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Mostrando entradas de noviembre, 2014

EN PRUEBAS

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Si algo ha aprendido uno de la informática, que todo el mundo usa más o menos temerariamente, es a respetar la labor de los antiguos maestros impresores y la de sus sucesores, los que tratan de conferir dignidad a los textos mediante el uso de la moderna tecnología. Un procesador de textos corriente se limita a poner la palabras una tras otra, y no tiene en cuenta que, para que la página ofrezca a la vista una trama uniforme sobre la que pasear, éstas han de ser cortadas -pero no de cualquier manera-, comprimidas o alargadas -pero sin que se note-, obligadas a disponerse sin que queden entre ellas molestas alineaciones que se traduzcan en "calles" que cuartean el texto, y forzadas a cuadrar en el espacio disponible para que ninguna quede "viuda" o "huérfana" -es decir, que no quede a principio de página nueva una palabra o fragmento de línea que cierre un párrafo anterior, o a final de página el comienzo de un párrafo que se continúa en la siguiente... T

SUPPOSED TO

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Lo bueno de escribir poesía -y parece que la racha dura- es que es casi como no escribir; y no porque no implique el gasto de muchas horas, sino porque tiene poco que ver con esa especie de exhaustivo remar en banco de galeote al que se parece tanto, por ejemplo, la escritura de una novela. Dios me libre de escribir otra (aunque ideas no me faltan, todo hay que decirlo). *** Llama la atención la práctica desaparición de la política como tema de conversación, al menos entre la gente con la que me relaciono; aunque más bien da la impresión de que se trata de un fenómeno más general; y que contrasta con la casi exclusividad de la que ese asunto goza en los medios de comunicación. Es una indicación más de la enorme distancia existente entre lo que la clase política y periodística piensa que le interesa a la gente y lo que de verdad interesa. Una prueba más: ayer, cuando practicaba con mis alumnos mayores esa clase de oraciones pasivas impersonales que en inglés se utiliza para trans

PORTLAND ROAD

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Veo un hermoso y descorazonador documental de la BBC perteneciente a una serie sobre la historia de las calles de Londres: éste trata en concreto de Portland Road, en el muy literario barrio de Notting Hill. El documental explica cómo la calle surgió durante el boom inmobiliario que conoció la ciudad a mediados de siglo diecinueve; y cómo, al no venderse las casas por lo que los promotores esperaban obtener, la calle de vio pronto invadida por alquilados y realquilados de escaso poder económico que convirtieron lo que en principio estaba destinado a convertirse en un barrio de clase media en una de las zonas más miserables y degradadas de Londres. Ya entrado el siglo veinte, las primeras promociones de viviendas sociales alentadas por las autoridades municipales lograron la descongestión del tramo sur de la calle, el más cercano al centro, y animaron a muchas familias de clase media a mudarse a la zona, mientras que las más pobres volvían a hacinarse en los bloques de reciente const

PROFESIONALES

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Nuestra alegría -la de M.A. sobre todo, que fue una de las promotoras y redactoras de ese periódico- al saber que  El Independiente  ha recibido el Premio Andalucía de Periodismo por su brillante suplemento dominical. La pregunta es: si era tan bueno -y de eso no nos cabe la menor duda-, ¿por qué duró tan poco? Y eso me lleva a pensar, ay, en tantas, tantísimas cosas que se agostan cuando crecen en un medio estéril. En tantas personas -del mundo de la docencia, de la cultura, del propio periodismo- que nos comentaban que el periódico exigía demasiado de sus lectores; lo que quiere decir que era un periódico que exigía ser leído, y no simplemente comprado y paseado en nombre de un viejo hábito del que resulta tan difícil sustraerse como de cualquier otro vicio. Hubo muchos gestos de admiración que se trocaron demasiado pronto en el gesto de desconfianza que provoca la sospecha de hallarse ante un espejo quizá demasiado revelador. Y la respuesta fue fácil: bastó cruzarse de brazos -u

UNA VELADA

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El amigo C. Conserva su buena voz de otros tiempos, cuando, en compañía de otro viejo conocido nuestro de entonces, amenizaba las fiestas universitarias con un repertorio hecho de canciones de Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Hilario Camacho, etc. Yo no era mucho de esa cuerda -a uno le tiró siempre más lo anglosajón-, pero me sumaba con agrado a los arrebatos de emoción colectiva en los que solían derivar esas fiestas de la nostalgia anticipada, como si jugáramos todos la baza de que aquellos momentos no valían por lo que eran, sino por lo que nos iba a parecer que fueron al recordarlos veinte o treinta años después. Aquello sucedía, quizá, porque esa música era ya entonces a un mismo tiempo actual y anticuada, y creo que nos aferrábamos a ella por ese mismo impulso por el que los niños crecidos se aferran a sus juguetes preferidos justo cuando intuyen que en cuestión de meses una fuerza que no controlan les quitará incluso las ganas de jugar con ellos. Pienso en todo esto mientra

PANORAMA Y PERFIL

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Pongo aquí la portada y las invitaciones a las dos primeras presentaciones de mi nuevo libro de poemas, Panorama y perfil . Pinchando en la portada se puede acceder a su ficha editorial, que incluye un poema del libro. Un jurado presidido por José Manuel Caballero Bonald e integrado por Felipe Benítez Reyes, Luis García Montero, Manuel Alcántara y Antonio Garrido Moraga premió este libro “lleno de apreciaciones sorprendentes”, que "habla de asuntos cotidianos pero buscando el lado insólito y prodigioso que tiene la realidad cuando se la mira con detenimiento”.

MADRES JÓVENES

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En torno a la hora de entrada en los colegios, madres jóvenes; aunque calificarlas de este modo es casi una redundancia: si tienen hijos en edad escolar, tienen que serlo, al menos en comparación con uno. En estas mañanas confusas, en las que trato de cuadrar el día antes incluso de que comience la jornada laboral propiamente dicha, resulta casi un consuelo verlas airear sus melenas a mechas, encender el primer cigarrillo, respirar la bocanada de perfume barato que desprenden al pasar encaramadas sobre sus zapatos de tacón, las piernas tensas bajo las telas ajustadas de sus leggins ... Vienen a confirmar en uno una especie de sentimiento primario de adhesión a la especie, en días en los que el humor parece querer llevarte por otros derroteros. Anoto la impresión por lo que pueda valer en esos balances precarios que me salvan el día.

HOMBRE

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Argumentar el pesimismo para... vestirlo. *** El western es al cine lo que ciertas formas sintéticas de representación -las procedentes del expresionismo y el surrealismo, sobre todo- son a la pintura: simplifican e intensifican lo que, de otro modo, exigiría largos desarrollos pictóricos o narrativos. En un western bueno la vida se reduce siempre a un gesto, el paisaje parece pintado por un niño (unas casas, un sol, una raya que figura el horizonte) y la dialéctica de las pistolas adelanta siempre el desenlace. Pero el trasfondo, esa especie de abrumadora complejidad que exhiben los conflictos humanos cuando se les somete a escrutinio, permanece siempre. Sirva de ejemplo éste que vi ayer: Hombre , de Martin Ritt, con Paul Newman y la bellísima, por cálida y acogedora, Diane Cilento.  *** La imposibilidad de comprender ciertas metamorfosis propias. Las que suponen la enfermedad o la vejez, por ejemplo, que pueden ser tan aparatosas como las que experimentan los personaj

REDENCIÓN

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Después de todos estos días anómalos, vuelta a las rutinas: entre ellas, este diario, que tenía uno bastante descuidado. Con esta prevención: no recapitular esos días pasados. Una cosa es la impresión inmediata, otra el relato pormenorizado de lo ya felizmente dejado atrás. No confundir nunca el diario con la biografía: en el diario, como en la vida, no se tiene nunca a la vista el desenlace. Y se escribe siempre en presente. *** Por primera vez en mi vida saco a pasear un perro. El de C., que acompaña a su dueña en sus desplazamientos, pero que inevitablemente no puede seguirla a todos y cada uno de sus compromisos. Lo veo desparramado sobre la cama de su dueña, cabizbajo, con los ojos gachos y una expresión de infinito desamparo. Casi tiende uno a pensar que se trata de una representación. Pero no: en cuanto me oye tocar el picaporte de la puerta de entrada -me dirigía a tratar un asunto doméstico con el vecino- se me pega a los talones. Entiendo la insinuación, así que, tras

FLORES EN LA BASURA

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En el mercadillo de libros, ante la amenaza de lluvia: "Habrá que recogerlo todo y salir pitando", dice uno de los vendedores. "Pues yo no  pienso correr", dice otro. "Si se mojan, los tiro. Como no me han costado nada, me da igual". Y entiende uno la verdadera condición de los libros desahuciados -miro con tristeza los títulos, algunos de ellos muy queridos para mí, y todos especímenes abundantes en estos puestos: La casa de Lúculo o el arte de comer , de Camba; Historias extraordinarias de Edgar Allan Poe; Marianela de Galdós-: flores en la basura, sí, pero basura al fin y al cabo. *** Me llama la atención la proliferación de ventanas abiertas en los bloques de viviendas que rodean el hospital; como si quienes viven en ellas no tuvieran el menor reparo en exponer sus interioridades ante quienes, al fin y al cabo, también han renunciado ya a toda pretensión de intimidad e incluso de individualidad y no son más que materia paciente, sometida a la

ZAMBULLIDA

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Mirar el mar, incluso a distancia y desde detrás de un ventanal infranquable, como si tu siguiente acto fuera a ser una zambullida...  *** Hay épocas en las que a uno no le toca hacer otra cosa que erigirse en testigo impotente de dos pesadillas simultáneas, o quizá dos naufragios: uno circunscrito al entorno privado, otro de alcance general. *** Olvido muchos de los libros que leo, pero nunca los que me han acompañado en días como éstos. A todos, buenos o malos, se les pega este cansancio, esta luz cansina, este desapego general hacia todas las cosas (salvo, quizá, ciertas inesperadas apelaciones sensuales, que se reciben como una dádiva). No salen necesariamente mal parados de ello; aunque tampoco estoy muy seguro de que sepan apreciar, ellos o sus autores, esta extraña cualidad añadida, esta inesperada mezcla con circunstancias que les son del todo ajenas y de las que ya, en la memoria de al menos un atribulado lector, forman parte inextricable.