CERTEZAS

26/11/2019 Por inadvertencia, y a pesar de mi naturaleza pacífica, me veo envuelto a veces en inesperados altercados callejeros. Hoy he reprochado a un motorista que enfilase una bifurcación sin poner el intermitente. Estábamos cruzando en ese momento, con el semáforo en verde para los peatones; eso sí -debo reconocerlo-: a unos metros del paso señalizado, aunque fiados en que ninguno de los vehículos que venían por la perpendicular había hecho indicaciones de disponerse a torcer. Menos la moto de marras, que pasó contorneándonos, y a cuyo conductor espeté, cuando lo tuve cara a cara a apenas de un metro de distancia, que debía poner el intermitente. Acompañé mi reproche con un gesto de abrir y cerrar la mano, remedando el ritmo parpadeante de esas luces. El hombre se me quedó mirando, creo que sin entender al principio lo que le quería decir. Tardó apenas un segundo o dos: ya estábamos llegando a la acera, y a punto de desaparecer tras la esquina, cuando oímos a nuestras espaldas u