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Mostrando entradas de agosto, 2019

PLENITUD

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29/8/18 En este restaurante sirven el arroz en una teja... Y siempre habíamos dado por buena esta exótica presentwación, hasta hoy mismo, cuando hemos venido con unos amigos "versados en las cosas del campo", como reza el poema de Frost, y que, al ver el plato, han comentado jocosamente que sus gallinas también suelen comer las sobras del almuerzo -muchas veces, arroz- en un trozo de canalón muy similar en forma y tamaño a la teja que nos han puesto sobre la mesa...  Y no sabría decir qué me ha alimentado más, si el arroz propiamente dicho o las risas -nada malintencionadas, por supuesto- que nos hemos permitido a costa de su inusual soporte. Y caigo en la cuenta de que algo parecido me ha ocurrido alguna vez con algún dignísimo poema: después de haber oído o leído su parodia, no ha vuelto a parecerme el mismo.  *** Empieza la tarde mal: embotamiento, calor, indigestión, desánimo. A lo que sigue, después de un instante de descompresión, la siguiente secuencia de a

HIPÉRBOLES

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En la final de un concurso de cante flamenco al que acudimos por sugerencia de L., que es reputado flamencólogo y miembro del jurado. Hace una noche deliciosa, que sería una lástima desperdiciar de otro modo que pasándola al fresco en buena compañía. Y parece que todo el pueblo lo ha entendido así: las terrazas están atestadas, casi más que la propia plaza en la que se celebra el certamen. Que, no obstante, es seguido con respetuosa atención por un público que parece entendido; mucho más, en cualquier caso, que nosotros. Los participantes, como es natural, interpretan un repertorio que les permita lucir sus dotes vocales y por eso eligen piezas y "palos" complicados. Sólo el cantaor invitado, a quien han encomendado el fin de fiesta, puede permitirse alternar las piezas de lucimiento con cantes festivos (o "festeros") que nos alegren un poco la noche.  Es un muchacho de Cádiz -no pongo aquí el nombre porque no quiero que, cuando este apunte esté publicado en i

SAGA/FUGA

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Termino de leer La saga/fuga de J.B. de Gonzalo Torrente Ballester. Casi 700 páginas de apretada prosa... sin puntos y aparte, que dejan al lector entre agotado y confuso, cuando no sinceramente escéptico respecto a la efectividad de éste y otros alardes, al parecer destinados -en eso coincide la práctica totalidad de la crítica- a poner en solfa las presuntas innovaciones de las que hacían gala las novelas de éxito de entonces, y muy particularmente las del llamado "boom" de la novelística hispanoamericana. Pero la verdad es que la imaginación de Torrente, pese a la incorporación a su novela de algún que otro portento telúrico, tiene poco que ver con la de García Márquez, por ejemplo, y ello pese a los muchos paralelismos y coincidencias que sus lectores de entonces quisieron encontrar entre La saga/fuga... y Cien años de soledad . El modelo, en caso de haberlo, es más fácil situarlo en ciertas manifestaciones de la novela inglesa reciente: por ejemplo, Orlando de Vir

BASURA

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Ayer, mientras tiraba mi basura, un señor se acerca al contenedor y deja en el suelo un enorme cuadro enmarcado y acristalado. Es una lámina mediocre: una foto de una ola rompiendo en la orilla; pero se ve que quien la tomó se sintió en su día muy orgulloso de ella y la hizo enmarcar: el cuadro todavía luce, en su reverso, el sello de la marquetería en la que se hizo el trabajo; que no debió de ser barato, a juzgar por las dimensiones y la calidad de los materiales empleados.  Disimuladamente, espero que el hombre se aleje y me apropio del cuadro, del que aprovecharé el marco y el cristal para alguna acuarela, aunque hasta ahora nunca había pintado ninguna de ese tamaño: quizá un panorama apaisado. ¿Y qué haré luego con el armatoste resultante? Seguramente traerlo algún día al contenedor, como el hombre que tomó la foto en recuerdo de algún momento de felicidad y al cabo de los años no ha podido soportar ni un día más el aburrimiento que su contemplación le causaba. ***   So

JATO EL LOCO

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En un sueño, estoy recorriendo una especie de mercadillo de libros de segunda mano y otros objetos de ocasión. Está ubicado, como la Feria del Libro de Cádiz, en las casamatas de uno de los baluartes que defienden el contorno marítimo de la ciudad. Me acompañan varios conocidos, entre ellos el editor con quien más libros he publicado. Comenta éste, como hombre conocedor del género, las manías de compradores y vendedores. Yo, mientras tanto, he ido acopiando libros, a los que cuidadosamente quito el polvo con una bayeta: entre ellos, un destartalado ejemplar de una novela de Patricia Highsmith. Al llegar ante un puesto que exhibe figuras de soldaditos -ignoro de qué material, aunque a mí me parecen de plástico- y material impreso -recortes de prensa, folletos, algún que otro libro, etcétera- relacionado con la cultura japonesa, nos vemos obligados a detenernos. El espacio para pasar es reducido y lo bloquean unos curiosos que nos han precedido todo el tiempo y a quienes mi editor ubic

LA MUJER DEL MINISTRO

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18/8/2018 Me cuenta un amigo que, después de recibir un aviso de correos de que le había llegado un libro mío, al día siguiente, cuando va a recogerlo, le anuncian que el paquete se ha perdido y que no saben darle razón de su paradero. Como el envío era ordinario, y no certificado, no hay posibilidad de reclamar, a pesar de que hay constancia documental de que el paquete ha estado en manos de correos y es esa institución la responsable de su extravío. La impunidad es absoluta, por lo que parece. ¿Qué impediría a un trabajador de ese imprescindible servicio público apropiarse de cualquier envío que le pareciera valioso? Naturalmente, no pongo en duda la honradez de los funcionarios del ramo, pero está claro que el descontrol, la inseguridad y la impunidad en caso de error abren la puerta al desafuero. Y el caso es que del libro que le enviaba a este amigo n me quedan ya más ejemplares, con lo que el error, o lo que sea, es, en este caso, irreparable. *** En el mercadillo. Un

INDIGENTE

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15/8/18 Placeres de verano: anteanoche, El puente ( Die Brücke , 1959), la brutal película antibélica de Bernhardt Wicki; anoche, la deliciosa  Campanadas a medianoche ( Chimes at Midnight , 1965) de Orson Welles. Y no es que uno atesore una espectacular filmoteca de obras maestras para distraer las largas sobremesas nocturnas de esta época del año; sino que, en la voluntaria precariedad tecnológica en la que vivo, he descubierto que un cable que dejó olvidado en casa un técnico que vino a revisar la instalación de internet sirve para conectar un ordenador portátil a un televisor de segunda mano que hemos heredado y llevado a la casa de la sierra, lo que nos ha permitido ver en formato aceptable estas dos maravillas que algún alma caritativa y no demasiado respetuosa de los derechos de autor ha "subido" a YouTube, donde nadie se ha molestado en poner impedimentos a su libre difusión. ¿Quizá porque, como suele ocurrir con los poemas que la gente copia y difunde sin pe

DESNATURALIZAR

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12/8/18 Distraigo los ratos muertos en hacer pequeños esbozos al acuarela en un cuadernito en octavo que me traje de Irlanda. No me ocupan, cada uno de ellos, más de unos minutos y entiendo que no tienen demasiado valor siquiera como ejercicio. Demasiada facilidad, tal vez, realzada por el tamaño exiguo. Es el equivalente, en pintura, a escribir haikus, o aforismos o microrrelatos: los puede haber magníficos, por supuesto, pero pocos quedan por encima de la sospecha de que son meras ocurrencias que se benefician del realce que les proporciona un formato universalmente aceptado y reconocible. *** Hay algo perverso en que un gato, como es el caso de nuestra K., prefiera el pescado frito al crudo: una de esas insidiosas interferencias que la actividad humana introduce en la naturaleza para... desnaturalizarla , como ya nos ocurre a nosotros cuando constatamos (y no es mi caso) que un desnudo suele gustar más si viene envuelto en lencería. *** Sólo a estas alturas del

PIEZAS EXENTAS

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10/8/18 Un tanto a regañadientes, veo la reemisión del programa de televisión en el que intervine el otro día. Lo paso mal, porque una de las cosas que más me desagradan en esta vida es verme y oírme en una grabación. A todos nos extraña nuestra voz cuando la oímos grabada, porque estamos acostumbrados a su resonancia desde dentro, por así decirlo, y, despojada de ese efecto favorecedor, suena siempre un poco hueca, sin relieve, como la de un adolescente que todavía no ha terminado de dar carácter a la suya.  Ocurre, además, que mis interlocutores apenas me dejan meter baza, con lo que mis intervenciones no terminan de ser parte del diálogo, sino algo así como piezas exentas, que voy encajando en el coloquio cuando consigo que la presentadora me de voz, cosa que sólo ocurre en cuatro ocasiones,; en la primera, diserto sobre la rareza de que un paseo junto al mar se llame "alameda"; en la segunda, menciono las conexiones literarias del lugar; en la tercera, y como ap

SOÑAR

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9/8/18 El duermevela matinal me trae un verso de Machado ligeramente retocado: "Quien sueña sólo espera hablar a Dios un día" (el original dice: "Quien habla..."). No se me ocurre por qué ese ha sido mi primer pensamiento de la mañana. Quizá porque, en mi aprensión de no dormir lo suficiente, soñar se ha convertido para mí en una vía mística casi de imposible acceso. Hablar con Dios estaría bien, qué duda cabe. Pero soñar estaría incluso mejor. *** Que nadie vea en mí nunca lo que vi en este hombre que, con el coche parado a mitad del paso de peatones, que en ese momento estaba en rojo para él, justo cuando yo me disponía a cruzar arranca, a la vez que suelta un exabrupto dirigido contra el propio semáforo, en cuya parentela se cisca... Es un hombre gordo, feo, con aspecto ofuscado y trazas de que sus reacciones pueden ser incluso más violentas que lo que ha manifestado ya. Y el caso es que, cuando llego a la siguiente calle, ésta sin paso de peatones

MONSTRUOS

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8/8/18 En los estudios de televisión desde los que se va a emitir el coloquio al que me refería ayer. Trasiego entre bambalinas; mientras esperamos a que nos llamen, después de que la maquilladora nos haya empolvado someramente la cara para quitarnos los brillos de la piel, un empleado -¿quizá debería decir "ayudante de producción"?- descarga en la misma sala un sinfín de abultadas fundas de ropa, que va amontonando en los asientos libres, arrinconándonos a nosotros en los tres que nos corresponde ocupar. Al mismo tiempo, va reuniéndose a la puerta un nutrido grupo de muchachas, todas jovencísimas, pastoreadas por una mujer algo mayor. Todas, incluidas la maestra o jefa, son muy guapas, aunque lo que más llama la atención de las chicas es la extrema delgadez -o quizá debería decir "esbeltez"- de todas ellas. Deben de ser modelos, si no bailarinas. Y el misterio queda resuelto cuando, al terminar nuestro coloquio, vemos que son ellas las que nos siguen, y que

RECUERDOS

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7/8/2018 Me invitan a participar en un coloquio televisivo en compañía de un arquitecto, dentro de una serie de programas sobre distintas maneras de ver algunos puntos significativos de la ciudad. A nosotros nos toca hablar de la Alameda. Me consta que a mi acompañante, que es autor de una guía arquitectónica de la ciudad, le sobran datos, y no sólo de carácter técnico o histórico, sino también vivenciales: en su discurso, durante la reunión previa que hemos tenido, afloran los apellidos de las familias ilustres que han vivido en ese frente privilegiado de la ciudad, a las que conoce y entre las que también podría incluirse quizá la suya. En virtud de esos tratos, confiesa, disfrutó de un estudio en una de esas fincas. "A un precio casi regalado. Cuarenta mil pesetas de la época". Estoy a punto de preguntarle a qué época se refiere, porque, si se retrocede lo bastante, cuarenta mil del ala es algo más que un precio simbólico.  Pero no quiero ser impertinente, y mucho

IRRACIONAL

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4/8/2018 Hemos dedicado las sobremesas nocturnas de las últimas semanas a volver a ver las dos primeras temporadas de Twin Peaks , las que se emitieron en 1990-91 y fueron, en su día, todo un fenómeno social, dada la originalidad de planteamiento y puesta en escena de este curioso serial que dirigió el reputado cineasta David Lynch. Ya escribí algo sobre esta serie en mi libro de cine Cosas que no creeríais , en un capítulo que se apoyaba en la noticia, entonces reciente, de que se iba a emitir una tercera temporada -la que se estrenó hace aproximadamente un año- para referirme a los valores de la serie original y a su carácter precursor de la actual boga de los seriales televisivos de cierta ambición, que algunos creen que superan ya en calidad y creatividad a la mayor parte de las películas que se proyectan en los cines.  No entro ahora a discutir de nuevo esa cuestión, que reconozco que me saca un poco de quicio y se basa, creo, en un claro error de apreciación. Twin Peaks ,

OLA DE CALOR (DECÁLOGO)

5/8/18 Que el ánimo tenga que ver con el clima dice algo no tanto a favor de la importancia de lo segundo, como de la insignificancia de lo otro. *** Si el calor, como dicen, predispone al malhumor e incluso a la violencia, y el frío a la depresión, la conclusión lógica es que la meteorología ideal es la de las estaciones intermedias -primavera y otoño- y el estado de ánimo más cercano al equilibrio es el que corresponde a éstas, que es la melancolía. *** Un  haiku  ortodoxo, dicen, debe contener siempre una referencia estacional. En eso los poetas japoneses adoptan -muy beneficiosamente, entiendo- ese principio que rige en las conversaciones entre extraños por el que, al hablar del tiempo que hace, evitamos cualquier referencia a lo que realmente ocupa nuestro pensamiento.  *** El tiempo es siempre impersonal:  hace  calor. Y es imposible personalizarlo - tengo  calor, frío, etcétera- sin incurrir en lo que a todas luces es una queja. *** Las metáforas má

FISURAS

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1/8/18 He llamado  a un aparejador para que examine ciertas grietas o fisuras que han aparecido en las paredes de la casa. "Esto no es nada", nos dice. "Con el tiempo y en función de la incidencia de las lluvias, el terreno se reasienta. Pero se trata sólo de un problema estético, que no afecta a la seguridad del edificio". Bueno. Hace años, recuerdo, cuando éramos apenas unos veinteañeros, llamamos al arquitecto municipal a propósito de una grieta que apareció en un muro de un piso antiguo que habíamos alquilado en el centro de la ciudad. Fue un momento memorable. El funcionario lucía un uniforme característico, de aires vagamente rusos (cuello redondo abotonado hasta arriba, botones dorados) y exhibía los modales característicos de quien goza de una autoridad incontestada. Se situó ante el muro en cuestión, le asentó un enérgico manotazo y dijo, como el de hoy, que no había problema, que la ruina de la casa no iba a empezar por ahí... Y el tiempo le dio la

VÉRTIGO

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31/7/18 Mientras dura la visita, en el patio de la residencia ocurren cosas distintas a esa especie de pausado remedo del trato cotidiano que los visitantes ensayan con los ancianos que han ido a ver: hasta tres polluelos de mirlo parecen andar perdidos sobre la trama de losetas, intentando a ratos un vuelo bajo que apenas los lleva a encaramarse al alféizar de alguna de las ventanas de la planta baja. Deben de haberse caído de un nido. Me acerco a uno de ellos, que en vano intenta la huida, hasta quedar acorralado en una esquina, entre unas macetas. Renuncio a tomarlo en mis manos, lo que seguramente no haría otra cosa que empeorar la situación. Desde el tejado llega el canto angustiado de lo que parece un ejemplar adulto de la misma especie. ¿La madre, preguntándose dónde andará su camada? Pero no hay modo de comprobarlo, ni se me ocurre cómo ayudar a los tres vástagos descarriados. Al terminar la visita, en el exterior, tras las cocinas, me cruzo con un gato desastrado, qu