RETROSPECTIVAMENTE

No tengo el vicio de leerme a mí mismo: una vez doy por terminado un libro, incluido el expediente de revisarlo para su publicación y corregir pruebas, no me ocupo más de él. Por eso me extraña ahora volver sobre las novelas de mi Trilogía, que ahora me dispongo a reeditar: no las había vuelto a mirar desde su publicación y ahora las leo como si hubieran sido escritas por otra persona. De hecho, había olvidado parte de su contenido -personajes, situaciones, detalles-, por lo que las leo con la misma predisposición a la sorpresa con que volvería sobre una novela ajena quizá ya leída en el pasado, pero cuyos pormenores no recordaba. Y lo curioso es que, a pesar incluso de que la práctica totalidad de su contenido proviene de mi propia biografía o de la de gente muy cercana, y que el proceso de invención ha sido más combinatorio que otra cosa, me llama la atención que esa historia compuesta por mí mismo pueda, al cabo de los años, sorprenderme... Como me sorprendería, supongo, poder asi