EL ASFALTO

Debajo del asfalto está la playa”. O eso rezaba uno de los eslóganes más difundidos del llamado “mayo francés” de 1968. Ahora que una nueva oleada de protestas cívicas (o incívicas) sacude el país vecino, no han faltado nostálgicos de aquella revolución que se quedó en los preliminares, y cuyo verdadero desenlace fue la movilización masiva del voto conservador para darle al entonces hombre fuerte del país, el general De Gaulle, el más sólido y numeroso apoyo con el que contó jamás. Naturalmente, los nostálgicos lo son de las asambleas al aire libre, de los eslóganes arrebatados y de las posibles noches de amor en los pasillos de las facultades ocupadas; y no, como es de suponer, de aquella rápida reacción social que devolvió las aguas a su cauce en menos que canta un gallo. Aunque lo curioso de esa nostalgia, hecha hoy materia de artículo de opinión, es que puede constatarse por igual en los columnistas de derecha que en los de izquierda. En los segundos es comprensible; en cuanto a lo