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Mostrando entradas de noviembre, 2019

UNA CONFESIÓN

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Empiezo a transcribir el diario de 2017. Melancolía: ese año empezaba bajo el peso de un acontecimiento luctuoso al que, cierto, apenas hago referencia durante su andadura, pero que sin duda tiene su peso en el tono general de lo escrito en los meses siguientes. Era, además, el primer tramo de mi diario on line que escribía bajo el compromiso de programar sus entradas para que no se pudieran leer hasta transcurrido un año de su escritura, lo que ha supuesto también un cierto olvido de los pudores que pesaban sobre él cuando lo publicaba sin filtro ni demora. No es que haya contado nada que no contara antes, pero sí me da la impresión de que el tono es más fiel al estado de ánimo que dictaba aquellos apuntes y que quizá ha desaparecido de ellos el disfraz literario mío del que me siento menos orgulloso, mi yo social o sociable, tan propenso a esbozar ante los extraños, como solemos hacer los tímidos, una sonrisa propiciatoria. Ahora esa sonrisa, ese desparpajo un tanto impostado,

TIBIEZA

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24/11/2018   En el asiento de trás del mío, en el autobús, un hombre de acento y sintaxis dominicana le cuenta sus cuitas a otro de pronunciación inconfundiblemente gaditana.  —¿Qué tú hases si tu mánager te dise que trabajes mañana y tarde? —Ojú, pisha. Y así. No me queda claro qué relación los une. Quizá sólo se conozcan de hacer el mismo trayecto en este autobús todos los días. El caso es que el peso de la conversación recae en el dominicano y el otro se limita a asentir o a insertar alguna que otra interjección castiza. El dominicano se baja antes, en la misma parada que yo. Lo dejo pasar para verle la cara, por curiosidad, puesto que antes me había parecido indiscreto volverme. Es un hombre bajo, apretado, robusto. De raza negra, por supuesto. El anorak azul que viste y la gorra calada contribuyen a su aspecto un tanto tosco, a la vez que enérgico y decidido. Y a pesar de todo lo que he llegado a saber de él a través de su monólogo (su sueldo, el importe de lo que envía

VASOS COMUNICANTES

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El viento, el cielo encapotado y una especie de agitación interna que no parece provenir de la mera meteorología prestan al mar una apariencia volátil. Hasta su colorido es cambiante: un fastuoso muestrario de verdes que van desde las tonalidades más apagadas a las más luminosas: del verde hoja al esmeralda, pasando por toda una gama de tonalidades intermedias. Siento en la cara el viento molesto y formulo una queja, que rectifico mentalmente al ver que otros, menos remilgados, aprovechan el tiempo revuelto para hacer surf . No puedo evitar un pensamiento rencoroso: de dónde salen esos desocupados, quién los avisa, cómo habían sabido adivinar que, después de las lluvias torrenciales que han durado toda la noche, por la mañana el temporal quedaría reducido a esta mínima expresión con la que es posible medir fuerzas... También yo, a mi manera, aprovecho un momento de tregua: me dirijo a la cafetería de la esquina con un libro en la mano y la esperanza de distraer treinta o cuarenta m

LIMPIEZAS

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18/11/18 Cuando todo te resulta confuso y te ves incapaz de alcanzar una sola idea clara, empieza por ordenar tu mesa.  *** O ponte a limpiar el baño, por ejemplo. La lejía no sólo elimina la roña: su olor viene de la infancia y significa intimidad. Lo respiras y sientes cerca las manos de aquella limpiadora que te cambiaba el pantalón mojado en el parvulario. *** Las pompas de jabón se saben ya metáfora gastada. *** Motas de polvo: universos. La creación empieza con una sacudida de bayeta. *** No es suciedad: es sólo el pasado, que ha dejado su costra. *** No limpiamos por mero afán de pulcritud, sino por dejar espacio en blanco donde empezar de nuevo. *** La suciedad que excita; la limpieza que mata. *** Restos de comida, ropa sucia, libros viejos. Quienes tenemos devoción por estos últimos no tenemos disculpa. *** Ascensores, pasillos, vestíbulos que huelen como si hubieras despertado al lado de una mujer perfumada y no

LENCERÍA

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15/11/2018 Las verdaderas preocupaciones no se dejan escribir, o resultan vanas o triviales tan pronto las ve uno escritas. ¿Anotaré aquí que MA me acaba de llamar para decirme que su avión, que debía de haber aterrizado en Barcelona, lo ha hecho en Reus, debido a que una tormenta impide la maniobra en el aeropuerto de destino? ¿Y que me ha dicho que sigue dentro del avión, aguardando a que la compañía decida completar la ruta en autobús o despegar de nuevo e intentar el aterrizaje en el aeropuerto previsto inicialmente? Si yo estuviera allí y lo pusieran a votación, tengo clarísimo que elegiría el autobús, aunque ello supusiera añadir a mi jornada un imprevisto trayecto adicional de más de 100 kilómetros. En fin, el caso es que quedo aquí, a la espera de una siguiente llamada tranquilizadora. Y lo veo anotado y no sé qué pensar. Tal vez la escritura no sea sino esto: una reconsideración de las inquietudes cotidianas para que, una vez objetivadas en la palabra escrita, parezcan.

EN UNA LIBRERÍA DE VIEJO

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11/11/2018 En Córdoba, por azares que sería largo explicar. El caso es que me veo en la calle a eso de las diez y, para aprovechar la mañana, me he hecho una lista de librerías de viejo que visitar. Sin demasiadas ilusiones, claro, porque ya sabe uno que, con el menguado capital que está dispuesto a gastar, ya no hay gangas que salten al cesto y los libreros del ramo están más que resabiados al respecto. De todos modos, mi propósito no es otro que dotarme de un pretexto para callejear hasta la hora del aperitivo, así que anoto la primera dirección que me ha proporcionado mi búsqueda en Google; y a ella me dirijo, deteniéndome cada dos pasos para tomar fotos del todavía relativamente despejado casco antiguo de la ciudad; por ejemplo, de la habitualmente muy animada plaza del Potro, que encuentro desierta. Se ve que los turistas no son dados a madrugar; o, si lo hacen, se les va la mejor parte de la mañana en dar cuenta de los copiosos desayunos que les endilgan en los hoteles. Un

BABEL

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6/11/18 Me cuenta X., periodista de profesión y, como tantos del gremio, en posición laboral precaria, que ha renunciado a asistir a un cursillo de puesta al día organizado por una asociación del ramo porque, en el momento de efectuar la matrícula, le pidieron que se descargara cierta aplicación para i-Phone con la que se suponía que se iba a trabajar a lo largo del mencionado curso; es decir, daban por sentado que todos los matriculados, incluidos los muchos que posiblemente no cobran un sueldo decente desde hace años, disponían del carísimo dispositivo en cuestión. Curioso modo de contribuir a la actualización profesional de quienes han perdido su empleo durante la última crisis. Y, también, un significativo gesto delator, que deja en evidencia el prejuicio que lleva a pensar que la tecnología más avanzada y los juguetes asociados a ella son la panacea para todos los males, por encima incluso de otros recursos que con frecuencia se echan de menos en el periodismo actual, tales

ELEVACIÓN

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2/11/18 De compras en el pueblo de al lado, aprovechando que hacemos puente pero que hoy es día laborable y los comercios están abiertos. Creo que ya he dejado anotado otras veces cuánto me agrada el espíritu comercial, bien entendido, de los naturales de esta población: se desviven por agradar y ponen en la venta de sus productos una convicción que resulta contagiosa. Hoy lo hemos comprobado en una humilde tienda de caramelos. M. A. los quería sin azúcar, para su madre, y la encargada del establecimiento la ha puesto en la tesitura de elegir entre la enorme variedad que ocupaba dos filas del expositor, mientras ponderaba la composición y el sabor de algunos de ellos, evidentemente los que más le gustaban. Mientras, a mí se me antojan para el aperitivo unas almendras fritas acabadas de hacer y que se exhibían en una bandeja bajo la tapa de cristal del mostrador. La vendedora me ha puesto la cantidad que le he pedido -cien gramos- en una elegante bolsita de papel; pero, justo en e

LA MUERTE - UN DECÁLOGO

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30/10/19 Tal vez el hecho de que el pensamiento de la muerte se instale en uno a partir de cierta edad obedezca a una implacable ley biológica, por la que la mente se recuerda a sí misma las cláusulas más onerosas del contrato que une la propia corporeidad al delicado sistema de equilibrios del que está hecha la vida en general. Es la carta que te mandan semanas antes del vencimiento de una deuda. Y hay quien la espera con serenidad, porque ha ahorrado para ello, y quien en vano busca el modo de eludirla, aún a sabiendas de que los agentes ejecutores del embargo no dudarán, llegado el caso, en ejercer su función. * La muerte no es tanto la pérdida de un futuro como la liquidación de un pasado. Si se muere a cada instante, lo verdaderamente paradójico es que la muerte definitiva sea el momento en el que dejamos de arrojar nuestro tiempo por el despeñadero, de donde nunca más podremos recuperarlo. Morimos cuando dejamos de morir. * Morir es nuestro último acto social.