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Mostrando entradas de septiembre, 2019

DEBILIDADES

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27/09/18 Me enseña una amiga su nómina de 6000 euros. No se trata de nada raro: es simplemente el monto al que asciende el sueldo de un funcionario medio cuando se multiplica por el coeficiente estipulado por trabajar en un destino extranjero. Uf, piensa uno: cobrar un sueldo así durante, pongamos, un quinquenio equivaldría a acumular una pequeña fortuna. ¿Por qué no probar? Pero el caso es que para todo hay que servir. Vive uno demasiado apegado a sus rutinas y los instintos sedentarios están ya tan asentados que no podrían ser contrariados sin ejercer sobre ellos -sobre uno mismo, en suma- una notable violencia. Lo que, en definitiva, no es más que una confesión de mi absoluta falta de audacia. ¿No me habrá cerrado otras puertas? ¿No habría servido mejor mis propios fines y los de quienes me rodean de haber sido simplemente un poco más decidido? Pero ya es tarde para preguntárselo. Quizá también esto que hago -cumplir mis obligaciones laborales, no desatender del todo a mi fam

MALA CONCIENCIA

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25/9/18 Siete de la mañana. De noche todavía, el olor de los jazmines de la esquina es la primera impresión que recibo al salir de casa y enfilar la calle oscura camino de la parada del autobús. He necesitado años de preparación para llegar a apreciar en lo que vale un don tan simple. Pienso en todas las mañanas en las que he doblado esta misma esquina como si me llevaran los demonios. El jazminero posiblemente estuvo siempre ahí, pero la persona que pasaba a su lado era insensible a su presencia, y no porque entonces tuviera menos capacidad olfativa o fuera más reacio a acusar el efecto de una impresión agradable, sino quizá porque la ceguera que entonces me dominaba era de alcance general y me impedía percibir incluso cosas más tangibles que el perfume de un puñado de jazmines diluido en el aire. Pero quizá era una simple cuestión de obcecación: ¿Tanto me costaba dedicarles un segundo, formular al pasar un pensamiento agradecido? Pero sí: se necesita a veces toda una vida pa

CASO RESUELTO

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23/9/18 Un alacrán junto a nuestra puerta. En cuanto se ha sentido en peligro, ha levantado el aguijón, para luego iniciar, desmintiendo un tanto ese alarde de arrogancia, un trotecillo no del todo digno calle abajo. "¿No lo habéis matado?", pregunto a quienes me traen la noticia. Pero les ha dado pena y yo en cierto modo me alegro, seguro de que un pisotón de más o de menos no va a alterar significativamente el riesgo de que un animalejo tan peligroso entre en nuestra casa, y en cambio si nos haría cargar, aunque sólo fuera por unos instantes, con el peso de una muerte gratuita; por más que, según ha salido a relucir en la conversación posterior, todos hacemos nuestras particulares excepciones al designio más o menos budista de no atentar contra ningún ser viviente: las cucarachas, por ejemplo.    *** A este jovencísimo y ya destacado pintor le han dado un disgusto: al final de la jornada dedicada al concurso local de pintura al aire libre, se ha dado cuenta de

COMO TANTOS

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20/9/18 A lo largo de la última semana y en distintos intercambios verbales -una conversación telefónica, un cruce de correos- estos dos amigos me han recordado, con la mejor voluntad, mi condición de escritor invisible. Ingenuamente he replicado que mis libros están ahí, que tengo pocos pero fieles lectores, que salen puntualmente reseñas -cierto, no demasiadas, ni tampoco en lo sitios punteros que se suelen tomar como referencia para estas cosas- de todo lo que publico... Pero sé que en el fondo tienen razón: me voy sin haber llegado -sin exagerar: quiero decir que, a mis cincuenta y cinco años, me parece normal e incluso justo que se hable más de los chicos que empiezan y que hacen todo lo posible por destacar y llamar la atención, que de quienes ya barruntamos la jubilación-.  Ocurre, de todos modos, que las consideraciones, digamos, sociales y humanas del asunto no se corresponden en absoluto con las certezas puramente intelectuales: desde ese punto de vista, no solamente

MÁS BICHOS

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Casualmente, oigo hablar de cucarachas a una compañera de trabajo. ¿Habrá una plaga? Se trata, en su caso, de un piso de alquiler en una planta baja y los bichos, dice ella, entran de la calle. "Menos mal que mi perro se las come", añade. Lo que, no sé por qué, más que una atenuante, me parece más bien un agravante de la situación. *** La inmensa tristeza que desprenden la mayoría de los personajes que interpretó el ya malogrado Philip Seymour Hoffman. Volví ayer a ver la no demasiado lejana El misterio de God's Pocket ( God's Pocket , 2014), que consta como una de las últimas películas en las que intervino. Se abre con una rápida sucesión de breves cuadros, algunos de muy pocos planos, que rápidamente delinean el tipo de realidad del que va a ocuparse la película: vidas descacharradas en un contexto social francamente desabrido e irredimible. No sabemos aún si estamos en el terreno de la comedia esperpéntica o del drama: los trapicheos de los personajes, su

LUSTROS DESPUÉS

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Vuelta a las clases, que son mi rutina y mi modo de ganarme el pan. Y con una curiosa novedad este año: se me aplica lo que en la jerga administrativa llaman "reducción de horario para mayores de cincuenta y cinco años"; es decir: entro en una especie de fase terminal de mi carrera laboral, abocada ya a la jubilación, si Dios quiere... Tiene uno la sensación de que sigue siendo, si no el mismo, si alguien muy parecido al veinteañero voluntarioso que, hace treinta y un años, cruzó las puertas de un instituto y se presentó en el despacho del director para anunciar que lo habían llamado a sustituir a una profesora de baja. No sé cómo me atreví a dar ese paso, cuando lo cierto es que todavía hoy, muchos lustros después, sigue inquietándome la inminencia de comparecer de nuevo ante un aula llena de adolescentes a los que no conozco y con quienes deberé aprender a entenderme a lo largo de todo un año. Otros con mis inclinaciones literarias, me digo, ni siquiera se plantearon esa

PERCUSIONES

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15/9/18 Oigo el percutir de la lluvia sobre el canalón y el plástico que cubre la pila de leña. Hay una pauta rítmica, si no del todo regular, si al menos ajustada a variaciones que no se alejan demasiado del esquema rítmico ideal que la mente del oyente trata de distinguir en la masa sonora, como hacemos ante ciertas interpretaciones de jazz especialmente intrincadas. Incluso hay veces en que los distintos tipos de sonido parecen repartirse los papeles, como hacen los instrumentos de una orquesta; y, así, los golpes en el canalón marcan el ritmo, mientras que los rápidos stacatti que se suceden sobre el plástico se asemejan a las variaciones que intentaría un solista a partir del ritmo básico... ¿Y qué hago yo, mientras tanto? Ya el exceso de atención que presto a la lluvia delata que el ánimo se resiste a dejarse llevar por otros derroteros. Quiero decir que escuchar la lluvia me sirve... para no dejarme arrastrar hacia la inmensa melancolía de la que el mero sonido de la lluv

CASSAVETES

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11/9/18 La compañera joven nos muestra con ufanía la cacharrería electrónica que lleva consigo y pondera la utilidad y eficacia de sus artilugios. Miro a mis otras compañeras, todas ellas más o menos de mi edad y, como yo, muy poco dispuestas ya a aprender trucos nuevos, como los gatos viejos. Y recuerdo la misma escena hace ¿diez años tan sólo?, cuando era yo quien, a mis cuarenta y tantos, acababa de llegar y pretendía sacudir con mis ideas la mentalidad asentada de mis compañeros al filo de la jubilación. ¿Ocupo yo ahora la posición que éstos ocupaban entonces? ¿Doy esa impresión de desinterés y rutina? Creo que no, no todavía al menos. Pero tendré que vigilarme. *** Leo una biografía que acaba de publicarse de la pensadora y reformista social española Concepción Arenal. Los españoles, desde luego, tenemos razones para el pesimismo. La lúcida obra de esta singular mujer cayó en saco roto: las razonables reformas que proponía han llegado, si acaso, de la mano de los tiem

OTRO ANIVERSARIO

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9/9/2018 Diez años de crisis, nos recuerda hoy la prensa, conmemorando el aniversario de la sonada quiebra con la que dio comienzo la lamentable situación económica que venimos padeciendo desde entonces. En su día, cuando los síntomas eran ya indudables y empezaba a preverse lo que estaba por venir, redacté un artículo sobre el asunto -uno de los efectos que tuvo para mí la tal crisis, por cierto, fue la pérdida, un poco después, de mi colaboración retribuida en la prensa local-, en el que un tanto a la ligera, pero creo que con cierta razón, decía que las crisis empezaban cuando a todo el mundo le daba por decir que estábamos en crisis, y eventualmente terminaban cuando sucedía lo contrario... En este caso, entiendo que eso no ha ocurrido todavía. Lo que sí se ha producido, y algunos lo confunden con síntomas de recuperación, es que la gente se va cansando de los comportamientos asociados a la escasez de recursos: el que se llevó años sin comprar una escoba, ahora hace tímidos

SEPTIEMBRE

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4/9/18 Definitivamente la playa en septiembre, y sobre todo a última hora de la tarde, es para las parejas. Se han ido los turistas, esa plaga contemporánea, y el espacio que media ahora entre sombrilla y sombrilla ha crecido exponencialmente, de modo que a todos se nos ve como empequeñecidos por la distancia y un tanto borrosos, como diluidos en la calima. A nuestra izquierda y nuestra derecha, sendas parejas se magrean ferozmente y simulan, o tal vez efectúan, diversos acoplamientos: con la distancia, no se aprecia si han desplazado, ellas, el mínimo cordón en que consisten sus tangas, o si ellos han hecho lo propio con los elásticos de sus bañadores. Más bien parece todo una coreografía, ajustada a una música que es posible que esté sonando -nosotros ahora no la oímos, pero nos pareció oírla cuando pasamos cerca de una de las dos parejas al volver de nuestro paseo por la orilla- en sus teléfonos móviles. Y uno, que ha sido cocinero antes que fraile, sabe ya que aquí lo de men

EL BUEN LECTOR

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2/9/2018 No hay que confundir al buen lector -discúlpeseme lo afectado de la denominación- con el simple curioso de novedades editoriales o quien simplemente tiene la pretensión de estar al día al respecto; mucho menos, con quien encuentra en la lectura un modo de ocupar la mente tan efectivo como juguetear con el teléfono móvil o resolver sudokus. Tampoco, por supuesto, con quien acude a los libros con un mero afán de acumulación erudita. En el buen lector se aúnan, quiero creer, alguno de esos factores adventicios con la certeza de que todos los libros que es capaz de apreciar aciertan a decir algo que él mismo quisiera haber llegado a formularse de algún modo; y que, por tanto, leer es algo así como prestar el cauce del propio pensamiento al discurso de otros, que circula por la mente del lector como un chorro de agua limpia y a la presión adecuada lo haría por un conducto hasta entonces quizá embotado o un tanto reseco por falta de caudal adecuado. Una lectura acertada pro