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Mostrando entradas de septiembre, 2013

DESAZONES

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Sí, logré rematar con éxito el transbordo que tanto me preocupaba. Pero, de los cuarenta y ocho minutos de que disponía, sólo me sobraron.... ocho. Habría bastado una confusión de pasillos o haberse metido en una escalera mecánica equivocada para perder el tren... Y no, no está uno para estos agobios ni estas prisas. *** Quizá porque los agobios y prisas suelen dejar en uno, al cabo, un sentimiento de futilidad. Sobre todo si, en medio del trasiego, como ha sucedido esta vez -estaba en Sevilla, al final de un acto literario, y algo preocupado porque no veía el momento de regresar a casa y dormir lo mínimo necesario para tener fuerzas a la mañana siguiente para cumplir mi jornada laboral y luego subirme al tren y efectuar el ya mencionado viaje que me ocuparía el resto del día y me tendría fuera de casa todo el fin de semana-, si en medio de todo este ajetreo, decía, le llega a uno la noticia -me llama M.A., entre lágrimas- de que una persona muy próxima a nosotros se ha apeado

NEUROSIS

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También K. anda meditabunda, y casi no recuerdo ya desde cuándo no viene a hacerme compañía a la habitación donde trabajo. Tal vez tiene miedo a las avispas; aunque, bien mirado, lo raro es que no haya intentado cazar alguna, como hace siempre que algún insecto intruso -y no sólo insectos: también pájaros y salamanquesas- se cuela en la casa. Esta desgana es un síntoma inconfundible. Echa de menos al resto de la manada, es decir, a M.A. y a C. Aunque, tratándose de gatos, que son animales individualistas por naturaleza, no sé exactamente en qué se traduce esa añoranza. Quizá me bastaría (yo, que también hago profesión de individualismo) con hacer un poco de introspección... *** Una compañera me pone tras la pista de una misteriosa biblioteca desasistida. Al parecer, su antiguo dueño la ha dejado en un piso que acaba de vender, y el nuevo propietario quiere deshacerse de ella. Nos dice que "a lo mejor hay algún libro que podamso aprovechar, entre los menos deteriorados"

TRAMPANTOJOS

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Esa mujer de trasero, digamos, respingón, someramente cubierto por una falda corta de mucho vuelo. El azar ha querido que me precediera en la escalera de salida de un aparcamiento, y a ella no le quedaban más que dos  opciones: o pararse y dejarme pasar, lo que quizá hubiera resultado demasiado indiscreto, o subir las escaleras procurando sujetarse con las manos el vuelo de la falda. Hace esto último con gran dificultad y, al llegar al final de la escalera, da un salto liberador que deja al descubierto por una fracción de segundo lo que tanto se había esforzado en ocultar. Y ahora soy yo quien se demora, para no afrontar, al salir al exterior, la mirada de infructuoso reconocimiento que la chica posiblemente haya dirigido hacia atrás al alcanzar, por fin, un territorio perfectamente horizontal en el que las miradas campan a un nivel y los trampantojos de lo visto y no visto por otro.  *** Hay dos clases de mala literatura: la que lo es por insuficiencia, digamos, o por falta

METÁFORAS

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Seguro que a más de uno esto de escribir en un avispero (véase la entrada de ayer ) le parece una mala metáfora de los tiempos. Y con las malas metáforas pasa lo que el dicho asegura que pasaba con los trenes baratos: invitan al aprovechamiento fácil. Pero no se sabe a dónde te pueden llevar. *** Le comento a una compañera que vengo de acompañar a C. a la estación, y casi se me echa a llorar al evocar sus propias vicisitudes con las hijas que tiene estudiando por el ancho mundo. Tanto ella como yo somos conscientes de que este sacrificio autoimpuesto obedece, por qué no decirlo, a un reflejo pequeñoburgués: el prurito de que los hijos estudien, cueste lo que cueste, y que lo hagan, no en la escuela que está al lado de casa, sino en el sitio que dicten las circunstancias y pretensiones de cada cual. Probablemente seamos una de las últimas generaciones que habrán de pasar por esto: la crisis barrerá del mapa (ya lo ha hecho, o está a punto de lograrlo) a la pequeña bu

AVISPAS

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Debe de haber un avispero en el balcón, posiblemente bajo la cornisa, y el caso es que, desde hace días, las avispas se pasean impunemente por mi despacho; lo que resulta inquietante, pero hasta ahora no ha causado daño o inconveniencia alguna. Se limitan a revolotear a mi alrededor, a husmear entre mis papeles, a dejarse atraer por la luminosidad de la pantalla sobre la que tecleo estas líneas. A veces se ve que alguna que ha acertado a pasar al otro lado de la puerta entornada no ha sabido salir luego de ese laberinto, y ha muerto en su empeño de traspasar la barrera invisible constituida por los cristales. Su cuerpo seco, quebradizo, ha aparecido sobre la tarima en la que tengo la impresora,  y uno casi lamenta que este espacio, al que ellas parecen haberle tomado afición, no sea más clemente. No sé qué resultara de esta casi imposible convivencia. Algún día, supongo, buscaré la manera de librarme de tan incómodas vecinas. Pero tampoco sé cómo se tomarán una abierta declaración d

LA RESEÑA DEL VIERNES (32): 'MURASAKI', de JULIO BAQUERO CRUZ

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Murasaki , de Julio Baquero Cruz, es el libro que este viernes Mª Ángeles Robles reseña para LA RONDA DEL LIBRO .  "En Murasaki , Baquero Cruz se deja llevar por su imaginación el invita al lector a mirar por la cerradura de un enorme cofre lacado. En su interior, aún pervive un mundo donde el placer, el amor y la muerte se visten con los colores intensos del otoño y que tiene el leve perfume de las flores del cerezo."

MOLINOS DE VIENTO

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Casi no me quedan ya compañías de telefonía móvil con las que pelearme. Uno no es un Quijote, desde luego. Pero no será por falta de molinos de viento. *** Ningún lector alcanza, respecto a un texto de uno, el grado de intimidad al que llega el corrector de estilo que lo revisa por primera vez. Pero, más que amorosa, esa intimidad es de tipo clínico: la del médico que ha hurgado en tus entresijos en busca, pongamos, de un bulto sospechoso. Y que, una vez extirpado este, no por ello va a querer saber más de ti o de tus intereses. A otra cosa, mariposa. *** Hay media docena de asuntos sobre los que considero inútil discutir, por la imposibilidad absoluta de encontrar puntos de acuerdo entre las posturas en liza. Uno de ellos, por ejemplo, es la eterna polémica entre los partidarios y detractores de las corridas de toros. Otro (perteneciente a un ámbito exclusivamente laboral), la posible superioridad de la pedagogía constructivista sobre la cognitiva, o viceversa... Y uno m

MEJOR

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No ha acabado de gustarme el documental que Robert B. Weide ha hecho sobre Woody Allen. Demasiado ñoño, demasiado orientado hacia una especie de exaltación del sueño americano, donde el chico tímido que sabe hacer chistes enseguida ve reconocidos sus méritos y se embarca en una inevitable expirar que inexorablemente conduce al éxito... Falta por ver qué se dirá en la segunda parte del documental sobre los últimos años de su protagonista y la deficiente serie de películas que ha rodado en diferentes capitales europeas, lejos del escenario natural de las mejores suyas, Nueva York, y privado ya, por razones de edad -y de inadecuación, por tanto, entre su actual circunstancia vital y los argumentos de las películas suyas más características-, de su mejor actor y personaje: él mismo. Vemos el documental con cierta mezcla de complacencia -al fin y al cabo, es básicamente una antología de escenas de películas que hemos visto y disfrutado- y decepción. En las entrevistas que le he leído, All

LA RESEÑA DEL VIERNES (31): 'LA PASIÓN SEGÚN SATANÁS'

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En LA RONDA DEL LIBRO publicamos este viernes la reseña que Ángeles Prieto Barba hace de La Pasión según Satanás , una novela de Marcelino Izquierdo Vozmediano que "desarrolla la historia de la última víctima riojana del triste garrote vil, José García Barriobero “Satanás”, cuyo ejecutor precisamente sirvió de molde y ejemplo para esa obra maestra cinéfila que fue El verdugo de Berlanga"; y que, pese a tratar tan negro asunto, "deja abiertas -dice la reseñista- algunas puertas a la ilusión, a la esperanza y a la vida." 

A RACHAS

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Vienen los de la tele a casa, por lo del premio. Avisados por una llamada previa, hemos quitado de en medio los trastos, alisado los cojines, recolocado los centros de mesa. Son apenas las cuatro de la tarde y uno, desde que le dieron la buena nueva, anda en una especie de estado febril. Las buenas noticias -las que tienen a uno como protagonista, no las que afectan a otros, que son las que se viven con una alegría no exenta de serenidad- causan el mismo efecto fisiológico que si, pongamos, le comunican a uno que un camión acaba de arrollar el coche que tenías aparcado en la acera: no es una tragedia, porque nadie ha resultado lastimado, pero, en tu fuero interno, te queda como una especie de desazón, de sensación de momentáneo desajuste con la realidad, que normalmente transcurre sin accidentes ni novedades. Para colmo, de pronto te llama un extraño -en este caso, una agencia de noticias- y uno se ve obligado a inventar un discurso. "Explícanos en qué consiste el libro premiado

RAZÓN DE VIDA

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En el estreno de Luz en los márgenes , el cortometraje que Miguel Ángel Rosales Mateos ha hecho sobre el pintor Juan Carmona. Ambos son jerezanos y amigos nuestros, y quizá eso nos predispone a que la película sea la que más nos gusta del programa de siete en el que la han proyectado. Aunque también es cierto que lo que el pintor cuenta de sí mismo, de su "manía de manchar superficies planas", nos parece sincero y justo: el arte, o la tentativa de hacerlo, impone un principio de orden y significado en el caos de lo contingente. Se pinta, se escribe, se compone música, con la ilusión de encontrar alguna correspondencia entre ese principio de necesidad al que parece obedecer la obra de arte y la aparente futilidad del mero existir. Se escribe, se pinta, se compone música, para alcanzar a entender una especie de razón de vida superior a la propia vida, pero inextricablemente unida a ella, aunque esa relación no siempre sea visible y necesite precisamente del artificio del arte

PINTORES

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He madrugado para acompañar a los amigos pintores desde el comienzo de la jornada. No quería, como otros años, llegar después de que hubiesen solventado la dificultad mayor, el momento de romper la blancura del lienzo e iniciar así esa especie de lucha contra el tiempo en la que consiste básicamente un concurso de pintura rápida, en contraposición a lo que ellos llaman "pintura seca", que es otra cosa y se rige por otros ritmos y apremios. Para mí todo esto, como se puede comprender, resulta apasionante, y proporciona no pocas iluminaciones respecto a los entresijos de otro tipo de actividad creativa, la literaria. Este cuaderno, por ejemplo, se rige por los principios de la primera clase de pintura mencionada: decisión, pocas correcciones -apenas las puramente tipográficas- y una cierta complacencia en la idea de que el acabado que se le quiera dar a estas líneas siempre será provisional , y quedará sujeto a ulteriores correcciones, aunque nada ni nadie asegura que

LA RESEÑA DEL VIERNES (30): DOS LIBROS DE EDICIONES CANTO Y CUENTO

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Después del paréntesis de agosto, el blog LA RONDA DEL LIBRO reanuda su actividad con la reseña que Ángel Mendoza hace de dos libros de poemas publicados por Ediciones Canto y Cuento , la editorial que dirige el escritor jerezano José Mateos . Se trata de La Pantera Rosa baila un tango con Mr. Hyde , de Margarita Bermudo , y Mirador , de Pilar Pardo .  Del primero copia el reseñista estos versos: “Pregúntame, si quieres, por las rosas, / aquéllas que en otoño florecieron /con un frescor extraño y sorprendente. / Pregúntame, si acaso, por su brillo, / por sus pétalos rojos en la luna menguante, /por el viento suave que, a veces las mecía. / No olvides preguntarme también por las espinas, / que aparecían inquietas por los tallos felices, / apagando, furtivas, el dulzor de las hojas. / Pregúntame de nuevo / si fuimos tan intensos y breves como ellas”.  Y estos otros corresponden al segundo:  “Sabes que ha comenzado / a marchitarse en ti lo que antes era / rama nueva y en f

OTRO LUGAR

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Como las aceras aledañas al trabajo son "zona azul" en verano, me veo obligado a buscar aparcamiento en las manzanas vecinas; y no es fácil: son barrios muy poblados, cuyo espacio de aparcamiento se ve saturado, además, por la merma que supone la ya mencionada limitación de estacionamiento en las inmediaciones. Supongo que los propios vecinos se las ven y se las desean para aparcar sus coches, por lo que recorro sin demasiadas esperanzas una calle tras otra, adentrándome cada vez más en un barrio que apenas conozco, y que me depara la sorpresa de alguna que otra plazuela silenciosa, flanqueada de árboles de mediano porte, como los que ya no se ven en casi ninguna otra zona de la ciudad, y algunas manzanas de casas bajas, como de pueblo, que han resistido la presión de los constructores por llenar esa parte de la ciudad de edificios altos. La hora temprana -son apenas las siete y media de la mañana- añade extrañeza a mi presencia en este lugar. He encontrado un hueco para a

SERVIDUMBRES

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De una cosa parece que me voy a librar este año: de la servidumbre (grata) del artículo semanal. Decir esto después de treinta años publicando columnas en media docena de periódicos regionales -sin contar mi reseña mensual en El Cultural- suena... no sé..., como a jubilación anticipada. O a una declaración abierta de orfandad. Siempre he dicho que la obligación de escribir una columna es el mejor ejercicio posible para un escritor, su más exigente escuela de estilo, su prueba de fuego periódica ante sus lectores. Siempre, claro está, que uno cuente, como ha sido el caso en casi todos los medios en los que he trabajado, con la patente de corso que los periódicos suelen conceder a sus articulistas de origen "literario", no sujeta a otra condición que el logro de un cierto entendimiento constatable con los lectores... A partir de esa premisa de libertad, en una columna cabe casi todo: desde la narración sobreentendida que fundamenta la existencia del personaje que habla en los

CETÁCEOS

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Como el tiempo no es lineal, digan lo que digan los relojes y los calendarios, mi verdadera despedida del verano tuvo lugar hace unos diez días, al ver los lomos de una manada de cetáceos -orcas o ballenas, no sé- arqueándose a pocos metros del transbordador que nos traía de Tánger. Hizo uno todo ese trayecto en cubierta, no tanto para evitar el mareo -el viento sur que soplaba ese día era bastante clemente- como para ver cómo la bruma poco a poco iba diluyendo en la distancia los perfiles de la ciudad africana. Era un ejercicio de desrealización, de igualar por anticipado lo que se acaba de dejar atrás con la imagen borrosa que uno sabe que la memoria acabará devolviéndole. Y, por eso mismo, la inesperada concreción de esos lomos arqueándose a pocos metros del barco, y la impresión de tiempo detenido que dejan en el espectador, como si ese movimiento que apenas dura un segundo pareciera eternizarse, tal vez por efecto de la repetición, o por el hecho de que los tres animales que aso