ARTÍCULO DEL MARTES (y despedida*)
COCINEROS No tiene uno ni el tiempo ni el dinero necesarios para estar al tanto de lo que cocinan los grandes chefs por todo el ancho mundo; ni siquiera para poder opinar fehacientemente sobre lo que guisan los de nuestro país. Así que, en esto de la gastronomía más o menos prestigiosa, hago lo que la mayoría: leo lo que cuentan los periódicos, veo lo que muestra la televisión, y dejo que la imaginación haga el resto. Qué rico, me digo, debe de estar lo que hace tal o cual cocinero de relumbrón; qué inéditos placeres gustativos deben deparar esos bellos platos minimalistas que se resuelven con un trocito de pescado o carne colocado en medio de una artística mancha de salsa colorista y rematado por un brote verde. Se comprenderá que desde esta perspectiva tan limitada no tenga uno mucho que decir de los logros de la moderna gastronomía. Del celebérrimo Ferrán Adriá, por ejemplo, famoso por su afán de casar la cocina con la ciencia aplicada, no conoce uno más que las malas imitaciones: