y los míos, aparentemente tan inconexos. No hice más averiguaciones. Pero no me hubiese extrañado saber que el mal se había extendido en varios kilómetros a la redonda. Mientras que cada uno de los afectados, en su soledad, creía que su padecimiento obedecía a razones íntimas e intransferibles. *** Comprender a los personajes de una historia, y retratarlos en su compleja humanidad, será siempre mejor método literario

RECIPROCIDAD

Galdós, sobre uno de los personajes de La de Bringas : "Para él, la Administración era una tapadera de fórmulas baldías, creada para encubrir el sistema práctico del favor personal, cuya clave está en el cohecho y las recomendaciones". Lo que era válido para 1868, año en que se sitúa la novela, sigue siéndolo hoy. Si acaso, el sistema se ha vuelto más sibilino y la red de complicidad social más amplia, hasta incluir a quienes debieran denunciarlo: sindicalistas, periodistas, escritores como el propio Galdós. *** A K. le encanta que la acaricien, y ella misma se ofrece a las caricias siempre que le parece oportuno. Pero siempre remata la sesión de la misma manera: mordiendo la mano que la soba. No son mordiscos malintencionados: sabemos por experiencia que, cuando quiere sorprender y hacer daño, lo hace sin miramientos. No es éste el caso. Pero creo que ahora la entiendo mejor: he leído en alguna parte que los juegos de los gatos (que, como los de cualquier otro carnívoro, no

CURIOSIDAD

No entiende uno el funcionamiento de la mayor parte de los aparatos eléctricos que usa al cabo del día, así que mal les podría explicar el experimento que están haciendo en Ginebra, consistente en lanzar un haz de protones a lo largo de un túnel de veintisiete kilómetros y esperar a que, cuando este haz choque con otro lanzado en sentido contrario, se produzcan no sé qué reacciones de las que es posible que surja la partícula madre del Cosmos… No entiendo nada, pero me quedo boquiabierto de admiración y se me llena la mente de preguntas. Y como no tengo quien me las responda en términos que yo pueda entender, se me dispara la imaginación y se me ocurren toda clase de hipótesis fantásticas. Supongamos, por ejemplo, que el experimento tiene éxito y se origina la dichosa partícula-madre. ¿Y si ésta, haciendo honor a su nombre, se pone a trabajar y da lugar a otro universo? ¿Cabrá ese otro universo dentro del nuestro? A lo mejor, como esto de los tamaños es siempre relativo, ese universo r

SE SALVA

La postal es siempre la misma, y lo único que ha variado a lo largo de los últimos días es su tonalidad, como si hubiera ido perdiendo color, o como si la fuente de luz que nos permite verla se estuviera agotando progresivamente. Aparece ante mis ojos todas las mañanas, cuando el autobús dobla la esquina: el horizonte, el mar plácido de la primera hora del día, el murete que separa la playa del paseo marítimo, la luna llena, y casi siempre un barco recorriendo la línea del horizonte, como una de esas panoplias móviles de los teatros, hacia la bocana del puerto. El lunes, ya digo, esa primera avanzadilla de luz polarizada que manda el sol antes de aparecer efectivamente tras el horizonte prestaba a la escena una rara intensidad, una luminosidad sin sombras ni relieve, que más parecía un efecto fotográfico que una plasmación de las condiciones realmente existentes. El martes y el miércoles el paisaje se presentaba emborronado, por efecto de unas nubes accidentales, y uno todavía no habí

NO SÉ

Todos los años por estas fechas, con la reanudación del trabajo después de las vacaciones, ensaya uno nuevas fórmulas de equilibrio, con la intención de llevar una vida un poco más razonable que en el curso anterior... Quizá donde he escrito "más razonable" tendría que haber puesto "más feliz"; pero hay palabras que uno evita ya casi sin proponérselo, y no porque le parezca que responden a conceptos o estados inalcanzables, sino por todo lo contrario: porque su consecución depende, pensamos, de atender antes otras cuestiones de más modesto alcance. Hago ahora un somero balance de las medidas en este sentido que he tomado en años anteriores, y de sus resultados. Algunas tienen que ver con la dieta, e incluyen decisiones tan elementales como proponerse desayunar como es debido, aunque sea a primera hora de la mañana, con el estómago encogido; otras tienen que ver con la organización del tiempo libre; y otras, con el modo de concluir el día sin que la cabeza se te carg

SOFISTA

Leo en Jaeger un cumplido elogio de la sofística y su importancia en la historia de la cultura. Que no excluye, en fin, una acerada consideración de sus defectos e insuficiencias. Aunque, a la hora de constatarlas, Jaeger parece mirar más a la modernidad que a la propia Antigüedad griega. Por ejemplo, cuando compara el efecto negativo de la sustitución de los saberes objetivos por una mezcla de habilidades retóricas con el impacto actual de "la pedagogía, la sociología y el periodismo". Vaya tríada. Y qué bien traídas están las tres para el argumento en cuestión. Claro que no sé por qué me congratulo de que se metan con esas tres benditas materias. Al fin y al cabo, periodista es todo aquel que escribe en un periódico. Con la pedagogía, ay, me gano la vida. Y todavía recuerdo lo que me dijo un amigo sobre el "ingrediente sociológico" que apreciaba en mi literatura, en la obsesión de ésta por el análisis pormenorizado de las relaciones humanas... ¿Seré, como resultad

UN VIEJO EN UNA HARLEY DAVIDSON

Al afeitarme esta mañana me noto la cara irritada por el sol de ayer. Las mañanas frescas de los días anteriores nos habían hecho pensar que era posible pasear por el campo a pleno sol. Nos equivocamos, claro, pero sólo en lo que a la temperatura y la intensidad del sol se refiere, porque la luz era inconfundible: más matizada, como virada un grado hacia el anaranjado o el rojo; con el resultado de que todos los colores parecían sobreañadidos a un fondo dorado, que es el que definía la tonalidad general, igual que el color que se utiliza para imprimar el lienzo es el que define la temperatura general del cuadro. Los tonos eran los del verano, pero con una tendencia a la saturación: mientras la luz veraniega tiende a aplastar los volúmenes, y hace que lo visible se presente como una superficie plana, igual que una foto, esa luz tendía a destacar e individualizar los objetos, y la imagen resultante podía compararse, más que con una foto en papel, con un holograma o una imagen impresa sob

FÓSFORO

Después de celebrar una pequeña efemérides familiar con una cena a base de marisco, se me ocurren, en el duermevela, un par de ideas para poemas y un nuevo capítulo para la novela que ando revisando. A ver si a va a ser verdad eso del fósforo. *** "Hanelei Bay", me dice M.A., podría ser un cuento de Somerset Maugham. Con lo que queda explicada mi incomodidad con Murakami: sólo Somerset Maugham podría escribir un cuento de Somerset Maugham. El propio Murakami explica el resto: se considera, dice, escritor de novelas, y sus cuentos no son más que esbozos o retazos de novelas por escribir. Claro que lo legítimo, entonces, sería esperar a que surgieran esas novelas, y no vender los esbozos como si fueran obras acabadas. *** A K. no le gustan los alimentos especiados, y nos mira con cierta desaprobación cuando nos ve ingerir carne o pescado con el sabor disfrazado. En esto es muy nouvelle cuisine . No sé que pensaría de nosotros si nos diera por consumir alimentos gelificados o vo

INHIBICIONES

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Esto de las crisis cíclicas del capitalismo no deja de ser, al fin y al cabo, un modo que tiene el sistema de concederse un respiro cada pocos años. De lo contrario, los efectos del crecimiento ilimitado serían desastrosos. Digo “sistema” por no decir “nosotros” o “la gente”. Porque, en realidad, quienes descansan son quienes permanecen (toquemos madera) dentro de ese núcleo más o menos amplio en el que no llegan a hacer mella las estadísticas. También desde ese núcleo se nota la crisis, claro. Pero la necesidad de bajarse de ese caballo desbocado que llamamos “crecimiento económico” es tan grande que, más allá de las inevitables restricciones dictadas por la pérdida de poder adquisitivo y la atmósfera general de inseguridad, quienes capean la crisis incurren también, con frecuencia, en recortes e inhibiciones que superan ampliamente los estrictamente necesarios. Eso explica, por ejemplo, que la cifra de ventas de coches haya caído en agosto más de un cuarenta por ciento. Ningún indica

OTRO

Hay quien está suscrito al servicio de "alertas" de Google por vanidad: supongo que les agrada recibir, de vez en cuando, el aviso de que su nombre ha aparecido en tal o cual periódico, catálogo o página web . Yo lo uso más bien como recordatorio de mi propia insignificancia: de vez en cuando, recibo avisos de lo que hacen por el ancho mundo más o menos hispánico algunas de las muchas personas que se apellidan Benítez Ariza. Así, el último que me llegó me comunicaba que cierto ganadero de Cuautla, México, llamado Manuel Benítez Ariza ha recibido 50 mil pesos en concepto de subvención para la adquisición de cinco vaquillas. Hace algunos años, recibía noticias periódicas de un homónimo mío al que le ha costado la misma vida sacarse la carrera de Ingeniería; yo miraba angustiado sus calificaciones, y pensaba: "Dios mío, cúando va a terminar este chico". También creo recordar que una mujer con mis apellidos se pudre, o se pudría hace años (ojalá la hayan soltado), en la

CAMAROTE DE LUJO

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Camarote de lujo , de Rafael Gil , basada en una novela de Wenceslao Fernández Flórez, se estrenó un año antes que El pisito (1958), y es también, como la afamada película de Ferreri, una historia de vidas sin perspectiva, en un paisaje social desabrido. Aurelio, el protagonista, interpretado por un Antonio Casal que extrema en esta ocasión su parecido con Buster Keaton, llega a la ciudad (¿La Coruña?) para trabajar en una agencia que gestiona pasajes para emigrantes. A pesar de su candidez, se percata pronto de lo abusos que se les infligen a éstos, y, después de interceder por uno de ellos, pierde su empleo. La película adolece del sentimentalismo y el gusto por el melodrama que caracteriza la producción literaria de Wenceslao Fernández Flórez; pero, por lo mismo, se beneficia del sentido del humor que éste es capaz de infundir en sus obras. Y con estas armas, de acreditada solvencia, logra ofrecer un espléndido retrato de la sociedad española de la época, de la desprotección del ci

DEBAJO

Ese texto escrito hace unos meses, o incluso puede que años, y que ahora nos animamos a corregir viene a ser la representación más exacta posible de la clase de materia prima con la que a uno le gustaría trabajar: materia en bruto, apenas desbastada por alguien que, sin dejar de ser uno, ya es otra persona, a quien tratamos sin demasiados miramientos; con las contingencias básicas ya resueltas, y necesitada sólo del pulido final; aun a riesgo de que, en medio de esa tarea, uno decida cambiar la naturaleza entera de la pieza, la estructura básica, la disposición de los elementos. Pero incluso esa certeza de que hay que empezar de nuevo es distinta del mero vacío, tan angustioso, del que partimos la primera vez. *** Me dicen que han limpiado "incluso debajo de los libros". Y no quiero pensar qué clase de inmundicias habrán encontrado, o pretenden darme a entender que han encontrado, por el modo en el que ponderan su esfuerzo. Que es muy digno de ponderación, por otra parte. ***

HUIDIZO

Palindrome , del cansino nihilista Todd Solondz: la primera parte de la película parece un tremendo drama con no pocas connotaciones moralistas; la segunda, después de un bello intervalo en el que se remeda el trayecto fluvial de los niños en La noche del cazador , se ocupa en desmontar despiadadamente cada uno de los tópicos biempensantes en los que se sustentaba la primera parte. Y el caso es que yo había entrado al trapo, y sentía una sincera conmiseración por las deplorables circunstancias de la niña protagonista, forzada a un aborto salvaje. Como experiencia meramente estética, no dejó de llamarme la atención que el cambio de tono me pillara tan desprevenido. Pero la burla despiadada de los propios sentimientos, a la que esta película parece querer conducirnos, dejaba no pocos cabos por atar. Un dilema moral no queda resuelto porque uno alcance a burlarse de las soluciones falaces o insuficientes (léase, la moral convencional del americano medio). Pero pasarse de listos tampoco pr

AFINES

Después de haber escrito mucho el día de ayer, escribir poco o nada hoy. El mismo principio que rige la alternancia de atracones y dietas. *** Puedo estar formalmente de acuerdo con aquellos de los que discrepo en cuestiones de contenido. Y muchas veces esa coincidencia formal crea alianzas más fuertes que las que se pueden establecer con los afines ideológicos. *** A los cuentos de Murakami, algunos de ellos espléndidos, les sobra siempre el último párrafo. De hecho, he empezado a disfrutarlos más desde que me salto ese párrafo, o lo leo dándolo ya por descontado. Aunque M.A. dice que lo que me pasa es que no comparto la concepción de la literatura que tienen los japoneses.

PINTURA RÁPIDA

Concurso de pintura rápida en U. Acude uno al reclamo para acompañar a un par de amigos pintores, y también para disfrutar un poco del ambiente. En esto último, desde luego, no quedo defraudado: llamaba la atención cómo la vida cotidiana de esta zona del pueblo se había retraído discretamente ante la presencia del centenar de pintores que ocupaban calles y plazas, sin que se produjera la menor interferencia en la labor de éstos. El tiempo, eso sí, no fue sido demasiado propicio: lloviznó todo el día. Pero pude ver cómo algunos vecinos abrían sus portales a los pintores, y otros les prestaban sombrillas y paraguas. Yo, naturalmente, no venía a pintar, lo que en mi caso hubiera sido una pretensión desmesurada. Venía solamente con la intención de pasear y curiosear. A los pintores no parecía que esto les molestara demasiado. Alguno se disculpaba por lo poco vistoso del cuadro en su estadio inicial, como si uno estuviera allí para pedirles cuentas por la marcha del trabajo. Otros se daban

V ÍSPERAS

En vísperas del comienzo de curso suelen hacerse públicas toda clase de noticias relativas a la escuela. Son, casi siempre, noticias viejas, porque hablan de cosas que ocurrieron hace meses, y que, si se hacen públicas ahora, es sólo porque, privadas de actualidad, no suscitan apenas reacciones, y sí sirven, en cambio, para validar el cúmulo de buenas intenciones que las autoridades suelen exhibir de cara al nuevo curso. Tal es el carácter, por ejemplo, del anuncio de que el setenta por ciento de los estudiantes madrileños de tercero de Secundaria ha suspendido el examen de matemáticas que se incluía en las “pruebas de conocimientos mínimos”, de carácter no evaluable, que se efectuaron en aquella comunidad el pasado mayo. Naturalmente, hay quien ha aprovechado para llenar alguna volandera página de agosto diciendo que eso se debe a que los profesores siguen empleando métodos memorísticos, en vez de enseñar a los alumnos a razonar. Pero he echado en falta que alguien explicase, o se pre

SATIRIOSIS

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La novelería de la izquierda española respecto al candidato negro a la presidencia de los EE.UU. me parece tan fuera de lugar como los arrebatos de la derecha al saber que el otro contrincante, McCain, ha reforzado su candidatura con una cuarentona de muy buen ver. Con lo que la peculiar manera española de vivir la política ha conseguido lo que parecía impensable: igualar la bobería biempensante a la satiriosis. *** "Murakami tiene cosas que me recuerdan a ti", me decía. Y le faltó añadir: "Por eso sé que no te va a gustar". *** En la administración -y en la enseñanza, que, a estos efectos, funciona como una covachuela burocrática más- lo importante no es tanto alcanzar resultados como movilizar recursos, aunque éstos sean de pacotilla; o, mejor dicho: han de ser de pacotilla para lograr el efecto -que no el resultado- deseado. Y si estos recursos no existen más que sobre el papel (o, mejor aún, no son más que papel), miel sobre hojuelas.

UN ESPEJITO EN UNA FAROLA

En el polígono industrial que atravesamos M.A. y yo todos los días (a veces, en más de una ocasión) para ir al trabajo han aparecido, de buenas a primeras, unas putas. Están allí a todas horas, aguantando el pleno sol y el relente de la noche. La primera vez que las vimos eran dos: sentadas, más bien despatarradas, en la cuneta, parecían simplemente dos adolescentes que se hubiesen bajado de la moto porque una de las dos se había mareado. M.A. incluso estuvo tentada de parar, por si necesitaban ayuda. Pero, al disminuir la velocidad y verlas mejor, no nos cupo la menor duda de que no estaban allí precisamente para recabar auxilios de esa clase. En otra ocasión, yendo solo, vi a una que había colgado un espejito de una farola y parecía estar retocándose el maquillaje. Vestía unas bragas en forma de pantaloncito, caladas y rematadas por una tira de encaje, y una camiseta a juego, por lo que la escena, que parecía trasladada de un cuarto de baño a aquel lugar sin que la afectada se hubies

DESALMADO

El que las ventas de coches hayan caído un cuarenta por ciento no puede deberse sólo a los efectos de la crisis económica. Ni el paro ni los sueldos ni el producto interior bruto se han deteriorado en esa proporción. Tampoco creo que sea, sin más, un efecto de la inseguridad que generan los indicadores adversos: la gente, por lo que veo, sigue actuando con la misma inconsciencia de siempre. Lo que sí se nota, y mucho, es una especie de cansancio generalizado. Como si hubiéramos encontrado en la crisis la excusa perfecta para no cambiar de coche cada pocos años, o para no incurrir en otros dispendios igualmente innecesarios. Sé que no es un buen síntoma, y que va en perjuicio del bien general. Pero qué quieren que les diga: no me disgusta del todo este clima de contención, de comedimiento. *** Ha salido en el número de julio-agosto de Clarín (acabo de recibirlo) una selección de las anotaciones que he ido haciendo sobre K. en este cuaderno. Las han ilustrado con el perfil sinuoso de un

DE LIBRO

Aquí -lo he anotado otras veces- suelen despedir el verano con cohetes. Casi siempre los escucho desde la cama, porque los tiran tarde y al día siguiente hay que madrugar, y, además, no está uno para juergas ese día aciago en el que acaban las vacaciones. Pero también me ha ocurrido, algún año, que, al oír los primeros zambombazos, me han entrado unas ganas irresistibles de verlos, y me he levantado y he salido corriendo a la azotea; y, desde allí, al verlos tan lejanos, al parecerme tan pequeñas esas burbujas como de champán multicolor que trazan en el aire, me han producido una indecible sensación de futilidad y melancolía. Así que este año he bajado a verlos a la calle, me he unido a la multitud que asistía al concierto del guapito hispanoamericano encargado de clausurar la temporada festiva, he gozado con las evoluciones de los bailarines y los alardes de los percusionistas -estos cantantes de poca monta suelen ir acompañados de muy buenos músicos-; y, sobre todo, he disfrutado del