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Mostrando entradas de febrero, 2020

LO DIVINO Y LO HUMANO

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28/2/2019 En Barcelona. Hemos llegado al hotel un poco antes de las siete, después de un trayecto de casi dos horas en metro desde el aeropuerto. A las seis terminaba oficialmente la huelga parcial de los transportes públicos que ha tenido lugar estos días, no sé si por motivos estrictamente laborales o como protesta por el juicio a los políticos catalanes responsables de la fallida declaración de independencia de octubre de 2017. En todo caso, se ve que los retrasos han hecho que el público se haya acumulado en las estaciones y los trenes vengan atestados, por lo que resulta muy incómodo arrastrar además nuestras maletas. Aún así, encontramos espacio para comentar las incidencias del viaje, que hemos hecho en compañía de una pareja amiga con la que casualmente hemos coincidido en el aeropuerto. Él es también escritor y se muestra muy interesado cuando le digo que una de las cosas que me dispongo a hacer en Barcelona es presentar un libro, el último mío de poemas. De inmediato,

UN HOMBRE CON UNA HISTORIA

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26/2/2019 A este empleado de correos se le oye en toda la oficina, lo que quizá va en detrimento de la confidencialidad que para sí quisiera el remitente del envío que está gestionando. No lo hace con mala intención: es un hombre amable y servicial, y quizá lo que le pierde es la puesta en escena: le gusta poner en valor las complejidades del servicio, hacer notar que ha previsto todas las dificultades, mostrar que, en lo que de él depende, no va a haber información que el cliente no reciba ni riesgo del que no haya sido advertido. El cliente quiere enviar una caja a Ecuador. No sé si será natural de ese país: de su acento sólo puede colegirse que no es andaluz, porque pronuncia suavemente las eses finales y no acusa ese desgarro en el habla que muchos creen obligatorio impostar cuando saben que hay desconocidos oyéndolos. Habla, más bien, con exquisita discreción, como para compensar el tono campanudo del que hace gala su interlocutor. Que le ha preguntado qué hay en la caja,

LABORABLES

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25/2/2019 Tarde de domingo, que para nosotros es ya laborable, por lo mismo que la del viernes es ya plenamente festiva. Empezamos a planteárnoslo así cuando descubrimos que era la mejor manera de conjurar esa especie de opresión en el pecho que se instala en el ánimo de uno apenas se sobrepasa la sobremesa del domingo. Nunca he sabido explicarme a qué se debe ese malestar: atribuirlo sólo a que el fin de semana termina y hay que volver al trabajo resultaría excesivo. Además, también sucede en vacaciones, lo que ya resulta el colmo de lo inexplicable.  El caso es que me he sentado ya ante el ordenador y paso revista a las cosas en las que podría ocuparme en las próximas cuatro o cinco horas... Dije antes "tarde laborable" y quizá debería haber dicho que, salvo urgencias sobrevenidas -por ejemplo, cuando hay exámenes que corregir-, el trabajo que hago en casa por las tardes se refiere exclusivamente a la literatura y a sus áreas aledañas. Y en ese campo, salvo cuando

BENITO ARIZA

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21/2/2019 Preguntó ese chico por "Benito Ariza" y entendí que era a mí a quien buscaba. Lo mandaban del periódico a hacerme la foto por el acto literario al que había venido a participar. Sí, dije, dando por bueno tener el mimo nombre de pila que Pérez Galdós, por ejemplo, a quien me permití sacar a colación cuando me preguntaron por mis narradores preferidos y no se me vino a la cabeza -y fue una lamentable laguna, qué duda cabe- ningún otro nombre más reciente; y eso que -me dije luego, podía haber nombrado los títulos de las novelas que me gustan de ... Pero qué se puede esperar de alguien que se llama Benito Ariza. "Póngase usted ahí", me dijo el muchacho, a quien calculé que no debían de haber pasado muchos años desde que terminó el módulo de formación profesional en el que le han enseñado el oficio. "No sonría". Era una indicación extraña: lo normal es que te pidan que sonrías, aun a riesgo de que te salga una mueca antes que una sonrisa. Este

TINTE NEUTRO

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18/2/19 Toma uno el tren una mañana ociosa y, al bajarse en la primera parada, a diez minutos de donde vive, tiene la impresión de estar en otro mundo. Quiero decir que pueden contarse con los dedos de una mano las ocasiones en las que me ha dado por pasear por las calles de este municipio vecino, pese a que lo que conozco de él -su larga calle principal, flanqueada de casas blancas de cierto empaque y adornada con algún que otro aditamento de lo que fue modernidad hace medio siglo (una populosa cafetería, la fachada de un viejo cine), su imponente ayuntamiento neoclásico- siempre me ha parecido que justificaba una visita más detenida. Ayer fue el momento. Teníamos pendiente la celebración, con unos días de retraso, de mi cumpleaños; y habíamos visto en televisión un reportaje sobre una antigua venta del lugar que es toda una leyenda en el mundo del flamenco y que, por lo que se decía en ese programa, conserva una estimable cocina tradicional.  Heme aquí, pues, haciendo turism

¿SON USTEDES MÉDICOS?

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15/2/2019 Se nos ha descontrolado la conversación durante el desayuno: este compañero mencionó sus aprensiones respecto a la Dormidina, de la que se declara semiadicto, y yo acabo mencionando la afición que le he ido tomando a lo largo del último catarro al jarabe de codeína. Y de ahí, sin que sepamos cómo, la conversación ha pasado al vampirismo y a la posibilidad de que la seguridad social lo considerara una enfermedad... ¿Qué tratamiento daría el sistema público de salud a los vampiros? ¿Les proporcionaría sangre procedente de las transfusiones? Somos cinco en la conversación y parece que estamos en una competición para ver quién dice el disparate más gordo. Y no nos hemos dado cuenta de que en la mesa contigua desayuna una silenciosa pareja de ancianos que deben de haberse enterado de todo. Cuando se levantan para irse, la mujer, que debe de rondar los setenta años, nos pregunta si somos médicos. Uno de mis compañeros titubea: "Sí, bueno...". Pero ella no parece

CONFIDENCIAL

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14/2/2019 Debe de ser la hora del desayuno en alguna escuela de azafatas de congresos o algo similar. La cafetería está casi copada por grupos de muchachas característicamente vestidas y maquilladas como suele exigírseles a las del ramo. Lo que les presta una especie de aplomo añadido: viéndolas aquí sentadas, en la terraza, delante de sus cafés y mordisqueando delicadamente las tostadas como si la mantequilla fundida no les fuera a manchar el carmín impecable de los labios, da la impresión de que disfrutan su papel, o que al menos se sienten cómodas bajo su armadura. También yo me siento a gusto en esta atmósfera de feminidad resolutiva y eficiente; y, por qué no decirlo, bajo el aura de su juventud y belleza. Intuyo que la vida las tratará con dureza; que ellas mismas, que ahora parecen tan bien avenidas, serán dentro de poco, si es que no lo son ya, competidoras entre sí para disputarse las migajas de empleo que les ofrecerán los buitres que las acechan fuera. Tal vez recuerden

UNA MAÑANA CUALQUIERA

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El leve portazo de M.A. al salir ha terminado de despertarme. Es domingo y son sólo las ocho de la mañana. Ella tiene obligaciones familiares y yo tengo por delante una larga jornada llena de ocupaciones que, según como uno se las quiera tomar, pueden ser consideradas trabajo o diversión. La primera la despacho sin levantarme: leo las treinta páginas que me quedan de Una cierta edad , los dietarios de Marcos Ordóñez que me han encargado reseñar y sobre los que escribiré esta misma tarde. Tengo hoy un despertar espeso, resultado quizá de la copiosa cena de anoche; pero la lectura me despeja e incluso me depara esa curiosa sensación, que no pertenece al ámbito de la apreciación puramente literaria, de despertar en mí algún eco cordial: por ejemplo, al evocar el autor sus recuerdos del periodista y caricaturista Manuel del Arco (1909-1971,según Wikipedia), que el diarista cita entre sus referentes periodísticos y también como alguien ligado a su memoria sentimental. Lo que me recuerda

ADICCIONES

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7/2/2019 El prospecto dice claramente que el tratamiento no debe prolongarse más de tres días. Pero me hace tanto bien dormir sin la molestia de la tos que le he cogido afición a la cucharada de jarabe de codeína antes de acostarme, a la que también atribuyo un grato efecto adormecedor.  ¿Estaré desarrollando una adicción? Miro el inocente frasco y su viscoso contenido con sabor a caramelo de fresa y me digo que no será para tanto. Y me siento más culpable por la autoindulgencia que por el vicio en sí. * El amigo P. ha escrito un libro elocuente y brillante, de los que no se pueden leer sin experimentar esa especie de sacudida del ánimo y la inteligencia que provocan las ideas certeras expresadas con pasión. Pero una cosa es el teatro mental en el que tienen lugar estos fastos del intelecto y otra la viva voz, la obligación de glosar el contenido de lo ya brillantemente expresado ante un público al que, además, no se quiere ni decepcionar ni aburrir. Es lo que ocurrió el ot

COMO LAS POLILLAS

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4/2/19 "Dos tapitas en cazuela, con su pan": en ello cifraba nuestro amigo FQ -cuántas veces lo habré traído a este cuaderno- su dieta ideal de hombre que pasaba la mayor parte del tiempo solo y casi nunca se cocinaba en casa. Su sitio preferido era el Alhambra, un bar situado en uno de los vértices del cuadrado de calles que rodeaba la plaza de abastos, y que se caracterizaba por la excelencia de sus guisos, desde el atún encebollado a los callos con garbanzos, pasando por la carne guisá o las albóndigas, que siempre servían en pequeñas cazuelas de barro de cierta hondura, y que por lo mismo contenían más cantidad de  lo que aparentaban. Tenía razón F.: con dos de aquellas cazoletas podía darse uno por almorzado, y quizá dejarse tentar y pedir una tercera habría sido incurrir en excesos que, a la edad que tenía el escritor cuando nos hacía esas confidencias, había que evitar. Ahora tengo yo esa edad y, cuando como solo, lo que sucede más veces de las que uno quisiera

DE VITA BEATA

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1/2/19 Parece que en esta calle resguardada está floreciendo el negocio de las cafeterías, hasta ahora poco menos que ausente en este pueblo tan castigado por las sucesivas crisis económicas y por una especie de inveterado rechazo a ciertas formas de entretenimiento asociadas al decoro burgués. Poco a poco, pegadas unas a las otras, como si temieran que un mal viento fuera a llevárselas a todas si no hicieran piña, han ido abriendo sus puertas hasta cinco o seis, y quedan en la calle algunos locales sin ocupar que seguramente acabarán siguiendo el mismo camino. Y éste es el escenario en el que este eremita involuntario, que apenas sale de casa por falta de alicientes, ha quedado en los últimos días, por separado, con un par de amigos con los que tenía que tratar demorados asuntos relacionados con intereses y aficiones que compartimos. La calle, ya digo, está a resguardo de los vientos malsanos y las insidiosas humedades que castigan otras zonas del pueblo, por lo que ni siquiera

MÚSICOS

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31/1/2019 Músicos. Tienen el local de ensayo en un callejón entre dos naves industriales, en un polígono. El dueño ha tenido la fantasía de enjalbegar las paredes y poner macetas y enrejados que dan al conjunto una cierta apariencia de calle de pueblo blanco. "El callejón de los artistas", lo llaman sus usuarios, porque alberga un par de locales de ensayo, algún que otro estudio de pintura o similar y una pequeña carpintería. En medio del callejón, un pequeño habitáculo con puerta al exterior alberga un retrete con lavabo. El local de estos músicos amigos está al fondo, en una especie de primera planta alzada sobre un semisótano. Se accede al local por unas escaleras y luego hay que sortear una habitación llena de trastos que da paso a una especie de sala de estar amueblada con sofás viejos, tras la cual se encuentra el local de ensayo propiamente dicho. Antes de entrar en él, los músicos se han sentado en la antesala y han encendido unos cigarrillos. Toso un poco, por