UN HOMBRE BUENO

Por las bitácoras de algunos amigos me entero de la muerte de José Antonio Muñoz Rojas, a pocos días, dicen, de cumplir los cien años. No haber alcanzado esa cifra redonda le supondrá una cierta merma en la atención que vayan a dedicarle los medios informativos. Lo que, después de todo, casi puede considerarse un último gesto de su elegantísima discreción. En su obra hay unos cuantos títulos singulares, quizá no todo lo conocidos que merecen, pero sí lo suficientemente estimados por un número creciente de buenos lectores: Las cosas del campo , en primerísimo lugar; y La gran musaraña , y Ensayos anglo-andaluces , y Cantos a Rosa ... Además, cabe atribuirle un logro no demasiado frecuente en la literatura española de los últimos tres cuartos de siglo: haber sentado plaza de hombre bueno. Por suerte, hay testimonios de ello. Las cartas que le dirigió Vicente Aleixandre, por ejemplo, que tuve la suerte de reseñar en su día , dejan constancia del celo con el que el destinatario de las mis