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Mostrando entradas de enero, 2010

HEMOS LLEGADO LEJOS

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"Hemos llegado lejos, / pues la ciudad profunda es la ciudad del tedio, / las indolentes palmas / y el polvo de arrabales y de trenes" , leo en Extravío , de César Simón. Y me acuerdo de estas palabras de Gautier, de las que tanto se ha abusado: "Es imposible ser infeliz bajo las palmeras". Depende, como ponen de manifiesto los desolados versos del poeta valenciano. Y es que, en esto de la poesía, ninguna moneda tiene un valor de cambio absolutamente fijo. *** O esto otro, del mismo, que tantos adoradores de lo oscuro deberían aplicarse: "Ofrece el sinsentido un sentido solemne" . O viceversa. *** Y esta mujer gorda, desarreglada, que pregunta en la agencia por el precio del billete de tren y la noche de hotel en Madrid, a donde quiere llevar a su hija a un concierto de, por lo que adivino, cierta estrella de la canción arrabalera... La empleada, con buen juicio, le busca un hotel muy barato, a la vera de la estación. No lo suficiente, al parecer, porque

DESEADAS

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Leo en la edición electrónica de este diario que cierta página web que yo desconocía acaba de publicar su lista anual de las noventa y nueve mujeres más deseadas del mundo. Y como uno no aspira a otra cosa que a participar del sentir general, pincho en el enlace correspondiente y dedico unos minutos a contemplar las fotos de las susodichas… No es que no sean guapas, ni que a uno no les guste mirarlas. Pero desear, lo que se dice desear, antes desea uno a una vecina o a una compañera de trayecto en el autobús que a estas efigies en papel satinado. Pero tampoco esto último es exacto, porque incluso de esas mujeres que nos alegran la vista en la vida cotidiana diría uno, a lo sumo, que le gustan, o que le parecen atractivas. Aplicar el verbo “desear” sin ton ni son tiene algo de enormidad. ¿Desea uno de verdad a Penélope Cruz, a Scarlett Johansson, a Angelina Jolie? Depende. Hasta los animales, dicen, se excitan cuando se les muestra imágenes de una hembra deseable. Otra cosa es “desearl

CONSTATACIONES

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Entiendo muy bien a Josep Pla cuando se queja de lo frías y desabridas que eran las casas del Ampurdán: también lo son las viviendas modernas en la mayor parte de Andalucía, bajo la falsa creencia de que, como aquí el frío dura menos que en otras latitudes, no merece la pena dotar las casas de sistemas eficientes de calefacción. Si acaso, la única ventaja que tenemos respecto a Pla es que estos pisitos modernos son más pequeños que las masías del Ampurdán, y basta ponerse un radiador de aceite a la espalda, como el que tengo yo ahora, para contrarrestar eficazmente la sensación de frío, aunque quizá no tanto la de humedad, connatural a la proximidad del mar. Echo de menos los fríos secos, recios, de la sierra, y también el mayor realismo con el que uno afronta allí las vicisitudes del clima. En esto, como en tantas otras cosas, los andaluces malvivimos por culpa de nuestro apego a una falsedad atávica, que entendemos favorecedora. Otros dirían, simplemente, que se trata de puro y simpl

SOBREMESA

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Veo un episodio más de esta espléndida serie de la BBC que acompaña a un viajero a lo largo de la línea del Ecuador. Ahora está en Indonesia, en concreto en la isla de Borneo, donde le cuentan cómo los naturales del lugar, los temibles dayaks , famosos por su costumbre de cortar las cabezas de sus enemigos, hicieron no hace mucho lo propio con la población inmigrante que les impuso el gobierno, a los que acusaban de todo tipo de crímenes y de haber degradado las condiciones de vida locales. Hay que decir que el viajero en cuestión suele manejar un discurso de una impecable corrección política, y que ha denunciado con rigor las injusticias se las que ha sido testigo a lo largo de su periplo. Ahora parece dispuesto a aplicar este riguroso rasero a los feroces dayaks . Sin embargo, éstos lo reciben entre danzas rituales, lo agasajan con un gran banquete y lo nombran hijo adoptivo del cacique local, no sin antes darle a conocer su particular punto de vista sobre el conflicto que les ha enf

TRES APUNTES INVERNALES

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Lluvia y niebla a la vez. O quizá sólo niebla, deshaciéndose en pequeñas gotas de agua sobre nosotros conforme nos adentramos en ella. *** Los almendros en flor: esa extrema desnudez del pobre que, antes de protegerse del frío, prefiere adornarse. *** Ese hervor de los troncos mojados cuando empieza a evaporárseles el agua, al rato de ser incorporados al fuego. Parecen impacientes, nerviosos, como si supieran que les ha llegado la hora de actuar y temieran cometer un error en el último momento.

HAITÍ

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No hay más remedio que alegrarse de que la reacción internacional ante la tragedia haitiana haya sido tan inmediata y unánime. Los primeros en llegar al país devastado fueron unos bomberos… islandeses. En la CNN entrevistaron al ministro islandés del ramo. Dijo que ellos estaban muy acostumbrados a los terremotos y, por tanto, tenían a gente preparada para ese tipo de situaciones. Hay también sobre el terreno, se dice, soldados brasileños, cooperantes venezolanos y cubanos y personal de la Unión Europea, amén de la abrumadora presencia estadounidense. A poco que escarbe uno en esas presencias, encontrará esa mezcla casi inextricable de egoísmos, intereses particulares e impulsos altruistas a la que responden siempre las actuaciones aparentemente bienintencionadas de los gobiernos. Véase, si no, cómo el presidente español, que quizá vive las horas más bajas de su carrera, aprovecha la ocasión para sacar pecho como presidente de turno de la Unión Europea y, por tanto, máximo responsable

INICIALES

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Esto, lo he contado ya algunas veces, es un experimento literario. O, al menos, lo más que puede aproximarse a ello una persona tan poco dada a experimentos como yo. El experimento consiste en escribir un diario íntimo en condiciones en las que se prescinde del carácter privado de lo escrito, aunque no de su pertinencia personal. Las reglas, naturalmente, no están definidas, y hay que ir estableciéndolas sobre la marcha. Algunas las tengo ya más o menos probadas, otras no tanto. Y quizá la única que creo absolutamente imprescindible cumplir es la que atañe a las personas cuya privacidad, digamos, pudiera quedar expuesta por el carácter público de este cuaderno. Por eso se limita uno a aludirlas de manera general: un amigo, un compañero de trabajo, un vecino... O a designarlas mediante iniciales, casi nunca genéricas -del tipo X. o Y.-, sino concretas, porque uno no quiere negarles a estas personas el mínimo principio de identidad que supone ser dueño de unas iniciales. Tienen también,

DISTANCIAS

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A propósito de lo de ayer, se me ocurre que con las novelas sucede lo que con ciertos esfuerzos físicos: una vez se acostumbra uno a ellos, es el propio cuerpo el que los exige cada vez mayores. Lo sé de muy buena tinta porque, como anoté en este cuaderno en su día, en octubre empecé a practicar la natación. Las primeras sesiones fueron calamitosas: me creía morir, y el malestar me duraba días enteros. Ahora nado cómodamente más del doble de distancia que al comienzo y las sesiones, de cuarenta y cinco minutos, se me hacen cortas. Tal vez con la novela ocurra eso: la primera parece una hazaña sobrehumana y te deja literalmente exhausto. A partir de la tercera o la cuarta empieza uno a sentirse a gusto en el nuevo medio, y no quisiera otra cosa que persistir en él, cubrir cada vez mayores distancias, ponerse a prueba. Naturalmente, nada de lo dicho prejuzga la calidad del resultado. *** De todas maneras, el tipo de novela al que me refiero sigue siendo, en mi caso, un empeño literario

ESTABLE

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Va uno perfilando lo que será la segunda entrega de la trilogía que empezó con Vacaciones de invierno . Cuánto se alegra uno de alcanzar ese momento en que la historia parece irreversible, en el que ya no hay que tomar decisiones cruciales sobre los personajes o sobre el argumento, porque uno y otros gozan ya de vida propia y avanzan por su propio impulso, sin que uno haga otra cosa que arrimar palabras. Estoy a punto de poner el punto final a lo que podríamos llamar la primera versión más o menos estable del texto, después de la inevitable fase de tanteos. Ahora queda reescribir, lo que sin duda es la parte más placentera de este trabajo. Si uno no tuviera la vanidad de poner alguna clase de empeño personal en el mismo, me conformaría con eso: pediría a otros que me dieran sus textos en bruto y me limitaría a reescribirlos. En realidad, es lo que hago, por ejemplo, cuando traduzco. Pero eso es otro cantar. *** Una novela contiene siempre la promesa de la que sigue. Los poemas, en cam

PLACERES DE FIN DE SEMANA

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El otro día apuntaba cómo me aburre últimamente la lectura de periódicos. Antes, la sola perspectiva de pasar una mañana de domingo con unos cuantos diarios por delante constituía por sí misma una promesa de felicidad. No entro a analizar por qué ahora no lo es. Lo constato y basta. Y este sábado, cuando me dirigía al apartado de correos para retirar la correspondencia acumulada a lo largo de la semana, pensé que este ritual, que antaño incluía también una promesa cierta de placer, empieza también a resultarme descolorido y gris. No tengo otro correo, en general, que las cartas del banco y los libros que me manda el suplemento para el que escribo una reseña de cuando en cuando. Las primeras ni las abro. Y los otros casi tampoco. A veces me dan ganas de dejar unos y otros en la papelera, y no lo hago porque la vida se sustenta en los hábitos adquiridos, y entre los míos está el del respeto a la letra impresa y el de un cierto orden doméstico, que implica guardarlo todo. En fin. Hay exce

PALOMAS, GATOS

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En Salou la multa fue de ciento cincuenta euros y en Málaga de casi cuatro mil. La falta, la misma en ambos casos: dar de comer a las palomas en eso que los poetas llaman “la calle” y las autoridades “la vía pública”… La conclusión no puede ser más clara: la popularidad de las palomas atraviesa uno de sus momentos más bajos. Y, de la mano de la misma, decae igualmente la de los gatos, que también son objeto de esos modestos y antihigiénicos actos de amor. El amor, incluso entre personas, es siempre antihigiénico, pero se entiende que el alcance de esa falta de higiene se reduce al círculo íntimo de los implicados. Por eso hay viejos que se encierran en una casa con una docena de gatos, y acaban teniendo ellos mismos un no sé qué gatuno, que frecuentemente alarma al vecindario y a los servicios asistenciales, por lo mismo que otros dan en la fantasía de tener un palomar en su azotea, que es como materializar los pájaros que se tienen en la cabeza y permitirse el gusto de echarlos a vola

NUNCA PASA NADA

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Es la primera vez que la lectura de este periódico me dura un trayecto entero de autobús, en detrimento de ese otro que leía antes y ya, en general, no leo. Sigo sin estar de acuerdo con el primero, pero me espanta el conformismo del segundo, su modo maniobrero de plegarse a los intereses y prioridades del poder. Al final va a ser verdad que la política, incluso cuando se manifiesta en el humilde terreno de las convicciones particulares de uno, se basa siempre en alianzas coyunturales, en amigos cosechados en una vuelta del camino y vueltos a perder en la siguiente. Aunque tal vez lo mejor, en este caso, sería dejar de leer todos los periódicos. *** A este conocido político andaluz los tribunales le han propinado un rapapolvo sin precedentes: han desestimado una demanda suya contra dos periodistas, han señalado que las informaciones de éstos contra ese político que habían sido motivo de la demanda tenían fundamento, y han criticado la actitud de éste contra los medios de comunicación

UN DETALLE

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No hay reseña que no tenga su contrarreseña, es decir, el relato personal de por qué ciertos libros le conciernen a uno. Un crítico no debe confundir lo uno con lo otro. Pero las buenas reseñas son las que, a partir de lo primero, permiten al lector imaginar lo segundo. Siempre que lo segundo, claro, sea lícito, lo que no siempre ocurre. *** Quien compara la lluvia con el llanto olvida siempre un detalle: al cielo nunca se le ve exhausto. *** Hay erratas que se parecen a un eczema o a una erupción de la piel. Y si suceden en la última línea del texto, como pasó con mi artículo de ayer en el Diario, del que quedaron colgadas dos o tres palabras sin sentido procedentes de otros textos que habían ocupado ese mismo espacio en la maqueta del periódico, peor todavía: es como si la prosa se te despeluchara.

LO OTRO

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Fue una nevada modesta, sí, casi insignificante. Pero reunía los dos ingredientes principales de toda nevada que se precie: la lentitud y el silencio. *** Me dice que ha leído casi todos los libros de este poeta catalán, menos el más doloroso de todos, el que trata de la muerte de un ser querido; y que lo ha soslayado precisamente por eso, porque no quiere enfrentarse a ese dolor inmenso... Entiende uno esta humanísima reserva, a la vez que se pregunta: si en la obra de un poeta hacemos estas particiones, ¿qué queda? ¿Qué bocado es el que nos reservamos? ¿Y qué derecho tenemos a paladearlo, después de haber rechazado lo otro ?

LES NEIGES D'ANTAN

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En B., para ver algún vestigio de la nieve caída veinticuatro horas antes. La encontramos en los tejados y en algunas umbrías, depositada sobre las hojas de las plantas que crecen en esos lugares. No siempre tiene buen aspecto: en algunos sitios, parece esos espumarajos que sueltan los extintores. Pero da gusto echarse a la mano la lengueta de nieve recogida en la cuenca de una de esas hojas que parecen paraguas invertidos, y frotarla entre las palmas... También están los carámbanos, que aquí llaman "chuzos". Por lo que nos explican S. y L., con quienes hemos coincidido en esta placita soleada, la expresión "llover chuzos de punta" no es simplemente metafórica, como yo creía, sino que tiene un sentido literal: cuando se camina por una calle flanqueada de casas de cuyos aleros penden estas agujas de hielo, conviene hacerlo por el centro, por si alguna de ellas -a veces, de considerable tamaño- se desprende y golpea en la cabeza al viandante... Pero eso, como L. se

CINCO DE ENERO

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No puede uno evitar sentirse nervioso e impaciente en la víspera de Reyes. No espero nada, no he escrito la consabida carta ni soy cómplice ya de la entrañable farsa que representaban mis padres, y de la que uno, en cierto modo apiadado de ellos, esperaba que les saliera lo mejor posible. Pero, ya digo, pese a todas estas renuncias, los cinco de enero siguen pareciéndome cargados de una extraña tensión. Quizá actúa uno por reflejo condicionado, como esos perros de Pavlov a los que se les llenaba la boca de saliva cuando sonaba la campanita de la comida, aunque no hubiera comida. Siente uno también la impaciencia del regalo, aunque no haya regalo, o el regalo previsto esté más o menos pactado y venga dictado por el sentido práctico de los adultos, y no por la fantasía impredecible del niño. El niño pide una espada láser porque quiere sentirse como los poderosos caballeros interestelares que portan esas espadas en las películas o en los tebeos o en los videojuegos. El adulto no pide nada

EN QUÉ MOMENTO

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Con respecto al cine español cabría preguntarse lo que Zavalita, el personaje de Vargas Llosa, en Conversación en la catedral : "¿En qué momento se jodió el Perú?". ¿En qué momento -diríamos nosotros- se jodió el cine español? Nos pareció estar asistiendo a ese hito fundacional el otro día, mientras veíamos la aburridísima Vera, un cuento cruel (1974), de Josefina Molina: el estilo plano, inconfundiblemente televisivo, el recurso a argumentos "prestigiosos" de origen literario, el desinterés hacia los personajes, tratados como simples obsesos, el erotismo vacuo, la escandalosa limitación de medios (una casona alquilada, unos trajes de guardarropía)... Eran los rasgos que el cine español iba a presentar durante al menos una década, hasta que se impusiera en él el modelo de la llamada "comedia madrileña", en la que la casona es sustituida por un pisito en Lavapiés y una desprejuiciada promoción de jovencitos en permanente estado de satiriosis tomaba el rele

AQUELLAS ACTRICES

Aquellas actrices del destape ... Nadiuska, Bárbara Rey, Yolanda Farr... Las encuentro en Zorrita Martínez (1975), de Vicente Escrivá, una de las últimas películas del género en las que todavía se respetan ciertos límites a la hora de mostrar la anatomía femenina. Ya sé que consignar aquí haberla visto no arroja una luz precisamente favorable sobre mis gustos cinematográficos. No es, por así decirlo, como comentar una de Bergman. Pero, a veces, cuando uno lee otros diarios o cuadernos de anotaciones personales, asombra ver cómo quienes los redactan jamás se apean de lo que podríamos llamar el "género elevado", tanto en lo que ven como en lo que leen o escuchan, y nunca reconocen haberse distraído con bodrios como éste. Claro que también hay maneras de justificarse. Yo podría alegar, por ejemplo, que ando escribiendo sobre esos años, y que estas películas suelen ser eficacísimos estimulantes de la memoria. Basta observar lo que aparece en segundo plano: los coches, la ropa, l

RITOS DE PASO

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Este año, como los anteriores, el paso de un año a otro nos ha encontrado en B., en la sierra. Cena sencilla, acompañada de un buen vino. Las uvas, el brindis con cava. Luego, en contra de nuestra costumbre, salimos. Aunque aquí salir, lo que se dice salir, apenas si se diferencia de quedarse en casa, porque tampoco hay tanta gente a la que ver, ni lugares a los que ir, y todo queda en familia. El caso es que unos amigos vinieron a buscarnos y nos llevaron a casa de otros amigos suyos, entre los que había uno empeñado en recibir el año nuevo con cohetes, y estaba aplazando el lanzamiento de éstos hasta nuestra llegada. Viven esos amigos en una zona nueva del pueblo, bastante expuesta y desprotegida, lo que, en esa noche inclemente, prestaba una dimensión un tanto insensata al hecho de estar allí fuera, a la intemperie, en medio de lo que no sabíamos si era una neblina demasiado espesa o una llovizna demasiado difusa, viento estallar cohetes. Que fueron doce, a los que siguió una bonita

EL VIENTO

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Ha sido un año raro. No tan malo, quizá, como algunos dicen, pero sí extraño. Empezó bajo el signo de la crisis económica y ahí seguimos. Trajo consigo la amenaza de una temible pandemia, la de la gripe A, que al final se ha quedado en una simple racha de resfriados. Y trajo también, como anunciaba algún panegirista del actual gobierno, la inminencia de una conjunción planetaria de liderazgos progresistas, con Obama al otro lado del Atlántico y nuestro presidente ocupando el liderazgo rotatorio de la Unión Europea. El primer fruto de esa fabulosa conjunción fue la intervención del susodicho en la conferencia de Copenhague, en torno al cambio climático, en la que proclamó que la Tierra no es de nadie, que es del viento… Y como si los elementos lo hubieran escuchado, una colosal racha de ventiscas, tormentas y tornados se abatió sobre el escéptico y resignado hemisferio norte, el que alberga a todos esos países que, por su nivel de desarrollo, son los presuntos responsables de la alterac