BOHEMIOS

Ese atardecer de ayer, tan enfático y grandilocuente (esas nieblas como del Pleistoceno, esos verdes saturados, esos relieves demasiado palpables, como si un pintor mañoso hubiese exagerado el efecto de escorzo), que recordaba un poco los paisajes de las películas de Peter Jackson: algo intermedio, en fin, entre los bosques de El señor de los anillos y las selvas de King Kong ; pero sin efectos de ordenador. Lo que lo hace, en cierto modo, más irreal. Y es que también la naturaleza exagera, y cómo. *** El cuerpo, este viejo amigo que tantas alegrías me ha dado; pero que también adolece de dolores de muelas, de jaquecas, de malos despertares. Con una diferencia entre unas y otros: las primeras son perfectamente discontinuas: empiezan y acaban; mientras que si algo caracteriza al malestar es su manera de diluirse poco a poco sin desaparecer nunca del todo, como si no quisiera que olvidásemos nunca, aún en nuestros mejores momentos, que sigue ahí y puede aflorar de nuevo cuando quiera. *