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Mostrando entradas de septiembre, 2020

POR QUÉ

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29/9/2019 ¿Por qué hago reseñas? En la mayoría de los casos ni siquiera me las pagan, por lo que no puedo aducir razones mercenarias. Tampoco estoy empeñado en la defensa de ningún principio literario que me exija batallar por él, ni asumo la responsabilidad social que creen tener algunos críticos literarios. A pesar de todo eso, me las piden de aquí y allá, lo que me hace pensar que tienen alguna credibilidad. Pero la verdadera pregunta es: ¿qué me aportan? Dinero, ya digo que no, ni tampoco un prestigio que pueda traducirse en una mayor estima de mi trabajo literario en general y de la que yo pudiera beneficiarme. Quizá mi verdadera motivación sea que escribir sobre un libro supone dedicar un tiempo a pensar en las razones por las que me ha interesado; es decir, mis reseñas son, básicamente, recensiones de uso personal, que me sirven de recordatorio de las impresiones que me produjeron tales o cuales lecturas. En ese aspecto son como casi todo lo que vengo a poner aquí: intentos

INAPETENCIAS

24/9/2019 Cuando K. parece haber recuperado el apetito, después de la racha de indigestiones e inapetencias -a las que se suman ahora los remilgos de gata mimada adquiridos durante la etapa de cuidados, tales como preferir la comida blanda para gatos inapetentes y rechazar el pienso-, en su cuenco aparecen... hormigas, que ya sabemos que son causa inmediata de que rechace cualquier comida que haya tenido contacto con ellas. Hacía semanas que no las veíamos y pensábamos y que se habían ido con el declinar de la estación. Pero no: han vuelto las calores y con ellas las hormigas, en este otoño anómalo que no acaba de definirse. Para evitar que invadan la comida de la gata, pongo el cuenco en un plato lleno de agua, creando así un foso que les impida el paso, como en un castillo medieval. Naturalmente, la comida sigue al alcance de la gata. Pero, como es tan desconfiada, la novedad del plato y el agua la hacen dudar: se acerca, olisquea el tinglado y... se va sin probar bocado. Así que

SILENCIOS

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20/9/2019 Sobre ciertos pormenores dolorosos los diarios íntimos suelen guardar silencio. Hablo, por supuesto, de los diarios que, sin dejar de serlo, asumen la condición de escritos destinados más temprano o tarde a un público, por más que, en el caso del diario íntimo contemporáneo de un escritor apenas conocido, esa publicidad apenas tenga efecto y no redunde en una difusión masiva de secretos íntimos. Pero a lo que iba: también en la expresión de la pura intimidad hay silencios clamorosos. Y es mejor que así sea, porque es muy posible que haya en la propia existencia estados anímicos que no admiten disección y coyunturas de las que sería contraproducente dejar un registro que prolongara indefinidamente su eco. * Y por eso mismo, y porque uno se va volviendo cada vez más animista y anda cada vez más convencido de que el microcosmos es siempre expresión del macrocosmos, la gata ha enfermado y las preocupaciones que causa y los cuidados que exige parecen un cumplido re

CIEN PÁGINAS

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16/9/2019 En el autobús leo algunas de las escasas setenta u ochenta páginas que me quedan para terminar el voluminoso tomo de los Diarios de Amiel. No es lo que se dice un libro cómodo para llevar encima: ocupa todo mi bolso de mano y pesa lo suyo, aparte de llamar la atención cuando lo saco y abro en el autobús. Pero merece la pena: llevo leídas apenas unas líneas y tengo ya la sensación de que me están arreglando el día, o inaugurándolo con una clase de emoción que sobrevuela el espacio temporal y geográfico que me separa de su autor y viene a tocar una fibra afín. También el autor, en este último tramo de su Diario, escrito cuando le quedaba apenas un año de vida, parece haber descubierto notas nuevas, más intensas y reveladoras, en su materia habitual. Un diario, se lamenta en alguna ocasión, no está hecho sino de repeticiones. Pero lo importante es la capacidad de descubrir en esas recurrencias las notas de novedad que las singularizan. La vejez, la enfermedad, la decadencia

THE BOOK OF EVIDENCE

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13/9/19 Termino de leer The Book of Evidence de John Banville. La confesión de un asesino, sí, pero ¿a qué efectos? La idea general parece ser que ciertos actos que atribuimos sin más a la mera maldad, y que, por tanto, nos hacen sentir justificados al posicionarnos al otro extremo, diríamos, del espectro moral, son fruto de una serie de inadvertencias y omisiones en las que todos podemos incurrir. Es una vieja tesis; la misma, quizá, que animó a Dostoyevski a escribir Crimen y castigo . "La maté porque podía", concluye el protagonista. Y pudo matarla, añade, porque, cuando se cruzó con ella, en el curso de un robo desastrosamente planeado, no consiguió verla como lo que era: como un ser humano vivo, inmerso en sus propias circunstancias, y no una simple discordancia en esa especie de universo solipsista en el que habitamos cuando perdemos -y suele suceder- la plena conciencia de la entidad del prójimo. La novela está espléndidamente escrita, e incluso podría decirse q

LEVANTE

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10/9/2019 De pronto, la evidencia de que una persona de tu entorno está perdiendo los papeles y actúa de un modo anómalo. Algo le debe pasar, pero sería del todo contraproducente preguntarle qué. Así que ensaya uno la paciencia y la cortesía, mientras de la otra parte no sale otra cosa que pura negatividad: lo que hasta ayer estaba claro hoy no lo está, y el cambio que se propone invariablemente es a peor... Y así vamos. Se dice uno que el campo sobre el que operan estas anomalías es estrictamente impersonal, y que nada de lo que resulte de ellas puede dañarte en la esfera de cosas que verdaderamente te importan. Pero, aunque eso es así -y para qué negarlo-, no puede uno gobernar sus asuntos periféricos desde esa especie de regio distanciamiento. Prefiero la ficción contraria, la que invita a pensar que ponemos en cuanto hacemos todo nuestro empeño y nuestra mejor voluntad, tanto por satisfacción propia como por el prurito de beneficiar a otros. Ahora esta persona se defiende de

SUBURBANO

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8/9/2019 En la clínica veterinaria, para que examinen a K., que anda un tanto desmejorada últimamente, aunque sospechamos que lo único que tiene es que los años se le han echado encima, como nos pasa a todos. Ya le hicieron un primer reconocimiento hace unos días, pero el intento de extraerle sangre pudo haberle costado algún que otro arañazo o mordisco a la veterinaria, así que nos emplazaron a traerla a esta otra clínica donde hay medios para sedar a los animales ariscos y poder hacerles todas las pruebas que requieran. Bueno. La verdad es que no nos hace gracia la perspectiva de ver a nuestra gata metida en una especie de cámara de gas, en la que se le administra el éter necesario para mantenerla dormida. Por otra parte, el protocolo de la clínica tiene previsto que esa clase de actuaciones se hagan sin la presencia de los dueños del animal, que además han de firmar, como ocurre en los hospitales para personas, un consentimiento escrito en el que se declaren conocedores de to

VENENOS

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3/9/2019 Vuelta al trabajo. Sensación de embotamiento y de que todo lo que habitualmente uno hace sin dificultad hoy requiere ímprobos esfuerzos que no dan el resultado esperado. Para colmo, he olvidado las claves de mis cuentas de internet y de los repositorios en los que guardo el material que necesito. Y me digo, para no desanimarme del todo, que no es que me esté volviendo torpe con la edad, sino que me he levantado a las seis y media, después de llevar dos meses haciéndolo entre dos y cuatro horas más tarde, y lo que me pasa es que me caigo de sueño. Esta noche supongo que me será posible conciliar el sueño un poco antes y mañana me levantaré mejor. Y así iremos sobrellevando la condena bíblica otros diez meses... Me avergüenza un poco dejar aquí constancia de todos estos sentimientos negativos: a otros compañeros, por lo que he podido comprobar, se les ve más frescos y animosos. Yo no quiero ni pensar en la impresión que doy. ¿Tengo ojeras? ¿Voy lo bastante bien ve

TAMBIÉN LOS HAY

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2/8/2019 En correos, para recoger la correspondencia acumulada durante la segunda quincena de agosto: una especie de rito propiciatorio para empezar septiembre y reanudar las rutinas laborales, entre las que incluyo también mis autoimpuestos empeños literarios y todo lo que llevan consigo, ay. Llevo un voluminoso paquete con dos libros que envié a un amigo a comienzos del verano y me vino devuelto, y que ahora vuelvo a enviar; y recojo del apartado un ejemplar de una revista literaria con la que suelo colaborar, una colección de "pliegos" poéticos en la que también me han pedido que colabore y un libro de un amigo. Entretejen todos ellos la malla de una sociabilidad que tiene sus exigencias, pero que se presenta con sus mejores modales y que, en estos desabridos días de vuelta a las rutinas, me resulta gratamente acogedora. Lejos quedan los tiempos en los que estos tratos de alguna manera me redimían de las desazones que me causaba mi trabajo asalariado, entonces muy ing