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Mostrando entradas de junio, 2014

RULFO

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Juan Rulfo entrevistado en A fondo . Al principio piensa uno que, si de algo no puede precisamente alardear el autor de libros tan sombríos como El llano en llamas o Pedro Páramo , es de sentido del humor; o, al menos, de esa especie de empatía general que se le presupone a todo personaje que haya alcanzado una cierta notoriedad pública. No otra cosa es lo que la cámara parece querer atisbar en el rostro impasible del mejicano, sin lograrlo; al menos, en la primera mitad de la larga y tensa hora que dura la entrevista. El escritor aguanta bien el tipo. Cuando se le pregunta por su familia, se remonta con toda tranquilidad al siglo dieciocho... Hasta que el entrevistador, visiblemente impaciente, lo emplaza a hablar de ancestros más cercanos. Hay un momento en que el entrevistado parece impacientarse con lo que parece un interrogatorio policial: "¿Y usted cómo es que sabe todo eso?", le espeta al normalmente impecable e impasible Joaquín Soler Serrano. Éste ni siquiera apro

SOLTURA

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Me estoy aficionando a las entrevistas literarias, y no sólo literarias, que Joaquín Soler Serrano hacía a figuras como Borges o Salvador Espriu -son las dos que he visto últimamente- en su programa A fondo hace más de treinta años. Qué lujo. "La literatura española tenía en sus orígenes una soltura que luego fue perdiendo", afirma el escritor argentino, que no consiente que el entrevistador lo llame "maestro". "Llámeme sólo Borges", le dice. "Sí, Borges, es decir, maestro", insiste el entrevistador, con esos modales un poco rígidos -aunque siempre eficaces- de la cortesía que todavía se estilaba entonces en determinadas situaciones públicas. "No, no, Borges, que da la casualidad que es mi nombre". Lo dice desde ese aparente desamparo del hombre ciego que, en una conversación, no logra atisbar los gestos de su interlocutor, y por eso se adelanta a veces a llenar los silencios algo enfáticos de éste, luego tan imitados por otros perio

EQUUS

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Tenía el vago recuerdo de que Equus fue una obra de teatro que causó cierto revuelo en España en los tiempos de la Transición porque fue una de las primeras ocasiones, si no la primera, en que una actriz aparecía desnuda en escena. Creía recordar que el desnudo era de cuerpo entero, y que la actriz era Victoria Vera... Pero no, la memoria me engaña: hago mis comprobaciones y resulta que se trataba de María José Goyanes, y que sólo enseñaba los pechos.  Con estos datos (confusos) de mi memoria sentimental a las espaldas, me asomo por primera vez a la versión cinematográfica que Sidney Lumet hizo de la obra teatral de Peter Shaffer en 1977. Anda uno últimamente un tanto saturado de lecturas románticas, pero el caso es que lo que me sorprende de esta película más bien pasada de rosca es la seriedad con la que considera el viejo asunto romántico de la Imaginación, el atributo divino por el que somos capaces de trascender la visión mediada que habitualmente tenemos de la realidad y alc

LLUVIA

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Me doy cuenta de que llueve por el olor: olor a lluvia de verano, a agua caída sobre suelos recalentados. Se me va la imaginación a esos chaparrones repentinos de agosto que asientan el polvo en las veredas y en las calles de los pueblos. Y tardo unos instantes en percatarme de que esa lluvia retrospectiva es real y es la que golpea el antepecho de mi ventana. *** Sigue la rebelión de los objetos. A la radio se le ha averiado el mando que regula el volumen; con lo que ahora suena siempre estentóreamente, sin que sea posible reducir la intensidad del sonido. Naturalmente, resulta insoportable, y más aún a la hora a la que solemos escucharla, que es la del desayuno. No estoy muy seguro de que hayamos salido perdiendo; al menos, ya no se cuela en nuestra intimidad de primera mañana el ruido molesto de eso que llaman actualidad. Hay más verdad, seguramente, en el sonido del viento o en el concierto disperso y maravillosamente acordado que entonan los pájaros; y más capacidad de res

MY GENERATION

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En la celebración del décimo aniversario del restaurante de nuestros amigos A. y S. Aires de fiesta familiar, lo que no excluye una cierta formalidad de acontecimiento social importante en este microcosmos que tiene algo, para los aquí congregados, de segunda ciudadanía libremente elegida. A veces hemos bromeado incluso con la idea de que, de la esquina hacia acá, la parte del pueblo que se agrupa en torno a esta bendita plaza con mirador abierto a las inmensidades de la sierra es un cantón aparte, independiente no sólo del resto de la población, sino del resto del mundo en general.  Aquí, efectivamente, rigen otros tiempos, otros ritmos, y hay incluso cierto margen para que las formas elementales de la sociabilidad adquieran aire de juego. A eso hemos venido todos esta noche: a jugar; y la delicada degustación de excelencias gastronómicas con que nos obsequia A. no es sino una forma superior de juego. Nada es lo que parece, lo que parecía una aceituna estalla en la boca y no es má

EN LA ORILLA

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En esta ciudad la playa hace las veces de esos grandes bulevares a los que la gente acude fundamentalmente a ver a los demás y a dejarse ver. Bueno, no es que nosotros viniéramos con esa intención; más bien, abordábamos nuestro primer día de playa con las expectativas contrarias: aquí se viene -pensábamos- a lo que se va al campo en los sitios donde lo hay: a tomar el aire, a ensuciarse los pies, a perderse. Pero no. Nada más llegar, nos aborda una pareja amiga que conocemos de nuestros fines de semana en la sierra. Es raro verlos en esta otra dimensión. Hablamos de pintura, que es el ramo del que entiende nuestro amigo. Nos anuncia algunos eventos venideros y nos cuenta que recientemente ha obtenido -él también pinta- una mención honorífica en cierto certamen... Resulta llamativo hablar de estas cosas a pleno sol y mientras a la espalda de mi interlocutor, cuya mirada no puedo escrutar porque se oculta bajo una gafas negras, tres chicas semidesnudas se tuestan sobre la arena; y me s