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Mostrando entradas de septiembre, 2011

APRETURAS

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Días de apreturas en el autobús. El hecho de que éstas desaparezcan gradualmente conforme avanza el invierno, igual que los atascos de tráfico son mayores los lunes que cualquier otro día de la semana, y luego van  aminorándose, hace pensar en una declarada tendencia al desistimiento por parte de quienes concurrimos en estas atareadas aglomeraciones. O en que el desgaste que obra la rutina causa cuantiosas bajas entre quienes en un primer momento se aprestaban animosamente a apencar con ella. *** La moda femenina del pantalón cortísimo. Por todas partes, muslos abundantes, apretados, hermosos. Algo así como el paraíso -y el infierno- de los atribulados personajes masculinos que interpretaba Alfredo Landa. Sólo que, superado aquel vergonzoso estado de privación, y  asimiladas ya las tres o cuatro revoluciones sexuales que hemos vivido, más las consiguientes oleadas de progresiva desinhibición indumentaria, este regreso al minishort de los setenta resulta una especie de retorno

MONSIEUR LE DOCUMENTALISTE

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De nuevo empiezo a acumular anécdotas de bibliotecario. Que no traslado aquí en su totalidad porque, después de todo, quiero que esto sea un diario íntimo, y no un dietario profesional. Salvando, claro está, aquellas que, de algún modo, suscitan algún temblor personal en mi automatizado ego de funcionario docente. Por ejemplo, la extraña sensación que me asalta ante la insistente demanda que un chico de quince años me hace de las memorias de Trotsky. Que, por supuesto, no figuran en nuestro catálogo, pero que yo me he apresurado a pedir a una librería; porque, aunque uno haya pasado ya todas esa fiebres, y esté curado de espanto, pienso que lo que no puedo en ningún modo hacer es ahorrarle a nadie ciertos trances. Y el de pasar el sarampión revolucionario -y más, el de la "revolución total" trotskista- no es, creo, lo peor que le puede ocurrir a uno en la adolescencia. Y menos en estos tiempos. *** Y otra: que el resultado de cierto imaginativo "inventario" d

FANTASMAS

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Me dice M.A. que los japoneses creen que la primera luna de otoño, la que trae la lluvia, propicia también las apariciones de fantasmas. Quizá eso explique cosas como la que sigue. *** Hablaba el otro día de la presencia un tanto fantasmal de Cernuda en aquel patio jerezano en el que presentamos su biografía. Y vengo hoy a este cuaderno con otra historia de presencias fantasmales, también al hilo de la presentación de un libro. La ritualidad literaria se parece mucho al espiritismo, me temo. Y es incluso más efectiva, creo, porque no hay estado de sugestión individual o colectiva que supere al que causan unas pocas palabras justas leídas o pronunciadas en el momento adecuado. Sucedió el martes. Nos habíamos reunido en la trastienda de una céntrica librería gaditana para asistir a la presentación de un libro colectivo dedicado a la memoria del anarquista y paisano nuestro Fermín Salvochea. Pero el fantasma que hizo sentir su presencia en el acto no fue el del venerable revoluc

PATATAS

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Definitivamente, como lector, no encuentro en estos días poesía que me alimente . Tiene que ver, por supuesto, con mis propias aspiraciones al respecto. Si ando cansado, también como escritor, de la poesía meramente discursiva, no pueden satisfacerme los poetas que se aplican a ella sin más... Busco, por así decirlo, buenos compañeros de viaje. Y el caso es que, para ello, antes de preguntarles a otros a dónde van, tendría que saber a dónde me dirijo yo mismo. *** El Viaje en autobús de Pla: sin duda, los escritores del régimen tenían carta blanca para decir lo que querían; si no, no se explica esta mirada franca sobre la España hambrienta y devastada de 1941-42. Claro que el hambre -o, mejor dicho, la posibilidad de satisfacerla- ha sido siempre una de las inspiraciones favoritas de Pla. Que se emocione ante un campo de patatas no responde sólo, como podía ser el caso de sus acompañantes en este viaje, al hecho de que éstas fueran escasas y estuvieran racionadas, sino, digamos,

UNA PRESENTACIÓN

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Podría haber sido un acto literario más: un público más o menos aburrido enfrentado a un autor que cubre el trámite de presentar su libro. Pero concurrieron un cierto número de circunstancias singulares, que hicieron que saliéramos de él con la sensación de haber rozado el logro de ese conjunto de difíciles aspiraciones en que debiera consistir el ejercicio de la literatura. Venía Antonio Rivero a presentar su biografía de Luis Cernuda. Y me tocaba a mí introducir el acto y presentar al autor. Algo, en fin, en lo que puedo decir que tengo ya cierta práctica, aunque no sea más que por haberlo hecho en unas pocas ocasiones en los años que llevo dedicándome a esto. La rutina no se define tanto por la frecuencia como por la regularidad con que se llevan a cabo determinadas acciones; y efecto de la rutina es que que sobre estas acciones, aunque casi siempre gratas, pese a veces un cierto descreimiento... Jugaba en contra de este sentimiento, no obstante, el hecho incuestionable de que me gu

ODIOS

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No conté ayer que, para localizar los recuerdos de Ginsberg que citaba en mi nota -mi reseña del libro de Ory traducido por el norteamericano, o la referencia de los poemas de éste publicados en RevistAtlántica - no tuve más que poner en Google las palabras correspondientes, ahorrándome así una trabajosa indagación en mi biblioteca. De hecho, yo estaba confundido: la citada reseña creía que estaba publicada en la revista jerezana Contemporáneos , y me podía haber pasado toda la tarde ojeando infructuosamente mi colección de la misma. La sorpresa fue que, nada más poner el título del libro y mi nombre en el buscador, no sólo di con la referencia, sino que encontré la página entera reproducida en Google Books... No sé si tanta disponibilidad es buena o mala. Antes nos pasábamos sin esas facilidades, y no creo que por ello fuéramos más inexactos en esta clase de apreciaciones, o más olvidadizos a la hora de reconstruir, como hacía yo ayer, el rastro de una lectura. El caso es que ya hay q

GINSBERG

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El capítulo del libro de Ovejero dedicado a la beat generation me lleva a releer Aullido , de Ginsberg, y a repasar otros poemas del autor que tengo dispersos en varias revistas y antologías. De beatnik , como cualquiera que me conozca puede deducir, siempre he tenido más bien poco. Pero dice algo de nuestra posición como meros lectores el hecho de que, incluso respecto a un autor tan alejado de mis gustos y de mi práctica literaria, pueda yo ahora trazar un itinerario de mi relación con él, o una retrospectiva de las ocasiones en que me he visto impulsado a leerlo. Era, recuerdo, uno de los escritores de cabecera de Jesús Fernández Palacios, un poeta gaditano mayor que yo al que confié la lectura de mis primeras probaturas poéticas, y al que todavía me une una buena amistad. Uno de sus poemas más celebrados, el titulado "Treinta monedas de pus", debía mucho, al decir de su autor, a la influencia del norteamericano; dato que yo entonces no podía corroborar, porque no había l

CADENAS

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El único signo cierto del cambio de estación -aparte de la vuelta al trabajo, ay- es la tonalidad de la luz. Los colores son los mismos, sí, pero parecen pintados sobre un lienzo que previamente ha recibido una imprimación dorada. El otoño es eso: el afloramiento de esa luz oculta, en comparación con la cual los colores de las otras estaciones resultan... demasiado primarios, como los de una casa nueva. *** Las complicadas -y, a la vez, muy previsibles- rutas de la curiosidad. La lectura de Escritores delincuentes  de Ovejero me lleva a releer "El policía y el salmo", un relato de O. Henry incluido en Joyas del cuento norteamericano , la antología que mi paisano Fernando Quiñones preparó para Selecciones del Reader's Digest . En la nota previa de este cuento Quiñones recordaba que Charles Laughton había interpretado a su protagonista, el vagabundo Soapy, en la película O. Henry's Full House , que aquí se llamó Cuatro páginas de la vida . Y heme aquí rastreando es

DESLEAL

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"Mi padre afirmaba: 'Nunca hagas nada que no quisieras ver publicado en la portada del New York Times'  ", dice Billie, la protagonista de Nacida ayer , la película de Cukor. Y se me ocurre que, viniendo de una ex-corista, la frase no sólo es una apelación a una añorada rectitud, como parece dar a entender una primera lectura, sino también una cínica declaración exhibicionista. O ni una cosa ni otra, si adoptamos una posición más benevolente: podría ser un excelente lema, por ejemplo, para una vida contada en un diario como éste. *** Al desmantelamiento de las instalaciones playeras se une, en estos desolados paseos matinales míos, la constatación del progresivo oscurecimiento de la hora. Es como si las mismas brigadas que andan retirando chiringuitos y hamacas hubieran hecho algún intento, no del todo fracasado, de desmantelar el sol. *** Envío la novela al editor. No, no es cierto que los libros sean como hijos. Si lo fueran, no tendría uno valor para empu

ALTA GAMA

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Mis caminatas matinales por el Paseo Marítimo tocan a su fin: en apenas un par de días, con el comienzo del horario regular de clases, las prisas de primera hora harán imposible, por un margen de apenas diez minutos, este modesto placer contemplativo. No me quejo; simplemente constato la inminencia de ese modo antinatural de comenzar el día sin consultar previamente los grandes referentes del devenir estacional: la luz menguante de estos amaneceres cada vez más renuentes, el estado del mar, la compañía sobrevenida de los escasos paseantes a cuya reiterada presencia me he ido acostumbrando estos días. Y todo, ya digo, por un margen de diez minutos, los que tardo de más al venir andando desde la entrada de la ciudad, cuando no hay urgencia para que me traigan hasta la misma puerta del trabajo. La felicidad, se me antoja, sería eso: disponer de esos diez minutos. *** En el paseo de hoy veo que han empezado a desmontar el pequeño parque de recreo infantil con el que cuenta la playa du

EL SÍNDROME

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A estas alturas de septiembre, la mayoría de ustedes ya habrán superado los efectos del llamado “síndrome postvacacional”. Después de la angustiosa víspera, en la que uno se sentía incapaz, no ya de reanudar la labor, sino incluso de volver a pisar el lugar donde ésta se efectúa, después del primer madrugón, del sentimiento de timidez con que uno cruza la puerta del centro de trabajo, de los saludos más o menos rituales a los compañeros, la realidad se ha impuesto y, en cuestión de horas, o a lo sumo de unos días, ya está uno trabajando como si no hubiese habido nunca vacaciones, como si no hubiese dado uno por terminado el ciclo anterior y hecho propósitos más o menos bienintencionados para el que comenzaría después del periodo de descanso. Alcanzada esta fase, los médicos declaran que el síndrome ha pasado. Y quizá es entonces cuando empieza la verdadera enfermedad: la conformidad con la rutina, la aceptación de que el día empieza cuando aún es de noche y termina cuando vuelve a serl

CAMAFEO

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La imagen que me depara hoy mi caminata matinal por el Paseo Marítimo: un mendigo que duerme abrazado a su perro, mientras éste mantiene la cabeza erguida y los ojos bien abiertos, en una expresión que, sin embargo, no transmite angustia ni tensión, sino sólo una cierta conciencia del propio papel. Que se atreva alguien a hacerle algún daño a su amo, que duerme plácidamente, arropado en sus trapos y en la benignidad del clima, y confiado enteramente a la mirada vigilante de su compañero. ¿Quién dice que los perros son serviles? Éste, desde luego, no lo es. Transmite más bien una impresión de sereno orgullo. Como si, al recibir la pregunta muda de este transeúnte, no vacilara en responder: Sí, los dos hemos elegido voluntariamente esta vida de perros. Y no nos arrepentimos. *** Cukor, como Lubitsch, procede de la opereta vienesa, o de la versión internacional de la misma que triunfó en los escenarios de todo el mundo hasta la víspera de la Segunda Guerra Mundial, y cuya representan

DUCHA DIARIA

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Escribir implica resignación y, por qué no decirlo, una llamada a la modestia. Lo primero, porque lo que uno alcanza a plasmar sobre el papel está casi siempre por debajo de lo que uno pretendía; y lo otro porque de la necesaria conformidad con esa constatación surge una cierta capacidad de tolerancia hacia las propias limitaciones. A lo sumo, puede uno llegar a sentir lo que el poeta e.e.cummings: "It looks good on the page... but never good enough" . O algo así (cito de memoria). *** Tres días recorriendo este camino (excepcional, pues pronto el horario regular de clases me dejará sin tiempo para hacerlo), y ya reconozco a casi todas las personas con las que me cruzo. Lo que implica, en fin, un cierto grado de conocimiento de sus vidas: ya sé, por lo menos, a qué hora se levantan, quiénes trabajan y quiénes no, si charlan con sus acompañantes o van callados, y (por la vehemencia con que algunos expresan sus opiniones) en qué medida desaprueban al actual gobierno... Y más

ROSTROS

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En el Paseo Marítimo, junto a la playa, a primera hora de la mañana, me llama la atención el atronador canto de... los grillos. Pero ¿de qué se alimenta un grillo en una playa? *** Caras nuevas, con todo lo demás que las acompaña: voces, expresiones, historias particulares. Si algo bueno tiene este trabajo, es la seguridad de que cada comienzo de curso trae consigo cierta renovación del paisaje humano. En otro tiempo se hacía uno sus particulares cábalas respecto a las posibilidades que le planteaban estas presencias novedosas. Hoy es sólo curiosidad lo que me lleva a interesarme por lo que traen consigo, por lo que cuentan, por lo que esperan de su nueva circunstancia. Y, sin embargo, encuentro más intensa y mejor fundada esta curiosidad (indiscreta incluso, como el impulso que me llevó a preguntarle ayer a una recién llegada el por qué de su obsesión por conocer todas las combinaciones posibles entre Cádiz y Barcelona) que las expectativas, casi siempre infundadas, de antes... **

PINTURA RÁPIDA, OTRA VEZ

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De nuevo en el Concurso de Pintura Rápida de Ubrique . Esta vez sólo por la tarde, casi al filo de la hora en la que ha de hacerse público el fallo. Lo que tiene como consecuencia que nos hayamos perdido lo mejor, la larga jornada en la que es posible observar a los participantes en plena labor y apreciar el singular respeto con el que este pueblo acoge lo que en otros sin duda sería contemplado como una estrambótica interferencia en la vida cotiadiana. Este año, ya digo, teníamos nuestros motivos para reservarnos: huíamos del calor, del tedio de las largas horas que median entre la sobremesa y el momento del fallo; y habíamos cedido a la natural reticencia de C. a pasar el día pendiente de los dichos y hechos de un grupo variopinto de adultos más o menos despendolados... Así que bajamos al pueblo cuando ya la mayoría de los cuadros estaban expuestos en la plaza del Ayuntamiento y el jurado efectuaba su ronda, antes de recluirse para una deliberación que fue mucho más larga de lo habit

LLUVIA DE ORO

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Ya se sabe que las casualidades demasiado forzadas provocan la incredulidad, y eso es lo que siente uno ante la llegada de las lluvias otoñales justo el primer día de septiembre, coincidiendo con el final de las vacaciones. Llego al trabajo empujado por los vientos y "mojado hasta los cuernos", como rezaba el poema de Jaime Gil, y me parece intuir que el año que así se inicia -uno, que no ha salido nunca del colegio, cuenta los años por cursos- será como este primer día: pura bambolla y cartón piedra, sobre el telón de fondo de una crisis política, económica y moral que parece no tener fin. Y me acuerdo de otros comienzos de otoño menos abruptos. En Bocaleones, por ejemplo, al final de nuestros veranos en Zahara de la Sierra, cuando el final del verano se anunciaba con la irrupción en el valle de un viento cargado de humedad, que podía traer o no lluvia, pero que, en cualquier caso, precipitaba la caída de las hojas de las falsas acacias que daban sombra al porche, y aseme

MELÓN

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A las siete en planta, como quien dice. Y no porque tenga que madrugar: los azares horarios han querido que mi primera cita con el trabajo después de las vacaciones sea a las cinco de la tarde, como las corridas de toros. Así que me levanto por solidaridad con M.A., que también se estrena hoy, y para ritualizar un poco mi regreso a mis otras obligaciones, entre las que se encuentra, este septiembre, la revisión definitiva de mi novela en ciernes. Antes, redacto mi reseña de Blanco White, que es el primer texto de cierta extensión que escribo desde hace un mes; y que me sale, me parece, un poco apretado de hechuras, quizá porque he rumiado más de la cuenta mis impresiones de lectura en torno a este personaje; o quizá, simplemente, porque todavía tengo el cerebro y los dedos embotados, después de este largo intervalo sin exigencias.  Tras la reseña, a este cuaderno, que viene a ser como el patio de recreo de mis sesiones de trabajo. Y vuelta, también, a mis hábitos de pensamiento; p