VOCES Y ECOS

No tiene uno cuerpo de manifestante. Claro que, como a la fuerza ahorcan, he ido a más de una manifestación, y experimentado el vértigo que se produce cuando el pobre ego propio se ve centuplicado por el poder y las energías de una masa. Pero eso es más biología que política, y apenas explica el resquemor racional que los solitarios sentimos hacia esta clase de actos. Además, como tendemos a ser parciales en estas cosas, casi siempre nos parecen bien las manifestaciones que defienden lo que uno, y horrendas, gritonas y desaprensivas las que defienden lo contrario. Y es que eso es lo malo que tienen los actos de masas: igual de fácil es convocar uno para defender lo blanco que para defender lo negro, y tanta gente acude a lo primero como a lo segundo. Lo hemos podido ver muy recientemente: lo mismo acudió gente a una gran manifestación -que contaba con mis simpatías, para qué negarlo- en contra del actual establishment político (la convocada en los alrededores del Congreso de los Dip