EXQUISITOS

Comenta nuestro anfitrión, mientras lo ayudamos a partir los espárragos, que le gusta escuchar la radio por las noches y que eso habitualmente lo ayuda a conciliar el sueño. Lo que me resulta. no sé por qué, una costumbre... antigua, de la época en la que los coetáneos de mi padre tenían en mucho llevar encima una radio a transistores y seguir en ella los partidos de fútbol del domingo, por ejemplo. Pero nuestro anfitrión es un hombre antiguo, que no sólo no usa apenas el ordenador, sino que ni siquiera ve la televisión. Lo que crea extrañas paradojas: por ejemplo, el hecho de que su hábito de tener la radio puesta todo el día lo haya acostumbrado a la música de moda, en la que está razonablemente al día, mientras que a mí es difícil que me suene un músico o banda que haya triunfado después de... 1978, pongo por caso. "Definitivamente eres un hombre antiguo con gustos modernos", le digo, "mientras que yo soy un hombre moderno con gustos antiguos". Y a él no le par