Entradas

Mostrando entradas de noviembre, 2020

CERTEZAS

Imagen
26/11/2019 Por inadvertencia, y a pesar de mi naturaleza pacífica, me veo envuelto a veces en inesperados altercados callejeros. Hoy he reprochado a un motorista que enfilase una bifurcación sin poner el intermitente. Estábamos cruzando en ese momento, con el semáforo en verde para los peatones; eso sí -debo reconocerlo-: a unos metros del paso señalizado, aunque fiados en que ninguno de los vehículos que venían por la perpendicular había hecho indicaciones de disponerse a torcer. Menos la moto de marras, que pasó contorneándonos, y a cuyo conductor espeté, cuando lo tuve cara a cara a apenas de un metro de distancia, que debía poner el intermitente. Acompañé mi reproche con un gesto de abrir y cerrar la mano, remedando el ritmo parpadeante de esas luces. El hombre se me quedó mirando, creo que sin entender al principio lo que le quería decir. Tardó apenas un segundo o dos: ya estábamos llegando a la acera, y a punto de desaparecer tras la esquina, cuando oímos a nuestras espaldas u

La soledad es larga

Imagen
23/11/2019 El día no amanece muy prometedor: a las ocho y media o así, que es cuando me desvelo definitivamente, después de una noche un tanto desapacible, llueve a cántaros. Pero apenas media hora después escampa, lo que aprovecho para salir a comprar el pan. Estamos literalmente dentro de una nube; pero, a diferencia de ayer, el envoltorio se mantiene en un estado aceptablemente gaseoso, sin llegar a precipitar en lluvia ingrávida, aunque casi. La panadería, que abre tarde, está cerrada, así que me acerco al colmado. La encargada, que ha de agacharse para tomar las hogazas de pan del fondo de un saco, se queja de lumbalgia. El día mismo parece predisponer a la queja. Pero el desayuno, que es copioso -dos tostadas, té y zumo de naranja, galletas- me rehace del malestar de la noche mal dormida. Miro la hora: no son ni siquiera las diez. Los compromisos, en el mejor de los casos, empezarán a partir del mediodía, que es cuando espero al leñero. Así que me siento ante el caballete y p

Soledades

Imagen
22/11/2019 Benaocaz, 7.00 de la tarde y ya es noche cerrada. Lluvia intensa: o, mejor dicho, sensación de que el pueblo entero ha quedado sumergido en una nube de agua que se está deshaciendo sobre sí misma, sin que parezca que esté cercano el momento en el que acabe de vaciarse. He hecho el intento de salir a la calle y me lo he pensado mejor. A los amigos que pensaba ir a ver los he llamado por teléfono, sólo para decirles que estoy aquí y que ya iré a verlos mañana. He hablado también con un vecino que vende leña: si mañana escampa, me traerá una carga. De momento, me las apaño con un radiador de aceite y el aire acondicionado, que sólo crea la ilusión de templar un tanto el aire gélido que se ha reconcentrado en la casa cerrada desde hace dos semanas. Como no puedo salir a la calle y tampoco la luz artificial me permite dibujar o pintar, que es a lo que suelo dedicar los fines de semana en esta casa, he abierto este cuaderno... Leo lo que antecede, la escueta transcr

Otoño avanzado

Imagen
18/11/2019 Desarrolla uno la mayor parte de su jornada frente al mar; y, por eso, ver cómo contiene sus humores a pocos metros de donde nosotros desplegamos el precario decorado en el que nos desenvolvemos impresiona no poco. Se revuelve, se agita, paga consigo mismo un furor cuyo motivo se nos escapa; y, por eso mismo, es como si nos absolviera de una culpa que nosotros tampoco acertamos a adivinar y cuyo castigo sería, por su parte, la mera renuncia a esa contención que nos salva. * A diferencia del calor, que suele llegar de modo gradual, los fríos invernales llegan siempre de sopetón y como precedidos, por nuestra parte, de una cierta incredulidad, de la que ellos se aprovechan para hacer más efectivo su impacto. Sales a la calle con una chaquetilla de entretiempo, porque todavía no crees que las crudezas del otoño avanzado hayan tenido margen para consolidarse, y el frío se ensaña contigo con la redoblada furia de quien, además de hacerse notar, quiere hacerte pagar cara l

Goodbye

Imagen
17/11/2019 Viendo de nuevo Goodbye, Lenin -ando preparando un cinefórum con mis alumnos, con motivo del treinta aniversario de la caída del Muro de Berlín- me da por pensar que el mensaje que transmite ahora esta película es muy distinto del que percibíamos en el momento de su estreno, en 2003. Entonces nos pareció que el chiste estaba en la cuidada e irónica evocación del modo de vida, modesto pero digno, de la población de la República Democrática Alemana: esos muebles, papeles pintados, artículos de consumo de sospechosa fabricación local, etcétera, que parecían responder a lo que había sido moda en Europa occidental, incluida España, quince o veinte años antes. La película, recuérdese, narraba los intentos de un hombre joven por evitar que su madre sufra una conmoción al recuperarse de un coma profundo que la ha tenido inconsciente desde las vísperas de la caída del Muro hasta ocho meses después: el chico teme que su madre, considerada un dechado de lealtad hacia el régimen co

Elecciones

Imagen
11/11/2019 Me ha tocado ser vocal en una mesa electoral, lo que me ha tenido ocupado todo el domingo. Muchos me habían dado su condolencias por ello, después de asegurarme que era una tarea poco menos que infernal. Pero a mí me ha gustado la experiencia: ha sido como pasar revista a todo el barrio, ha habido anécdotas jugosas y uno ha terminado convencido de una doble evidencia un tanto contradictoria: por un lado, que en este país no sabemos organizar nada de modo que dé la impresión de que la actividad en cuestión se desarrolla de un modo ordenado y bajo el control de gente disciplinada y consciente de su responsabilidad; y, por otro, que, pese a lo dicho, un proceso tan complicado de llevar a cabo como unas elecciones termina efectuándose con notable eficacia y un alto grado de fiabilidad (otra cosa es que nos gusten más o menos los resultados, ay), gracias a la buena voluntad de la gente anónima que hace posible su desarrollo. En circunstancias de este tipo, tan multitudinarias y

Tanto frío

Imagen
9/11/2019 He pasado tanto frío en la casa de la sierra que no he podido dormir. He venido solo: M.A. estaba de viaje de estudios con sus alumnos. Y yo no podía dejar de venir porque me había comprometido a acompañar a un amigo pintor en la inauguración de su exposición en Ubrique. He llegado a la casa cerca de la una de la madrugada. No había tiempo ya para encender la calefacción y me he metido directamente en la cama, bajo una pila de mantas y edredones. En vano: las sábanas estaban heladas y el calor de mi cuerpo apenas ha alcanzado a calentar la superficie que ocupaba, pero no todo el espacio, que se me antojaba inmenso, de la cama de matrimonio. Y he echado de menos a M.A., por supuesto, pero también a K. * No, amiga A.: no debemos escudarnos en argumentos éticos para justificar que no acudamos a votar en unas elecciones, por más que encontremos sobradas razones para que nos repugne dar nuestro voto a cualquiera de los candidatos que se presentan. No hay que confundir las ex

Bagajes

Imagen
4/11/2019 A las tres de la tarde en el instituto, después de un frugal almuerzo de dos tapas y una cerveza en un bar cercano. No era yo el único en alimentarme de ese modo. A mi  lado, un hombre de más o menos mi edad y notablemente coincidente conmigo en algunos rasgos -la barba y otras coqueterías de cincuentón- almuerza también una ensalada y una tapa que creo que ha pedido porque la ha visto en mi mesa. Detrás de mí, un hombre mucho más joven mantiene una larga conversación telefónica en la que no habla de otra cosa que de dinero, haciendo alarde de una agresividad empresarial un tanto impostada: "Si el dinero no está allí mañana empezarán a rodar cabezas", le dice a su interlocutor. Luego habla con su pareja, a la que aconseja sobre un dilema laboral consistente en aceptar un empleo en precario, pero con posibilidades de futuro, y abandonar su lucrativa actividad en negro. o lo contrario... Y todo trasluce una cierta mendacidad, como si la vida de este apacible com

Dos australianos

Imagen
  2/11/2019 En la sobremesa, después de un gratísimo almuerzo con amigos, uno de ellos nos sugiere ver un espléndido documental sobre Villaluenga del Rosario que filmaron en 1981 los australianos Ian James Wilson y John Tristram y al que se le había perdido el rastro hasta que un equipo de investigadores de la Universidad de Cádiz lo localizó, digitalizó y reestrenó hace apenas unos meses. Es bellísimo y nos ha emocionado a todos. El pueblo y sus gentes apenas han cambiado, pero hay algo en las imágenes, en el ritmo de vida que transmiten, que habla de un mundo distinto: más pobre, quizá, más apegado a modos de vida de subsistencia, en cierto modo más autosuficiente; aunque también, qué duda cabe, tocado por ese factor de cambio que suponen las modas: esas pobladas melenas y barbas que lucían la mayoría de los hombres, y que hacen que nos recuerden las efigies de los músicos de entonces, cuando se retrataban en las portadas de los discos; o el hecho, para mí entrañable, de que ciert