UNIVERSOS
_-_1514.jpg)
Alegría visual de las mañanas, desde el ángulo en picado que me proporciona el balcón de mi cuarto de trabajo, en un segundo piso: las muchachas casi en deshabillé que pasean por las mañanas a sus perros. Cada pocos minutos pasa una bajo mi balcón, a veces literalmente arrastrada por el ímpetu de su mascota, y otras empujada por los vientos despiadados que suelen azotar estas latitudes. Entonces dan impresión de fragilidad, y parecen encarnar ese característico desgobierno del propio destino que deparan la juventud y la relativa pobreza. Pero otras avanzan con pie firme, bien plantadas sobre sus piernas, el pecho firme, la cabeza erguida, la ropilla de andar por casa muy ceñida al cuerpo, como gustaba Fidias de representar los trapos con los que envolvía a sus figuras. Entonces sí: entonces uno interrumpe brevemente su briega con el teclado y les dedica una mirada. *** Nos perdimos en aquella película de Imamura. No entendíamos nada. M.A. lo achacaba a la mala calidad de los subtítulo