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Mostrando entradas de abril, 2019

EXCURSIONISTAS

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(29/4/18) En medio del sueño mañanero intuimos el sonido de varios coches maniobrando en la calle, y luego esa especie de vibración suspendida que queda cuando los motores se apagan, seguida de los correspondientes chasquidos y golpes secos de puertas que se abren y se cierran. Pero lo que termina de despertarnos son las voces y risas de quienes se han bajado de los coches y, por razones que todavía se nos escapan, no se han marchado calle abajo y se han concentrado casi al pie de nuestra ventana, donde se les oye trastear. "Excursionistas", pienso, no sin algún remordimiento por seguir acostado mientras otros aprovechan las primeras horas del día -he mirado el reloj: son apenas las ocho- para disfrutar de la naturaleza. Pero continúan las risas y las voces, entreveradas de pausas que parecen responder a otros tantos movimientos que obligan a cambiar la modulación de la voz e incluso a callar en medio de una frase o una palabra, como para tomar aire.  Siento curiosid

HE SOÑADO CONTIGO

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(26/4/2018) "He soñado contigo", me dice un compañero. "Abrí las páginas de un libro en el que había una foto tuya; y, de pronto, la foto cobró vida y salió del libro y empezó a decir cosas que ahora no recuerdo, pero que eran muy propias de ti...". Lo que me parece muy raro: este hombre, que creo que hasta la fecha no había leído nunca nada mío, tiene ya de mí esa impresión vaga que la mayoría de los lectores guardan de la voz y el discurso de los autores que sí han leído. Eso lleva adelantado.  *** Días de ajetreo después de la relativa desconexión que ha supuesto el viaje a Dublín. No-vida literaria: empezar un martes con una grabación en la radio y terminarlo de madrugada, volviendo de presentar mi novela en Sevilla y atravesando una espectacular tormenta eléctrica sobre la autopista, después de haber sudado la gota gorda en una inesperada tarde de primavera sevillana. Igual, o casi, al día siguiente. Y, como siempre, la irrebatible sensación de fu

EL SABOR

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19/4/18 Hay algo en la National Gallery of Ireland que me recuerda al museo provincial de mi ciudad natal. La composición, en realidad, es la misma, descontada la práctica ausencia en este último de pintura medieval. Lo demás coincide casi punto por punto: algunas muestras menores, pero no obstante valiosas, de pintura renacentista y barroca, algún que otro cuadro menor de algún gran nombre de la pintura europea; y, sobre todo, mucha pintura local decimonónica y de principios del siglo XX, más o menos en sintonía, en el caso irlandés, con los graves acontecimientos históricos del periodo que culminó con la emancipación del dominio inglés. Se pasea con agrado por estas lujosas salas palaciegas y hasta se permite uno, entre otras indiscreciones -por ejemplo, intentar comerme una chocolatina y atraerme con ello una discreta llamada de atención de uno de los vigilantes-, fotografiarse a sí mismo frente a uno de los grandes espejos con recargados marcos dorados.  No sabe uno si

ZORROS

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18/4/18 De vuelta de The Graduate, el pub del barrio, al enfilar una calle mal iluminada me topo de frente con una pareja de zorros. Son los primeros que veo cara a cara -nunca mejor dicho: uno se ha parado en medio de la calle y se ha quedado mirándome-, pero vienen precedidos de todo un anecdotario, cuya fuente principal es mi patrona, convencida de que esos merodeadores no sólo frecuentan sin el menor reparo su jardín trasero -y guarda de ello un par de elocuentes testimonios gráficos: una foto que muestra a uno de ellos enroscado sobre el césped, como un gato, y un vídeo en el que se ve a otro recorriendo plácidamente el remate del muro divisorio-, sino que es muy posible que hayan establecido una de sus madrigueras bajo uno de los espesos arbustos más o menos torneados por mano humana que decoran la parcela. A ella le horrorizan. A la pregunta de si es posible ganarse la confianza de estos merodeadores -ofreciéndoles comida, por ejemplo-, me dice que sí, y que algunos resid

DALKEY

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(18/4/18) Tarde soleada y lluviosa al mismo tiempo, hasta el punto de que, sentados en la terraza de un pub, sentimos el cosquilleo de la llovizna y, al levantar la mirada hacia el cielo casi totalmente despejado, nos parece mentira que esas gotas provengan de las escasas nubecillas deshilachadas que alcanzamos a ver. Estamos en Dalkey. "Allí viven muchos famosos", me había dicho mi patrona cuando le comenté que me disponía a pasar la tarde en ese pueblo vecino, "y todo es consiguientemente muy caro". Pero el precio de la media pinta -todavía es temprano para beber como es debido- es el mismo que en todas partes, y el camarero no tiene esa especie de altivez impostada que caracteriza a los de su gremio cuando se acostumbran a servir a clientes distinguidos. No sé si los que han ido llegando a la terraza un poco después de nosotros pertenecerán a esa categoría. Han pedido unas gambas rebozadas, que tienen un aspecto muy apetitosos. A nosotros, que solamente hem

MOLLY MALONE

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(16/4/18) Cielo despejado al amanecer, que nos anima a hacer a pie el trayecto de algo más de media hora entre nuestro alojamiento y el centro de Dún Laoghaire. Coincidimos en el camino con grupos de madres jóvenes que acaban de dejar a sus hijos en el colegio y se contagian unas a otras, entre risas, la momentánea sensación de disponer de algo de tiempo para sí mismas. Las miramos disimuladamente, por no parecer indiscretos, y también a nosotros nos parece compartir por un instante algo de su alegría, que nos durará lo que dura aquí el buen tiempo: apenas unas horas, antes de que uno de esos temporales a los que últimamente los meteorólogos de Europa han dado en poner nombre, como hacen los americanos con los huracanes, empiece a golpear la zona.  En el intervalo ha dado tiempo de pasear hasta el Museo James Joyce en la Torre Martello de Sandycove y contarle a Maggie Fitzgerald, una de las amabilísimas voluntarias que lo atiende, la reciente polémica joyceana en la que me he pe

NAOISE & SAOIRSE

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(15/4/18)   La  belleza y musicalidad de estos nombres gaélicos: Naoise -pronúnciese "nisha"- y Saoirse -"sirsha"-. Sus portadoras son, pese a la rima casi consonante que une sus dos nombres, totalmente distintas: la una rotunda y resolutiva, la otra casi evanescente, detrás de una sonrisa luminosa. Las dos, sin embargo, unidas por una extraña sintonía, que les dicta el impulso de cantar juntas lo que a mí me parecen conmovedoras baladas irlandesas o inevitables canciones pop. Lo hacen, entre risas, ante su público cautivo: los cuarenta estudiantes -calculo- que andan pastoreando entre las venerables ruinas de Glendalough, el viejo complejo monástico que alberga las ruinas del convento que albergó a San Kevin. Las sorprendo en plena faena: los estudiantes, cansados y ateridos, se guarecen de la llovizna bajo la marquesina de un puesto de bebidas, pero ellas se las arreglan para que las sigan a lo largo de la hora de marcha que supone asomarse a los dos bellís

RUBIA

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(14/4/18) La muchacha que va sentada a mi lado durante el vuelo Sevilla-Dublín se revuelve en su asiento y de pronto me llega el olor inconfundible de las toallitas húmedas con las que suele limpiárseles el culito a los bebés. Pero no hay ningún bebé a la vista, y lo que está haciendo la chica es enjugar el llanto abundante y silencioso que la embarga. Por discreción, hago como que no la he visto, no sin sentirme culpable por no ser capaz de decirle una palabra de consuelo. ¿Le darán miedo los aviones? ¿Llora porque acaba de separarse de una persona querida? ¿Teme acaso lo que le espera en Dublín? Para ser escritor, me digo, no sólo no tienes imaginación, sino que también te faltan los recursos necesarios para hacerte cargo de las historias que te salen al paso. Qué le voy a hacer: me enfrasco en mi lectura y así paso las dos horas y media que dura el vuelo. La pena de la muchacha, de todos modos, no le impide cuidarse como es debido: poco después de dejar de llorar ha sacado de

SUPERFLUO

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(13/4/16) De nuevo con la maleta preparada. ¿Se convertirán estos viajes escolares a Irlanda en una más de mis inamovibles costumbres? Me quedan apenas cinco años por delante de vida laboral y no estaría mal que, a la mitad aproximadamente de cada uno de ellos, me dejara llevar a estos confortables suburbios de Dublín donde suelen ubicarse las academias de inglés para extranjeros y repitiese, año tras año, la misma rutina: dedicar una tarde a visitar los museos dublineses, otra a pasear hasta la Torre Martello que acoge hoy el museo dedicado a James Joyce, otra a frecuentar pubs... Cuando me jubile podré decir: "Sí, una de las cosas que echo de menos de cuando trabajaba eran esos viajecitos a Dublín". Y exhalar un largo suspiro. *** He llegado a este día, de todos modos, en medio de una de esas vorágines de obligaciones y compromisos que impiden hacer nada a derechas y  tienen como consecuencia que, a poco que se pare uno a examinar lo resuelto esos días, no encu

PALOMAS Y GORRIONES

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(12/4/2018) Llueve sin parar y soplan vientos huracanados. Esta tarde presento mi Trilogía ... y ya veo que, con este tiempo, no va a ir nadie. Acepta uno con resignación estos imponderables. Y, sobre todo, la ironía de los hechos: mientras este empeño mío empieza con tan mal pie, el libro de poemas que ha visto la luz casi al mismo tiempo va haciendo su andadura. Hoy mismo me llaman del programa literario de RNE para que grabe unos poemas. Lo que confirma que a los libros les pasa lo que a los hijos: no por preocuparse mucho de ellos e intentar procurarles lo mejor las cosas les van necesariamente todo lo bien que uno quisiera. El que tiene que salir adelante, sale adelante, independientemente de lo que uno se haya esforzado por allanarle el camino. Aunque más sensato sería decir que tanto los que empiezan su andadura con buen pie como los  que no tienen el mismo destino: un breve recorrido accidentado por los malos caminos por los que transcurre la vida literaria... y luego nada

INGA

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(7/4/2018)   En la radio, a la hora del desayuno, un músico explica las razones de su entusiasmo por Schubert y aporta un dato que yo, en mi ignorancia, desconocía: que el famoso "Ave María" de este compositor fue concebido dentro de un ciclo de canciones profanas sobre una heroína de Walter Scott que, en un momento dado, pone sus sentimientos de enamorada en forma de oración. Fue posteriormente cuando, ante el éxito —póstumo, como todos los que conoció la obra de Schubertd— de la pieza, a alguien se le ocurrió ponerle una letra irreprochablemente religiosa, que pudiera ser cantada en las iglesias.  Después de estas explicaciones, los compases de la canción llenan el aire de la mañana, y se me ocurre que no hay mejor manera de empezar el día... Hasta que, insidiosamente, empieza a oírse un griterío ronco y repetitivo, que al principio me parece una interferencia en la emisión radiofónica, pero que resulta ser la voz de alguien que pregona su mercancía o sus servicios

SIGUEN GIRANDO

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(3/4/18)   Me saltan de pronto a la vista, a la vuelta de una esquina, las ramas florecidas de unas escuálidas jacarandas. He pasado por esta calle infinidad de veces durante el invierno y no había reparado en los troncos pelados. Pero ahora la súbita llamarada violácea de las ramas en flor casi me ha herido la retina, como si en ella hubiera dejado su impresión un filamento incandescente. También en alguna parte, invisibles, cantan unos pájaros. Todo esto ocurre al mediodía de un día turbio, agitado por vientos contradictorios y aquejado de una luz sucia de cielo en el que no acaban de cuajar las nubes, pero que por eso mismo se presenta atravesado de hilachas de vapor, como un mueble viejo sobre el que se hubieran arremolinado las telarañas. Ha salido uno cansado del trabajo y cruzar la calle se presenta como un trámite tedioso, antes de llegar a casa, engullir el plato de comida caliente -hoy garbanzos- y descabezar una siestecilla que compense del madrugón. Pero ha bastado e

CAMBIAR DE VIDA

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(1/4/18) Domingo de Resurrección, último día de las vacaciones. Y de nuevo noche mal dormida, como ha sido la norma a lo largo de toda la semana. Impaciencia, nerviosismo, anticipaciones, ansiedad... Conoce uno bien las causas de estos insomnios; que no son, como cree S., que también los padece, cuestiones relacionadas con la dieta o la tensión. No, no se trata de no poner sal a las comidas; se trata de algo más complejo y, a la vez, más sencillo: cambiar de vida, como querían los surrealistas.  *** ¿Vuelve la sextina? Encuentro sendos ejemplos en dos libros de poesía leídos recientemente: uno de Alejandro Duque Amusco y otro de Carmelo Guillén Acosta. Es curioso que una estrofa tan alambicada suela deparar, cuando se la maneja con soltura, magníficos ejemplos de poesía meditativa. Yo no he escrito ninguna, aunque sí me he atrevido a traducir alguna -en concreto, la "Sestina of the Tramp Royal" de Kipling- respetando escrupulosamente las convenciones del género-