MADE IN SPAIN
Algún que otro ministro, y hasta el propio presidente, han sugerido que debemos comprar productos españoles. Lo que me deja pensativo. ¿No habíamos quedado en que la llamada “globalización” era la panacea para todos los males del mundo? ¿No se decía que, gracias al desarrollo del comercio global sin trabas, todos los países se beneficiarían, especialmente los más pobres, los que nos envían remesas de emigrantes y generan la mayoría de los conflictos que nos preocupan? Pero llega la crisis y, en ese reflejo del tacaño que espeta: “los míos primero”, se nos dice que, antes de comprar un producto, comprobemos que la etiqueta dice “made in Spain”. Lo que es complicado, claro, porque ya hay empresas indudablemente españolas que manufacturan sus productos en China, por ejemplo. ¿Son menos españolas las prendas de cierta famosísima multinacional textil de origen gallego, hasta hace poco considerada modelo de eficiencia empresarial, si se han cosido en un taller asiático? También se decía, me