CALIBÁN

Cinco días de niebla y nubes bajas, coincidentes con el puente festivo. Traíamos apetencia de sol y sobremesas al aire libre, pero en algunos bares ni siquiera se han tomado la molestia de sacar a la calle las mesas y sillas, que permanecen apiladas junto a las fachadas. También las sábanas están frías y húmedas: acomodarse en la cama requiere un largo periodo de adaptación, hasta que el cuerpo traspasa su calor al envoltorio. Al principio, resulta grato permanecer sentado junto al fuego con un libro en la mano y dejar pasar las horas. Pero llega un momento en que la inactividad y la vista cansada se traducen en tedio y en una sobrevenida sensación de tristeza. Sin embargo, se asoma uno a la ventana y lo primero que llama la atención es la presencia radiante de los almendros florecidos. El invierno gusta de despedirse con estos efectismos. Canta en alguna parte un pájaro despistado. Hay un instante incluso en el que un rayo de sol enciende la ventana. Dura sólo unos segundos: la grie