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Mostrando entradas de febrero, 2014

LA RESEÑA DEL VIERNES: 'DIVAGO MIENTRAS VAGO' de JAMES LANGSTON HUGHES

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En LA RONDA DEL LIBRO copio hoy mi reseña de Divago mientras vago , un curioso libro de memorias y viajes del poeta afroamericano James Langston Hughes; en el que, entre otras cosas, ofrece un curioso retrato de la vida en la Unión Soviética de entonces.

SOY UNA CÁMARA

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Lo sorprendo en pleno vuelo, en paralelo a la marcha del autobús: el perfil acerado, como de avión, de un cercícalo primilla que parece querer competir con la marcha del vehículo; y que, cuando éste enfila la rotonda de entrada al pueblo, desiste de su empeño y se posa desdeñosamente sobre una farola, como si comprendiera de pronto la futilidad de emular a un armatoste ruidoso y humeante que, además, parece ignorar por completo el principio de economía que suponen las líneas rectas y cambia de dirección cuando uno menos se lo espera. Me vuelvo y creo adivinar sus ojos despiadados. Visto desde la altura conveniente, el autobús y su ruidosa pompa le deben de parecer... la marcha de un gusano. *** Lo bueno de estas antologías multitudinarias es que en ellas puede espigar uno los nombres de unos cuantos poetas de los que nunca había oído hablar, y que en la exigua muestra de su obra que llega a nuestras manos sugieren la promesa de una obra recóndita y valiosa, a la que uno espera a

DE LOS NUESTROS

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Se materializa uno en palabras, como otras criaturas más o menos irreales -los fantasmas de los cuentos, por ejemplo- se materializan en protoplasma o éter. Construye uno su figura de palabras y hasta le parece haber cobrado con ellas cierta entidad, cierto acabado de personaje listo para salir a escena. Pero sopla un poco de viento y, ¡puf!, la burbuja se deshace, y ya no es uno más que un mero balbuceo que busca articularse; y que, a falta de discurso, gesticula. *** Reírse de esa aspiración del pensamiento a elevarse como un globo inflado; pero reírse también del excesivo miedo a las alturas. *** José Vidal Cadellans. Termino de leer No era de los nuestros , la novela con la que ganó el Nadal en 1958, y a la que llegué después de haber leído el prólogo que el autor puso a su traducción de  Madre marchita  de Malaparte. No sé por qué se embarca uno a veces en estas pesquisas en pos de un fantasma... Y no lo digo porque el resultado me haya decepcionado: No era

NO FUTURE

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Vuelve a hablarse, y mucho, y destempladamente a veces, de la Transición, la épica generacional que se asignaron a sí mismos quienes hoy tienen, pongamos, en torno a los sesenta años o más; y que, a diferencia de otros relatos de ese género, casi nadie ha cuestionado seriamente hasta hoy; ni siquiera aquellos a quienes corresponde cuestionar esa clase de historias: los hijos de sus protagonistas. Ha habido que esperar a los nietos, y no sé si a los biznietos, para encontrar una generación que se declare abiertamente escéptica ante todo ese tejemaneje de pactos de estado entre bambalinas, heroicas manifestaciones callejeras y calculados movimientos de ajedrez en el tablero de la gran política. Y hacen bien los chicos de hoy en ponerlo en cuestión; sobre todo, porque es a ellos a quienes les está tocando padecer la quiebra del orden de cosas alcanzado entonces, sufrir los efectos de la liquidación del precario sistema de equilibrios sociales en el que pretendía fundarse la estabilidad

SOBRE ANTONIO MACHADO

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Está bien que nos hayamos acordado de Antonio Machado en el 75 aniversario de su muerte. Confía uno siempre en que, más allá del ruido mediático, de las simplezas que se dicen al efecto y del oportunismo de quienes aprovechan la ocasión para salir en la foto, alguien, puede que uno entre un millón, aprovechara el recordatorio para abrir un libro del poeta y leer algún poema suyo. El poeta nada perderá o ganará con ello, pero la persona que haya cedido a ese impulso seguramente sí habrá ganado para sí algo que, a falta de mejor explicación, llamaré simplemente autoconocimiento, por cuanto esa penetración en el sentido de las cosas que proporciona la gran poesía, la verdadera, la que no distrae ni aturde, redunda siempre en un mejor conocimiento de uno mismo. Dejémoslo ahí.  De Machado dijo Juan Ramón Jiménez, no sin una punta de malicia, que era el mejor poeta español... de la segunda mitad del siglo XIX. Y tenía razón, por cuanto Machado es en la poesía española, y al lado de Bécqu

LA RESEÑA DEL VIERNES: 'EL MUEBLE OSCURO Y OTROS RELATOS', de ELENA LÓPEZ TORRES

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En LA RONDA DEL LIBRO, el blog de crítica literaria asociado a esta Columna de humo , el escritor gaditano José Manuel García Gil ofrece una reseña del libro El mueble oscuro y otros relatos , de Elena López Torres. "Lo que Elena López -dice García Gil- nos pinta en estos relatos, narrados con un estilo sencillo, leve, aéreo, exento de retóricas fraudulentas y nada manierista, con una voz sosegada y desnuda, son unos personajes que se enfrentan a pequeñas tragedias personales o miserias cotidianas. Y lo hace con una mirada calma, compasiva, a veces también risueña. Son asuntos eternos del corazón: el desamor, la vejez, el desengaño, la soledad, el abuso, la infelicidad en suma. Sobre estos y sobre estos personajes desvalidos, Elena López Torres exterioriza sus emociones sin hablar de sí misma y sin embargo nos está hablando de sus sentimientos y de su intimidad."

BRIGHT STAR

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El cuarto estaba en uno de los dos patios, el más pequeño y menesteroso, de aquella casa antigua. Me lo habían alquilado por cuatro mil pesetas al mes. Era mi primer espacio propio y yo lo llamaba pomposamente "mi estudio", porque sólo me servía para pasar allí las tardes, leyendo, escribiendo o recibiendo a amigos. También servía para otros menesteres, claro, pero mentiría si anotara aquí, presuntuosamente, que ése era su principal uso. Casi nunca me quedaba a dormir allí, porque no tenía agua corriente, aunque en el patio había un pequeño retrete comunitario que ya no usaba ningún otro vecino, y que por tanto estaba a mi entera disposición. Cuando mis padres, recuerdo, en un esfuerzo de contemporización, fueron a ver el apaño al que se había acogido su hijo, se llevaron un gran disgusto: me reprocharon, justamente, que me hubiera ido a esconder en semejante cuchitril, cuando en su piso disponía de una habitación limpia y luminosa. Reconozco que nunca he sabido ser demasia

ESPINAZOS

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No, no se trata de dinero, ni de éxito, ni de renombre. Lo máximo que pido a las pequeñas iniciativas que me mantienen ocupado es eso: que me mantengan ocupado; es decir, ilusionado con lo que pueda salir de todas esas horas sustraídas al desánimo de la inacción, a la falta de perspectivas o de imaginación para sacarlas adelante. No lo digo sólo por mí: me agrada que muchas personas próximas vivan en ese estado de sana inquietud permanente; tan distinto, por otra parte, de la mera avidez. Y no es que los ávidos hayan desaparecido del todo del panorama: para lo poco que hay que repartir, en fin, mejor dejárselo a ellos. Lo otro, lo que importa, está fuera de toda competencia. *** Viene el vecino a preguntarnos si también nuestra factura de la luz de este mes ha sido inusitadamente alta. Le digo que sí, pero, cuando le especifico la suma abonada, se echa a reír: a él, que vive solo y en un apartamento de soltero, le han cobrado casi el doble. Irá a reclamar, sin muchas esperanza

LA LAGUNA

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En una pausa de la lluvia, después del almuerzo, nos decidimos a bajar al paraje que llaman La Laguna, y que debe su nombre a que, en esta época del año, se forma allí una gran charca. No está lejos del pueblo: a apenas unos minutos en coche, que hay que dejar precariamente aparcado casi en la cuneta para luego descender desde la carretera a lo que, visto desde la misma, parece poco más que la lengua de tierra que delimita el trazado de ésta; pero que, una vez allí, se despliega en todas direcciones con la amplitud de un pequeño mundo secreto y autosuficiente. La laguna está en la parte baja del llano que, según avanzamos, se escora levemente a nuestra derecha. Y como con nosotros ha entrado, pisándonos los talones, una punta de niebla, cuando llegamos a la charca ésta se ha convertido en el centro de un lugar sin contornos ni límites, rodeado de montañas de las que sólo vemos la parte inferior y su reflejo invertido en la límpida superficie, de la que sobresalen las formas negr

LA RESEÑA DEL VIERNES: 'LÍNEA ROJA' de JOSÉ LUIS GARCÍA MARTÍN

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Este viernes LA RONDA DEL LIBRO, el blog de crítica literaria que hacen posible los amigos de esta Columna de humo , ofrece la reseña que el crítico José Luna Borge hace de Línea roja , la última entrega de los diarios de José Luis García Martín.

CORONEL THURSDAY

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Ha muerto Shirley Temple. Y qué solo se habrá quedado, en el limbo de los mitos, su padre en la ficción de Fort Apache , el amargado coronel Owen Thursday, condenado a purgar su falta de tacto político en un ingrato destino con muy pocas posibilidades de lucimiento y muchas de perder la honra y la cabellera... Thursday representa la peor clase de fracaso: el aparejado al mérito no reconocido, a las oportunidades perdidas, al carácter propio convertido en el peor enemigo de uno mismo... Cómo retrataba John Ford esas vidas. Y qué consuelo nos siguen deparando, normalmente en las horas desabridas de una sobremesa de víspera de día laboral, películas como la ya mencionada o como La legión invencible , donde el papel de sonrisa benefactora en un mundo de hombres solos correspondía a Joanne Dru, la que, como dice la canción, llevaba un lazo amarillo por su amor, que estaba en la Caballería...   ***  En esa joven república centroeuropea -nos cuenta a mí y a mis alumnos una nativa con

LA PRESA Y LA ARAÑA

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Rebelión de los objetos. Se empeñan en anquilosarse, en romperse, en saltar desde las manos que los sostienen y emprender un vuelo sin gobierno que necesariamente acaba en impacto fatal. En vano interroga uno sus entrañas averiadas. Mueren por viejos, por desatendidos, por descabalados. Mueren, también, como retándonos a encontrarles pronto los sustitutos adecuados, que no aparecen, o están ya fuera de nuestro alcance, porque no hay objeto que no sea testimonio de una pasada holgura material que quizá el presente se empeñe en escamotearnos. Se va convirtiendo la casa en un cementerio de objetos muertos. Me paro a sentirme el pulso, por si acaso. *** J.R.J. es la presa y Lezama la araña. Ocurre en un "Coloquio con Juan Ramón Jiménez" redactado y firmado por el cubano, que encuentro en un reciente libro de entrevistas con el de Moguer. Y llama la atención cómo incluso alguien tan poco paciente con la pedantería y la afectación ajenas como el propio Jiménez acaba sucumb

MEGALOMANÍAS

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He cumplido cincuenta y un años, pero durante algún tiempo seguiré siendo un hombre de cincuenta. Es lo que tienen las cifras redondas: ejercen su influjo más allá de donde acaba su jurisdicción legítima. La próxima es inapelable: con sesenta, si Dios quiere, seré ya incluso legalmente un anciano. Me quedo de momento en esta estación apacible. Sé de quienes se apearon antes, y también de quienes no pudieron ir mucho más allá. Por eso hay que estar agradecido. Me han regalado una caja de bombones y un libro: los primeros todavía puedo comerlos sin restricciones de dieta; y aún tengo agudeza visual para que no me cueste demasiado acomodar la vista a la pequeñez de la tipografía ordinaria. Conservo también otras facultades. No pido más. *** Seguro que a algún capitalista megalómano se le ha ocurrido ya la idea, en alguna tarde como ésta: qué pena que no se le pueda poner precio al disfrute del sol; y qué desperdicio, tanto pobre gozando del mismo sin dejar siquiera unos céntimos en

INTEMPERIES

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Bajo un voladizo, en un hueco en el que apenas cabría un hombre sentado, un butacón viejo parapetado tras un muro de cartones y paraguas desbaratados, en lo que parece uno de esos refugios que improvisan los vagabundos para pasar la noche. Ahora mismo, a primera hora de la mañana, parece que no hay nadie. Puede que el ocupante sea uno de esos barbudos acartonados y silenciosos que toman café a la puerta de un bar cercano, guarecidos de la lluvia bajo unos soportales. Están siempre ahí, como dando testimonio de haber sobrevivido a todas las catástrofes sociales y culturales de los últimos treinta años... Yo he salido a comprar el pan. Voy encogido y tengo la cara mojada y fría. La lluvia no cae: te envuelve como una neblina líquida y se te pega a la ropa y a la piel. Todos somos sobrevivientes de algo; casi siempre, de nuestras propias fantasías. Pero no es lo mismo acunarlas, pongo por caso, en un lecho caliente, entre sábanas limpias, o en el recuerdo inmediato de las mismas, que

LA RESEÑA DEL VIERNES: 'PAPELES SECUNDARIOS' de ANTONIO SERRANO CUETO

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Este viernes LA RONDA DEL LIBRO , nuestro blog de crítica literaria, incluye la reseña/semblanza que he hecho a partir de mi lectura de Papeles secundarios , el último libro de Antonio Serrano Cueto, publicado por Ediciones La Isla de Siltolá. 

POSANDO

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Bajo el cielo plomizo, el patio de la antigua herrería, con sus paredes cubiertas de yedra, su laurel asomando por encima de los muros y sus dependencias -dos pabellones, situados a uno y otro lado del patio- convertidas respectivamente en un desahogado apartamento y un estudio de fotografía. Hacía tiempo que no visitábamos a estos amigos y, al igual que cuando inauguraron su casa hace ya varios lustros, me sorprende comprobar que su lugar de trabajo responde perfectamente a sus querencias y gustos: una mezcla extrañamente armónica de muebles funcionales y cachivaches que no son todavía piezas de museo, pero a los que se les va pegando la pátina de lo que ya no se estila ni se usa, pero se ha enriquecido de un indeleble valor sentimental; y todo ello en un espacio que sólo se explica en esta ciudad ancha y tortuosa al mismo tiempo, llena de viejas naves en desuso que van cambiando de mano y ocupación según la racha. Pasamos allí una hora, durante las que M.A., incómoda y cariaconteci

TRICICLO

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Esos autores modestos, callados, rudimentarios quizá en su logro de la difícil armonía entre medios y fines; y que, a la vez que se dejan leer, se dejan reescribir... *** Coincide la salida del café con un breve intervalo de cielo despejado y sereno en medio del día desabrido. Y un compañero ante el cual me había quejado, horas antes, de este tiempo descorazonador se queda mirando el horizonte y me comenta, como quien celebra un raro suceso que acaba de presenciar y que quizá me ha pasado desapercibido, que ya se hace sentir la proximidad de la primavera. *** En el parque de enfrente, una joven familia de patinadores: padre, madre e hijo (o hija). Avanzan a favor del viento, con el poniente a sus espaldas. Me acuerdo de cuando yo bajaba a ese mismo parque a pasear con C., en la sobremesa, cuando ella era tan pequeña que casi no alcanzaba los pedales del triciclo y prefería impulsarse con los pies en el suelo. El pequeño o pequeña de esta familia que acabo de ver debe de ten

LLAMA DE AMOR VIVA

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Hoy el mar, sencillamente, daba miedo, como da miedo casi todo en la naturaleza cuando muestra un poder que, no sólo arrasa con cuanto el hombre ha ideado para contenerlo, sino que, además, parece obedecer a un designio incomprensible: una mezcla de azar y furia desmedida; lo que se parece mucho a lo que, en un ámbito exclusivamente humano, llamamos injusticia. Injusto es, por inexplicable y desmesurado, que la policía de un régimen dictatorial -todos lo son, en mayor o menor medida- irrumpa en tu casa y, sin explicaciones, te propine una paliza y luego te encierre en una mazmorra o te arrastre hasta un pelotón de ejecución. Injusto es que, como ha sucedido en na ciudad del norte de España, una ola caiga sobre un adolescente que en ese momento recorría el paseo marítimo y lo arrastre consigo. Más que quejas, lo que esta clase de sucesos reclama es la rebelión pura y simple. Pero la pregunta que te asalta respecto a esta última clase de hechos es: rebelarse contra quién, en nombre de

NIEBLA

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Caminábamos dentro de una nube. Y no, no estoy metaforizando. La nube se había pegado a la ladera de la montaña sobre la que se asienta el pueblo y nosotros estábamos dentro de ella. Nuestra vista no alcanzaba más allá de unos pocos metros alrededor. Y lo extraño era que esa sensación de privación de la capacidad de ver no era resultado de la oscuridad, sino de una especie de exceso de luz, de luz excepcionalmente densa y como algodonosa, que podía palparse incluso, y más allá de la cual no había nada. Andábamos a ciegas dentro de esa luz. Minutos antes, mientras subíamos al pueblo por la angosta carretera de montaña, hubo un momento de verdadero peligro al cruzarnos con el autobús de línea que venía en sentido contrario, y del que sólo alcanzamos a ver los faros delanteros y las luces de gálibo que señalaban sus vértices, como en esos pasatiempos de tebeo en los que te daban una serie de puntos numerados y había que unirlos con líneas para que apareciera una figura hasta entonces in