EL PIRATA

Hemos capturado a un pirata y no sabemos qué hacer con él. En esto, como en otras cosas, somos víctimas de un error de perspectiva: el creer que, por vivir en un mundo que se ha concedido a sí mismo demasiadas bulas de modernidad y progreso, el resto del planeta avanza en esa misma dirección; y que, si no ha llegado a las confortables metas que creemos haber alcanzado, es sólo porque les han faltado tiempo y medios: con unas ayuditas aquí, un empujón allá, e incluso alguna que otra salvadora intervención militar por nuestra parte, pronto todos esos lugares del mundo en los que suceden cosas que creíamos propias de las novelas de aventuras se convertirán en emporios de progreso. Lamentablemente, no es así. Unos vivimos en el siglo veintiuno, otros en el dieciséis. También en tiempos del Imperio Romano coexistían sobre la tierra el civilizado ciudadano de la Urbe, acostumbrado a pasear por su imponente ciudad, y el bárbaro que desconocía la existencia de Homero y Virgilio o las implicaci