Despedidas

30/8/2020 Ayer nos despedimos de los amigos de Benaocaz y hoy hemos recogido nuestras cosas y vuelto a casa. Aunque a agosto aún le queda un día y yo en realidad no empiezo a trabajar hasta el 2 de septiembre, hemos querido adelantarnos al regreso masivo y por eso hemos hecho el trayecto de vuelta el domingo por la mañana, confundiéndonos con quienes se echaban a la carretera desde los pueblos del interior para aprovechar los últimos días de playa. La despedida de los amigos fue melancólica. Habíamos cenado juntos el día anterior, en la huerta, aprovechando la posibilidad de estar juntos sin amontonarnos, en obediencia a las consignas sanitarias en vigor. Nos recogimos a medianoche, pero mi anfitrión se quedó charlando con otro amigo hasta las cinco de la mañana y por eso hoy se le ve mohíno y cansado. Y lo curioso es que nosotros, que no hemos incurrido en ningún exceso, también lo estamos. Hemos vuelto a sentarnos en la trasera de la casa, frente a la huerta. Nadie secundó la propues