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Mostrando entradas de mayo, 2015

SHE WALKS IN BEAUTY

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Una franja de bruma en el horizonte crea el efecto óptico de que los barcos allí situados -un velero, un par de barcas de pesca- están suspendidos en el aire. Es una imagen hipnótica, de la que no podemos apartar la vista, hasta el punto de que esta flagrante contradicción de nuestro sentido de la realidad empieza a resultar molesta. Mejor mirar para otro lado, a nuestro confortable  mundo de objetos bien asentados en el suelo por la fuerza de la gravedad, no vaya a ser que... *** She walks in beauty, like the night ..., empieza a recitar el campesino Marco a la mujer a la que ha brindado su ayuda después de que el coche de ésta haya quedado inutilizado por un accidente. Es el comienzo de la difícil historia de amor que surgirá entre este campesino, que pronto destacará por su valentía en los primeros combates de la inminente guerra civil española, y Norma, una dubitativa espía al servicio de los fascistas. Todo esto ocurre en  Bloqueo ( Blockade ), una película de William Die

CUANDO FALLAN

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Cuando escribo de generalidades -y acabo de tachar todo un párrafo sobre un asunto de actualidad que me parecía interesante y que luego he optado por desechar- la prosa parece que se ahueca. Cuesta volver a darle la consistencia de lo naturalmente pensado y expresado luego mediante un uso relajado de los órganos de la dicción, que son también los de la escritura. Se asoma uno entonces a la ventana, se llena la vista de las formas y colores que ocupan la calle y el oído del zumbido más o menos amortiguado de la realidad al otro lado del cristal. El pensamiento tiende a lo general, y por eso se resiste a veces a expresar sus categorías en términos asimilables al pájaro que canta en la rama de un árbol próximo o al paseante que recorre la acera. Verlos u oírlos supone a veces todo un esfuerzo, no ya de los sentidos, sino de la imaginación, que es la gran enemiga de las generalidades. Sólo mediante su ejercicio podemos aspirar a tocar un poco de realidad. Y no, ay, mediante el uso de abs

EN LUGAR DE

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Más allá de las cabezas de los concurrentes, dominándolo todo, el circo de montañas. Ocurre cada vez que celebramos algo en este entorno. La opción natural es hacerlo al aire libre, si el tiempo lo permite. Y al aire libre trasladamos esa modesta ilusión de civilidad ociosa en que consiste toda fiesta: bebida abundante, mesas bien abastecidas, semblantes razonablemente embellecidos por la cosmética y el afán de agradar. También el campo circundante se engalana de flores y vibra en esa especie de nota sostenida en que se manifiesta el silencio entretejido de trinos y zumbidos de insectos. La primavera, sin duda, tiene su parte en todo esto, aunque el pretexto sea familiar o religioso. Una niña vestida de blanco, momentánea reina del instante, anda un tanto confundida entre la multitud de adultos congregados por su causa. La música es también de adultos: viejos éxitos de hace treinta años. Y las conversaciones: en poco más de dos horas he hablado de genealogía, de fabricación artesanal

NOVEDADES

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El libro de la ya desaparecida Escelicer que he estado leyendo estos días me ha hecho pensar en la céntrica librería gaditana en la que esa editorial tuvo su sede. Fue larga su agonía, y parte de ella consistió en el progresivo afloramiento, en su escaparate, de cuanto guardaba en la trastienda: su fondo editorial, sobre todo, y muy especialmente, su afamada colección de textos teatrales; pero también toda clase de artículos de papelería y objetos de escritorio, desde paquetes de tarjetas de regalo con sus correspondientes sobres -una partida de los mismos me sirvió para iniciar mi correspondencia literaria, cuando todavía se estilaban esas cosas-, hasta historiados cuadernos de contabilidad o arcaicas estilográficas que algunos avispados ya entonces consideraban piezas de coleccionista. Solía pararme periódicamente en ese escaparate a mirar las novedades -por llamarlas de alguna manera-. Y no debía de ser yo el único, porque el lugar se convirtió también en el paradero habitual de

HECATOMBES

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Es como sentarse en medio de la calle en una ciudad donde a uno no le faltan conocidos: tarde o temprano, éstos van apareciendo y se paran a cruzar contigo unas palabras. Lo de menos es el motivo que te ha llevado a estar sentado aquí, en medio de este flujo de gente. Hay delante de ti una mesa llena de libros con tu nombre impreso en la portada, y hay un evidente interés por tu parte en que algunos de esos libros cambien de manos y supongan un pequeño beneficio, ya que no para uno, sí para el amable librero que se ha molestado en reunirlos. Al fin y al cabo, se trata de la feria del ramo. Pero no todos los que se detienen a hablar contigo reparan en esa eventualidad. Hay quien pregunta, mirándolos de soslayo: "¿Todos los has escrito tú?". Y se siente uno un tanto avergonzado por transmitir la impresión de una vida tristísima, sin otro aliciente que pergeñar páginas y páginas. Algunos, como  para cerciorarse de la inutilidad de la tarea, te preguntan por tu verdadera profes

LABERINTOS

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Trámites de fin de curso, declaración de la renta, inminentes matrículas. A la habitual astenia primaveral se suma esta especie de resaca burocrática. Y ambas cosas van en el mismo sentido: acentúan la sensación de que, en esa especie de laberinto perfecto que es el círculo que se completa o el ciclo que vuelve a su comienzo, anda uno cada vez más perdido. *** Esta cesta de papeles rotos no es tanto un desperdicio de materia prima como de aspiraciones vitales. Y no basta vaciarla para quedar limpio del todo. *** Empieza a preocuparme que, en mi reticente dedicación a la crítica literaria, las lecturas obligatorias empiecen a gustarme incluso más que las que elijo libremente. Quizá porque las primeras las abordo siempre desde una especie de actitud ecuánime de aceptación de la realidad, mientras que las otras obedecen a un cálculo quizá demasiado optimista de lo que puedo esperar de ellas.  *** Aspirar el perfume de una mujer con la que te cruzas por la calle es compar

YA SÉ

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Oigo la crónica radiofónica de lo que acontece en las ferias del libro que andan celebrándose por toda Andalucía. En una de ellas, dice el cronista, se ha presentado una novela que cuenta los amores del cocinero del Alcázar de Sevilla con la hija de Boabdil.  En otra, dicen, se habla de otros amores difíciles y contrariados, esta vez entre un maquis y la hija del comandante del puesto de la Benemérita, creo. Etcétera. Por lo mismo, no nos sorprendería que alguien diera a la imprenta una novela sobre los amores del Capitán Trueno con Isabel la Católica, pongo por caso, o las de un ordenanza de Durruti con una prima de Franco que, a su vez, es cuñada de un ministro de Azaña implicado en asuntos de estraperlo y tiene una hermana viuda que se deshace en deliquios nostálgicos hacia la noble y exótica ciudad de Melilla, en la que sirvió su marido, capitán del heroico cuerpo de regulares... Sea. Tampoco quisiera uno que todos los novelistas aspiraran a ser un Robbe-Grillet, pongo por caso.

EL ANSIA

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Los libros nuevos son a los de viejo lo que unos zapatos nuevos a unos usados: a la hora de andar por casa o pasear por donde no van a reparar en el lustre de tu calzado, mejor los segundos. Por eso, para reponerme de dos tardes en la feria del ramo y de la consiguiente resaca misántropa causada por mi inhibición ante la proximidad de autoridades y colegas, en la mañana del domingo me voy a dar una vuelta, a pesar del viento y el calor, por el mercadillo de libros de P.R. Falta la mitad de los puestos, y los pocos que se han atrevido a instalarse luchan denodadamente contra las rachas de levante y las consiguientes andanadas de frutos viscosos -una especie de ova blancuzca- que caen de los morales que flanquean la plaza.  Aún así, no dejo de hacer mi ronda. En el primer puesto, cinco tomos encuadernados del suplemento literario de ABC, correspondientes a los años noventa. Me planteo comprármelos, pero me disuade la evidencia de que no tengo ya sitio donde ponerlos: esta manía mía

EL SOLITARIO (UN DECÁLOGO)

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Entre el trato que mata y la soledad que corroe, la zozobra de la vida social. *** Cuando la dedicación a la literatura revierte en una cierta cantidad de compromisos sociales percibidos como más o menos inexcusables, es que la propia literatura ha generado su antídoto, o que el escritor ha encontrado la excusa perfecta para dejar de escribir. *** Frente a las amistades invasivas, las que se retraen a un vasto territorio por explorar. *** Nadie sale indemne de una conversación forzada en la antesala de un acto social. *** No hay libro cuya presentación en sociedad valga lo que su disfrute en soledad (si es que el libro vale algo, claro). *** A los amigos jacarandosos les agradezco siempre su contribución a la estima que siento por la soledad. *** Nada acompaña tanto como el simple deseo de compañía. *** Cuando tengo ganas de compañía, acaricio a mi gato.  *** Tus mejores amigos son los que compartieron contigo buenos momentos en el pasado y pod

PÁJAROS

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Algarabía de pájaros bajo el balcón. M.A., que a veces se levanta un poco más tarde que yo, se queja. Y le recuerdo el contundente improperio que Gil de Biedma les dedicó en un poema aparentemente escrito en una mañana de resaca. Poetas. Para que luego digan. *** La sala vacía. He venido a traer la exposición pictórico-literaria que hemos urdido mi amigo J.A.M. y yo. Los demás -los libreros, los autores que presentan libros, el público- no vendrán hasta dentro de unos días. Impresión de andar trasteando entre bambalinas. Le van apeteciendo a uno más estas labores de carpintería o intendencia que las propiamente literarias. Mejor tramoyista que figurante. Y venir luego, no a recoger aplausos, sino a retirar los muebles. *** No hay libro mío que haya requerido menos de diez años.Otra cosa es que esa década no haya sido de dedicación exclusiva a un solo proyecto. Tampoco para criar a un hijo, pongo por caso, se desentiende uno de los otros.  

ATORMENTADO

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Carretera cortada. El "dispositivo de tráfico" que la Guardia Civil había organizado para encauzar la afluencia de motocislistas al campeonato mundial de lo suyo implicaba el corte de la carretera general y el desvío de la circulación a otras vías secundarias. Y como el acceso a la autopista en dirección a Cádiz estaba en el tramo cortado, dimos por supuesto que habrían habilitado otro en la ruta alternativa que nos obligaban a seguir. Pero estaba tan mal señalizado, y era tan dudosa la indicación, que, entre lanzarme a tumba abierta a un carril del que ni si quiera sabía si era de sentido contrario, y seguir carretera adelante, hice esto último. Con el resultado de que me vi en la autopista en dirección a Sevilla, y no pude cambiar de sentido, después de pagar el correspondiente peaje, hasta Lebrija, lo que supuso un retraso de una hora en nuestro viaje de regreso de la sierra. Bueno. Fue sólo uno de los muchos incidentes del día, que también incluyó un agravamiento de mi