BOHEMIOS

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El cuerpo, este viejo amigo que tantas alegrías me ha dado; pero que también adolece de dolores de muelas, de jaquecas, de malos despertares. Con una diferencia entre unas y otros: las primeras son perfectamente discontinuas: empiezan y acaban; mientras que si algo caracteriza al malestar es su manera de diluirse poco a poco sin desaparecer nunca del todo, como si no quisiera que olvidásemos nunca, aún en nuestros mejores momentos, que sigue ahí y puede aflorar de nuevo cuando quiera.
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El intervalo en el que cierran las tiendas al mediodía nos sorprende en la terraza de una desolada cafetería céntrica, la única abierta a esta hora desabrida. Un viento tétrico enfría los cafés antes incluso de que nos haya dado tiempo a disolver en ellos el azúcar. Al menos media docena de borrachos, la mayoría muy ancianos, pasan junto a nosotros, y alguno hasta se nos queda mirando y nos felicita el Año Nuevo. Y pienso en esas extrañas coincidencias que llevan a la realidad a parecerse a lo último que estamos leyendo; en mi caso, una biografía del malhadado bohemio Alejandro Sawa.
Comentarios
¡Feliz año nuevo!
En fin, un abrazo
Y créame, amigo Antonio: no me lo paso en grande a costa de las desgracias ajenas. mi comentario sobre los ancianos borrachos trataba de expresar, más bien, mi perplejidad ante el modo inesperado en el que a veces se muestran los aspectos sombríos de la realidad.
Muy feliz año a todos.