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Mostrando entradas de abril, 2011

"FAMIGLIA"

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"Me da mucha vergüenza lo que has escrito sobre mí en tu diario. Me haces hablar como el pequeño saltamontes de la serie Kung Fu ." *** A falta de leer el último relato del libro -no, esto no es una reseña-, trato de encontrar un adjetivo que describa la impresión que me está causando Tanta gente sola , de Juan Bonilla; y que no sea, en fin, uno de esos adjetivos convencionales que suelen emplearse en el tráfico del elogio literario. Y se me ocurre "demoledor". Porque no otro es el efecto que estos perturbadores cuentos causan en el ánimo de quien los lee. Y lo hacen por un doble camino: primero asegurándose la complicidad del lector, mediante la previsible sintonía que éste establece con alguna de las historias que abren la colección -después del desconcertante relato metaliterario que la inaugura-, ambientadas en la infancia y en el mundo escolar; y luego por las incómodas, tremendas certezas que dejan en él los últimos; y que no es que estuvieran ausentes

SOBREMESA Y CINE

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"Es como Blade Runner pero en triste", me dice M.A. a propósito de Alphaville , la película de Godard. *** Y también, poniendo los puntos sobre las íes, después de que yo me haya deshecho en elogios acerca de la utilización que Anthony Mann hace del cinemascope en Los héroes de Telemark : "Querrás decir su director de fotografía". *** —Antes no se te ocurrían estas precisiones —le digo.  —Antes me las callaba.

HABAS TIERNAS

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Hablar del tiempo, ese bendito recurso sin el que la vida social sería una sucesión de penosos silencios. El pretexto hoy era el día esplendoroso, en contraste con el tiempo de perros que ha hecho a lo largo de toda la Semana Santa. Y la constatación de ese espíritu burlón que a veces parece presidir los cambios meteorológicos: lluvia y días sombríos durante las vacaciones, pleno sol el día de vuelta al trabajo. Y cómo hemos afilado el tópico, entre saludos y más o menos obligados parabienes, mientras el sol, desde arriba, derramaba su bálsamo sobre los cuerpos -uno aquí, otro allá, en la extensión de playa visible desde nuestro ventanal- de los desocupados.   *** Malestar ante lo que me parece una crítica, no negativa -no lo es- sino... apresurada. Y la duda: ¿se habrá leído esta mujer el libro? En ese caso, ¿por qué estos errores de bulto respecto a la cronología y el desenlace de la historia? Claro que, reconociendo nuestras limitaciones, todo puede deberse a que la novela no h

EXPERIENCIAS AJENAS

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Termino Madrid ha muerto , la novela de Luis Antonio de Villena sobre el Madrid de los ochenta. La he leído en ese estado de alerta con que se asoma uno a los relatos que le conciernen, lo que se ha traducido en una especie de avidez; no ya porque la literalidad de lo contado se parezca a mi propia experiencia de ese tiempo -es más bien lo contrario-, sino porque he reconocido el trasfondo, el clima, las expectativas de los personajes. Lo que tampoco es extraño: si algo caracterizó la década, fue el exceso de autoconciencia; por lo que no resulta nada extraño que, al final de la novela, su protagonista no tenga empacho en hacer balance de lo vivido en esos diez años exactos, como quien cierra un periodo contable... Por comparación, las dos décadas que han venido después resultan difusas, y no creo que nadie, al terminar 1999, pongo por caso, atribuyera a la cifra redonda por estrenar un valor de cierre o comienzo, por mucho que el año 2000 se adornara con toda clase de simbologías que,

DOS ANOTACIONES A PROPÓSITO DE UN CUENTO

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A falta de otro cuaderno, anoto aquí un par de impresiones surgidas de la lectura de "Un gran día para tus biógrafos", el cuento que abre el libro Tanta gente sola , de Juan Bonilla. A veces me he preguntado si los escritores sistemáticos, los empeñados en forjarse un estilo o en tener una concepción del mundo inconfundiblemente propia, forjan esta presunta personalidad estilística o ideológica a fuerza de anotar lo que otros, simplemente, leemos y más o menos olvidamos. Yo, desde luego, no soy de esa clase de escritores: nunca me he empeñado en desentrañar los recursos creativos de otro, bajo el convencimiento de que ese conocimiento pudiera activar los míos. Y si ahora anoto aquí estas sugerencias surgidas del cuento de J.B., no es porque crea que puedan serme útiles en algún momento. Más bien todo lo contrario: registrarlas aquí supone, de alguna manera, invalidar cualquier variación futura que pudiera ocurrírseme a partir de ellas.  Pero voy al grano. La primera: "

MADRID HA MUERTO

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Empiezo a leer Madrid ha muerto , la novela de Luis Antonio de Villena sobre los años ochenta; y la impresión que se desprende de sus primeras páginas es que, independientemente de la deriva que vayan a tomar las que quedan, esta novela parece escrita -seamos cursis- con el corazón en la mano; o, lo que es lo mismo, con la verdad de lo vivido -de primera o segunda mano: a partir de cierta edad ambas cosas se mezclan y te explican por igual- por delante, condicionando la escritura, haciéndola incluso ingenua a ratos, pero al mismo tiempo infundiendo a lo contado un aire de elegía anticipada. Creo que son las mejores páginas que he leído de este escritor que, desde luego, no figura entre mis favoritos. Claro que incluso las preferencias de uno, que parecen tan asentadas, pueden cambiar. *** Y me alegro de que la lectura de esta novela, comprada en librería de viejo, pese a ser de 1999 -Planeta guillotina rápidamente todo lo que no vende-, coincida con la finalización de la primera red

GRANDES SUPERFICIES

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Tarde en el centro comercial. El levante sacude sin piedad la explanada del aparcamiento y trae un inesperado olor a mar, pese a que éste se halla a unos treinta kilómetros de distancia. Piensa uno en las desoladas perspectivas de los cuadros de De Chirico; pero, más que desamparo metafísico, lo que sugiere esta explanada azotada por los vientos es la dura franqueza de los tratos que aquí se ofrecen. Hay a nuestro alrededor al menos media docena de lo que llaman "grandes superficies", y entre todas ellas no es difícil hacerse ilusiones respecto a la posibilidad de tirar literalmente la casa por la ventana y sustituir todo lo viejo y desportillado -que es casi todo, en una casa que lleva ya muchos decenios habitada por las mismas personas y gobernada por los mismos hábitos- por cosas nuevas. Aquí hay de todo, e incluso barato: bastarían unos miles de euros para empezar de cero, o para hacerse la idea de que se empieza de cero. Pero no tenemos esos miles de euros, nadie los tie

BROTHERS IN ARMS

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Extraño trío de ases el que esgrimo al final de la velada, para rematar la serie de venerables elepés de vinilo que he ido poniendo para amenizar la cena. "Esto era lo que se escuchaba en los pubs a los que yo iba a mediados de los ochenta", le digo a mi interlocutor, mientras le pongo por delante las carpetas de Magic Touch , el primer LP de Stanley Jordan, Winelight , de Grover Washington Junior, y Return to Forever,  de Chick Corea.  Mi amigo es unos tres lustros más joven que yo: el primer título no le suena en absoluto; del segundo acierta a tararear "Just the two of us", la canción más conocida del disco; al tercero, por supuesto, le reconoce su bien ganada condición de clásico... Esta deriva de nuestra audición, y de nuestra conversación, partía de la extrañeza que me habían producido sus comentarios de desagrado sobre Dire Straits, cuyo álbum Brothers in arms habíamos escuchado previamente... Le explico que, en la banda sonora de mi propia vida, este grupo

AFORTUNADO

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En contra de mi costumbre, hago esta anotación en sábado, que es el día en que me suelo imponer una rigurosa dieta de ayuno informático. Hago la excepción porque realmente tenía ganas de dedicar un rato a este cuaderno, después de una caótica semana laboral; y porque, a la vuelta de mi acostumbrada visita de los sábados al apartado de correos, me apetece consignar que vuelvo felizmente cargado con un mazo de libros que apenas me cabe en la mano, y pensando que, treinta años después de que me iniciara en estas cortesías más o menos aparejadas a la labor de escribir, todavía me llena de felicidad, y me produce cierta perplejidad, que haya amigos, editoriales, instituciones e  incluso escritores a quienes no conozco, que creen conveniente enviarme sus libros, aun a sabiendas de que poco o nada puedo hacer por ellos, dada la escasa relevancia que puedan tener mis opiniones al respecto, no digamos ya mi influencia... Juzgo este fenómeno una afortunada casualidad, que pone un poco patas arri

MAÑANA DE CONVALECIENTE

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Casi me volteo el libro de Karl Kraus en las tres horas aproximadas que paso en este centro médico, al que he acudido para hacerme un reconocimiento "de empresa". Y me pregunto en qué términos hubiera retratado este ácido autor, fustigador de tópicos, el ambiente de plácida rutina presidida por sanos principios que impera en este lugar. Nadie tiene prisa, ni tampoco se cumple la expectativa, un tanta alarmista, de pasarme la mañana en una larga fila de hombres en camiseta más o menos preocupados por sus bronquios, sus cervicales o cualquier otro órgano o parte del cuerpo afectada por largos años de trabajo insano. Apenas somos once. Y como, a lo que se ve, estamos todos sanos como peras, con ninguno de nosotros se emplea más tiempo que el necesario para certificar que vemos y oímos bien, que el corazón nos late a un ritmo razonablemente regular, y que no hay motivos fundados para temer por nuestra salud, más allá de las humanas contingencias a las que todos estamos sujetos.

PARÍS, ETC.

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Olvidé consignar ayer el catálogo que este amigo nuestro hizo de la fauna que habita su huerta. Una serpiente a la que vio un día tragándose un enorme sapo; el lagarto, también de tamaño considerable, que, al parecer, habita al pie de la ventana y a veces trepa hasta ella por la hiedra, sin llegar a entrar en la casa; la familia de pájaros que  ha ocupado la casita de corcho que, a tales efectos, ha colgado de las ramas de un peral; e incluso los meloncillos cuyas huellas ha descubierto en determinados plantíos. Faltan los diversos gatos que a veces cruzan la alambrada, el burro que campa en la parcela vecina, y del que proceden los suculentos cagajones que alimentan los rosales, el ruiseñor que filarmoniza los atardeceres, los pacientes caracoles, las percas que ponen una nota viva en el fondo sombrío de la alberca, que han heredado de aquellas truchas de cuya infausta suerte di cuenta en una entrada anterior de este cuaderno... Mi amigo los humaniza en su modo de referirse a ellos: &

OBSTINADOS

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Habíamos tomado un par de botellas de vino con la cena y ahora paladeábamos unas copas de coñac mientras arreglábamos el mundo, o contribuíamos a enmarañarlo más, quizá. Daba un poco de grima constatar que habíamos franqueado nuestra privacidad a todas esas palabras huecas que llenan los titulares de los periódicos. Y el riesgo de embriaguez no procedía tanto de las bebidas espirituosas como de toda esa palabrería que nos exaltaba en vano. Cuando, de pronto, nuestro anfitrión hizo un gesto con la mano, para que nos calláramos. Y por la ventana abierta entró, alto y concéntrico, el canto sostenido de un ruiseñor que había hecho parada en un solar vecino. Nos miramos los unos a los otros y agachamos la cabeza, avergonzados, ante lo que nos pareció una suave y oportunísima reconvención para que dejáramos de atronar la noche con nuestra cháchara, tan vana, tan inútil, tan fuera de lugar. *** El cura de este pueblo, nos dice esta buena anciana, no da abasto. Se ocupa de ésta y de otr

LIBROS PARA OTROS

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Nada más grato que esa sensación de desprendimiento que se tiene cuando se compran libros para otro. Disfruté haciéndolo cuando fui responsable de una biblioteca escolar, en mi anterior destino, y vuelvo a disfrutarlo hoy cuando acudo a una librería a recoger los cinco ejemplares de la selección de poemas de Emily Dickinson traducidos por Marià Manent que recibirán los cinco autores distinguidos con "menciones honoríficas" en el concurso de poesía en inglés que fallamos el otro día; más un ejemplar de los Sonetos de amor de William Shakespeare, en traducción de Antonio Rivero Taravillo, que entregaremos a un joven poeta que ha merecido una mención fuera de concurso... Me agrada pensar que estas elecciones no son del todo arbitrarias; y que, si he optado por la delicada poetisa de Amherst, es porque, en el somero "taller" con el que intentamos dotar a los alumnos de algunos recursos poéticos en lengua inglesa, el modelo de poesía del que no aparté en ningún momento

DISYUNTIVAS

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La disyuntiva entre volver sobre lo escrito, para corregirlo y afianzarlo, y seguir adelante hasta alcanzar el desenlace previsto. La novela llegará a su final de un  modo u otro. Y acaso lo verdaderamente inquietante de la disyuntiva sea su traducción en términos vitales: vivir con la mirada puesta en lo ya vivido, ahondando en su sentido y -acaso- corrigiéndolo o poniéndolo en claro; o seguir adelante sin mirar hacia atrás. Sólo que, en el caso de la vida, la elección rara vez se plantea en estos términos; y son las circunstancias las que hacen valer el pasado, casi anulando el presente; o, por el contrario, te fuerzan a saltar en el vacío. *** Aporto mi rap a la maratón escolar de lectura que se celebra en mi centro de trabajo. Lo pongo en manos de unos animosos chicos que consiguen darle el punto apropiado de desgarro y emoción. Y me resulta extraña esta melopea en boca de quienes quizá no entiendan o compartan del todo su sentido: que, como el de tanta poesía escrita por ad

IMPACIENCIAS

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De nuevo me rinde el sueño en el autobús: quiero decir que no me deja leer; porque, en cuanto renuncio a la lectura, lo que se impone es el estruendo que me rodea: el barullo de una docena de conversaciones cruzadas, la radio, la vibración ronca del motor... En medio de esa barahúnda, sólo en la lectura podía encontrar silencio. Un silencio interior, en el que incluso es posible echarse a dormir. *** La degradación de la prensa y, con ella, la creciente indefensión del ciudadano frente a la manipulación, la propaganda o los ataques a su intimidad; la presencia asfixiante del Estado en cuestiones de las que debería permanecer apartado: entre ellas, el debate estético, utilizado como arma de legitimación política y controlado mediante la adjudicación discrecional de subvenciones; la impotencia de los intelectuales y su inerme división en bandos aparentemente irreconciliables, según cuenten o no con el favor de ese único mecenas todopoderoso... ¿Hablo de la sociedad española de hoy?

ALGO SE MUEVE

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La mezcla de llovizna y relativo calor presta a esta primera hora de la mañana del domingo -no tan primera, en fin: son las once; lo que pasa es que, al parecer, nadie se ha levantado aún- una cierta atmósfera de bochorno tropical. He salido a comprar el pan. Pesa el chubasquero y hiere el oído el sonido de los propios pasos en la calle desierta. Un viejo en camiseta me mira desde una ventana con gesto de reproche, supongo que molesto por ese sonido extemporáneo, al que la cualidad del aire infunde una resonancia de golpes en un lugar cerrado. La verdadera intimidad, seguramente, no es la que sucede a espaldas del viejo, en ese dormitorio todavía por ventilar en el que ronca todavía su mujer. La verdadera intimidad es ésta que voy quebrando con mis pasos... Hablo del tiempo que hace, como ha señalado, no sé si reprochándomelo, un conocido crítico literario -y uno de los mejores, todo hay que decirlo- a propósito de mi libro Pintura rápida . Pero de qué otra cosa puedo hablar para aludi

LA LIEBRE

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Esta vez hago de jurado en un concurso escolar de poesía. En inglés, como corresponde a mi especialidad académica. El reto planteado a los participantes era arduo: escribir un poema en un idioma que la mayoría de ellos domina muy rudimentariamente, y con cuya tradición literaria no están en absoluto familiarizados, ni siquiera a los niveles elementales que procura la enseñanza reglada respecto a la literatura propia. Sin embargo, era una buena ocasión para poner a prueba una vez más una intuición que mantengo desde la primera vez en que me fue dado formar parte de un jurado literario y enfrentarme a la lectura de textos cuya autoría desconocía y que me llegaban absolutamente desprovistos, no ya de referentes previos, sino incluso de los mínimos indicios de afinidad formal y personal que uno demanda de un texto antes de decidirse a abordarlo. De esas experiencias uno ha aprendido dos cosas: la primera, que la tonalidad general de los textos que concurren a un premio literario refleja co