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Mostrando entradas de septiembre, 2014

EMPATÍAS

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Retrospectivamente, poco o nada podríamos reprochar a algún hipotético español clarividente que, a finales de 1933 o principios de 1934, hubiera solicitado a la Sociedad de Naciones, pongo por caso, la suspensión de su ciudadanía y la exención, por tanto, de cualquier responsabilidad material o moral en lo que iba a venir después. Muchos se ganaron dolorosamente ese derecho a toro pasado, cuando ya no había modo de eludir las dudas sobre sí, al menos por omisión, no eran ellos también culpables de lo sucedido. Está por regular este derecho a apearse de un tren que avanza a toda máquina hacia una colisión segura. Yo, al menos, lo reclamo. *** Era tan celoso de su tiempo, y hacía tantos aspavientos al respecto, que todo el mundo empezó a sospechar que no hizo jamás nada con él que mereciera la pena. *** La empatía entre escritores es de dos clases: la de quien admira sinceramente la obra de otro, por expresar ésta con acierto preocupaciones o aspiraciones que el primero si

BODEGONES

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Me paro ante la escuálida sección de poesía de este supermercado de libros. Por supuesto, no tienen ninguno mío, pero no me consuela que tampoco tengan nada de otros poetas de mi quinta más conocidos y con publicaciones más recientes. Me aburro pronto, en fin, ante esta decena escasa de estantes de los que casi uno entero está dedicado a Benedetti. También me aburre el resto: todo previsible, flamante, insultantemente dispuesto como si quien dirige el cotarro tuviera unas ideas muy precisas, y más bien poco halagüeñas, sobre los gustos de la clientela... Le digo a M.A. que decididamente lo mío son las librerías de viejo: esos libros que, al tocarlos, dejan un poco de roña en las manos y una especie de grata expectativa en el ánimo. *** Gran afluencia de pintores y fotógrafos en el concurso de "bodegón al aire libre" y fotografía que hemos organizado en el barrio. También algunos curiosos, como yo. Amenaza lluvia y un viento racheado e ingrato sacude de vez en c

NOSOTROS LOS SOLITARIOS (Decálogo)

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Entre la soledad libremente asumida y la que responde a una forma soterrada de la soberbia, la que se impone como necesidad. *** No estar nunca allí donde tu presencia cuenta solamente como adhesión. Ni siquiera allí donde esa adhesión responde a una convicción previa de la que no has dado cuenta a nadie. *** Frente a lo gregario espeso, la soledad transparente. *** La multitud aplaude, el solitario asiente en silencio. Y siempre preferiremos, cuando lo merezcamos, ese asentimiento silencioso al aplauso circunstancial. *** Ese paso de baile de pura felicidad que el solitario esboza cuando nadie lo ve. *** O esa otra soledad que es fermento de lo único valioso de ti que puedes ofrecer a los otros. *** Compartir la soledad como la desnudez. *** Mantener en la soledad las convenciones del pudor. Ser impúdico sólo en compañía. *** En la conciencia del solitario, hay compañías que hacen el estrago de una multitud con los pies embarrados que

MILAGRO

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En un cuerpo tatuado, la piel ya es vestido. *** De todas las profesiones posibles, la política es la única que incapacita para la vida práctica. ¿Qué se puede ser después de haber sido político durante, pongamos, treinta años? Nada concreto. Lo que no quiere decir que esa nada no vaya a estar espléndidamente remunerada. *** Entre chaparrón y chaparrón, espléndidas calmas. En una de ellas un pescador de playa se adentra unos metros en el arrecife someramente cubierto por las aguas, y la impresión es la de alguien que camina sobre el mar. Y hay milagro, sí, pero no es exactamente ése.

EXCESOS RETÓRICOS

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Nos alcanza la tormenta cuando todavía estamos a mitad de camino entre la orilla y el lugar donde hemos dejado el coche. Mientras paseábamos la vimos venir: una especie de cilindro retorcido, como la sombra de un tornado, de vez en cuando encendido desde dentro por el resplandor de un relámpago. Y había algo falso en toda esa puesta en escena, como si también la naturaleza, a veces, incurriera en excesos retóricos. Dado el reducido número de paseantes que venía a dispersar, y lo precario del equipamiento -en algunos casos, casi literalmente nada: una braguita de biquini sobre un cuerpo desnudo- con el que íbamos a presentar resistencia, bien se le podría haber dicho: Vale, vale, no hace falta desgañitarse, ya nos vamos. *** En el cine, para ver El hombre más buscado ( The Most Wanted Man ), adaptación de una novela reciente de John LeCarré y última película que protagonizó el malogrado Phillip Seymour Hoffman. Resulta reconfortante dejar atrás las multitudes de adolescentes que

DESBOCADOS

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También el gesto de salir a la calle, en este primer día de lluvias otoñales, sin paraguas ni impermeable tiene algo de resistencia inútil, o de vano intento de negarse a ver la realidad. La vida está llena de estos gestos absurdos. Hoy sólo me ha costado una camiseta mojada, como ésas que llevan las chicas lozanas pegadas a los pechos en los concursos que organizan en las discotecas. Podría haber sido peor: un catarro, quizá. Es lo que tienen estos derroches meramente gestuales: dejan siempre en el ánimo una insinuación de fiebre. *** Cuándo inventarán una grabadora de pensamientos desbocados, que deje constancia de que ni siquiera en los insomnios somos tan brillantes como creemos. *** Por afortunados que sean, los tres primeros versos de un poema no aseguran nada; los tres últimos, tampoco. 

REGALOS

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A Benjamin no habrían dejado de interesarle algunos de los comentarios que se han oído en las últimas horas a propósito de la importancia de El Corte Inglés en la reciente historia de España; como tampoco le hubiera resultado indiferente la canonización casi instantánea -es decir, sin dejar pasar los prudentes decenios, e incluso siglos, de espera que la Iglesia asigna a estos procesos- a la que están siendo sometidos ciertos prohombres de empresa recientemente fallecidos (entre ellos, el hasta hoy presidente de esos grandes almacenes). Lo que hubiera llamado la atención del filósofo alemán es esta nueva demostración palpable de la sacralización del dinero, cuya contrapartida no es, no puede ser otra, que la cosificación del hombre sometido al influjo de ese culto nefasto. Y no andan descaminados quienes piensan que los templos de esta extraña religión son los centros comerciales, a los que, incluso en tiempos de penumbra, acudimos, si no a satisfacer nuestras necesidades, sí a emb

FUEGOS

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Empiezan a tomar forma algunos proyectos; lo que significa también que el tiempo, que en estas semanas previas de inactividad y falta de expectativas confirmadas parecía haberse expandido hasta la hipertrofia, vuelve a contraerse... No se sabe qué es peor: si el apremio o la parálisis. Y así va uno bandeándose. *** Fuegos artificiales al fondo del valle, en el pueblo vecino. Anuncian el final de la feria. A esta distancia apenas se oyen los estallidos: si acaso, un petardeo amortiguado, que enseguida asociamos con el anómalo chisporroteo que ilumina un cabo de la oscuridad circundante, allá en lo hondo. No me interesan demasiado las ferias, en general. Y por eso, quizá, resulta aún más extraña esta melancolía: lejos, muy lejos, estallan los cohetes de la alegría ajena; y uno, sin querer estar allí, siente de alguna manera como carencia este ver las cosas desde tan lejos, amortecidas, leves como una chispa que, tras su breve vuelo, termina en inasible pavesa. *** Tambié

DETALLES

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Cada vez que oigo, como mérito de una novela nueva, que da gran protagonismo al Facebook, al whatsapp y a otros cachivaches modernos, saco la pistola... Y no porque me parezca mal que la realidad se manifieste de ese modo en las novelas que se escriben hoy, sino porque ese hecho -la observación directa de la realidad, y el uso selectivo de ésta para fortalecer las pretensiones de verosimilitud de la novela- no debía merecer el menor comentario; a no ser que tanto el autor como quienes lo jalean estén menos interesados en las novelas propiamente dichas que... en las novelerías. *** Más sobre el Libro de los pasajes de Benjamin: la insistencia en que las reformas urbanísticas que Haussman llevó a cabo en París durante el Segundo Imperio tenían como objetivo principal favorecer las maniobras del ejército -y, especialmente, de la artillería- para reprimir las revueltas populares; y que el efecto colateral más evidente de las mismas no fue otro que el enriquecimiento ilegítimo de

PAÑUELOS

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¿Diré que todavía uso pañuelos de tela, en vez de los de papel? Hay quien tilda de antihigiénica esta costumbre, pero a mí lo que de verdad me repugna es la actual proliferación de inmundos amasijos de papel esponjoso. Los encuentra uno en todas partes, incluso en los parajes más apartados; cuando lo que caracteriza a una persona decente, entiendo, es lavar sus suciedades en casa, discretamente, y no ir dejándolas por ahí... En fin. El caso es que incluso los pañuelos de tela hay que reponerlos de vez en cuando, lo que, dada su situación de franco retroceso, no es fácil. Han desaparecido, por ejemplo, de los grandes almacenes, y sólo los encuentra uno en esas recónditas tiendas de barrio donde se compran la ropa los viejos. Hoy he visto en el escaparate de una de ellas una pila de cajas de media docena de pañuelos, fabricados, según reza la etiqueta, por una empresa catalana que dice trabajar el género desde 1947. Los pañuelos parecen también de 1947: tienen el olor y el apresto de l

PINTURA Y ESCRITURA RÁPIDAS

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Viendo pintar al veterano Antonio Rodríguez Agüera, en su voluntariosa participación anual en el certamen de pintura rápida de su pueblo, donde su depurada pintura gestual, liberada ya de todo alarde de virtuosismo, rara vez consigue captar la atención de los jurados, pienso siempre en lo paradójico y ambiguo que resulta el propio concepto de "pintura rápida", y en la dificultad de definirlo o ajustarlo a unas reglas. Pregunto al pintor dónde puedo encontrarlo a lo largo de la jornada y me dice que allí mismo, a la puerta de su estudio. Aunque es un concurso de pintura al aire libre, él no necesita situarse delante de su modelo: pinta de su cabeza, aún a sabiendas de que juega en una liga distinta, y aun contraria, a la que incluye a todos los demás participantes, que son los que pueden aspirar a llevarse algún premio. Pero su gesto, como el de todos los que van a contracorriente, tiene la virtud de poner en cuestión incluso lo que parece sólidame

EL ETERNO RETORNO

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Hablar del tiempo... Parece que hay acuerdo general en que este verano no ha sido lo que tenía que ser. Yo creo , de todos modos, que ha sido incluso un poco mejor de lo que se podía esperar. Ya he mencionado en este cuaderno esas benditas tardes de viento sur, con el aire de cara, en la playa. Mi idea de bienestar físico ha quedado definitivamente asociada a ese viento y a esas tardes. Otra cosa es el bienestar moral, y supongo que a eso es a lo que se refieren la mayoría de las quejas que se oyen respecto al clima. ¿Se quejaría uno de una lluvia, pongo por caso, que aliviara el mero malestar inconcreto de ver pasar el tiempo? Pues eso. *** Paso la mañana fichando libros y leo por la tarde las anotaciones de Walter Benjamin sobre el tedio y su relación con las tareas repetitivas y mecánicas asociadas al trabajo industrial. De ese tedio del instante a otro más general: el que genera la idea nietzscheana del "eterno retorno de lo mismo". O la que descubro en un sorprend

VODEVIL

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Está la estafeta de correos escondida en el sótano de unos grandes almacenes, al final de un largo pasillo lleno de artículos saldados por los que aparentemente nadie se ha interesado desde el día en el que abrieron el establecimiento. También la estafeta tiene algo de cosa olvidada. Vengo a ella cuando no quiero guardar las largas colas que normalmente se forman en otras oficinas de correos. El empleado parece agradecer siempre la visita. Y tiene uno la impresión de que los paquetes que se envían desde aquí viajan... no sé, con más desahogo, como los hijos de una familia en la que no se grita y en las que nadie atosiga a nadie. *** Creo que era de Vicente Molina Foix la crítica de Showgirls que leí en la revista Fotogramas hace años, y que me sorprendió porque, más que poner por los suelos la película de Paul Verhoeven, como era de esperar, el crítico hacía una bienhumorada ponderación de lo que pretendía, que no era otra cosa que utilizar un argumento clásico de melodrama -e

TODO EL TIEMPO DEL MUNDO

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Se fueron todos: C. con su perro -y su mochila, y su recién compuesta estampa vagabunda y viajera-. M.A. ha querido acompañarla unos días. Y aquí nos hemos quedado la gata y yo, con todo el tiempo del mundo. Me he levantado a las siete menos veinte, he atendido un examen, me he acercado al banco y luego a la copistería -también los libros, llegado el momento, echan a andar por el mundo en forma de modesto mecanoscrito, aunque con muchas menos ilusiones que los veinteañeros a los que les cabe la vida en una mochila-. Ya en casa, he hecho la cama -¿para qué, si nadie va a fijarse en si está hecha o deshecha-, recogido los platos de ayer, pintado un viejo desconchado que me decidí a enlucir el otro día; luego he terminado un artículo que tenía pendiente. Y ahora, a la una del mediodía, con todas las tareas finiquitadas, me pongo a escribir en este cuaderno. Todavía tendré tiempo de leer unas páginas del Libro de los pasajes de Benjamin, con el que me distraigo ahora; e incluso de dormi

DISPENDIOS

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Viendo pintar a mi amigo J.A.M. en el recogimiento de su estudio, se me ocurre que quien dedica tiempo y ganas a bregar con estos empeños que acaso excluyen la compañía nunca está solo del todo; y que la soledad, si acaso, en su forma más cruda, que es la del pozo sin fondo ni asideros, llega después. *** ¿Siempre anda la crítica igual de despistada? De las cuatro películas que Lauren Bacall y Humphrey Bogart hicieron juntos, La senda tenebrosa ( Dark Passage , 1947) es la menos conocida y la peor considerada. El argumento, trufado de coincidencias improbables, invita a ello: pero eso sólo para el crítico que, desde su cómoda suficiencia, juzgue que todos los que tomaron parte en la película -empezando por su director, Delmer Daves- habían perdido la cabeza y dado por buena la más inverosímil de las tramas. Pero la cosa cambia si nos paramos a pensar un poco: ¿en qué ámbito es posible que se den esas coincidencias, regidas por lo que parece un principio de gratificación de des