JAZMINES

JAZMINES En la noche cerrada el olor del jazmín abre un claro en la fronda en la que se entremezclan los perfiles confusos de los árboles y una vaga aprensión de animales que acechan o rozan con sus alas los frutos escondidos. Tiene la noche oscuridad de pozo, negrura de pizarra, opacidad primaria de cristales ahumados. Y hay algo que interroga y no encuentra respuesta, un tanteo en lo oscuro más allá de las voces, en el espacio abierto que media entre la propia respiración y los lejanos ladridos de los perros. Aquí una zarza, aquí una zanja o un brocal, aquí el frescor de un cauce y el estremecimiento de pisar suelo mojado. Aquí la confusión, la duda, el miedo. Y este olor a jazmines como si una vereda flanqueada de muros encalados se abriese ante nosotros.