UNA CONFESIÓN
Empiezo a transcribir el diario de 2017. Melancolía: ese año empezaba bajo el peso de un acontecimiento luctuoso al que, cierto, apenas hago referencia durante su andadura, pero que sin duda tiene su peso en el tono general de lo escrito en los meses siguientes. Era, además, el primer tramo de mi diario on line que escribía bajo el compromiso de programar sus entradas para que no se pudieran leer hasta transcurrido un año de su escritura, lo que ha supuesto también un cierto olvido de los pudores que pesaban sobre él cuando lo publicaba sin filtro ni demora. No es que haya contado nada que no contara antes, pero sí me da la impresión de que el tono es más fiel al estado de ánimo que dictaba aquellos apuntes y que quizá ha desaparecido de ellos el disfraz literario mío del que me siento menos orgulloso, mi yo social o sociable, tan propenso a esbozar ante los extraños, como solemos hacer los tímidos, una sonrisa propiciatoria. Ahora esa sonrisa, ese desparpajo un tanto impostado,