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Mostrando entradas de octubre, 2018

COMO DE PUNTILLAS

Pasar como de puntillas sobre un aniversario triste. Aunque ya sabe uno que los recuerdos, buenos o malos, no acuden sólo a requerimiento de las recurrencias del calendario. (29/10/18)

EL PASADO ABOLIDO

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La prensa cuenta simplemente lo que sucede, que es sólo una mínima parte de lo que es. Y hay algo perverso en la idea de que la actualidad se reduce a una galería de fenómenos anómalos, un desfile de monstruos de feria. Lo significativo, a veces, es el carácter pasajero de esas anomalías. Pero el periodista rara vez tiene la paciencia de esperar a levantar acta de esa transitoriedad: cuando el fenómeno en cuestión se desvanece, el cronista está ya pendiente de otra cosa..., y así hasta el infinito. Se siente uno ante una pila de periódicos de hace años -yo lo he hecho, por ejemplo, para documentar mis novelas sobre la Transición- y se da cuenta de que, si los periódicos le dicen algo sobre el tiempo en el que fueron redactados, no es gracias a la percepción que quienes los escribían tenían de los hechos que sucedían entonces, sino por la perspectiva que aportan los años transcurridos, que permite a ese hipotético lector rezagado ver lo que los testigos de esa época no podían ni i

UN ACTO DE RESISTENCIA

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1) Mi lectura de cabecera en las últimas semanas -es un libro de digestión lenta-: los Cuadernos de Valéry. 2) Los trámites para el viaje a Dublín, en primavera, y para la posible escapada a B. en diciembre. 3) La rutina laboral, que últimamente, por razones que sería difícil explicitar, me resulta incluso placentera, tal vez porque acalla ciertos demonios que, si dispusieran de todo mi tiempo para hacerse oír, serían difícilmente soportables. 4) El pequeño peso de la ansiedad y la insatisfacción en relación a cuestiones que preocupan a muy pocos y que quizá a mí tampoco debieran preocuparme. 5) Las noticias de C. desde el centro mismo del huracán -aunque ella, como su padre, parece haber encontrado la manera de hacer su vida como si todo ese ruido no existiera-. 6) El parte del día, que me hace M.A. 7) Las visitas compulsivas a ese hormiguero que llaman "redes sociales", en el que cada vez me siento más fuera de lugar -la escasa compañía que encuentro en esos ámbitos no h

EL BAILE

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El baile de Irène Némirovsky: leo este cuentecillo para un club de lectura con adolescentes; no sé si advertirán el certero y terrible retrato que la autora hace de la adolescencia misma, con su crueldad y su inadvertencia, pero también con toda esa capacidad que el medio-adulto tiene de desenmascarar las pretensiones y falsas creencias de sus mayores. El argumento es simple: un impremeditado acto por parte de una adolescente contrariada echa por tierra las aspiraciones sociales de sus padres. La autora no juzga, no explica, no esboza siquiera la posibilidad de que la chica y su madre puedan llegar a a alcanzar, una vez comprendido el alcance de lo sucedido, algún tipo de comprensión mutua. La vida es simplemente así, parece decirnos. Y no deja uno de preguntarse, al hilo del desgraciado final de la autora, que murió en Auschwitz a los treinta y nueve años, si conservaría esa lúcida mirada en sus últimos días y si alcanzó a entrever alguna relación entre el desesperanzado universo de

QUIET DESPERATION

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El viaje a... Anoto aquí un todavía dudoso futurible -depende, entre otras cosas, de que los organizadores del evento en el que me han invitado a participar encuentren patrocinadores-. Pero lo anoto aquí por eso de que quizá un diario personal deba incluir, no sólo lo que realmente le sucede a uno, sino también las expectativas, esa especie de no-vida en que consiste el vivir a la espera. Bueno, ya veremos. *** Otras personas cercanas hacen también sus planes, algunos realmente ilusionantes -C., por ejemplo, ha concertado ya lo que será su primera exposición-. Tenemos que vivir así, por adelantado, porque la aspiración a vivir sin expectativas en una especie de presente perpetuo no conduciría a otra cosa que a esa quiet desperation  que Thoreau consideraba lo normal en la mayoría de la gente. Y lo único malo  de vivir en la ilusión permanente de lo que ha de venir quizá sea la sensación de que, como las expectativas son muchas y se ajustan a distintos tiempos y, en la medida

FISIOLOGÍA

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La presentadora dijo de él que era un escritor prolijo, incluso muy prolijo... Lo dijo lo menos tres veces. Y lo que quería decir, o al menos lo que se deducía de las razones que justificaban ese calificativo, es que era muy... prolífico. Fue un lapsus linguae , qué duda cabe, que convirtió un elogio dudoso -porque ¿a qué escritor que se precie le gusta que lo tachen de prolífico, cuando lo que se prestigia es todo lo contrario, el estreñimiento crónico de quien se prodiga poco?- en un abierto insulto: "prolijo" equivale a aburrido y pesado. Y el caso es que...  *** Lo que me recuerda a cierta periodista, entonces muy joven, que me entrevistó una vez y puso como título a la entrevista: "Un escritor de ocasión". Cuando le pregunté qué demonios había querido decir me respondió: "Pues eso, un escritor importante, para grandes ocasiones". Inútil explicarle que lo que había dicho en verdad es que mi humilde persona era un escritor... del tres al cuarto;

UN DÍA DE PLAYA

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Extraño día de playa. O quizá es que no estamos acostumbrados a esta forzada armonía entre la luz del pleno otoño y las temperaturas de julio o agosto. A media mañana no soplaba ni pizca de viento y el mar bajo el cielo plomizo estaba parado y liso: sólo al filo de la orilla se sentía a intervalos regulares el sonido del romper del leve oleaje -apenas la ondulación con la que el mar se amoldaba a la orilla-, pautando un silencio al fondo del cual latía el rumor asordinado de la multitud dispersa. De vez en cuando, desgajadas del silencio, llegaban a nuestros oídos palabras sueltas de las conversaciones que iban manteniendo los paseantes que recorrían la orilla. Una muchacha mencionó sus esperanzas de conseguir una beca. Un hombre airado, entre aspavientos, le decía a su mujer que no pensaba ir a no sé qué sitio. El rumor acompasado de la rompiente ahogaba el resto. También las gaviotas, plantadas en la orilla, se dejaban oír en esos intervalos: una de ellas, a pocos metros de nosotro

JOSITA HERNÁN

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A un actor, a una actriz, tiene uno la impresión de empezar a conocerlos bien cuando los ha visto en varios papeles sucesivos y adquiere esa familiaridad con sus gestos, con el timbre de su voz y su presencia que depara el trato. De Josita Hernán (1914-1999), por ejemplo, tenía yo la referencia, e incluso la certeza de haberla visto en alguna que otra película, pero no he podido decir que la conociera hasta haberla visto en un breve espacio de tiempo en tres de sus mejores películas: La chica del gato (1943), Mi enemigo y yo (1944) y Ángela es así (1945, las tres dirigidas por el muy interesante y hoy olvidado director Ramón Quadreny.  No era una mujer especialmente bella, aunque tampoco fea; sí graciosa y expresiva, que era algo de lo que parecía especialmente necesitado el cine español de su tiempo, quizá porque la coyuntura nacional-católica prefería ese tipo femenino antes que el de las vampiresas, o quizá simplemente porque el asendereado público de la época demandab

A NADAR

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"Hoy Cataluña ha declarado la independencia. Por la tarde fui a nadar", escribe hoy el cineasta José Luis Guerin en su cuenta de Facebook, remedando alguna célebre entrada del diario de Agustín de Foxá y adelantándose un tanto a los acontecimientos que quizá se produzcan esta misma tarde... Se ha comentado hasta la saciedad el "cinismo" del poeta aristócrata; pero, a la vista de lo que está sucediendo, se pregunta uno si a una persona normal atrapada en medio de una coyuntura histórica acelerada le cabe hacer otra cosa que... seguir viviendo su vida como si nada. Es lo que haría yo, si no fuera por... Pero mejor ni lo escribo. *** Calor de boca de horno. Octubre con temperaturas de julio o agosto. ¿Hablamos del tiempo, quizá, que es lo único de lo que uno no puede sustraerse? *** Por pereza hace días que no me acerco al cajero automático y tengo la cartera vacía, exceptuando unas pocas monedas con las que quizá me llegue para mis cafés de media mañana.

IDENTIDADES

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Me manda C. las fotos que se ha hecho imitando las que Man Ray hizo de Kiki de Montparnasse poniendo su rostro al lado de diversas máscara africanas. Las de C. obedecen a un trabajo universitario en el que debe asumir la identidad de los personajes de determinadas fotos históricas y hacer su propio estudio de las mismas en sus diversas implicaciones... Lo que no puede dejar de ser divertido, entiendo, y más cuando se pone en juego ese componente mitómano que siempre posee quien admira la vida y obra de los artistas del pasado. Mejor asumir esas identidades impostadas, dictadas un poco por la novelería, pero también por el conocimiento, antes que otras identidades espurias. Mejor pintarse una ceja y ponerse un peluquín que, pongo por caso, echarse a los hombros una bandera.  *** No me gusta, de todos modos, la palabra "identidad": presupone algo así como una especie de fijación, una artificiosa negación de la mutabilidad de todo aquello en lo que momentáneamente c

MONTENEGRO

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Todavía comentamos en el grupo de gimnasia la actuación, el otro día, de un sustituto que vino a suplir una ausencia de la monitora habitual. En vez de los calculados ejercicios que ésta nos propone, el susodicho nos obsequió con una frenética sesión de entrenamiento, pautada con voces de mando y acompañada de música hortera... Nos mirábamos y nos daba la risa, mientras el musculoso instructor se paseaba entre nosotros a grandes zancadas, dando voces y, de cuando en cuando, sumando la suya a la del cantante melódico que sonaba de fondo... Acabamos simplemente cansados, pero ni mucho menos tan equitativamente exhaustos como nos deja la sesión habitual. Se ha corrido el rumor de que el chico es militar y se dedica a esto por las tardes, para redondear el sueldo, lo que me recuerda que el profesor de gimnasia que tuve en el colegio tenía también esa condición e invariablemente me obsequiaba todos los trimestres con una nota raspada, que en alguna ocasión se convirtió en suspenso, los ún

PELEAS DE GATOS

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Maullidos lastimeros al pie del balcón. Un gato de la calle ha debido de intuir la presencia de otros gatos en el edificio y hace lo posible por apelar a nuestra conmiseración para que lo dejemos entrar; no tanto, creo, porque envidie el confort sedentario de los gatos domésticos, sino por simple curiosidad. Los nuestros están también alerta: acusan también la presencia del extraño, la amenaza que supone a su cómoda posesión de un territorio indisputado. Como personas, vaya.  *** En el aeropuerto para despedir a C., que regresa a la Barcelona insurrecta , al igual que varias decenas de trabajadores y estudiantes a los que no les queda otro remedio. En el aeropuerto, ambiente de tristeza un poco impostada, en la medida en la que la gravedad de los acontecimientos, a fuerza de grotescos, resulta todavía un tanto difícil de calibrar. La preocupación, de todos modos, es palpable. Por hacer algo mientras esperamos, paseamos por las tiendas. En una de ellas venden trajes de flamenca.

UN PASEO OTOÑAL

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No es frecuente que yo pasee por el centro de la ciudad un sábado por la tarde, pero el caso es que tengo un par de horas muertas por delante y un libro en la mano y hay una gratísima temperatura de comienzos de otoño, envuelta en una matizada luz que potencia los colores, limpia el aire y da a personas y cosas una prestancia en la que ya están del todo superados los estragos del verano. No hay demasiada gente en la calle, pero la que me cruzo parece empeñada en participar en una especie de coreografía social expresamente ideada para una tarde como ésta: parejas ceremoniosas, muchachas apresuradas vestidas como para una cita, ancianos pausados. Hasta el guardia civil que me ha impedido acortar camino por la verja del muelle exhibía una sonrisa, como si, en vez de ejercer su función en un país normalmente desabrido, interpretara un papel de guardia en un sainete.  Me he sentado a leer en una plaza. A unos metros de mí, unos niños juegan al fútbol: uno de ellos, el que me parece más