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Mostrando entradas de diciembre, 2013

UN BALANCE

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Imágenes, destellos que ha dejado en nosotros el año que termina. Cierro los ojos y veo una calle flanqueada de tenderetes mal protegidos de la lluvia por precarias marquesinas de lona: Tánger en febrero; y luego, por contraste, las fachadas blancas y la mesurada arquitectura entre racionalista y art-deco del ensanche español de Tetuán, en uno de cuyos pasajes ojeo los libros de otro misérrimo tenderete callejero. Fui feliz -en ese sentido en el que la felicidad suspende el tiempo y sitúa las preocupaciones habituales de uno en una especie de dimensión atenuada de la realidad- en El Hafa, el célebre café en terrazas que se asoma al Estrecho desde las estribaciones de Tánger; como lo he sido, también, leyendo a los románticos ingleses bajo el imperativo de una tarea académica autoimpuesta. De ellos he aprendido, o recordado, que la Imaginación es, sobre todo, una manera de ver. Y me he esforzado mucho por aproximarme a esa especie de grado sumo de la visión. En mis paseos, a solas o

CARAS

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Caras que surgen de la multitud y que, sin mediar saludo, reemprenden conversaciones iniciadas quizá hace meses o incluso años, a las que apenas tenemos tiempo de añadir una o dos frases más antes de que la multitud vuelva a envolvernos y separarnos, sin que ninguno podamos decir en qué tiempos o circunstancias volveremos a vernos... Y todo ello ocurre en una esplendorosa mañana que puede ser cualquier cosa antes que el escenario de un sueño. *** En un hueco de otra mañana de compras me asomo a ver la exposición del surrealista Eugenio Granell, que estará aquí unos meses. Es un mundo más cómico que otra cosa: seres con cabezas pequeñas y puntiagudas, como de pájaro, y espitas en lugar de sexo, caballos con tres patas propiamente dichas y una rueda en lugar de la cuarta, humanoides construidos con carretes y lápices. El tiempo, que todo lo embellece, ha convertido estas figuraciones, que en su día quisieron ser enigmáticas y provocativas, en mero repertorio de la fantasía decorat

UNA ESTAMPA

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En la tarde transparente, morada, reflejada en las láminas de agua quieta, los pasos aparentemente atolondrados de una garza en una de las charcas que deja la bajamar. Daba una o dos zancadas, abatía rápidamente la cabeza para atrapar algo, extendía luego las alas como para iniciar en falso un vuelo que concluía en otra parada y otra zambullida de la cabeza... "Está jugando", me dice M.A. Y, en efecto, y aun en contra de la evidencia de que estaba también alimentándose, no era posible describir su actitud de otro modo. Se hallaba en uno de esos momentos en los que el mayor ensimismamiento -ese gesto de seguir el propio reflejo en el agua- va unido a la máxima felicidad, y ni siquiera la conmovedora soledad de su delgada silueta en medio de la marisma, recortada contra el resplandor violáceo del cielo reflejado en la superficie de la charca, aminoraba la evidencia de esa alegría. 

HOY SÍ

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Hoy sí, como es debido. Mi poemilla navideño de este año, ilustrado por Carmen Benítez Robles. Con mis mejores deseos para todos los lectores de Columna de humo .

SE ME OLVIDABA...

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Ya quisiera uno ser tan optimista como para creer que la mayoría social del país es, como dicen algunos, progresista ; entendiendo por tal, no la mera acepción política instrumental que tantas decepciones ha deparado a quienes alguna vez le hemos concedido algún crédito, sino una manera de encarar la existencia que incluye el espíritu crítico, la asunción de la cultura -la Ilustración- como un valor, y una fe activa en una progresiva mejora material y moral de la humanidad. No, predicar todo esto de la mitad de nuestro malhadado país es demasiado. Más bien parece que algo menos de la mitad de la nación es francamente oscurantista y reaccionaria, y un porcentaje similar se inclina -a veces porque no hay otra alternativa- hacia un cierto populismo de izquierdas que con frecuencia se ha mostrado tan ineficiente como corrupto. Si alguna esperanza le queda al país, es que, en determinadas ocasiones, puedan tener voz e influencia -que no poder- los pocos que escapan a esta determinación

PROGRAMA MÁXIMO

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Uno de los rasgos más curiosos de la política española hasta hoy era que ni la izquierda, cuando ha gobernado, ha hecho política propiamente de izquierdas -salvo detalles, en fin, casi siempre más referidos a lo sociológico que a lo económico-, ni la derecha, cuando le ha tocado el turno, se ha atrevido a aplicar su programa máximo -sociológico, claro, porque lo económico ya se lo había dejado servido la izquierda-. No es que esa situación resultara muy satisfactoria que digamos: denotaba, más bien, un descorazonador inmovilismo. Pero que las tornas estén cambiando resulta aún más inquietante. Que la derecha se atreva ahora a poner en efecto sus máximas aspiraciones -en lo social, en lo educativo, en lo moral- como si no temiera que, en un próximo vuelco electoral, la izquierda proceda simplemente a invertir las tornas, parece indicar al menos una de estas dos cosas: o bien confía en que ese vuelco electoral no se va a producir de manera inminente, o bien da por sentado que, si se pr

LA RESEÑA DEL VIERNES: 'LAS MIJITAS DEL FREIDOR' de FERNANDO QUIÑONES

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Reseña de Ángel Mendoza en LA RONDA DEL LIBRO. Para leerla, pulsar en la imagen.

ARCANOS

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Después del extermino, o de la consiguiente huida tras el intento, del enjambre de abejas que había anidado en la cámara de aire de nuestro muro, hemos venido recibiendo durante días la visita de lo que me parece que son zánganos desorientados: una especie de avispones más grandes que las abejas que nos habían invadido durante las semanas anteriores, pero también más lentos y dóciles, hasta el punto de que, escondido uno de ellos en uno de mis pijamas, no me picó al quedar atrapado entre la prenda y mi piel, en contraste con los picotazos fulminantes que solían asestar sus hermanas incluso cuando estaban moribundas y uno, por inadvertencia, ponía la mano en el lugar donde agonizaban. Desde hace un par de días también estos benevolentes solterones desorientados han dejado de visitarnos. El último del que he tenido constancia lo encontré prendido en la pelusa de una bufanda mía, muerto ya.  *** Quizá lo más sorprendente de esta historia sea la actitud de K. hacia las invasoras. A

ECONOMÍAS

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Nada más complicado que obedecer a los propios sentimientos; que no es ceder a ellos descontroladamente, como lo haría un niño, sino aceptar la honda parte de razón que les corresponde en el gobierno de los asuntos propios, y actuar en consecuencia. Se sustrae uno a su mandato en beneficio de otras instancias subalternas: los compromisos sociales, por ejemplo, o el temor a quedar en evidencia, o el cálculo interesado de los perjuicios que podría acarrearte poner de manifiesto esa verdad tuya esencial que encuentra su más nítida expresión en tus rechazos viscerales o en tus adhesiones más entusiastas. Pero siempre sale uno perdiendo en esas transacciones. Cada vez menos, claro, porque también llega un momento en que la propia economía vital no puede permitirse esas pérdidas. *** Recordaba  El bueno, el feo y el malo de Sergio Leone como una película abigarrada, recargada, brillante en sus excesos. Pero había olvidado, de paso, la noble ambición que la anima, esa secreta armonía

ZAMBOMBA

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Me retiro cautelosamente, casi sin dar aviso a nadie -sólo a quien , al echarme de menos, podría inquietarse-. La fiesta está ya en su punto álgido, pero quizá uno ha ido demasiado deprisa o demasiado despacio y se siente ahora necesitado de unos instantes de reajuste, de recuperación del sentido de la realidad. El sol de invierno se ha hecho sentir en toda su fuerza en las horas centrales del día, pero ahora, al declinar, va cediendo su lugar a una transparencia gélida que se parece mucho al desamparo, y de la que sólo cabe cobijarse arrimándose más a la hoguera -y, con ella, al núcleo cordial que representan las risas y los cánticos de los congregados a su alrededor- o abrigándose bien y buscando esa otra clase de calor que se deriva de apretar el paso en un afanoso paseo sin meta. Ése soy yo ahora. Me ha bastado rematar una cuesta para perder definitivamente de vista la reunión, aunque su algarabía sigue todavía acompañándome durante unas decenas de metros, hasta que dejo definiti

TERROR

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Casi han desaparecido del todo las abejas. Al enjambre lo vimos marcharse a las pocas horas de la intervención de los operarios del servicio antiplagas. Pasó la nube en pleno ante nuestra ventana, en lo que parecía un ostentoso desplante a quienes tan mal las habíamos tratado. Pero se ve que algunas rezagadas no se han enterado y siguen entrando por el balcón del estudio y el del dormitorio, para morir en una absurda pugna por atravesar la pared invisible que suponen los cristales que cierran lo que para ellas debe de resultar una trampa incomprensible. Los operarios nos han dicho que estemos alertas, por si vuelven, lo que me hace pensar que estas presuntas rezagadas pueden ser, también, la avanzadilla de esa posible segunda oleada. Hoy he encontrado una en el coche. Al principio pensé que era un moscardón; pero no, era una abeja. No sé cómo habrá llegado hasta aquí. Incluso me he planteado si no la habré traído yo, prendida de algún pliegue del abrigo... Si quisieran vengarse, lo t

SONETOS

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Qué engaño, qué señuelo falsamente tranquilizador éste del paso de las estaciones y su ilusión de vida cíclica, eternamente renovada. Ha vivido uno ya esta luz, estos gélidos cielos cristalinos de finales del otoño, estas tardes de oro, y por eso mismo cree uno asegurada la eterna repetición, no ya de los fenómenos meteorológicos propios de la estación, sino de nuestra propia condición de testigos también eternos de ese sucederse. La creencia en el eterno retorno no puede basarse en otra cosa que en la constatación de estas recurrencias. El dios que asegura la eternidad es el mismo que asegura, pongo por caso, que las espigas madurarán en el momento apropiado. Y no quiere uno sustraerse del todo a este dulce engaño al que incitan las meras analogías. *** Se siente uno, a veces, más inmaduro e inexperto que muchos de estos jóvenes a los que una cierta precocidad, que posiblemente no tenga otras causas que las meramente biológicas, presta de pronto ademanes, inflexiones y convinc

CHOPOS

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No son los que Camille Pissarro vio y pintó en Eragny, pero estos chopos que he visto en la ribera del río Majaceite tampoco tienen nada que envidiarles. Orgullosos estandartes dorados de lo mejor de sí que tiene el otoño; que no es, como piensan los cursis, una estación de melancolías, sino de serena afirmación. Arde en ellos un fuego que no es el de la descomposición de la materia en humo y ceniza, sino el de su transmutación en luz. Quisiera uno arder como ellos. *** Un topillo muerto; o cómo la naturaleza también se cansa a veces de sus juguetes más delicados. *** No confundir la vida con la agenda. Ni el tiempo con la mera y atropellada sucesión de ocupaciones.