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Mostrando entradas de septiembre, 2018

PATROTISMOS

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A empacho retórico, dieta de silencio (y quizá alguna que otra lectura depurativa, a modo de laxante). *** Una buena manta abriga siempre más que una bandera. *** Todo lo que se corea acaba siendo mentira por mera multiplicación hasta lo inverosímil de una posible verdad. *** Atar muy en corto a esa parte de nosotros mismos siempre dispuesta a desfilar. *** Hay conmociones históricas que, más que suceder, embisten (y ay del inadvertido que pasaba por allí). *** Descartar como inútil todo entusiasmo público que en privado no te parezca más que un disfraz. *** Mi patria es privada.  (28/9/17)

SOLEDAD MIRANDA

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Soledad Miranda en  El conde Drácula  (1970) de Jesús Franco: no era mala actriz, e incluso podría pensarse que la cualidad "vampírica" que Franco, Portabella -que la dirigió en  Cuadecuc Vampir - y otros descubrieron y potenciaron en ella no era tanto un azar de la fotogenia como un estudiado logro dramático. Lo mismo podría decirse de su condición de malsana musa erótica -explotada al máximo en  Las vampiras  (1971), ya en el límite de lo pornográfico-, aunque cabe especular que esos triunfos de la pura gestualidad acompañada de pocas palabras tenían sus raíces en la ascendencia gitana de la actriz y su cercanía al mundo flamenco y a su repertorio dramático, en el que ocupan lugar no secundario las poses estáticas de pasión o dolor y la expresividad de los desplantes. No otra cosa hace la actriz en brazos del ya experimentado Christopher Lee: poner los ojos en blanco, como arrebatada por un paroxismo musical, y dejarse llevar a esa otra realidad en la que perecen sumirse

EN NINGUNA OTRA PARTE

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Participo un año más -¿es el tercero?- en el "concurso de bodegón al aire libre" que convoca, al margen de cualquier apoyo oficial, el barrio de San Antón. Decenas de pintores, algunos muy reconocidos, entre los participantes. Yo me he inscrito en la categoría de aficionados, donde tampoco tengo mucho que hacer, salvo pasarlo lo mejor posible y disfrutar de esa inigualable sensación de ser, aunque sea por unas horas, dueño de un espacio público emancipado de toda servidumbre que no sea este desenfadado modo de celebrar la creatividad y el arte. Al final de la jornada, agotado, ceno en uno de los restaurantes que han patrocinado el evento y que, por tanto, es ahora propietario de uno de los cuadros premiados. Hablamos con la propietaria, que tiene sentimientos encontrados al respecto. El cuadro que le ha tocado en suerte no le gusta, lo que da lugar a una animada discusión con otros patrocinadores, también pequeños empresarios locales, que cenan en el local, y a los qué sí l

BUENOS PROPÓSITOS

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Voy dejando aquí estos apuntes que no volveré a leer ni mostraré a nadie hasta por lo menos dentro de un año. ¿Cómo veremos entonces los acontecimientos políticos de hoy mismo, del día en que hago estas anotaciones? ¿Nos acordaremos entonces que de lo único que hablábamos era de Cataluña, y de lo exaltados que estaban los ánimos allí por estas fechas? Por aquel entonces -lo pongo aquí, y no sé si dentro de un año me dará risa o incluso algo de vergüenza leerlo- me dio por ir anotando las propuestas de solución negociada que iba encontrando por ahí. Quizá alguna de ellas, leída dentro de un año, nos parezca la semilla del gran pacto que evitó un enfrentamiento civil de consecuencias incalculables. O quizá todas ellas, en su conjunto, se vean entonces como ingenuos pronunciamientos que no consiguieron siquiera aplazar lo inevitable. Quién sabe. Copio aquí dos de las que he anotado estos últimos días: 1) Un jurista catalán en El País: "Entonces hice una propuesta de tres pun

BARCELONA SUR

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Me he aficionado a ver el programa Historia de nuestro cine , que emite el segundo canal de TVE, como en otro tiempo desarrollé casi una dependencia adictiva del programa análogo, aunque enfocado al cine internacional, que presentaba José Luis Garci. Éste fue muy atacado por el hecho de reunir una animosa tertulia de comentaristas que hablaban con notable desparpajo y patente conocimiento de causa de lo que entusiasmaba a todos: la grandeza del cine, la sutileza de sus logros incluso en películas modestas que en su día no tuvieron otra intención que distraer al público. Siempre me llamó la atención el grado de hostilidad que despertaba en algunos el entusiasmo y los conocimientos que desplegaban -podía haber alguna excepción- los integrantes de aquella tertulia cinéfila, y los aspavientos con que era recibida mi humilde confesión de que la seguía lunes tras lunes... Hoy la hostilidad hacia todo lo minoritario se expresa con modos más sutiles: el susodicho programa de La2 simplemente

COMIENZO DE CURSO

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Comienzo de curso. Pese a que ya soy viejo en el oficio, me sigue resultando inevitable cierta sensación de miedo escénico, que en cuestión de horas se convierte en esa especie de soterrada euforia de quien comprueba que algo que inicialmente le causaba algún que otro resquemor se desarrolla sin problemas. Es una curva emocional con la que estoy familiarizado y que nunca me ha resultado paralizante o me ha disuadido de plantearme retos, pero que sí causa desazón por el mero hecho de que se repita una y otra vez en circunstancias parecidas. Luego viene, ya digo, la alegría, la sensación de control, la satisfacción de poseer algo así como los rudimentos de un oficio que al fin y al cabo no se me da mal, y que me evita, entre otras cosas, la necesidad de convertir lo que considero mi otra profesión, la literatura, en un instrumento de supervivencia, con todo lo que eso conlleva. Y es curioso que pocas veces haya traído aquí, a este cuaderno, los pormenores de esta dedicación en la que

SABER ESPERAR

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Sol a plomo y viento desabrido a partes iguales: otoño en ciernes. Lo acusa el cuerpo con una especie de malestar generalizado que parece anunciar un catarro que no acaba de romper. Me animo pensando, sin embargo, que mi ánimo se acompasa mejor a las estaciones intermedias que a las extremas; que hay otro lado del otoño que consiste simplemente en el espectáculo del progresivo acortamiento de los días, de los castaños amarillecidos, de la luz de las tardes virada a una tonalidad violeta que parece invitar a los placeres recatados, a la alegría convivial, a la percepción del gozo del cuerpo como una sutil variante de los gozos del espíritu. Definitivamente soy un espíritu otoñal. Pero este viento, este amago de catarro... Quizá sea el modo que el otoño tiene de decir que no se aviene con todos, y que quien quiera algo de él tiene que saber esperar. (17/9/2017)

ARGUMENTOS

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¿Tiene la vida argumento? Repaso entradas anteriores de este diario y la única continuidad que les veo es la presencia en todas ellas de un mismo sujeto que se expresa desde una muy previsible gama de estados emocionales. Ve cosas, le pasan cosas, se entera de cosas; pero pocas de ellas llegan a evolucionar lo suficiente como para constituirse en la trama de un relato que cuente con un desarrollo y un desenlace... Quizá un diarista no pueda ser otra cosa: no tanto el protagonista de un relato, como la matriz en la que confluyen decenas de relatos ajenos de los que sólo le cabe percibir un momento muy concreto de su desarrollo, sin que normalmente le sea dado ir más allá. *** Todas las noches se pelean, aunque habría que matizar si esas peleas lo son de verdad o son sólo un estado particular de convivencia al que han llegado. No se insultan, no parece haber riesgo de que se agredan. Lo que se oye -en el silencio de la noche, la bronca es perfectamente audible en toda una manzana

ÚLTIMA TARDE DE PLAYA

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Última tarde de playa... Quiero decir que, aunque la playa siga aquí, tan a mano, cabe prever que habrá pocas ocasiones de pasar en ella una tarde de domingo como la de hoy. Las tardes de domingo son, por definición, laborables, como son festivas las de los viernes. Pero hoy todavía no cuenta esa ligera dislocación funcional del carácter de los días. Hay poca gente en la playa, de todos modos. El turismo masivo se ha ido ya y lo que abunda ahora en las explanadas aledañas, que sirven de aparcamiento, son las autocaravanas de quienes viajan fuera de temporada. En la playa propiamente dicha no hay casi nadie: a unos cien metros a mi izquierda, el bulto de una pareja tendida en la arena; o, mejor dicho, ella tendida encima de él y simulando, con los bañadores puestos, los movimientos de una pausada cópula, a efectos de acumular una excitación que, supongo, tendrá sobre ellos el efecto de un poderoso estimulante. A mi derecha, igual de lejos -en los espacios amplios tendemos a ser equ

INTIMIDADES

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Sensualidades de septiembre. Los turistas de agosto se han marchado ya y desde el paseo marítimo la playa se ve más tranquila, aunque todavía muy concurrida. El ambiente, no obstante, anima a sentirse en una cierta intimidad, al haber aumentado la distancia media entre bañista y bañista, cada uno en la pequeña isla que forman sus enseres, su tumbona o toalla extendida y su propio cuerpo festoneado por una mancha de sombra líquida. Es el momento de esos privilegiados que pueden tomarse vacaciones cuando todos los demás vuelven al trabajo: matrimonios mayores, sobre todo, pero también gente más joven y de aspecto acomodado; entre ella, algunas mujeres bellísimas en torno a los cuarenta o cincuenta años: que, como están las cosas, es la mejor edad para una mujer. Muchas llevan los pechos al aire con una falta de afectación que es el exacto reverso de la actitud con que hacen lo propio las adolescentes y veinteañeras en las playas concurridas. Las que veo a mis pies, por el contrario, de

UNA COMPRA

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A la vez que me atiende, la dependienta solventa a voces, al teléfono, un malentendido que ha tenido con unos repartidores. Al parecer, han dejado cierto paquete destinado a ella en otro comercio de la calle. "Disculpa, hijo", me dice, "pero si no aclaro esto ahora voy a estar así toda la tarde". Le digo que no importa; y más, cuando me ha dejado solo en la trastienda y puedo curiosear a mi antojo entre las muchas maravillas que allí guarda. Es una tienda especializada en materiales de pintura, y nada más que en papeles de todo tipo -uno de los artículos de los que he venido a avituallarme- maneja una variedad casi inabarcable; también de bastidores, pinceles, pinturas de todo tipo, blocs de dibujo, carpetas, caballetes... Se dejaría uno aquí una fortuna, en el caso de que la tuviera. Pero sólo vengo a llevarme unos pliegos de papel y un bastidor. Poca cosa, en fin, para tanto despliegue. Pero la dependienta, más allá de su afán de hacer tres o cuatro cosas a la

NO DEFRAUDAR

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Todas las preocupaciones de uno son de naturaleza afectiva; incluso las que atañen exclusivamente al dinero, que en ciertas circunstancias puede llegar a ser, no "un tipo de poesía" ("a kind of poetry"), como quería Wallace Stevens, sino una especie de tasación objetiva de lo que rinden los esfuerzos colaborativos de dos o más personas que aspiran a darse a sí mismos y a los suyos un modo de vida a la altura de ciertas confusas expectativas entre las que figuran muy destacadamente las inducidas por el afecto que se tienen entre sí. Ya sé que todo eso suena un poco egoísta y pequeñoburgués. Pero así son las cosas. Una persona sola puede vivir poco menos que del aire. A partir de dos, y no digamos de tres, la cosa se complica. Pero no por ello ha decidido uno tirarlo todo por la borda e irse a vivir a un banco del parque. Aunque quizá sería lo mejor. *** Inexplicable nerviosismo porque alguien que ha visto mis modestas acuarelas me ha pedido una para ilustrar

EN AEROPLANO

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Acabada también la lectura (relectura pausada, más bien) de Axel's Castle de Edmund Wilson: una magnífica fotografía de cómo un lector atento y perspicaz veía el panorama literario occidental en torno a 1930, cuando las glorias recién asentadas eran Yeats, Valéry, Proust, Joyce... Hay que decir que el crítico norteamericano no se equivoca nunca, por más que el hecho de que dedique un capítulo de su libro a la figura, hoy meramente anecdótica, de Gertrude Stein pueda inducir a preocupación... Pero no: la despacha como mera curiosidad, o como alguien que apuntaba alto pero no llegó en absoluto a los logros que cabe atribuir a sus ilustres coetáneos. Y no es que Wilson muestre una admiración bobalicona hacia todos ellos: de todos percibe el límite, el punto más allá del cual el empeño de cada uno de ellos no llega a ninguna parte; lo que no le impide, por supuesto, apreciar en su justa medida lo que sí lograron. En ese sentido, me atrevería a decir que es mejor crítico -a pie de ob

DESUBICADO

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La sensación de desubicación postvacacional ha tomado este año un cariz nuevo. Hasta ahora había sido siempre de carácter auditivo: el canto de los pájaros a primera hora de la mañana, por ejemplo, me trasladaba mentalmente, en sueños, al entorno vacacional, y la ilusión no se disipaba hasta que me despertaba del todo.  Pero hoy he experimentado una modalidad diferente de ese no saber dónde se está: mientras dormitaba en el sofá con el ruido de fondo de un documental de YouTube sobre arqueología egipcia, la media luz en la habitación en penumbra y, sobre todo, una especie de conciencia errónea del espacio circundante me hacían pensar que todavía estaba en la casa de la sierra: la cocina a la que debía encaminar mis pasos en caso de que quisiera beber agua, por ejemplo, me parecía que estaba a mi espalda, como sucede allí, y no a mi izquierda, como ocurre en la otra casa. Hubo una fase, incluso, en que la plena conciencia de saber dónde me encontraba realmente no bastaba para disip