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Mostrando entradas de noviembre, 2011

PREVIA

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Pensando qué decir en la presentación de Ronda de Madrid . Como siempre en estas ocasiones, paso la tarde redactando notas que luego seguramente no miraré. Y es extraña esta sensación de responsabilidad: no tanto por tener que explicar ante un público el hecho, para mí sorprendente, de haber puesto punto final a una triple novela de ochocientas páginas (las que suman las tres entregas de la trilogía), sino por la necesidad de justificar ante mí mismo el tiempo y el esfuerzo invertidos en esta labor. Lo que más pesa a mi favor es el hecho de haberme divertido mientras la efectuaba. Especialmente, mientras redactaba esta tercera entrega, no sólo la más extensa, sino también, en cierto modo, la más personal. Los resquemores que ahora me asaltan, creo, tienen más que ver con la sensación de vacío que sigue a esta dedicación tan intensa. ¿Bastará la redacción -siempre discontinua y azarosa- de algunos poemas -los que tenía en dique seco, postergados por las exigencias de la novela- para c

UN JUEGO PELIGROSO

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Hojeo Un juego peligroso , la antología de Francisco Bejarano que acaba de publicar la benemérita Isla de Siltolá. No incluye el habitual apartado dedicado a "poemas inéditos en libro", lo que da a entender que Bejarano, fiel a su costumbre, no ha escrito ningún poema desde la publicación de su último libro, El regreso , de 2002. En el mundo de los poetas en activo, siempre celosos de reafirmar su presencia en ese evanescente mercado de vanidades, es rara esta franca declaración de aparente sequía poética prolongada durante diez años. Pero, como dice bien el prólogo que José Julio Cabanillas ha hecho a esta antología, Bejarano es de los que escriben poesía a su pesar, sabiendo que cada poema nuevo no hace sino ahondar la fosa entre la vida vivida y esa otra existencia ilusoria que depara el ejercicio de la poesía. Leo estos poemas desolados y certifico la desconcertante coherencia que mantienen en los veinticinco años que separan los primeros de los últimos. Coherencia que

SOL DE INVIERNO

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Restaurantes llenos, multitudes endomingadas... Crisis, What Crisis?   como rezaba el título de ese conocido álbum de Supertramp. Si embargo, la cosa tiene fácil explicación. Se trata, simplemente, de una regresión. A esos domingos formales y estereotipados de, pongamos, hace cuarenta años. Domingos de misa y vermú. Los de mi infancia, en los que tanto cundía el pequeño presupuesto dedicado al merecido descanso. *** El famoso y ya archicitado prólogo de Chaves Nogales a la colección de novelas cortas que tituló A sangre y fuego : "Yo era eso que los sociólogos llaman 'un pequeño burgués liberal', ciudadano de una república democrática y parlamentaria...". En el preámbulo se intuye ya lo que sigue: una declaración de decepción. En su caso, la causa de ésta fue el fracaso de la segunda República, y la consiguiente guerra civil. Pero cabría -al fin y al cabo, ésa es la función de la literatura- extrapolar esa lectura a otras realidades más amplias. Por ejemplo, a

BANDA SONORA

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Me he distraído en anotar las referencias musicales que he puesto en Ronda de Madrid . Sin pretenderlo, he escrito una novela con banda sonora. Algunas de esas menciones, por supuesto, son sólo de nombre. Pero otras juegan un cierto papel en la narración, y por eso he creído justo hacer esta nota de reconocimiento. He aquí, para quien quiera escucharlos, los quince cortes de esta particular banda sonora: ► Playa Girón , de Silvio Rodríguez. ► Lucifer , de Luis Eduardo Aute, en la versión que Teddy Bautista interpretó en el álbum Entre amigos y luego versionaron Barón Rojo, Rosendo y otros. ► Aprieta el gatillo , de Cicatriz. ► Soy un electroduende , de Santiago Auserón. ► Once Upon a Time in the West , de Dire Straits. ► La chica yeyé , de Concha Velasco. ► Dust in the Wind , de Kansas. ► Voodoo Chile y All Along the Watchtower , de Jimi Hendrix. ► Sweet Dreams , de Eurythmics ► Guns of Brixton , de The Clash ► El hombre lobo en París , de La Unión ► Smalltown Boy

RECORTES

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Lo de dejar el café fue una de esas medidas drásticas que uno toma cuando motivos distintos a los meramente dietéticos o salutíferos aconsejan un cambio de hábitos. Hubo un tiempo en que tomaba tres o cuatro cortados al día, cuanto más cargados mejor. Luego reduje la dosis al primero de la mañana, que intenté suprimir, sin éxito, durante las vacaciones. No lo logré en esa primera ocasión: me pasaba la mañana en un estado de invencible somnolencia. Pero, por eso mismo, se acentuó en mí el deseo de vencer esa dependencia, que juzgaba absurda. Al segundo intentó lo conseguí: cambié el café por un desayuno fuerte, con embutidos y un yogur. El aporte proteico cumplía con creces la función estimulante que antes correspondía a la cafeína. Y así hasta hoy, cuando hago esta anotación porque, después de diez años sin llevarme un café a los labios, he empezado a disfrutar del sabor de los sustitutivos. Y es que lo más difícil en todo este tiempo ha sido saber qué tomar a esas horas en que u

ESPÁRRAGOS

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Traer aquí poco o nada: como volver de vacío de una larga excursión cuya sola justificación habría sido una buena perdiz al cinto; o, como poco, un manojo de espárragos en la mano. *** Haber escrito no llena tanto como tener que escribir. *** Sentirse indefenso ante el frío. La vejez -su inminencia- debe de ser esto.  

LISTA NEGRA

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La lluvia -la inevitabilidad de hablar del tiempo en este cuaderno- nos empuja al cine. El dios salvaje (Carnage) , de Roman Polanski. Buen complemento de  Quién teme a Virginia Woolf , que vimos el otro día. En ambas, dos parejas de muy distintos antecedentes son arrojadas sin piedad al cuadrilátero. Sólo que la primera nos resulta hoy un tanto éxótica, porque las inhibiciones sexuales y el soterrado clasismo que dominaban a los protagonistas de la vieja película de Mike Nichols no figuran ya entre los asuntos capaces de escandalizarnos o preocuparnos; al menos, en la forma descarnada y un tanto elemental en la que allí se presentaban. La película de Polanski, en cambio, nos concierne directamente, porque plantea la superficialidad de la máscara biempensante que hemos querido darnos. Dos parejas se citan amigablemente una tarde para solventar de manera civilizada un incidente habido entre sus hijos de nueve años; y, cuando parecían haber alcanzado el más satisfactorio de los acue

BONJOUR, MONSIEUR BENÍTEZ

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Mientras espero para cruzar el semáforo, veo acercarse a esta amable compañera con la que no hablo mucho, pero con la que tengo un trato relajado y cordial. A ella tampoco parece incomodarle la circunstancia de que este encuentro nos obligue a recorrer juntos las pocas decenas de metros que nos separan de nuestro lugar de trabajo. Me saluda con una sonrisa a la que yo correspondo. Y como la veo embutida en un gran chaquetón y con el cuello del mismo levantado hasta cubrirle las orejas, le digo: -Se nota que ya hace más frío. A lo que ella, sin abandonar la sonrisa, responde con inusitada viveza, como si el comentario realmente mereciera ese gasto de conversación: -No, esto todavía no es nada. -Sí, lo peor está por venir. -Lo malo es esta calle, tan desprotegida... -Sí. Aquí, si llueve y hace viento, de nada sirve un paraguas. La verdad es que a este edificio tendrían que haberle puesto la entrada por detrás. -No te creas. Yo a veces vengo por la calle de atrás en los dí

WHO'S AFRAID OF...?

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Leo rep etidos mensajes sobre la conveniencia y  necesidad de votar, para evitar que las abstenciones acaben favoreciendo a los partidos mayoritarios, que gracias a ellas ven engordada su cuota porcentual sobre el voto realmente emitido. Y una voz gamberra me susurra al oído:  ¿y el voto nulo? -entendiendo por tal el que se emite previamente invalidado con algún improperio u obscenidad referida a la totalidad del sistema o la clase gobernante-, ¿cómo cuenta el voto nulo? Que, ante la bochornosa campaña electoral, vacía de argumentos, es el que realmente apetece emitir. *** Me señala un buen amigo la reiteración en este cuaderno de comentarios referidos al tiempo atmosférico. Tiene razón. También era un tema frecuente en mi ya fenecida columna periodística -que ahora algunos me dicen echar de menos-. Resulta contraproducente admitirlo: el tiempo es el asunto del que hablan quienes no tienen nada que decir. Puede que sea mi caso. En mi descargo, puedo decir que esas observaciones

EN EL PAÍS DE LOS SOVIETS

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Prefiero la lluvia y el frío antes que el viento. El frío y la lluvia resultan incluso íntimos, si uno cuenta con los medios adecuados para sobrellevarlos. Pero el viento... ¿Cómo soportar esa desorganización general del medio en el que nos movemos, esa manifestación de fuerza irracional, la descortesía con que golpea puertas y persianas y ulula toda la noche en nuestra ventanas? Y esa impertinencia con la que, si puede, nos voltea un periódico o nos arrebata un papel de la mano.  Lo dicho. en días de viento, mejor no salgo de casa. *** Por eso mismo, para sobrellevar la mañana del domingo nos metemos en una matinée de cine. Las aventuras de Tintín , de Spielberg. El día anterior vimos, en casa, La noche de los gigantes , el espléndido y opresivo western de Robert Mulligan, así que el domingo tocaba algo más ligero. Y no me decepciona, descontando mi desinterés por esas agotadoras escenas de acción calcadas de los videojuegos. Pero me agrada la recreación que Spielberg hace

RONDA DE MADRID

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Me comunica JM, mi buen amigo librero, que ya ha recibido los primeros ejemplares de Ronda de Madrid . Le han llegado a él antes que a mí, por lo que su mensaje es la primera noticia que tengo de que la novela ha comenzado su andadura. Con sus 366 páginas, que se añaden a las más de cuatrocientas que suman las otras dos entregas de mi trilogía de la Transición , culmina la que hasta ahora es mi obra más voluminosa y compleja, acaso sólo igualada en extensión por la suma de las sucesivas entregas de mi Diario abierto en marcha.  En todo caso, llega a su fin un trabajo que me ha tenido ocupado desde 2003-4, cuando redacté Vacaciones de invierno;  y cuyas dos últimas entregas, redactadas ya con la certeza editorial que me proporcionaba el apoyo de Antonio Rivero y de Paréntesis, me han tenido pegado al ordenador sin interrupción durante los últimos treinta meses, más o menos.  No lo digo en tono de queja. He sido feliz mientras efectuaba estas reconstrucciones de un pasado qu

TOMÁS SEGOVIA

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Hojeo mis libros de Tomás Segovia, el poeta español de trayectoria vital y literaria mejicanas,  al día siguiente de saber la noticia de su muerte . Lo conocí, y tuve al mismo tiempo un primer atisbo de su poesía, en una lectura que dio en Cádiz a finales de los ochenta o muy al principio de los noventa, en un ciclo en el que también participó Roberto Juarroz; y lo leí poco después en la antología que había publicado en la ya mítica colección Ocnos: aquellos tomitos sobrios, minimalistas, que rara vez erraban en su propósito de recoger lo más esencial y decantado de la producción poética contemporánea. Por entonces no había publicado aún sus últimos libros, acaso los mejores, pero ya me llamó la atención la delicadeza tonal de su poesía, su sobriedad, su sereno clasicismo. Eran sus poemas de entonces -y eso lo percibí más en mi lectura que cuando los oí de viva voz- un tanto fríos, transidos acaso de esa cierta tendencia al intelectualismo y la abstracción que tanto ha recortado el v

DESTELLOS

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La convocatoria (un almuerzo) parecía obedecer a un motivo de trabajo, pero en realidad sólo era (nada menos) un encuentro de gente que se descubrió afín en circunstancias no del todo favorables, y que ahora, superadas u olvidadas las razones de aquella momentánea alianza defensiva, nos sabemos unidos por razones más altas, que van desde el respeto mutuo al recíproco reconocimiento, además del afecto surgido del trato prolongado. Salgo de la reunión con el corazón esponjado. Y, por eso mismo, mucho más vulnerable. *** Por eso, quizá, me resulta tan deprimente el espectáculo que presencio desde la parada del autobús. En torno a cierto edificio público en el que se celebra un mitin del partido gobernante, un nutrido cordón policial, al parecer motivado por la presencia, a la entrada, de unas pocas decenas de manifestantes que protestan por no haber cobrado sus salarios. Llama la atención la desproporción entre la fuerza disuasoria y la presunta amenaza, lo que me lleva a preguntar

HUMO

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La paleta de colores de este atardecer: la de Corot. Cielo despejado, casi blanco; luz amarilla; verdes frescos, de hoja nueva o limón sin madurar. Tonos firmes, asentados, como de tierras bien drenadas que la lluvia hubiese meramente refrescado y limpiado, sin estridencias ni devastaciones. Todo un  manifiesto, se diría, que uno está dispuesto a suscribir, pese a tanto ruido de fondo empeñado en contradecir lo que el paisaje y la estación afirman con claridad meridiana. *** "Y tú, ¿qué vas a votar?", me espeta a bocajarro este buen amigo en la sobremesa de la cena compartida. Le digo lo que él ya seguramente sabe: no a éstos, desde luego, ni a estos otros... En cuanto al resto del elenco... ya se verá. Pero el ánimo no anda predispuesto precisamente a las delicadezas del voto. ¿Cómo expresar la desafección absoluta? Y sin contradecir la propia naturaleza de uno, con la que tampoco casan bien las veleidades nihilistas. *** Lo que es una suerte es que es

HOMBRE CON GORRITO

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Un claro de sol en medio del temporal. La gata ha sido la primera en intuirlo. Se encarama contra la puerta del balcón y golpea los cristales con sus garras. Una hora antes, aproximadamente, soportaba yo el nerviosismo de una veintena de adolescentes ante los embates del viento. Y qué diferencia entre ese no-saber impotente y absurdo y la firme determinación de la gata, a quien los elementos ni impresionan ni asustan: sólo aportan información, que ella aprovecha en función de unas necesidades que tampoco son demasiado difíciles de satisfacer: una cierta apetencia de calor, la veleidad de beber agua en los charquitos que han quedado en el suelo del balcón, la añoranza de ver volar unos pájaros fuera de su alcance. *** Anoche, para demostrar una vez más mis habilidades prácticas, decidí reponer la bombilla de la escalera que llevaba meses fundida. Me subí a un banco, intenté desenroscar la tapa del aplique -en vano, porque estaba deshecha por el calor y me quedé con los pedazos e

DE VITA BEATA

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Dejar de leer periódicos, de escuchar la radio, de ver los telediarios. Hoy por hoy, quién lo diría, me parece una postura absolutamente razonable. El juego al que anda sometido el ciudadano impresionable ha quedado ya más que al descubierto: hoy una de cal, mañana otra de arena. Hoy se anuncian grandes catástrofes y mañana las soluciones milagrosas a las que han llegado los políticos tras un almuerzo... Mientras tanto, la ciudadanía va renunciando a exigencias que antes parecían irrenunciables, va quedando cada vez más inerme. De ahí lo que decía antes: renunciar a ser sujeto pasivo de esa especie de lavado de cerebro global. No leer, /  no sufrir, no escribir, no pagar cuentas... Lo dicho. *** La fuerza de un temporal. Eso sí que es un argumento. *** Y el amor desinteresado al trabajo bien hecho. Como estas notas que me manda mi amiga la traductora Elena Gallo Krahe, de una conferencia sobre Lewis Carroll que anda preparando para mis alumnos. Hay más esfuerzo detrás de e

BRUJAS LA MUERTA

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Lo que verdaderamente asustaba, en esta mascarada importada en la que poco a poco se va convirtiendo nuestro Día de Difuntos, no era la presencia esporádica de bandadas de chicos ataviados de vampiros o fantasmas, ni la ocasional agresividad impune de algunos de estos grupos, sino, más bien, lo desolado de las calles a primera hora de la noche, el viento destemplado -ni frío ni caliente- que se metía bajo la chaqueta y producía en la piel estremecimientos de fiebre, y la sensación de extrañeza debida al reciente cambio de hora. Brujas la muerta , como rezaba el célebre título de Rodenbach. Sustitúyase Brujas por cualquier otro nombre de ciudad y ya está.  *** Recolecta de piñas secas en un pinar cercano. Las usamos para facilitar el encendido de la chimenea: las piñas se inflaman enseguida y proporcionan una llama intensa y duradera, que termina prendiendo en los troncos más recalcitrantes... No queremos indagar mucho en nuestra búsqueda, porque tras cada mata de lentisco, en c