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Mostrando entradas de noviembre, 2012

TOO OPTIMISTIC

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You were too optimistic about the Spanish weather , le digo a mi compañera inglesa, que todavía sale a la calle con los vaporosos vestiditos veraniegos que se trajo en septiembre, cuando llegó a España, y se defiende mal del frío con una fina cazadora sobre sus hombros. Ni siquiera gasta medias, por lo que la sola visión de sus piernas blanquísimas expuestas a la intemperie resulta verdaderamente dolorosa. En mis intercambios verbales con ella en la escalera, mientras nos dirigimos a clase, trato de abordar delicadamente la cuestión. Al fin y al cabo, a sus imprevisores veinte años les puede venir bien, no sé, un consejo paternal, y quizá alguna prenda de abrigo prestada... Pero no. Lo que le preocupa, me dice, es la vuelta. It's much colder in Britain , comenta. Y tiene previsto, para hacer frente a las galernas que saldrán a recibirla a su llegada, comprarse un jersey en Zara -lo que, entiendo, le servirá también de souvenir - antes de la partida. *** Las hijas de las mad

GRADOS

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Cada vez se escuchan en la radio o se leen en los periódicos explicaciones más completas y comprensibles sobre las causas de la actual crisis y el desarrollo de los procesos económicos y sociales a ella aparejados. Es un género que se ha ido perfeccionando con el tiempo, y que ya dominan incluso los simples conversadores de café. Hablar por hablar siempre ha sido gratis. Distinto es que en esa caterva de lúcidos analistas -antes los llamaban arbitristas- haya uno solo que sepa aportar alguna idea práctica para salir del desaguisado. Y lo peor es que escucha uno a quienes defienden una cosa y a quienes defienden la contraria y siente que ambos tienen razón. *** En realidad, muchas de las barbaridades que cuenta Malaparte en Kaputt no son sino variantes crueles del humor cuartelero, tan familiar a cualquiera que haya hecho el servicio militar o haya oído anécdotas sobre el mismo. Por ejemplo, el terrible episodio en el que los alemanes seleccionan, entre casi dos centenares de p

ENTENDERSE

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Hay en la llegada del frío un elemento gozoso que está totalmente ausente de los primeros calores. Éstos son siempre graduales -y,por tanto, exentos de sorpresa-, engorrosos, sucios; y, a no ser que lo sorprendan a uno junto al remanso de un río, por ejemplo, y abran de golpe la puerta a los placeres asociados al buen tiempo -la desnudez, la ligereza, la entrega sin reservas al disfrute de una naturaleza benigna y juguetona-, normalmente causan la clase de molestia que asociamos a la llegada inesperada de un amigo al que teníamos ganas de ver, sí, pero que llega en un momento inoportuno. El frío no: aunque se anuncia, no se deja notar hasta que se manifiesta en términos absolutos, y eso siempre ocurre de un día para otro. Y si la ropilla de entretiempo había sido hasta ese momento más bien un engorro, es ahora cuando el peso de las prendas de abrigo no resulta en absoluto molesto, sino que se aviene al cuerpo con toda propiedad, sin cansar ni agobiar, asociada al elemento de limpiez

PUDOR

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Tengo un cierto pudor a escribir sobre cuestiones políticas, quizá más por preocupaciones de índole formal (cómo hacerlo sin incurrir en una cierta despersonalización, por ejemplo) que de fondo. Lo que no significa que sea ajeno a ella. La reciente cuestión catalana, por ejemplo: a ningún ciudadano mínimamente consciente puede serle indiferente la constatación de que nuestra degradada clase política es capaz de cualquier cosa, incluso de causar un conflicto civil de consecuencias impredecibles, por tal de eludir las responsabilidades inmediatas derivadas de su mala gestión y no perder cuotas de poder. En ese sentido, el resultado de las elecciones de ayer resulta tranquilizador: la ciudadanía no parece dispuesta a secundar sin más las aventuras irresponsables a las que pretenden arrastrarla sus dirigentes. Y si esos resultados no son más contundentes al respecto, ello se debe a las limitaciones del propio sistema, y al hecho incontrovertible de que la maniatada ciudadanía no puede si

ARTESANOS

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Óleo de José Antonio Martel A las seis, cuando emprendemos el viaje de vuelta, la luz solar es todavía lo bastante intensa como para hacer inútiles los faros del coche. Los llevo encendidos, pero no hacen nada contra la media luz circundante, en la que todavía dominan las tonalidades diurnas. Aunque con una peculiaridad: esa luz todavía más fuerte que cualquier remedo eléctrico apenas incide ya en los objetos, en las formas que circundan la carretera. Árboles, setos, formaciones rocosas, construcciones, son ya apenas perfiles oscuros recortados contra el cielo todavía luminoso. Han desaparecido los colores, y el mundo se reduce a una dualidad demasiado cruda para nuestra preferencia por las confortables gamas intermedias: lo blanco y luminoso por un lado, cegándonos; las siluetas oscuras, misteriosas, opacas a nuestra incesante búsqueda de sentido, por otro.    *** Da gusto organizar algo con estos amigos. En otros círculos, la mera propuesta de reunirse con afines para presen

NOW & THEN

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Es el título de una tarea que suelo poner a mis alumnos de 4º, cuando les explico el modo de expresar hábitos y actitudes pasadas. Han de escribir frases como ésta: When I was ten I didn't use to go out with friends; now I do . Y a veces salen afirmaciones verdaderamente conmovedoras, como cuando una chica me escribió: I used to cry a lot; now I still do . Y quizá lo que me gusta de este ejercicio es su coincidencia esencial con una de las querencias de mi propia escritura: la consideración del pasado a la luz del presente. Como hago en las líneas que siguen.    *** En salir de la crisis económica derivada de la carestía del petróleo en los años setenta tardamos ¿dos, tres lustros? A finales de los ochenta y principios de los noventa -salvando, incluso, el bache que supuso la leve recesión de finales del 92- se palpaba una evidente mejoría respecto a la situación inmediatamente anterior. Tanto, que una parte del clima social e ideológico que propició la llamada movida madril

SEÑORA

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No dejan de ser sorprendentes las formas que adopta la sociabilidad literaria. En su expresión más primaria, no difieren mucho de las que imperan en cualquier patio de vecindad. En la más depurada, pueden derivar con cierta facilidad a afectos verdaderamente fraternales, porque una amistad literaria bien fundada -es decir, basada en afinidades de fondo, y no en meras alianzas coyunturales- es para toda la vida. En ese sentido, he tenido suerte: en distinto grado de intimidad, pero siempre en el campo de los afectos positivos y sinceros, cuento con varias -no numerosas: nunca pueden serlo- amistades de ese tipo. Y son el logro más sólido del que puedo presumir en este proceloso mundo. *** Ahondando en la herida: tal vez lo normal sea que, a partir de cierta edad, uno considere pasada su hora. No es una tragedia ni significa que uno renuncie a sus afanes. Incluso puede que éstos, por alguna de esas bromas incomprensibles que el destino se complace en jugarnos, den ahora sus result

RESACA

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http://fondonegro1.blogspot.com.es/ A la pregunta "¿Por qué escribe usted libros?" cabría siempre responder, con mucha modestia: Porque los libros que uno ha de escribir no los podría escribir ningún otro. Lo que se hace más evidente aún cuando llega a tus manos un libro que trata de lo mismo que alguno tuyo: siempre habrá algo en este último que justifique su singularidad, su derecho a existir. El otro autor, evidentemente, pensará lo mismo. Pero, en ese caso, no importará tanto la coincidencia en el reflejo psicológico de justificar lo de uno, como lo convencido que cada cual pueda llegar a estar de la pertinencia de su trabajo. Independientemente, claro está, de que, según tales o cuales criterios de comparación, el libro de uno sea mejor o peor que el del otro. *** En el caso de mi Ronda de Madrid y de las dos novelas que la precedieron, era yo consciente, cuando comencé a trabajar en ellas, de que por entonces poco o nada se había escrito sobre aquellas cuesti

UNA LÁGRIMA

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El concierto del que daba cuenta ayer tuvo lugar el sábado y estuvo a cargo de una orquesta de altos vuelos. Algo más humilde, en planteamiento y objetivos, era la que oímos el domingo, en un programa que terminó con una vibrante interpretación de la Séptima Sinfonía de Beethoven; la que, según cuentan los historiadores, conoció en su estreno la curiosa anomalía de que la ovación que el público dedicó al segundo movimiento obligó a la orquesta a repetirlo... Y si eso era posible en la Viena de 1813, bien podíamos ser indulgentes con el sencillo público que en esta ocasión abarrotaba la iglesia donde tuvo lugar el concierto, y que, poco o nada ducho en acontecimientos musicales, rompió repetidamente con sus aplausos el convencional silencio que ha de observarse entre un movimiento y otro de una misma pieza.  De lo que no pudimos consolarnos, sin embargo, fue del triste anuncio que el director artístico de la orquesta quiso hacer al final del concierto, informándonos de que éste era

EXTRAS

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El concierto tuvo dos partes: en la primera se interpretaron un par de piezas contemporáneas, y en la segunda una sinfonía de Beethoven. Y además de las evidentes diferencias sonoras entre las primeras y la úiltima, hubo una, bastante evidente, de carácter plástico: en las primeras, la percusión, variada y abundante -y muy lejos, en fin, de la bendita y contundente simplicidad de los timbales que resonaban en la pieza de Beethoven-, ocupaba toda una plataforma elevada dispuesta al fondo de la orquesta, dominando al resto de los músicos. Y los percusionistas, accionando entre la variopinta cacharrería de la que disponían, parecían... cocineros. O mejor, el cocinero y su pinche, porque había uno que ocupaba una posición mucho más eminente que la otra (una mujer), y éste era el que parecía llevar la voz cantante, mientras que la otra..., no sé, montaba los suflés, por ejemplo. *** Entrevista a Ernesto Cardenal en la SER, con motivo de la concesión a éste del Premio Reina Sofía

PALMERAS

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La Finlandia de Malaparte: caballos sumergidos en un lago helado, del que asoman la cabeza rígida, erizada de crines congeladas. Encuentro esta espeluznante imagen en la primera parte de  Kaputt . Con el deshielo, hubo que sacar esos cadáveres del agua y enterrarlos. Otro italiano, Montanelli, llamó a aquella guerra, la ruso-finlandesa, "la guerra más hermosa", en virtud del insólito marco en el que transcurrió. Los periodistas italianos en general, favorecidos por la coincidencia estratégica entre los objetivos del Eje y la resistencia patriótica de los finlandeses, fueron espectadores privilegiados de esa guerra, que les era en parte ajena, pero por la que podían pasearse, desde el lado finlandés, con todas las bendiciones oficiales. Aprovecharon la ocasión, como demuestran los textos citados, que traigo a colación por motivos que entenderán quienes hayan seguido la deriva de este diario en los últimos días. *** La prensa da por fracasada la huelga general. Incluso

MUNDANO

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Y es que ha tenido uno una semana mundana, qué duda cabe. El viernes, decía, fue la presentación de la antología finlandesa. Ayer, la huelga general y la multitudinaria manifestación a la que la despejada mañana de noviembre infundió un indudable aire festivo, y en el curso de la cual fue uno departiendo sucesivamente con decenas de conocidos. Queda en medio el lunes, en el que asistí a la constitución de una asociación de antiguos alumnos de la universidad en la que he estudiado. No sabía yo si dicho acto iba a tener carácter formal o iba a ser un simple intercambio de impresiones. Para mí, como para muchos, la universidad es ese periodo azaroso en el que el adolescente deja definitivamente de serlo para convertirse en adulto, pero sin que le asistan todavía los recursos y estrategias del adulto. Si alguna necedad ha de cometer uno en esta vida, necesariamente ocurrirá en ese periodo. Y nunca se ha sentido uno más desasistido y vulnerable. Algo de esto, junto con algún recuerdo desa

INDULGENCIAS

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Insisten algunos en que, en un día de protesta cívica como el de hoy, habría que dejar descansar también estos foros informáticos donde unos ventilan sus exterioridades y otros, como es el caso, lo contrario, lo que pertenece al ámbito de la rumia solitaria y rigurosamente interna. Pero no veo motivo alguno para no aprovechar las horas libres que me ha dejado la huelga general, a la que me he sumado, para anotar aquí que esos mencionados conflictos externos también tienen su reflejo en la atribulada intimidad de uno. Ha parado uno, entre otras cosas, porque le parecía incuestionable que hay un descontento objetivo, insoslayable, que exteriorizar. De lo que no estoy seguro es de que con el paro baste para expresarlo, y mucho menos para desahogarlo. Y ésa es la fuente del conflicto: el hombre pacífico, timorato incluso, que hay en mí, y que no desearía otra cosa que el que la situación se estabilizara y volviera, pongo por caso, a los niveles de relativa holgura económica de hace unos

KOLOT

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Un lector me avisa de un error mío al transcribir, en el poema que copié ayer en este cuaderno, el nombre del gran poeta inglés Rupert Brooke. Yo mismo, cuando reviso estos textos, a veces meses después de haberlos escrito, me doy cuenta de que no están absolutamente libres de erratas y errores. Es curioso: me tengo por persona escrupulosa a estos respectos, y dotada de no mala retentiva para la ortografía, tanto la española como la inglesa. Podría atribuir estos errores a las prisas, o incluso hacer de mi capa un sayo y presentarlos como pruebas irrefutables del carácter  improvisado de estos apuntes -lo que no salva en absoluto lo de ayer, por supuesto, que era un poema-. También podría alegar que mi vista ya no es lo que era. Pero es mejor agachar la cabeza y recibir las reprimendas merecidas con absoluta humildad. Torres más altas han caído. *** Y es lo que digo yo: Isäni kotikylässä on tapana muurata tiilenpalasia seiniin siten, että muuriin jää pieniä, puoliympyránmuotois

DICKENS, ETC.

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Haciendo una búsqueda en Internet de libros de Dickens publicados recientemente, compruebo que sólo en lo que llevamos de 2012 se han editado casi cuarenta, y que entre ellos están Oliver Twist , David Copperfield , Grandes esperanzas , La pequeña Dorrit , Casa desolada y casi todo lo imprescindible de este autor. Y aunque echo de menos una edición digna de The Pickwick Papers , por ejemplo, y me preocupa que una parte no desdeñable de estas ediciones o reediciones sean archivos informáticos y no libros en papel, me alegra constatar que la situación es bien distinta de la que denunciaba Muñoz Molina hace unos años en un artículo en el que contaba que quiso regalar uno de estos títulos a un sobrino suyo y no logró encontrar una sola edición disponible en librerías. Que ahora sí las haya, y en gran número, se explica por lo sencillo que se ha vuelto el proceso de edición de un libro, gracias a las facilidades que proporcionan la informática y los modernos sistemas de impresión. Reedita

PASSAIC RIVER, N.J.

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El final de Viaje al centro de la Tierra , la adaptación cinematográfica de la novela de Verne que hizo Henry Levin en 1959: una erupción volcánica inducida por una explosión de dinamita lanza a los expedicionarios al exterior a través de una larga chimenea. Acompañamos a los viajeros en la rauda ascensión, y casi experimentamos esa especie de vértigo de resolución placentera que se produce cuando un fluido largamente retenido es lanzado al exterior... Quiero decir que a nadie mínimamente avezado se le escapa la naturaleza sexual de esta eyección liberadora; como tampoco a nadie le pasa desapercibido el motivo del éxtasis que vemos reflejado en el rostro de la protagonista femenina de la película, una recia viuda a la que, previamente, una tormenta magnética acaecida en el centro del planeta ha arrebatado su anillo de boda... No sé si este ruidoso público juvenil que me acompaña ha captado estos mensajes más o menos subliminales. Casi mejor que no. Lo que sí hacen es reproducir la a

NEVER JUDGE

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Leo que los columnistas de El País han firmado una carta declarando su malestar ante el recorte de plantilla que pretende efectuar la empresa. Hace poco más de una semana, yo mismo, llevado por una incomodidad similar, renunciaba a la columna que mantenía en un periódico de mi ciudad. No anoté nada aquí porque a veces tengo el prejuicio de no traspasar a este diario íntimo detalles demasiado precisos de mis avatares profesionales. Pero, ante la evidencia de que ese malestar mío, por una de esas inexplicables -o demasiado explicables, quizá- conjunciones del destino, es ahora patrimonio común de otros con los que comparto oficio, aunque sea desde mi modesta posición de escritor poco conocido, no puedo resistirme al impulso de hacer aquí mención de esta penosa coyuntura. Para qué demonios, si no, está un diario íntimo. Dentro de unos años, cuando relea esta nota, no sé qué sentiré al constatar esta inevitable confluencia entre la suerte de uno y la deriva del tiempo que le tocó vivir.

VIRUELAS

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"¿Has publicado algo nuevo este año?", me pregunta esta amiga librera, un tanto temerosa de que la pille en un renuncio respecto a la presencia de mis libros entre sus fondos. "No, tengo algunas cosas en espera, pero... todo está muy parado últimamente". "Ya", me contesta, y menea la cabeza. Como diciendo: "A mí qué me vas a contar". Y lo curioso es que últimamente no hay conversación cotidiana que no contenga estos sobreentendidos. Que tienen, creo, un efecto terapéutico, aunque sería un poco complicado explicar cuál. *** A la vejez, vanguardia. Quiero decir, viruelas. *** Primeras cien páginas de Kaputt . Artículos o crónicas articulados en torno a una imposible velada del autor con un pacientísimo príncipe sueco. Ese curioso momento en el que el periodismo pugna por convertirse en literatura, y lo consigue. Pero lo que a mí me ha llamado la atención es el énfasis que Malaparte pone en las finas manos de su interlocutor. Uno, que t

CASI NADA

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Siempre he pensado que la aparente felicidad que exhiben los músicos cuando tocan tiene mucho que ver con la capacidad que tienen de olvidarse de sí mismos para armonizarse con los otros músicos en ese todo que es la pieza resultante. Y experimento una versión muy simple y primitiva de ese placer al lograr reproducir torpemente con mi armónica unas notas de Easy , un conocido blues de Big Walter Horton, al compás de una base de guitarra que he encontrado en Internet. Quien me vea entregado a estos juegos pensará que he perdido la chaveta, o que me encuentro en una fase claramente regresiva de mi evolución mental. Y el caso es que estoy cobrándome una antigua deuda: la de no haber tenido nunca ocasión de aprender a tocar un instrumento musical, a pesar de lo mucho que lo he deseado en algunas etapas de mi vida. Ahora estoy en ello otra vez; como siempre, sin maestro y sin método, pero con la inestimable ayuda que prestan los medios modernos. No sé qué saldrá de todo esto. Si acaso, a

TACHUELAS

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No son caros los gustos de uno. Por ocho euros, me compro en una librería de viejo sendos ejemplares de Kaputt , La piel y Madre marchita , que tengo el antojo de leer después de haber hecho lo propio con la excelente biografía de Curzio Malaparte que ha escrito Maurizio Serra. Tengo distracción asegurada para varias semanas. A costa, claro está, de los vaivenes que sufre la estima de la que gozan determinados escritores. Malaparte, que empezó su andadura como compañero de viaje del fascismo y la acabó como sincero admirador de la China de Mao, tiene compradas todas las papeletas para no merecer salir del olvido en, al menos, otros tres o cuatro lustros. Razón de más para leerlo. *** Creo que he mencionado ya en este cuaderno la bárbara delicatessen que sirven en este bar: un hígado de conejo aplastado y asado a la plancha, metido entre dos rebanadas de pan tostado. Lo llaman tachuela -el nombre también es bárbaro-. Y está exquisito. Lo curioso es que ni siquiera lo mencion

MAÑAS

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Grupos de veinteañeros sentados en actitud meditativa alrededor de una litrona o una radio encendida. Me sorprende ver a tantos cuando bajo a comprar el pan en la primera mañana del puente festivo. Se ve que no hay dinero ni para irse de acampada. Parecen escenas sacadas de una película neorrealista italiana; no sé, una de esas secuencias de Blasetti o Fellini en las que un muchacho aburrido baila el twist con su novia al son de una sinfonola en una terraza desierta del extrarradio... Tanta comedia madrileña , tanto Dogma, incluso tanta nouvelle vague para que la realidad termine pareciéndose a esto. *** Termino de leer Caza mayor , de Aquilino Duque. Una novela que empieza y acaba en una cacería que tuvo lugar en Doñana en el año 1929, y cuyo desarrollo no es sino una vertiginosa crónica de ida y vuelta de los años que siguieron a esa cacería hasta llegar casi a la actualidad. El pretexto narrativo lo brinda un recurso similar al que articula Con la muerte en los talones ,

SOLEDADES

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Lo curioso del recurrente recordatorio de que la escritura es un asunto de soledad es que resulta igualmente necesario cuando lo acosan a  uno los compromisos externos -y entonces sirve para precaverse de la pérdida de esa soledad, imprescindible para la creación literaria- que cuando se impone la soledad no buscada, la que deriva del aislamiento, la falta de reconocimiento o la mera carencia de habilidades sociales, y entonces el incordio es la propia vanidad defraudada, cuando no la envidia o el resentimiento. Y es en estas circunstancias cuando más falta hace sacudirse de encima esa soledad poblada de voces discordantes para reencontrar la otra, la paciente y silenciosa, la única en la que es posible escuchar la propia voz. *** Llovía y me prestaron un paraguas increíblemente pequeño y frágil que alguien se había dejado olvidado, y que no parecía capaz de aguantar el más ligero embate de la brisa. Pero la lluvia de ese día fue de una estricta perpendicularidad al suelo: llov