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Mostrando entradas de febrero, 2011

ARTÍCULO DEL MARTES (y despedida*)

COCINEROS No tiene uno ni el tiempo ni el dinero necesarios para estar al tanto de lo que cocinan los grandes chefs por todo el ancho mundo; ni siquiera para poder opinar fehacientemente sobre lo que guisan los de nuestro país. Así que, en esto de la gastronomía más o menos prestigiosa, hago lo que la mayoría: leo lo que cuentan los periódicos, veo lo que muestra la televisión, y dejo que la imaginación haga el resto. Qué rico, me digo, debe de estar lo que hace tal o cual cocinero de relumbrón; qué inéditos placeres gustativos deben deparar esos bellos platos minimalistas que se resuelven con un trocito de pescado o carne colocado en medio de una artística mancha de salsa colorista y rematado por un brote verde. Se comprenderá que desde esta perspectiva tan limitada no tenga uno mucho que decir de los logros de la moderna gastronomía. Del celebérrimo Ferrán Adriá, por ejemplo, famoso por su afán de casar la cocina con la ciencia aplicada, no conoce uno más que las malas imitaciones:

CLARIDADES

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Entro ya a trabajar bajo la luz del día. Este intervalo -el que va desde que empieza a afianzarse la recobrada claridad hasta que, con la entrada en vigor en marzo del "horario de verano", ésta vuelve a perderse durante algunas semanas- es quizá el único del año en el que ánimo y luz van plenamente acompasados. La felicidad, no hay que olvidarlo, tiene un fundamento orgánico. En eso se siente uno muy igual a esas plantas que, después de haberse mustiado bajo condiciones desfavorables, recobran la lozanía con un poco de agua y unos días de sol. *** Lo más vergonzoso, quizá, de la actitud europea respecto a Gaddafi es reconocer que, en un momento dado... casi nos hacía gracia. Su megalomanía y sus extravagancias, efectivamente, entraban en el terreno de lo cómico. Si a eso se le añade que no había perdido del todo aún ese prestigio bastardo del que determinados tiranos autoproclamados "revolucionarios" gozan ante ciertas clientelas, se comprenderá que muchos ah

EL FULAR

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Me pregunta esta compañera si me gustan las películas de los hermanos Coen, y se sorprende mucho cuando le digo que no es que me disgusten, pero que tampoco me interesan demasiado, por lo que muchas de ellas tienen de pastiche o chiste cinéfilo -y le cito, como ejemplos, Muerte entre las flores y El hombre que nunca estuvo allí-; aunque también termino reconociendo que sí me gustan, sin reservas, películas tan incalificables como Barton  Fink , u otras tan ortodoxas como Fargo , que vienen a certificar que sus autores, más allá de los ejercicios genialoides, saben hacer buen cine sin más... Queda flotando en el aire esa ligera incomodidad que produce un desencuentro cuando afecta -más por parte de mi interlocutora, creo, que por la mía- a algunas creencias y gustos muy acendrados. Me ha pasado otras veces. Quizá sería más sencillo, por mi parte, empezar reconociendo lo que sí comparto de los gustos ajenos, antes que con la discrepancia. Pero supongo que, para eso, me tendrían que

A LA COLA

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Bandadas de estorninos y piar de pájaros diversos al atardecer. La primavera siempre se adelanta a sí misma; y esta impaciencia, que es su debilidad, es también su gran argumento contra la estación oscura que viene a relevar. Le quedan aún no pocos reveses antes de su triunfo definitivo. Si es que ese triunfo, en fin, no se inscribe ya en otra estación. Como la felicidad, de la que no se tiene conciencia más que cuando parece amenazada. *** Alterno la lectura de Ronda del Gijón , de Marcos Ordóñez, con la de Sólo se vive una vez. Esplendor y ruina de la movida madrileña , de José Luis Gallero. Dos libros sobre otros tantos momentos de la vida social y cultural madrileña, y sobre el fermento humano en el que se generan las energías, las confluencias de intereses, las oportunidades y las casualidades sobre las que se alzan las individualidades que efectivamente lograron hacer en su día una obra digna de recordarse. Y lo que llama la atención, por encima de las obvias y clarísimas

UNA MULTITUD EN UNA PLAZA

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Escribo estas líneas justo después de que saltara la noticia de la caída de Mubarak, el tiranuelo egipcio. La gente lo celebra en las calles de El Cairo, y la imagen algo tensa de multitud a la espera que hasta ahora habían servido las cámaras de televisión –todas ellas, sospechosamente, tomadas desde el mismo ángulo de la ya famosa plaza de la Liberación– se ha resuelto en la de una muchedumbre que canta y baila. Es difícil permanecer inmune a las reacciones masivas. Incluso cuando éstas tienen lugar a una distancia considerable, termina uno percibiendo ese extraño fenómeno, que los antropólogos han constatado, pero para el que no tienen una explicación plausible, de la emoción colectiva, de la exaltación que no reside en ningún sujeto concreto ni en un pequeño grupo de ellos, sino que brota de la masa en su conjunto y aflora en cada individuo de un modo que éste no logar explicarse si no es, precisamente, en relación a esa masa con la que vibra y siente. Desde la soledad en la q

ÍNFULAS DE HEMINGWAY

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En el autobús de las dos de la tarde, un inesperado olor a tortilla recién hecha. Se ve que algún pasajero acababa de retirar el envoltorio de un bocadillo comprado antes de subirse al autobús.  Esa mañana yo ni siquiera había desayunado: mi rato de descanso lo consumió una actividad imprevista; así que el mencionado olor me asaltó cuando ya empezaba a devorarme un apetito voraz. Se daba la circunstancia, además, de que venía leyendo una de las muchas historias de hambre y picaresca que conforman  Ronda del Gijón , el libro de Marcos Ordóñez sobre el célebre café madrileño. Miren por donde, la lectura me encuentra en una excelente predisposición física y moral para apreciarla. Como cuando uno está desesperadamente enamorado y lee, pongo por caso, Las inquietudes del joven Werther. *** En el citado libro, por cierto, el autor pone en boca del escritor Jesús Pardo la siguiente observación sobre la crítica literaria. "En aquella época sólo se podía escribir de la gente para deci

BIQUINIS

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Sigo con esta especie de dieta de libros y películas sobre Madrid que me he impuesto, para mantener y fortalecer el sutil hilo que une la visualidad de lo vivido y recordado, por un lado, y la que depende del mero poder evocador de la palabra escrita o la imagen que forma parte de un designio visual predeterminado y ajeno. En esta atmósfera intelectual y moral (algo peligrosa, en fin, para mi realidad inmediata, porque a ratos logra hacérmela olvidar por completo) voy madurando mi nueva novela, cuya verdad depende en gran medida de que el factor primero (lo recordado y vivido en primera persona) no sucumba bajo el peso de toda la literatura, escrita o visual, acumulada sobre experiencias similares, a la vez que se beneficia de los acicates ofrecidos por esa misma literatura para la indagación en la experiencia personal... Imagino que no hay proceso de escritura que no ponga en este mismo brete a todo escritor que, a su vez, sea y no pueda dejar de ser lector. En este caso, cuento con l

EMPATÍAS

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El Madrid de los Libros de Madrid de Juan Ramón Jiménez. Cada uno cuenta la feria como le va, y el relato de la feria madrileña de Juan Ramón -cielos grana y oro, atardeceres deslumbrantes, la Cibeles y la fuente de Neptuno entrevistos desde un tranvía o un taxi, el presentimiento de los desasistidos arrabales madrileños, el desfile permanente de los figurones (curas, gitanos, guardias civiles, jamonas) que componen para el poeta el cuadro grotesco de lo español, las presencias tutelares de los santones laicos de la Institución Libre de Enseñanza, la imagen redentora de las cumbres del Guadarrama sobre el variopinto panorama madrileño- termina siendo, como sospechábamos al iniciar la lectura de esta recopilación de libros esbozados, un retrato del propio Juan Ramón. *** Nadie más empático que un gato. O quizá sólo lo parezcan por saber estar callados, como esas personas cuya fama de sabiduría y ecuanimidad reside en que jamás abren la boca.

LEER Y TRIUNFAR

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Jessica Calvo, una de las “princesas de barrio” que protagonizan un programa televisivo en el que se escenifican, creo, las vidas de cuatro chicas del extrarradio madrileño, ha declarado a la prensa que no ha leído un libro en su vida. No hace falta leer libros, añaden los comentaristas, para triunfar en la televisión. O, lo que es lo mismo: el eslogan “Un libro ayuda a triunfar”, con el que las autoridades de hace siete u ocho lustros pretendían inducir a la población a que imitara los hábitos que se les presuponían a los habitantes de un país desarrollado, ha sido definitivamente puesto en entredicho. Un libro no sólo no ayuda a triunfar, sino que incluso puede ser un estorbo; porque, ¿dónde quedaría el desparpajo, la sana naturalidad, la facundia y la total ausencia de miedo al ridículo de estas estrellas sobrevenidas, si alguna vez se hubieran entregado a ese pernicioso hábito que enseña a las personas a ser reservadas, a sobrellevar la soledad, a sopesar las propias ocurrencias

RAP

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Pese a lo dicho ayer, me atreví a ensayar una modesta novedad en mi anunciada lectura (que fue en un instituto de un muy querido pueblo de la sierra): estrené -¿será éste el verbo adecuado?- un rap . No, no es que me haya comprado un jersey con capucha y unos vaqueros grandes, o que lleve la gorra con la visera para atrás... La puesta en escena la confié -mediante la amable intercesión de la profesora que había organizado la lectura- a un alumno del centro; que, a cambio, pidió interpretar también alguna composición propia. La del chico quedó magnífica; la mía, resultona. La idea me rondaba la cabeza desde hace meses, y en un rato perdido de las pasadas navidades puse manos a la obra y escribí una sarta de versos de ritmo variable y muy marcado, más o menos referidos al ambiente madrileño de la novela en la que estoy trabajando. Cuando lo compuse, se lo leí a mi hija, que primero se mostró sorprendida -creo que positivamente- y luego se indignó ante la posibilidad de que su padre aba

REPERTORIO

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Preparo una lectura mía en un instituto. Y no puedo evitar decantarme hacia textos que ya he leído otras veces y creo que no han sido mal recibidos por el público. Con el paso del tiempo voy teniendo un repertorio, como esos cantantes a los que el público reclama una y otra vez sus viejos éxitos. No es que a mí me reclamen nada, ni tampoco que cuente en mi haber con nada parecido a un éxito... Lo curioso es que, pese a lo dicho, nunca he dado dos lecturas idénticas, y en todas he terminado improvisando, leyendo textos al albur del momento y saltándome lo previsto. Lo que se traduce, a veces, en una especie de sensación de embriaguez, que resulta incluso embarazosa. Recuerdo que una vez, al terminar una lectura -era la presentación de mi primera novela, La raya de tiza -, ese acceso de euforia se tradujo en que le planté un beso en los labios a una amiga que se acercaba a felicitarme, y con la que, evidentemente, no tenía confianza para permitirme ese gesto. La chica se lo tomó con hum

FACTORES PRIMOS

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Hay poco o mucho Madrid en los  Libros de Madrid  de J.R.J., según. Pero decir eso de J.R.J. es como no decir nada: la única realidad verdaderamente constatable y mensurable en los escritos de J.R.J: es... el propio J.R.J. *** Esta amable compañera con la que coincidí hace un año, y que desde hace unos meses es lectora de estas notas, me dice que se ha formado de mí una idea muy distinta desde que me lee, y que esa impresión corrige o contradice en gran medida la que se había hecho cuando me trataba en persona. Deduzco de ello que esa primera impresión no debía de ser del todo favorable. Pero lo que más me llama la atención de esta confesión espontánea, que agradezco, es que pone de manifiesto la dificultad mayor, o la duda de más calado, que me plantea la escritura de este diario: si su protagonista responde, efectivamente, a los rasgos que identifican a la persona civil que firma con mi nombre y desempeña determinados papeles ante sus vecinos, compañeros de trabajo, amigos, fa

UN INCENTIVO

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Los “bloques” del Campo del Sur –es decir, la escollera que protege ese costado de la ciudad de los embates del mar– son ahora actualidad porque Demarcación de Costas está procediendo a su limpieza. ¿Que por qué habla uno de esto? Porque piensa en el trastorno que sufrirán los numerosos gatos que habitan este lugar hermoso y desastrado, que ofrece una de las vistas más características de la ciudad y, a la vez, es testimonio fehaciente de las abusivas y desconsideradas relaciones que muchos gaditanos mantienen con su entorno. Este artículo no quiere referirse a esta última cuestión. El incivismo, que uno sepa, no se soluciona con sermones. Y en la andadura de los objetos y desechos que están saliendo ahora a la luz –entre ellos, carros de la compra, motocicletas, piezas de coches–, posiblemente lo menos destacado sea que hayan terminado siendo arrojados al mar: mucho más lo parecen las historias a ellos asociadas. Más que para el moralista, estas campañas de limpieza proporcionan idea

PARA CUANDO FALTE

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En esta zona de la ciudad no hay un sólo bar abierto antes de las ocho de la mañana. Así que, si uno tiene la necesidad o la imprevisión de salir de casa sin desayunar, entra al trabajo sin haber podido echarse un café al estómago. Lo que llama mucho la atención, en fin: ¿es que en este barrio todo el mundo desayuna en su casa, o no hay nadie que entre a trabajar a las horas intempestivas a las que lo hace uno? Pero se ve que el estómago tiene sus mecanismos de inhibición: después de unas horas en ayunas, ni siquiera siento deseos de salir a tomar el bocado de media mañana. Al mediodía, si acaso, más que apetito, lo que siento son deseos de gratificarme. ¿Una copa de oloroso, quizá, que dicen que es aperitivo? Pero me da la impresión de que el vino, en ayunas, no hará sino aumentar la vaga sensación de irrealidad que ya me está causando esta mañana trastocada. *** No había visto las primeras películas del cubano Tomás Gutiérrez Alea, y por eso me sorprende el desparpajo satírico de

SCROOGE

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Acaso lo que apuntaba en la nota de ayer implique una nueva servidumbre. Constatar que los libros que se guardan, incluso aquellos que en principio se descarta leer, sólo están a la espera de que les llegue el momento en que su lectura sea urgente e imprescindible, significa que la higiénica tarea de desprenderse de los que llegan en aluvión, al buen tuntún de los envíos promocionales y las listas de correo de las editoriales, se hace poco menos que imposible. Me ha ocurrido ya: basta que me desprenda de un libro para que al poco tiempo surjan buenas razones para tenerlo a mano y leerlo. Quizá lo lógico fuera lo contrario: que uno se desprendiera de los libros que ha leído ya. Pero eso se me hace aún más doloroso.  *** Lo de Egipto. Cuesta imaginar que en un país musulmán triunfe una revolución genuinamente democrática. Claro que esto mismo se podía decir hace medio siglo de la mayoría de los países del sur de Europa. Hay un margen, supongo, definido por el nivel de bienestar re

TRANCHES DE VIE

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No soy muy aficionado a las novelas policíacas. Las novelas que me gusta leer -y, por tanto, las que me gusta escribir- son las que los viejos tratadistas del realismo definían como tranches de vie ; y eso, sin sentirme un realista de observancia estricta, ni mucho menos. Lo que me gusta, en fin, es la novela abundante en observaciones atinadas y minuciosas, tanto físicas como psicológicas; lo que tampoco quiere decir que me guste la novela morosa o lenta, porque no hay nada que impida que una página de observaciones certeras esté escrita con agilidad y buen pulso, y pueda leerse con la misma avidez que una en la que se cuente algún momento decisivo de una trama de acción. Para el lector entrenado, una página pertinente es siempre emocionante, aunque lo que cuente no se traduzca en acciones que quiten la respiración o se salgan de lo común.  Todo esto viene a cuenta de que ha caído en mis manos otra novela de intriga policíaca -la segunda en los últimos dos meses-, ésta de un hispan