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Mostrando entradas de agosto, 2020

LA PEREZA OCUPADA

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30/8/2019 Un rito que cumplo todos los años por estas fechas: bajar de Benaocaz a Ubrique a primera hora de la mañana por la calzada romana. Es un paseo de apenas hora y media, pero supone por sí solo una absoluta inmersión en todo aquello que esperamos de ciertos parajes: que se conviertan en nuestro interlocutor, y que lo hagan desde una cierta pretensión de exclusividad, sin dar parte a otros.  En efecto, casi no me cruzo con nadie en todo el recorrido: sólo con un excursionista que lo hacía en sentido contrario, es decir, ascendente, y que, por ello, venía tan cansado que apenas resultó inteligible su saludo. El resto del camino transcurrió en absoluta soledad..., al menos en apariencia, porque la verdad es que experimenté durante buena parte del trayecto la sensación de contrariedad que nos asalta cuando, en el duermevela, por ejemplo, una idea nos acude a la cabeza y no sabemos cómo librarnos de ella y le damos vueltas y vueltas, como si la estuviésemos exponiendo a un interloc

GEOLOGÍAS

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27/8/2019 Los encargos periodísticos de MA, que ahora colabora con el suplemento turístico de un periódico digital, nos llevan a estas salinas romanas que están a apenas veinte minutos de nuestra casa de la sierra, pero cuya exacta ubicación, que no se anuncia desde la carretera, desconocíamos. Y la verdad es que merece la pena visitarlas, no sólo por las razones objetivas que seguramente MA mencionará en su reportaje, sino por una especie de sensación indefinible que emana del lugar y en la que se funden el peso de los muchos siglos de aprovechamiento humano de este recurso y la propia singularidad del accidente natural al que debe su origen: la presencia de enormes depósitos de sal mineral en el subsuelo de este paraje, procedentes, nos dice el actual dueño de la finca y responsable de su explotación, del antiguo mar de Tetis, uno de los primitivos océanos que fue abriendo cuña en el continente único del que proceden los cinco actuales. Mete uno el dedo en las dis

NUNCA DEL TODO

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25/8/20 La camarera nos pregunta si estamos seguros de que queremos comer allí, en la terraza expuesta en ese momento a un fuerte viento de levante. Pero vemos que hay otras dos parejas cenando sin gran dificultad, aunque de vez en cuando se les vuele una servilleta, y la alternativa, que sería cenar dentro, en una mesita para dos en medio de otras en las que comen ruidosos grupos de seis u ocho personas, no nos atrae demasiado. Así que allí cenamos, en comunión con los elementos y sin otra precaución que procurar que el viento no vuelque las copas de vino. Eso sí: conforme las otras dos parejas que nos han precedido van terminando su cena, la terraza va quedando desierta: nadie más se atreve a desafiar el vendaval. Pero no ha sido una cena desagradable, después de todo. Si acaso, era la mejor opción entre dos inconveniencias, una procedente del medio natural y la otra del medio social. En casos así, uno tiene siempre claro qué decisión tomar. * Mientras me cortan en dos mitades

JOHN

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22/8/2019 A la hora de la siesta aparece el técnico de internet, al que habíamos llamado porque la instalación no funcionaba. Después de algunas comprobaciones, dictamina que debe de ser cosa de la antena -estamos conectados a una red local- y que ha de subirse al tejado para reorientarla. En su furgoneta trae una escalera de mano de apenas dos metros, claramente insuficiente para encaramarse al tejado de una casa de dos plantas. Le sugiero un camino alternativo: al final de la manzana hay una cancela por la que es fácil encaramarse al tejadillo de un cuarto de contadores y de allí al tejado de la casa colindante. Luego no hay más que ir pasando de un tejado a otro, a lo largo de toda la hilera de casas, hasta llegar a la mía... Acompaño al operario hasta la mencionada cancela y lo veo trepar, mientras hago votos para que no pase la patrulla de la Guardia Civil y nos sorprenda in fraganti y haya que dar las explicaciones pertinentes. Hace, además, un calor infernal, que debe de hac

LA DEL ALBA

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21/8/2019 Cuando llegue a la ancianidad, si es que llego, quiero ser como estos amigos mayores de San Antón. Hoy he salido solo -M.A. se ha quedado en casa, pendiente de una llamada- y he aprovechado para pasarles revista. De MC no diré nada: es la más animosa del grupo y siempre tiene una sonrisa preparada, cuando no una suave ironía sobre cualquiera de las muchas cosas chocantes que a veces vienen a turbar la paz de nuestro pequeño universo. Su marido, J., es elegante y delicado: ayer se pasó un buen rato tosiendo, porque había comido una almendra con piel y una brizna se le había quedado pegada en el gaznate. Para librarse de ella, entró en su casa y tragó un poco de miga de pan, que empujó con una copa de vino, como quien comulga... A. se está recuperando de una fractura de fémur. Mientras otras a su edad se habrían resignado ya al andador o la silla de ruedas, ella sale todas las tardes a andar, apoyada en unas muletas. P., su marido, bromea sobre las obligaciones domésticas qu

SOBRE LA POSIBILIDAD DE SER OTRO

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18/8/19 La reencarnación sólo puede concebirse si se da por sentado que lo vivido en la vida anterior siempre se olvida. De lo contrario, perderíamos la segunda en rectificar los errores de la primera. No hay vida sin errores, pero es mejor pensar que tal o cual episodio penoso de juventud cuyo recuerdo nos atormenta pertenece a un fondo común de meteduras de pata que el mero paso del tiempo da por zanjadas; eso sí, si no eres famoso y alguien las descubre y airea. Haber recibido otra educación, haber elegido otro oficio, haber educado a tus hijos de otro modo... Es inútil atormentarse con la consideración de estos posibles errores; y, sin embargo, la idea de que en el fondo somos mejores de los que somos nace del crédito que damos a esas apreciaciones infundadas. Cuando deseamos ser otros, lo que en realidad deseamos es reconocer en esos otros que podríamos ser la persona que efectivamente somos. De todos los derivados bárbaros que admiten las palabras de uso común

EN SENTIDO CONTRARIO

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16/08/19 Multitudes de agosto. El supermercado del barrio, normalmente bastante cómodo, está lleno de gente. "Vienen de V...", nos explica uno de los empleados, al que hemos preguntado por un tipo de té que compramos habitualmente y que hoy no encontramos. V. es una urbanización turística vecina, en la que, por lo visto, el supermercado en cuestión se anuncia como el más cercano; y el té que buscábamos no aparece, nos explica también el empleado, porque los reponedores literalmente no dan abasto. También el aparcamiento, en el sótano, está al límite de su capacidad, lo que hace que las maniobras para aparcar en las escasas plazas que quedan sean muy complicadas y entorpezcan aun más la circulación de los coches que no dejan de entrar. Todo el mundo parece impaciente, nervioso, irritable, y se pregunta uno, ante este aluvión de gente claramente infeliz, por las  razones de este empeño, de este desperdicio de un tiempo -por no hablar de dinero- que quizá podría dedicarse a

ACEPTACIÓN

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14/8/19 De todos los actos de aceptación que ha de efectuar uno a lo largo de su vida, sin duda el más complicado es el de la propia muerte... Qué animoso está hoy Benítez Ariza, dirán algunos. Pero no se trata de traer a este cuaderno pensamientos sombríos: simplemente, en las últimas dos semanas he tenido noticia de la muerte de al menos tres personas con las que sentía algún grado de cercanía. No eran amigos íntimos, y a una de ellas, la más joven, ni siquiera la conocía personalmente, aunque sí tenía noticia de su trayectoria literaria. Curiosamente, seguramente ésta es la que más clara conciencia tenía de que iba a morir pronto, porque su enfermedad es de las que no engañan. De los otros no sabría decir: uno de ellos, muy mayor, sufría los efectos físicos del Parkinson, que casi no le permitían moverse; pero hasta el último día luchó por conservar su memoria y hacer gala de sus facultades intelectuales, y para ello se valió principalmente del denostado Facebook, que le permiti

CON EL TIEMPO

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10/8/2019 Me sorprende la noticia de la muerte, por un paro cardíaco mientras dormía, del poeta y diarista canario José Carlos Cataño. Cosas de la vida: entré en contacto con él hace un par de años y lo conocí en persona hace apenas unos meses, en la presentación de un libro mío en Barcelona, a la que tuvo la amabilidad de asistir. Antes, habíamos intercambiado libros y entrecruzado mensajes, a la vez que iba uno familiarizándose, por la lectura de sus diarios y por lo que dejaba ver de sus rutinas en las fotos que ponía en Facebook, con su fascinante personalidad y su singular modo de vida, que uno adivinaba a mitad de camino entre una cierta bohemia cosmopolita -por lo viajada, y también por la condición exótica que le prestaba su meditada conversión al judaísmo- y su condición de escritor en ejercicio que mantenía una curiosa equidistancia entre el rechazo a los formalismos y juegos de poder que operan en el medio literario y una prudente manera de gestionar su conocimiento práct

NIMIEDADES

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  2/8/19 Vuelvo a ver Rocco y sus hermanos (1960) de Luchino Viconti, que TVE emitió anteayer; y, como siempre, quedo a medias impresionado y a medias sobrepasado por su desmesura. Sin embargo, se me imponen dos evidencias, que también son recurrentes en mí: primero, que lo que cuentan ésta y otras películas sobre el mismo asunto -la llegada a las grandes ciudades industriales, a finales de la década de los 50 y a lo largo de la siguiente, de los desahuciados del mundo rural-, es una historia que me atañe, por ser la de las familias de mis padres; y que, por tanto, ese "neorrealismo" programático del cine de entonces tiene para mí un valor estrictamente documental; y segundo: que, puestos a comparar, esa misma historia, o una muy similar, había sido ya mejor contada en la española Surcos de José Antonio Nieves Conde, estrenada casi una década antes.  * Todos los años por estas fechas, al regreso de alguna de las salidas vacacionales, me encuentro con el mismo p