UNA MIRADA

Un médico, un simple jefe de negociado, un empleado parapetado tras una ventanilla, incluso un portero o un bedel: durante el franquismo, había capas de la población para las que esas figuras podían representar la autoridad, el respeto debido, el poder omnímodo, por depender de ellas decisiones vitales para quien se ponía en sus manos, y porque en ellas estaba la posibilidad de actuar arbitrariamente contra los intereses del postulante, sin que, en el sistema jerárquico entonces en vigor, éste pudiera plantearse siquiera la posibilidad de elevar una queja. Naturalmente, no estoy achacando conductas de esa clase a todos los integrantes de los gremios mencionados; ni, por extensión, a cualquiera que detentase entonces alguna clase de responsabilidad profesional o pública (no sé: abogados, profesores...) de parecido alcance. Pero ésa era la esencia de las relaciones sociales en la España de entonces; y por eso me han llamado poderosamente la atención, en estos últimos días, las notic