UN GOYA PARA FRANCO

A este Franco, de nombre Jesús, le ha concedido la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España el Goya de Honor 2008; es decir, ese premio que se da a los cineastas ancianos, y que tiene inevitables visos de despedida. Al leer la noticia, me he acordado de que, en su día, a modo de broma que no lo era del todo, me gustaba contraponer las películas de este singular director con las que veía en los ciclos del Cineclub Universitario o en las retrospectivas de Alcances, la muestra cinematográfica gaditana. “Algún día veremos aquí una película de Jesús Franco”, decía. Lo que se cumplió, por cierto, cuando Alcances proyectó Killer Barbys en 1996. Era mi modo de justificarme: yo veía las ínfimas películas eróticas de Jesús, o Jess, Franco que programaba de madrugada la televisión autonómica, en una época en que los canales públicos creían labrarse así un certificado de osadía democrática. Y la verdad es que, desvergüenzas aparte, había algo que me atraía muchísimo de ell