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Mostrando entradas de agosto, 2018

BALANCES

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Balance literario del verano: nueve poemas, después de una sequía que ha durado todo el invierno y según un patrón -inviernos absolutamente refractarios a la poesía, veranos muy productivos- que se repite desde hace tres años. Casi da vergüenza confesarlo: ¿me habré convertido en un poeta vacacional, igual que soy -y eso no me importa reconocerlo- acuarelista de verano? Quiero pensar que las cosas son un poco más complejas. En invierno acumulo estímulos, ideas, incluso anoto algún que otro principio de poema que luego no llega a ninguna parte. Hago una especie de esfuerzo de contención, a la espera de días en los que la escritura no se constriña a ese hueco que saco de mi apretado horario cada dos o tres tardes, y que normalmente dedico a este diario, a mis reseñas, a los encargos, etcétera. Ceñirse a esa disciplina tiene sus ventajas, pero he constatado también que los horarios caprichosos del verano y el cambio de escenario y rutinas que implica el desplazamiento a la sierra resul

FOTOS

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Es una araña enorme, del tamaño de un cangrejo. Ha salido al meter yo una escoba en la basura acumulada en torno a la leña que ha sobrado del invierno y guardamos en el patio. Se ve que ahí, en la pelusilla que se acumula entre los troncos, estaba en lo suyo. Y se alimentaba bien, desde luego. Ahora su paraíso ha sido vulnerado. Al sentir mi intrusión, salió corriendo de entre los troncos y se quedó parada, como haciéndose la muerta, justo ante mis pies. Podría haberla aplastado de un pisotón. Pero no: mientras maniobro para hacerme con el recogedor, con el que pienso atraparla, aprovecha para emprender otra carrera y refugiarse tras el macetón en el que crece el áloe vera, lo que supone un obstáculo no insignificante para mis objetivos: las hojas espinosas de la planta desbordan ampliamente el perímetro de la maceta, por lo que moverla no es fácil. Finalmente, consigo desplazarla lo suficiente como para meter la escoba entre el tiesto y la pared y empujar la araña hasta la pala del

WHEREABOUTS

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La oficina a la que hemos acudido a resolver este trámite administrativo es -espero que nadie se ofenda ante la expresión- un adorable gineceo. Todas las empleadas, incluyendo la responsable del servicio, son mujeres jóvenes y guapas. Todas van bien vestidas -el empleo conlleva un buen sueldo- y se mueven por el espacio que gobiernan con esa admirable elegancia con un toque de recato con que lo hacen las mujeres que llevan ropa atrevida que en ellas no resulta en absoluto exhibicionista o vulgar... Entiéndase que no lo digo desde el punto de vista del rijoso o el mirón, sino desde quien percibe estas amabilidades de la mera presencia como una extensión de esa faceta de la buena educación que es el afán de agradar, ya sea de un modo consciente o, mejor, desde quien se desenvuelve de esta manera porque casi ha desechado la posibilidad de hacerlo de otro modo. Pasaría uno aquí horas, otorgando poderes, firmando escrituras, dictando últimas voluntades, entre esas sonrientes empleadas que

AL FONDO (poema)

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AL FONDO La muerte está en el centro, no antes ni después. Fluyen todos tus días hacia ella como el agua que corre al sumidero. Y hay en sus márgenes remansos, horas que no se ordenan en mera sucesión, sino como destellos simultáneos. ¿Cuándo aquella mañana a la que un filo neblinoso añadió una nota inédita de emoción? ¿El vislumbre de una aleta caudal desde la proa de aquel barco que hacía la travesía de Tánger? ¿El tiempo detenido entre dos luces bajo la claraboya de aquella biblioteca? Algo me dice que serán las últimas estrellas fijas que veré en la noche. Algo me dice que también al fondo de la espiral alcanza un poco de su luz.  JOSÉ MANUEL BENÍTEZ ARIZA

TESTIGOS INCÓMODOS

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Se intuye cierto optimismo en el hecho de que la denominación del conjunto de males que denominamos "depresión" sea una pura metáfora. Una depresión, en efecto, es una parte del terreno que se percibe como más baja que la cota media circundante. En la escala del sentimiento, la depresión es también una caída; y, por tanto, una zona del ánimo desde la que se percibe que existe una normalidad que se sitúa, digamos, a un nivel superior; pero no es ese nivel el que resulta, por su elevación, inalcanzable, sino la propia depresión la que es percibida como una anomalía. Buen argumento, se me antoja, para quienes teorizan sobre una posible superioridad moral del dolor sobre otros estados de ánimo. Se levanta uno algunos días como si hubiera despertado, maltrecho y dolorido, al fondo de una fosa. Pero hay luz arriba y sólo hay que trepar por las paredes -al fin y al cabo, nunca demasiado escarpadas- para emerger a la superficie. *** Hay excepciones, sí. Pero, en general, las

EN EL LUGAR DE LOS HECHOS

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Al levantarme de la siesta miro el teléfono. Me distraigo repasando los titulares de los distintos periódicos cuyo enlace guardo permanentemente, en un gesto que todavía, ay, me parece un pobre remedo de cuando tenía la sana costumbre de comprar al menos dos en papel y tenerlos siempre a mano hasta exprimirles todo el jugo... A lo que iba: miro los titulares de La Vanguardia y me conmociona la noticia de que Barcelona, la ciudad en la que desde hace meses vive C., y en la que aspira a quedarse mucho tiempo, ha sido escenario de un sangriento atentado terrorista hace apenas diez minutos. Inmediatamente me pongo en contacto con ella: está allí, en el lugar de los hechos. Había ido al centro de la ciudad a ver posibles pisos de alquiler y a comprarse unos pantalones. Ahora la ola de pánico la ha atrapado y no se le ha ocurrido otra cosa que meterse en el metro para intentar salir de allí cuanto antes. Ha tenido suerte... a medias. Las autoridades todavía no habían decretado el cierre d

SOBREMESAS

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La presunta pérdida de calidad democrática que se percibe incluso en las democracias más maduras -Reino Unido, Estados Unidos, no digamos España-, ¿no será, más bien, una merma -inducida, por supuesto- en la calidad moral y en el nivel educativo de los respectivos electorados? Se me ocurren al menos dos causas: la generalización de la llamada "escuela comprensiva" y la creciente irrelevancia de la prensa tradicional, sustituida por la desinformación generalizada que promueven las llamadas "redes sociales". *** Perder el tiempo -en pintar acuarelitas veraniegas, por ejemplo-, ¿no será el mejor modo de ganarlo? De momento, se concentra uno en una tarea manual que exige atención y excluye tener la mente ocupada con las murgas acostumbradas. Y, segundo, ese modo de dirigir la atención hacia algo inhabitual forzosamente redunda en que se perciban detalles y matices de los que terminan enriqueciéndose otros empeños de uno. A un escritor, por ejemplo, nunca le est

FOTO DE PÁJARO (poema)

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FOTO DE PÁJARO A Rafael Domínguez Aquí el abejaruco con su presa en el pico y el gesto suspicaz, como si adivinara  en la nota vibrante  del herbazal un desacostumbrado  grado de expectación que acaso se traduzca, desde el centro de un extraño tinglado de telas estampadas, en el leve latido de emoción del fotógrafo que atrapa al fondo de una caja oscura uno de esos instantes de pura eternidad  en los que se traduce la vida inexpresable. Y pudo ser peor: también la muerte procede por acecho y se concreta en el salto instantáneo del animal de presa o en el gesto preciso que efectúa un disparo. Pero aquí el cazador tiene las manos y la conciencia limpias, como el pájaro que echa finalmente a volar con la presa en el pico todavía: un temblor que fue vida un instante también.

INDIGESTIONES

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Ha estallado el cohete que anuncia el final de la feria. Lo he oído casi en sueños, mientras me reponía de la sobremesa de un almuerzo con amigos que ya se han ido. También lo han hecho los vecinos ruidosos y ya casi echo de menos su cómico empecinamiento en demostrar que están por encima de los airados requerimientos que les ha hecho su picajoso vecino, que soy yo: anoche, mientras intentaban encender la barbacoa otra vez en medio de la vía pública, les cayó uno de esos repentinos, inapelables chaparrones de agosto. Se ve que los elementos no les favorecen. Ahora todo ese vendaval ha pasado. En la plaza del pueblo deben de quedar los últimos juerguistas, que bailan y beben al ritmo algo desganado de las canciones que "pincha" el animador de turno, pues hasta los músicos se han ido ya. Pero ese estruendo residual no nos llega. Poco a poco la calle se va despejando de coches. Esta noche dormiremos como lirones. Y mañana será otro día. *** En tiempos de excesos, el áni

SEGUÍA ALLÍ

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Ya les di las quejas el año pasado. Pero, en su empeño de salirse con la suya, estos realquilados de un vecino mío absentista -los males del turismo, en fin- han vuelto a hacer una barbacoa en plena vía pública, entre los coches aparcados. Han traído también un potente equipo de sonido e incluso luces estroboscópicas. La excusa, supongo, es que el pueblo está en feria. Pero la feria, todo hay que decirlo, está a unas cuantas manzanas de aquí, y no precisamente en esta calle... El caso es que no tienen suerte: el hueco entre coches en el que pensaban instalar la parrilla ha sido ocupado en el último momento por un forastero desesperado por aparcar: ha dejado el coche sesgado entre el mío, que lleva toda una semana sin moverse de su sitio, y el alcorque de un árbol. Así que los de la barbacoa han recurrido al expediente de mover uno de sus coches, aparcarlo en doble fila un poco más allá y hacer la fiesta en el espacio así logrado, que se encuentra, ay, en la parte alta y desproteg

COSAS DEL CAMPO

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Mientras desayuno -ha sido otra noche inclemente, en la que apenas he podido dormir cuatro o cinco horas-, ha llegado J. y me ha invitado a acompañarle a concertar con un conocido suyo el aprovechamiento del estiércol que producen los animales que éste cría en una granja en las afueras. A la vuelta, me dice, podemos parar en su huerta y recolectar una nueva provisión de higos, especialmente de la variedad "blanca", que son los que más hemos celebrado de los que nos trajo el otro día. No parece mal plan, e incluso promete ayudarme a disipar el malestar con el que ha empezado el día. Así que nos ponemos en camino y compruebo que mi compañía no es del todo inane: soy el encargado de bajar del coche e ir abriendo las sucesivas angarillas que nos van cortando el paso en el camino a la granja en cuestión. Me alegra sentirme útil, y más cuando constato, una vez más, que la prodigalidad con la que los lugareños ofrecen al vecino lo que les sobra y otro podría aprovechar no excluye

HIGOS

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Nervios a flor de piel. Oigo ruidos en la calle a una hora no demasiado intempestiva: unos niños que juegan mientras sus padres departen tranquilamente en el porche después de la cena. Nada alarmante. Pero ha venido uno aquí con el propósito de recuperar las horas de sueño perdidas desde que empezó el ruidosísimo verano del sur, con su trasiego de motos, pandillas de borrachos y gente que se llama a gritos desde un extremo al otro de la calle, y traía como una especie de exceso de celo por defender la paz de su entorno inmediato. Y ha bastado la mera sospecha de que los invasores habían llegado hasta aquí para que el pulso se acelere y el ánimo se deje arrastrar al desaliento. Para colmo, a la mañana siguiente me despiertan unos martillazos. Miro el reloj, mientras me dejo llevar por todos los demonios. Pero son ya las nueve y media pasadas y justo es reconocer que es una hora más que prudente para empezar los trabajos del día. Cuando salgo a comprar el pan, constato el motivo de lo

TRAMPANTOJOS

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Rutina de vacaciones: escribir y pintar en días alternos y llenar los huecos con lecturas y películas, dejando un margen discrecional para quedar con quienes quieran venir a vernos o nos convoquen a alguna celebración amistosa, siempre en una atmósfera de intimidad compartida con muy pocos... Quizá alguna mañana hagamos el esfuerzo de desplazarnos hasta la piscina municipal -ahora estamos en la sierra-, como a lo largo del mes previo nos habíamos impuesto el hábito de ir casi diariamente a la playa. Perseverar en ello hasta que, de la mera repetición de los días iguales -que nunca lo son- nazca una especie de aguzada conciencia de la excepción, víspera de ese logro de la mirada atenta que es el descubrimiento de un segundo patrón más o menos invisible hasta entonces, que incluye la certeza de que hay momentos o días en que los actos rutinarios adquieren una redoblada intensidad y deparan frutos insospechados. La vida de un escritor o de un artista -si es que uno pudiera permitirse

EXTRAÑO EN LA CIUDAD

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"Os invito a lo que estáis tomando y me habláis un poco de la ciudad". Nos ha extrañado la franqueza con la que el desconocido ha hecho su requerimiento, que no acertamos a rechazar, por temor a que parezca que lo que no deseamos es su compañía, y no la extemporánea compensación que nos ofrece por soportarla. "Siéntese", lo animamos, "no hace falta que nos invite a nada, pero sí puede preguntar lo que quiera. ¿De dónde es usted?". Me ha parecido que, si soy yo quien hace la primera pregunta, de alguna manera contribuyo a disipar la posible impresión que el extraño pueda tener de haberse puesto en una situación incómoda. "De Vigo", nos dice, en un acento gallego tan marcado que más bien parece incluir un dejo centroeuropeo. El pelo ralo, de un blanco con reminiscencias pajizas, acentúa esa impresión nuestra de hallarnos ante un turista extranjero. "Mi mujer, mi hija y mi nieta están dando un paseo. Yo he preferido sentarme aquí. Me gusta h

¿UNA JUSTIFICACIÓN?

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Tenía curiosidad por ver cómo  vendían  en el programa que TVE dedica a la historia del cine español la emisión de una película tan poco defendible hoy como  No desearás al vecino del quinto.  S upuso, recuérdese, la irrupción en el cine tardofranquista del peculiar fenómeno que se conoció como  landismo , en atención a la extrema popularidad que alcanzó el actor Alfredo Landa como protagonista de un género de comedia de trazo grueso que explotaba la presunta comicidad de situaciones en las que un español sexualmente reprimido intentaba sacudirse la caspa y hacer lo posible por acostarse con mujeres que parecían responder a comportamientos sexuales más abiertos, normalmente por pertenecer a los sectores más permisivos de la nueva burguesía o encarnar el mito erótico del momento, la turista extranjera, sexualmente emancipada y supuestamente deseosa de tener relaciones sexuales con el inefable macho ibérico...   En ese sentido, la película en cuestión tiene un interés sociológico in