TRAJES

Diré algo aquí que quizá vaya en detrimento de mi imagen mundana: hasta ahora, creía que todos los trajes de hombre eran más o menos iguales, y que, a lo sumo, sólo cabía diferenciar los hechos a medida (cuya finalidad, seguramente, es disimular algún defecto en la figura del destinatario) de los fabricados industrialmente. Más allá de esta distinción fundamental, pensaba, las diferencias de precio entre un traje y otro se deberían a cuestiones de moda o marca, como las que afectan al resto de las prendas de vestir: es decir, un traje con la solapa ancha o estrecha, según la moda vigente, costaría más que un traje que no exhibiera ese rasgo de actualidad; y un traje que luciera en el forro la etiqueta de una casa de moda prestigiosa valdría mucho más que otro fabricado en un taller anónimo de Hong Kong; aunque, como se sabe, también se da la circunstancia de que no pocas marcas de prestigio manufacturan sus prendas en una barraca asiática, a la luz de una bombilla, bajo un techo de ura