DESNUDEZ: UN DECÁLOGO

Nacemos desnudos y quedamos en disposición de ser desnudados cuando morimos. Que, en el intervalo, la desnudez esté fuertemente connotada por la voluntad de placer obedece evidentemente a un calculado olvido de esas otras dos circunstancias. *** La primera mujer que descubre sus pechos en la playa al llegar el buen tiempo tiene algo de pionera. Cuando se le suman otras y acotan, como suele suceder, todo un tramo de playa, ya están dados los ingredientes para la constitución de un deseable estado utópico a medio camino entre el paraíso terrenal y el reino de las amazonas. *** Hay quien, después de desnudarse al aire libre, siente un irrefrenable impulso de bailar. *** Siempre queda algo de niñez demorada en la redondez inocentona de las nalgas. *** En las playas con espacio suficiente, la desnudez nos hace equidistantes. *** Por lo mismo, un cuerpo desnudo bajo el sol y contemplado a una distancia de, pongamos, veinte o treinta metros parece siempre hecho