HOMBRE
Argumentar el pesimismo para... vestirlo.
El western es al cine lo que ciertas formas sintéticas de representación -las procedentes del expresionismo y el surrealismo, sobre todo- son a la pintura: simplifican e intensifican lo que, de otro modo, exigiría largos desarrollos pictóricos o narrativos. En un western bueno la vida se reduce siempre a un gesto, el paisaje parece pintado por un niño (unas casas, un sol, una raya que figura el horizonte) y la dialéctica de las pistolas adelanta siempre el desenlace. Pero el trasfondo, esa especie de abrumadora complejidad que exhiben los conflictos humanos cuando se les somete a escrutinio, permanece siempre. Sirva de ejemplo éste que vi ayer: Hombre, de Martin Ritt, con Paul Newman y la bellísima, por cálida y acogedora, Diane Cilento.
La imposibilidad de comprender ciertas metamorfosis propias. Las que suponen la enfermedad o la vejez, por ejemplo, que pueden ser tan aparatosas como las que experimentan los personajes del famoso libro de Ovidio.
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El western es al cine lo que ciertas formas sintéticas de representación -las procedentes del expresionismo y el surrealismo, sobre todo- son a la pintura: simplifican e intensifican lo que, de otro modo, exigiría largos desarrollos pictóricos o narrativos. En un western bueno la vida se reduce siempre a un gesto, el paisaje parece pintado por un niño (unas casas, un sol, una raya que figura el horizonte) y la dialéctica de las pistolas adelanta siempre el desenlace. Pero el trasfondo, esa especie de abrumadora complejidad que exhiben los conflictos humanos cuando se les somete a escrutinio, permanece siempre. Sirva de ejemplo éste que vi ayer: Hombre, de Martin Ritt, con Paul Newman y la bellísima, por cálida y acogedora, Diane Cilento.
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La imposibilidad de comprender ciertas metamorfosis propias. Las que suponen la enfermedad o la vejez, por ejemplo, que pueden ser tan aparatosas como las que experimentan los personajes del famoso libro de Ovidio.
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(gatoflauta)